“Homofobia gay”
Impensable pero realidad, reproducimos patrones homofóbicos al interior de nuestra “comunidad LGTB”.
Sí!... los gais tenemos prácticas discriminatorias entre nosotros mismos, tendemos a marginar a otros homosexuales por raza, nacionalidad, procedencia social, grado académico y por criterios superficiales - apariencia física, ropa que usamos, lugares que frecuentamos, con quien nos juntamos y todo lo que podamos imaginar-.
Hoy públicamente pretendemos una integración de todas las agrupaciones LGTB como medida para lograr presencia en los diferentes escenarios sociales y la fuerza numérica que nos permita aspirar a una presencia social, económica y política, basada en el porcentaje del padrón electoral que representamos de las sociedades en que cohabitamos.
En la mayoría de las publicaciones periodísticas que hacen referencia a los gais se denuncia la discriminación de que somos objeto. Las luchas de los colectivos y movimientos en que nos visibilizamos son por lograr igualdad e inclusión. La constante en los debates y el discurso homosexual es por equiparar derechos que nos reivindiquen espacios, y convaliden como parte de una sociedad más global. Todo esto con un único objetivo que se nos trate como iguales, lo vergonzoso es que no predicamos con la práctica al ser prejuiciosos con nuestros referentes más cercanos.
¿Por qué querer integrar a personas que comparten la misma orientación sexual, las mismas aspiraciones y sueños se transforma en una tarea titánica?
Simple, por la aversión que sentimos unos por otros. Así es, la homofobia no afecta solamente a heterosexuales, también en mayor o menor medida nos afecta a los homosexuales.
Esta homofobia ha sido internalizada a través de los patrones de socialización héteronormativos inherentes a nuestras familias, a los sistemas educativos, a los medios de comunicación de masas, a la literatura. Socialmente todo está estructurado para educar a la colectividad predominante “la heterosexual”.
En los espacios sociales gais que frecuentamos es común observar los grupitos cerrados, que esgrimen tácitamente una verdad absoluta “somos de los mismos pero no somos iguales”. Si escuchamos nos daremos cuenta del escarnio que hacemos unos de otros.
Amigos, esto es homofobia que va desde la auto descalificación hasta la reprobación y la agresión física - psicológica de otros homosexuales, por la simple apreciación subjetiva de que son diferentes a nosotros.
Nos creemos mejores que los demás, somos gais pero no afeminados, somos lesbianas pero femeninas, somos travestis pero con clase, somos bisexuales pero no gais. Somos gais pero no se nos nota.
No nos auto engañemos a todos se nos nota el “colorido” por no decir las” plumas” que los heterosexuales peyorativamente nos atribuyen – en la entonación de las palabras, al mirar a otra persona del mismo sexo, en un ademán, en la sonrisa, y demás -. Basta analizar detenidamente a lo más macho de los gais “los osos”.. sin palabras; que me disculpen los osos por utilizarlos como ejemplo. Si no se nos notara no nos identificaríamos entre nosotros mismos y no nos diferenciaríamos como manifestación cultural del resto del conglomerado social.
Los homosexuales, lesbianas, travestis, bisexuales y transexuales que nos han antecedido aprendieron de su orientación sexual en la práctica, les tocó vivir una época donde el tema era tabú, sus padres prefirieron ignorar que aceptar que sus hijos eran diferentes en su sexualidad. Gracias a homosexuales valientes nuestro presente es otro, tenemos acceso a la información que nos educa y nos permite empoderarnos alzando nuestra voz.
Aún hoy en día los medios de comunicación de masas exhiben imágenes grotescas de homosexuales de los cuales todos se mofan, que es el estereotipo del gay y no su arquetipo, y que en los eventos gais reproducimos con orgullo, ejemplo las dark queen - respetables dentro del arte del transformismo pero eso no les exime de lo grotesco y lo vulgar -.
Por experiencia sabemos que el ser estigmatizados es doloroso, marca, crea raíces de amargura y resentimiento; hagamos más fácil el vivir a nuestros hermanos de orientación no discriminemos, abracemos y aceptemos la diversidad. Dialoguemos para alcanzar integración, el primer paso es la solidaridad.
La peor, la más cruel, la más triste y la más intolerable discriminación es la que practicamos con nuestros iguales. Este comportamiento homofóbico se debe a rígidas creencias morales aprendidas y a una ignorancia sexual ya no justificada.
Mi tarea no es ser juez ni verdugo, siendo parte de esta comunidad que tiene tanto que aprender, concretar y transmitir, estamos conscientes de que carecemos de ejemplos positivos visibles y de un apoyo en los mecanismos de socialización dominantes, pero hoy tenemos espacios que nos permiten ser, hacer y crecer, no hay justificación para la homofobia dentro de casa.
Si no exhibimos comprensión, tolerancia y aceptación sincera entre nosotros no pretendamos que la sociedad heterosexual lo haga. Todos los seres humanos somos criaturas imperfectas, con las mismas capacidades de amar, trabajar, educar, querer, criar, conquistar y dar. Con los mismos derechos a expresar libremente nuestra orientación sexual, a aspirar a tener y a proteger a nuestras familias. Procuremos que todos los ciudadanos de este mundo seamos iguales ante la ley.
El primer obstáculo a derribar es la homofobia que nosotros mismos ocultamos y alimentamos en nuestro ser.