Si queremos recibir esa Buena Noticia hemos de prepararnos. Juan el que decía que no era digno de desatar la correa de los zapatos habló de esa preparación: abrir un camino recto. Deshacernos de todo lo que puede alejarnos de Dios que es lo que nos aleja de los hombres.
Juan se retira al desierto. La conversión requiere silencio,meditación, encontrarse con uno mismo. El profeta Oseas ya lo había dicho;" La llevaré al desierto y le hablaré al corazón". Para acoger la Buena Noticia que es Jesús necesitamos ese espacio de paz y silencio que nos hacen entrar en nosotros mismos y vernos sin caretas no tapujos. En el Evangelio nos encontramos con Jesús tocando a las personas consideradas impuras y dejándose tocar y lavar los pies por una prostituta.
Allanar los caminos, no es otra cosa que desembarazarnos de nuestra hipocresía y orgullo.
Adviento nos pone delante de un niño insignificante nacido en una aldea insignificante de un país insignificante, en medio de gente insignificante. Un día cualquiera en un lugar cualquiera. Adviento nos dice que ahí está Dios manifestándose,actuando,pero no como nos lo imaginamos. Adviento nos pone ante un Dios cuyo poder se manifiesta ante una criatura impotente,limitada,vulnerable, y nos dice que ahí, en ese lugar y en ese momento, en ese acontecimiento cotidiano de un niño que acaba e nacer, se encierra todo el sentido de la vida humana, de la historia,del universo. En Belén hace dos mil años, y aquí ahora, esta un Dios que no castiga, que no destruye, que da vida . Un Dios que nos ama y perdona . Un Dios que ofrece esperanza a los que no la tienen, sentido a los perdidos,fuerza a los cansados. ¿Quien se anima a ser anunciador de esperanza?
fr. bernardo yoel