En lo profundo de la condición humana reposa la espera de una presencia, el silencioso deseo de una comunión.
No son los grandes conocimientos lo que importa al principio. Estos serán muy importantes. Sin embargo, es con el corazón, con lo profundo de sí mismo, como el ser humano comienza a comprender el Misterio de la Fe. Una vida interior se elabora paso a paso.
Entonces, la fe, la confianza en Dios aparece como una realidad muy sencilla, tan sencilla que todos podrían acogerla. Es como un impulso de confianza que se vuelve a tomar mil veces a lo largo de la existencia, hasta el último respiro.
D.G.;Zaragoza