Una vez más, en una conversación a solas, he oído esta misma pregunta: ¿Cómo ser yo mismo, cómo realizarme? Algunos están preocupados por ellos hasta la angustoia.
Y me acuerdo de esta reflexión de Juan, hablando de su encuentro con Jesús: "No me dijo: sé tú mismo, sino sé conmigo" ¡Que razón tiene! Cristo no nos dice "Búscate a ti mismo", ni tampoco "Corre tras de ti", sino "Sígueme".
Si "ser uno mismo" significa dejar caer las mascaras, los conformismos, lo convencional, ¿quién no lo aplaudiría? Es más que un bien. Es una necesidad.
Por el contrario, el hombre corre tras el espejismo si, para ser él mismo, su yo se impone hasta el punto de existir en detrimento de la libertad del otro.
Si el Evangelio sugiere al hombre que sea él mismo y que haga valer sus propios dones cien veces más, no es para que sirva a sí mismo, sino para que sirva a los demás.
Ser uno mismo según el Evangelio es ahondar hasta descubrir el don irremplazable que hay en cada ser. A través de este don específico que no se parece en nada al otro, el hombre se realiza en Dios.
Un abrazo
D.G.;Zaragoza