Andaba el postulante algo triste. Se sentía rechazado, incomprendido. Se negaba a seguir la corriente, a hacer todo lo que hacían sus amigos del "ambiente", a aceptar las cosas, simplemente, por que era lo que hacía todo el mundo. El Abad, aprovechó el tiempo entre la cena y el rezo de completas, para hablar con él.
- Mira, creo que debes distinguir que una cosa es la comunidad y otra la masa. Desgraciadamente, en nuestros días, tendemos más a la masa que al grupo. El grupo une a las personas. Sus componentes no son idénticos. Cada uno aporta su riqueza. En cambio la masa carece de cerebro. Nos hace a todos clones del pensamiento general.
Suspiró profundamente y prosiguió:
- Leí una vez una frase muy dura de Thomas Merton que me quedó grabada: "La colectividad, no sólo necesita absorber a todo el que pueda, sino también, destruir a todo aquel que no puede ser absorbido."
Miró a los ojos del joven seguidor y, tras una pausa, dijo:
- Curiosamente, la masa no intenta absorber al solitario. Simplemente lo odia. Y la única medicina contra el odio es el amor. Por eso Thomas Merton añade: "Así, el solitario no puede sobrevivir mientras no sea capaz de amar a todos sin importarle el hecho de que probablemente todos le consideran un traidor."
Puso la mano sobre el hombro del postulante y concluyó:
- No te preocupes por ese rechazo. Ama, por que sólo así les harás el favor de recordarles, que fuera de la masa existe la madurez, la libertad y la paz.
Y se fueron a rezar completas...
bernardo yoel. valencia