Cuando comprendemos que Dios nos ama, y que ama hasta al más abandonado de los humanos, nuestro corazón se abre a los demás, nos volvemos más atentos a la dignidad de la persona humana y nos preguntamos: ¿cómo preparar caminos de confianza sobre la tierra?
Aunque estemos despojados de todo, ¿no somos llamados a transmitir, con nuestras vidas, un ministerio de esperanza a nuestro alrededor?
Un abrazo
D.G.;Zaragoza