Ayer era la fiesta del sagrado corazón de Jesús, una fiesta que a algunos les parece un poco ñoña, porque les recuerda antiguas devociones de una época de cristiandad que ya por suerte pasó. Las esculturas de yeso del corazón de Jesús a algunos/as les gustaran a otros no... pero más allá de esta imaginería creo que se puede dar una reformulación nueva a esta fiesta. Podríamos llamarla la fiesta de la ternura de Dios, que se encarna en Jesús.
¡Como necesitamos de la ternura! Cuantas veces la ternura ha sido relegada a un sentimiento y una actitud de segunda categoría, como algo que no es propio de hombres, como si ser tierno fuera inapropiado... ¡cuando es la fuente que lo rejuvenece todo! Jesús dice, quien tenga sed, que venga, de mi interior brotaran ríos de agua viva. De su costado en la cruz sale el río de su espíritu y de su ternura que lo inunda todo. La ternura es un gesto, una sonrisa, un guiño, una caricia, un abrazo, un beso... La teología, la caridad de la Iglesia, deberían de sacar su vida en esta fuente. Seguro que con eso de una moral de normas y de condenas pasaríamos a la motivación por un estilo cristiano basado en la ternura. Los LGTB tenemos una gran misión en la Iglesia, si somos capaces de ser la vanguardia de la ternura... con coraje.
Miquel
religioso, presbítero