El que busca abandonarse a Cristo y darle toda su vida, con un corazón decidido, tiene que hacer una opción, tomar una decisión. ¿Cuál? Dejar que brote en él un infinito agradecimiento a Dios que nos quiere felices. De nosotros depende presentir las realidades del Evangelio que embellecen la vida: la confianza, el espíritu de la alabanza, la generosidad de corazón, una alegría renovada en todo momento...
Un abrazo
D.G.;Zaragoza