Cuántos dogmas hemos hecho de Dios, y qué poquitos del Hombre... No sé hasta qué punto esto es bueno o malo.
Realmente el dogma (verdad de Fe extraída de la Escritura y la Tradición, tras una reflexión, y propuesta para creerla) tiene su dimensión positiva. El dogma nos lleva a reflexiónar algo, a profundizar en la fe, a ahondar en el misterio de Dios. Unas veces por propia iniciativa, y otras veces como respuesta apologética al que dice lo contrario.
Cuando en la Edad Moderna, durante aquella Reforma (una de tantas) que se llevó en la Iglesia, los cristianos occidentales, tan preocupados en encasillarlo todo, en racionalizar lo irracional, en catalogar lo incatalogable (pero como nos caracteriza el juicio y la influencia del Derecho Romano...); quisimos solucionar nuestro enorme dilema de "dónde iban los niños (menores de 7 años) fallecidos sin el bautismo"... Que, la primera respuesta debería de haber sido: "Y a nosotros qué más nos da lo que va a hacer Dios con algunos de nosotros después de esta vida, si ya no hay solución, ni mala voluntad en una persona previa al estado del despertar de la conciencia".
Bueno pues, fruto de la mentalidad del momento, y para descanso de los que echaban horas en los laboratorios teológicos... Hubo que poner fin a la cuestión. Y se creó, se descubrió, o lo que fuese: el "Limbo". Que no era el infierno, pues el niño no había tenido la dichosa oportunidad de cometer pecados, y por tanto, según el esquema moral de aquel entonces no podía ir al infierno; pero tampoco era el Cielo, pues ni habían recibido la Gracia santificante, ni eran miembros del pueblo de Dios, y por lo tanto, hijos de Adán y Eva (expulsados pero readmitidos por Dios).
Resulta que Dios y las Cosas de Dios, que siempre hemos dicho que no lo podemos meter en nuestra cabecita porque no cabe; ahora, en pequeñas dosis (dogmas) nos lo vamos a ir endosando. Y para que nadie retoque esas verdades de fe, decimos que son infalibles y supuestamente definitivas.
Pues bien, con el paso de los años, esa realidad, es decir, ese dogma de fe, ya no nos convence. Pasado un tiempo, se reúne el gabinete encargado de reflexionar, exponer y retirar de circulación dogmas, y lo quita. La explicación fue que: lo que la reflexión teológica de un momento concreto consideró como verdad de fe, ahora no lo ve igual, era distinta mentalidad.
Alucinante. Toda la vida dándole vueltas a un dilema, y cuando ya tienen una solución, la exponen para creerla, y no hay más que hablar. ¿¿¿Pero después de casi 500 años lo cambiamos??? Oiga usted, ¿¿¿no había dicho que, de eso ya no había nada que decir, que era una verdad y punto??? O sea que, ¿¿¿durante más de 400 años ha habido teólogos en la Iglesia Romana que se han dedicado a intentar poner en cuestión verdades de fe que ya estaban solucionadas??? ¿Pero es que ellos no forman parte de la Iglesia como yo? ¿Las verdades no son también para ellos? ¿Por qué: si ellos cuestionan los dogmas, yo no puedo hacerlo?
Yo sólo digo una cosa: "las verdades propuestas para creer, tienen que ir en conexión con las verdades vividas y experimentadas". Y si no, mal vamos.
Si todo está creado por Dios, si Dios ha dejado en el hombre su huella, si somos Imagen de Dios, si lo más parecido a Dios en el Mundo somos los hombres y mujeres... Entonces, sólo entonces, todo lo que venga de Dios para los Hombres, o todo lo que los hombres extraigamos de Dios tiene que ser bien para el Hombre, nunca le puede hacer daño. No tendría sentido. Si le hace daño es que no es de Dios, porque la tarea del Hombre en este mundo es completar su Semejanza a imagen del Único modelo que es Dios. Y esto también es un dogma de fe.
Hay un santo en la Iglesia Católica, nada heterodoxo, conocido como san Bernardo, que tiene un escrito muy breve, y yo diría que de los más hermosos, titulado "Tratado del Amor de Dios". Inmortal, si tienes tiempo, puedes meditarlo. En ese librito, entre otras muchas cosas, san Bernardo dice que para llegar al amor de Dios hay que empezar por el amor al "Hombre", pues es lo más cercano que tenemos de Dios. Y de ahí llegar a Dios, para volver otra vez al Hombre. Haciendo una profunda meditación sobre el amor a uno mismo desde Dios para poder llegar a Dios y a los demás, pues no le podemos dar a Dios ni a los demás lo que no tenemos. Es decir, que si no me amo yo, que soy imagen de Dios, ni puedo amar a Dios, ni puedo amar al prójimo. Así que no le puedo dar a nadie lo que yo primeramente no tengo. Eso dice san Bernarno. Y yo creo que tiene más razón que un santo.
Saludos y buen día para tod@s.
En arje