En el Antiguo Testamento la viña es símbolo del pueblo de Dios y la higuera de Jerusalén. Jesús lleva tres años de predicación y ni escribas ni sacerdotes le han hecho caso. Corren el riesgo de ser cortados para no ocupar un terreno inútil y todos debemos preguntarnos si no somos higueras estériles. La Iglesia, con sus escándalos ¿da fruto o es higuera estéril? Cada uno de nosotros, con nuestra tibieza ¿damos fruto o somos higueras estériles?.
La crisis no es un castigo de Dios, sino un fruto de nuestra sociedad aburguesada, falta de compromiso, en la que hemos convertido lo accesorio en importante y nos hemos olvidado de las necesidades de los demás. Proclamamos universales los derechos a la enseñanza, a la salud, la vivienda...y no nos dimos cuenta que dos terceras partes de la humanidad estaba desprovista de ellos. Ahora que nos peligran a nosotros, echamos el grito al cielo. Pero, cuáles han sido nuestros frutos? ¿Hemos luchado para que esos derechos sean verdaderamente universales o nos hemos contentado con que lo sean para nosotros? ¿Nuestra vida espiritual es profunda o navegamos en medio de la tibieza? ¿En qué se nota que somos cristianos gays?
fr. bernardo yoel. Valencia