En presencia de violencias físicas o de torturas morales surge esta seria pregunta: si Dios es amor, ¿de dónde viene el mal?
Del mal, nadie puede explicar el porqué. En el Evangelio, Cristo se solidariza con el incomprensible sufrimiento de los inocentes, llora la muerte de los que ama (Jn 11, 35-36).
¿No ha venido Cristo a la tierra para que todo ser humano sepa que es amado? Con el simple deseo de acoger su amor, poco a poco, en lo profundo del alma, se enciende una llama.
"No hay violencia en Dios. Dios ha enviado a Cristo no para acusarnos sino para llamarnos a Él, no para juzgarnos sino porque nos ama" (Carta a Diogneto, siglo II)
Un abrazo
D.G.;Zaragoza