Cada ser humano tiene sed de amar y ser amado. Pero queda una pregunta: ¿por qué unos son conscientes de que son amados, y otros no se dan cuenta de ello?
Sentirse escuchado suaviza las heridas de un pasado próximo o lejano. Quizás sea ahí donde esté el comienzo de la curación del alma.
Escuchar al otro lo que le hace daño de él mismo. Tratar de comprender lo que está en el corazón. Y poco a poco, incluso en una tierra sembrada de sufrimientos, se percibe la esperanza de Dios o, al menos, la esperanza humana.
A veces ocurre que, acompañando a otro, el que escucha sea conducido a lo esencial, sin que el otro lo perciba.
Escuchar y volver a escuchar...El que ejerce la intuición a lo largo de la vida llega a entender con pocas palabras a los que vienen a confiarse a él. La escucha puede aportar una visión muy amplia del ser humano, ese ser habitado al mismo tiempo por la fragilidad y la claridad, por el abismo y la plenitud.
D.G.;Zaragoza