Jesucristo no ha venido para juzgar al mundo sino que, por él, toda criatura humana sea salvada, reconciliada. Seis siglos después de Cristo, un pensador cristiano, Isaac de Nínive, escribía estas palabras: "Dios no puede sino dar su amor."
Una comunión con él nos compromete, en su nombre, a aliviar la pena de los inocentes y a asumir responsabilidades para reducir el sufrimiento humano en la tierra (Mt 25, 40).
Un abrazo
D.G.;Zaragoza