El mar embravecido de las desenfrenadas luchas por el poder y por el control de todo, sea espiritual o material, han sido constantes a lo largo de la historia de la iglesia.
La inquisición Española, añorada en silencio por muchos,persiguió en nombre de la fe a quien no bailaba al son que tocaban doctos asesinos de hábito impoluto.
Santa Teresa de Jesús fue una de tantas, ahora seríamos más y el espectáculo en las plazas y las puertas de las catedrales más concurrido y aplaudido para ver chamuscar a los de mal vivir y herejes predicadores de doctrinas desencaminadas.
El cuaderno donde Santa Teresa apuntaba los hechos más relevantes de su vida permaneció mas de diez años en poder de la inquisición. Los inquisidores no se atrevieron a ponerla en prisión por su fama de Santa, pero la sometieron a frecuentes interrogatorios y a la humillación de abrir sus conventos a los hombres del santo oficio (vaya oficio y encima le llamaban santo) para interrogar a las monjas.
La Santa hubo de dirigirse, al rey Felipe II para que la dejaran tranquila, " si no me protegéis con mis pobres carmelitas ¿qué será de nosotras sin otro apoyo que el mundo?" En eso nos parecemos a Teresa la Grande, el Estado nos protege y la iglesia nos persigue en el universo mundo, por que larga es su mano.
La defendieron los Jesuitas que en su día también estuvieron en el punto de mira de la inquisición.
Teresa de Avila,perseguida por el poder eclesiástico, al final, aunque maltrecha, no se dejó destruir y llegó hasta donde su fuerte Fe en Dios enfiló el rumbo de su nave.
fr. Bernardo Yöel. Valencia