La tarde era azul, sin una nube, empezaba el calorcillo y se estaba bien a la sombra de la higuera en la huerta del monasterio. El Abad Ferran miraba pensativo las hojas nuevas que habían brotado. Se giró y le dijo a su joven Prior:
-Tenemos una idea muy triste de la voluntad de Dios. Empleamos esa frase cuando nos sucede algo mal, cuando se nos atraviesa la vida: " qué le vamos hacer. Es la voluntad de Dios".
Miró la tierra esponjosa y bien trabajada y prosiguió:
-Lo rezamos siempre en el Padrenuestro, hágase tu voluntad, y lo asociamos a que debemos someternos a cosas desagradables. A que debemos sufrir pacientemente. Como si la voluntad de Dios fuera pasarlo mal en este mundo...
Miró al Prior y dijo:
- Lo que estamos pidiendo, es que realicemos la voluntad de Dios.
Esa voluntad es luchar por la justicia, amar a todos los hombres (cosa fácil de decir y difícil de practicar, al menos a mi) buscar un mundo mejor...Y eso no es nada desagradable. Por que nosotros somos las manos de Dios. Ese es el sentido de "hágase Tu voluntad". Somos nosotros los que debemos realizarla. Bueno Prior, el hermano encargado esta semana de cocina, me ha pedido que le llevemos dos cestos de acelgas y una docena de calabacines,vale vamos pero podríamos plantar borrajas son mas sabrosas, claro, pero eso depende de gustos.
fr. bernardo yöel. Valencia