Tú que aspiras a seguir al Resucitado, ¿en qué signo reconoces que lo has encontrado? Cuando, avanzando hacia él, tus combates interiores no se endurecen, sino que te conducen a las fuentes mismas de su amor.
En ese cambio interior, todo lo que hubiera podido quebrar las fibras del alma, la impresión de inutilidad, la soledad humana, ya no bloquean el camino. Y se abre paso un hueco que va siempre desde la inquietud a la confianza en Dios.
Un abrazo
D.G.;Zaragoza