Por su perdón, Dios deja nuestro pasado en el corazón de Cristo y calma las heridas secretas de nuestro ser.
Cuando podemos manifestar a Dios todo lo que pesa en nuestra vida y que nos retiene bajo el peso de un juicio, entonces se iluminan las regiones oscuras de nuestro ser. Saberse escuchado, comprendido, perdonado por Dios: ahí está una de las fuentes de paz... y se acerca una curación del corazón.
D.G.;Zaragoza