Me llamo Eduardo y pues toda mi vida he sido gay. Siempre he sido un poco reservado en cuanto a mi persona, no me gusta abrirme a los demás por miedo a salir lastimado o a que me juzgen. Siempre fui muy cercano a la iglesia como miembro activo pero creo que hasta que no se me tocó realmente el nervio no senti la plenitud de lo que es el verdadero amor de Dios.
A los 16 fui diagnosticado con Lupus y estuve 7 años en quimioterapia. Cerca del 2007 fui asaltado y quisieron matarme despues de haberme quitado todo. Me dejaron en un solar baldío inconsciente, creyendo que habian logrado asesinarme. Tuve la gracia que pude recuperar la conciencia y caminar con heridas tan severas que ni los mismos medicos se explican como sigo vivo todavia.
El incidente más mi enfermedad de base me contaron la perdida de la función renal de mi cuerpo. Amarrándome desde entonces a una silla de hemodiálisis tres veces a la semana. Pero Dios nunca se aparta de mi, me tiene siempre bajo la sombra de su mano. Tengo la dicha de mantenerme muy bien y llevar una vida normal. De poder salir y disfrutar de este regalo precioso que es la vida. Puedo decir que paso por la calle y la gente no intuye que estoy enfermo.
Siento que todo este pequeño sufrimiento me ha ayudado a acercarme más a Dios porque veo su Gloria en cada pequeña cosa que pasa. Sintiendo que cada amanecer es un pequeño milagro. Cada parte de mi vida es un trazo de un plano perfecto que me lleva siempre hacia lo mejor y puedo decirles que me siento como el niño que esta bajo las faldas de su madre: protegido, amado, confiado, como si nada ni nadie en el mundo pudiese hacerme nada.