De una manera más clara para uno, más velada para otro, su misteriosa presencia está siempre ahí. Es como si pudiéramos escucharlo decir: "¿No sabes que estoy cerca de ti y que por el Espíritu Santo vivo en ti? Nunca te dejaré" (Mt 28, 20). Esta misteriosa presencia es invisible a nuestros ojos. Para todos, la fe es siempre una confianza sencilla en Cristo y en el Espíritu Santo.
Un abrazo
D.G.;Zaragoza