En la época del concilio Vaticano II en el noviciado cantábamos canciones de José Luis Perales y el maestro nos decía escuchad todo, pero el oído abierto a la letra. Tiene mensaje: Ahí va una de Mari Trini:
Es mi hora
y yo confieso
y confieso a mi manera
al oido del que escucha
la verdad de mis miserias.
Es la hora
y yo confieso
y confieso a mi manera
al oido del que escucha
la verdad de mis miserias
Confieso haber corrido
sobre caminos de hierba
sin mirar alrededor donde
la tierra se agrieta
y confieso sin temor
que el orgullo y la soberbia
han sido mi rocinante
mi montura
mis espuelas
Es la hora
y yo confieso
y confieso a mi manera
al oido del que escucha
la verdad de mis miserias
Confieso haber mentido
a quien la verdad pidiera
de haber vestido al pobre
por no mirarle siquiera
Y confieso mis errores
por que mi final se acerca
y le tengo miedo a todo
y el ultimo acto llega
Yo confieso como puedo...a mi manera.