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El P. Abad y el Dios desconocido.

(2 mensajes)
  1. Bernardo Yoel
    Miembro

    La escucho largo rato sin decir nada, escuchaba y escuchaba. Aquella mujer creyente, le explicó todos los problemas que sufría. Sus hijos en el paro, su marido enfermo y una economía familiar que empezaba a caer en barrena. La mujer afirmaba llorando:

    -Cada vez veo a Dios más lejos de mí. En estos momentos difíciles quería verlo a mi lado, sentir su ayuda, tener certeza de que todo se arreglará. Pero Dios se me esconde cada día más.

    El abad tardó largo rato en hablar, dejando que la mujer llorara en silencio. Luego dijo:

    -La desgracias la injusticia,los fracasos en la vida, hacen que mucha gente se cuestione la existencia de Dios; al menos de un Dios que nos ama. ¿Cómo puede permitir la injusticia? ¿Cómo puede permitir el sufrimiento del inocente? ¿Por qué parece que abandona a sus seguidores? La miró con ternura a los ojos y le dijo:

    -Lo siento. No tengo una respuesta. Quizá no hay respuesta para la mente humana. Yo sólo pienso en el niño que se siente desgraciado porque sus padres le prohíben algo que sería perjudicial para él y que no es consciente de ello, por que no le dejan hacer lo que quiere. Pero claro, nosotros no somos niños, somos adultos y el ejemplo no nos sirve.

    Sonrió mientras hacía una pausa:

    -En esos momentos sólo cabe una gran confianza. Dejarse caer en manos de Dios. Sí, no entendemos nada, pero confiamos en Él. Hemos de tener la seguridad que con una mirada confiada, cualquier acontecimiento de nuestra vida puede transformarse en un encuentro con Dios....

    Cuando la mujer marchó, dejo el abad al Prior:

    -Quizá debería haberme limitado a escuchar. Cada vez que me encuentro en una circunstancia parecida, creo que sobran las palabras. Que lo único que debería de haber hecho, es escuchar y tomar con ternura sus manos entre las mías...

    fr. bernardo yoel.valencia

    Publicado hace 10 años #
  2. Esta fábula pertenece al místico árabe Sa´di, es recogida por Anthony de Mello en uno de su libro "El canto del pajaro":

    Un hombre que pasaba por el bosque vio un zorro que había perdido sus patas, por lo que el hombre se preguntaba cómo podría sobrevivir. Entonces vió llegar a un tigre que llevaba una presa en su boca.

    El tigre ya se había hartado y dejó el resto de la carne para el zorro. Al día siguiente Dios volvió a alimentar al zorro por medio del mismo tigre. Él comenzó a maravillarse de la inmensa bondad de Dios, y se dijo a sí mismo: "Voy también yo a quedarme en un rincón confiando plenamente en el Señor, y éste me dará cuanto necesito".

    Así lo hizo durante muchos días, pero no sucedió nada y el pobre hombre ya estaba casi a las puertas de la muerte cuando oyó una voz que le decía: "Oh, tú que te hayas en la senda del error, abre tus ojos a la verdad, sigue el ejemplo del tigre y deja ya de imitar al pobre zorro mutilado".

    Por la calle vi a una niña sola y tiritando de frío dentro de su ligero vestidito y con pocas perspectivas de conseguir una comida decente. Me encolericé y le dije a Dios: "¿Por qué permites estas cosas? ¿Por qué no haces nada para solucionarlo?".

    Durante un rato Dios guardó silencio, pero aquella noche, de improviso, me respondió: "Ciertamente que he hecho algo, te he hecho a tí".

    D.G.;Zaragoza

    Publicado hace 10 años #

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