La mayoría, por no decir todas, de las personas que engrosamos el colectivo LGTB, debido a la situación social que nos ha tocado y nos toca vivir, nos hemos visto obligados por ley de vida a auto-realizarnos una serie de planteamientos: ¿por qué soy así? ¿qué hago yo aquí? ¿soy normal? ¿esto está bien? ¿tengo espacio en la sociedad o en mi religión? ¿qué tipo de espacio me corresponde? Si soy una persona como los demás, ¿por qué me dicen que soy distinto o, al menos, me lo hacen sentir? ¿tengo que cambiar en algo o tienen que cambiar los demás, o "fifty fifty"?
Este planteamiento que nos hacemos a lo largo de nuestra vida, en medio de esas circunstancias, nos hace desarrollar una dimensión interior (una psicología), así como también una dimensión trascendental (religiosidad) de relación con lo que paradójicamente está fuera de mí (Dios, los demás, etc...). Todo aquello que percibimos, que viene de fuera de nosotros y también forma parte de nosotros, porque entra en nosotros, lo recibimos por la puerta que tenemos hacia el exterior, que es nuestro cuerpo (antropología).
Intentar dar respuesta a todo esto es intentar ir organizando nuestra personalidad, desde lo que somos, más que desde lo que nos quieren hacer ser. Y con dificultad, pues nos toca hacerlo muchas veces contra viento y marea, ya que no siempre lo tenemos fácil. Pero, la ventaja de todo esto es esa, que nos vamos forjando nuestra verdadera personalidad, nuestro verdadero ser, lo que realmente somos, "nuestra identidad", nuestro "yo verdadero", estamos visibilizando la imagen de Dios que llevamos dentro. Y esto es Evangelio 100 por 100. A fin de cuentas, pasados todos los estadios por los que nos toque trabajar, habrá merecido la pena, pues seremos nosotros, estaremos completando la tarea de Dios en nosotros, saliendo del teatro del mundo como Cristo salió del sepulcro y nos invitó a entrar en su luz maravillosa.
De alguna manera al integrar adecuadamente en nosotros todas nuestras dimensiones humanas, lo que los clásicos llamaban: cuerpo, alma, y espíritu; que nosotros llamamos: antropología, psicología y experiencia; podríamos decir que hemos alcanzado el equilibrio según decían aquellos, o la paz, diríamos a día de hoy. Sin dualismos.
Por tanto, si nosotros nos sentimos bien y estamos verdaderamente integrados. Veamos a ver quien se ha desintegrado o desequilibrado... ¿Quién es el enfermo ahora? ¿Quién es el invertido? ¿Quién ha invertido el Evangelio o los valores del mundo? Ajá, otra vez la "Ley del Espejo".
En el cristianismo, Jesús predicó el Evangelio y después apareció la Iglesia (o las Iglesias). Iglesia que, en vez de hacer vida el mensaje pascual del Resucitado: "que todos sean uno, para que el mundo crea" (Jn 17, 20-26), lo ha derivado en distintas costumbres que, no parece que den mucha vida. Buscando quizá un cauce para evangelizar... Antes de buscar la unidad con los demás (Iglesias, Comunidades) habrá que buscar la unidad propia, ya que si uno está dividido, no podrá encontrar la unidad de la comunidad o comunidades.
En la Iglesia católica, nos hemos quedado idolatrizando la multitud de realidades estéticas y estáticas. Se nos ha acusado de adorar a las imágenes. Pero realmente, estamos vendidos a las falsas doctrinas, a cierta enseñanza de un Magisterio que más que ponerse al servicio del "Hombre" desde la "Palabra de Dios", tiende a colocarse por encima de ambos. Aquello que canta el salmo 135, 15-16: "Sus ídolos son [...] hechura de manos humanas. Tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen, tienen boca y..." mejor que no hablen. (omito "plata y oro" para recalcar más lo facturado por el hombre).
En la Iglesia ortodoxa se ha tendido ha idolatrizar el rito y la estructura del Oficio Divino.
Las comunidades surgidas a raíz de la Reforma, y a posteriori de la misma, han idolatrizado la Biblia y la Comunidad.
Todo ello nos lleva a poner la atención y el acento en estructuras que ha creado el hombre, en principio por su bien, pero que lo han ahogado. Por eso, las reformas han tendido siempre a retornar al pasado pero, con un presente muy presente.
Actualmente, uno es tenido por buen cristiano, si cumple con todo ese aparato externo. Si se ha amoldado y configurado con ese andaraje.
Todo, menos poner la atención en las personas.