Menuda primera semana de Pascua más intensa que he vivido. Es como si hubiera llegado una primavera espiritual y comunitaria. De repente, todo se ha desbaratado, se ha dado la vuelta y ha cobrado un nuevo significado.
El martes volvimos a contar con la presencia de Mudejarillo y nos tomamos unos perritos calientes entre risas y bromas. Era como si nos hubiéramos visto el día anterior y eso define la amistad sincera.
El miércoles nos fuimos de excursión a Daroca. Entre leyendas de ruedas de molino, ocas, burras y corporales sagrados, nuestra comunidad se amplió con En Arje y Abdias. Lo conocimos y parece que hubiera estado con nosotros desde el principio de los tiempos. Hablábamos, comentábamos, compartíamos con una cercanía pasmosa.
El jueves nos reunimos en oración unos cuantos. Celebramos una eucaristía pascual, la oración nos unió, nos emocionó e hizo que sintiéramos la fraternidad. Y lejos, Fray Bernardo nos acompañaba con su oración.
Este fin de semana nos hemos encontrado con muchos hermanos y hermanas de otras zonas de España. Madrid, Valencia, Barcelona, Bilbao, Zaragoza... Todos unidos por algo común: Somos creyentes, somos homosexuales. Los lazos se unían entre pasillos, comedor y zonas de recreo. Nosotros hablábamos de nuestra experiencia: de los jueves, de la oración de final de mes, de la web, del foro. Y escuchamos ponencias, alguna que otra experiencia, testimonios de vida.
Una cosa me ha quedado claro esta semana: NO ESTAMOS SOLOS. Cada vez somos más y formamos un solo cuerpo. Hay algo que nos une... que nos une en Daroca, que nos une en el oratorio, que nos une en El Masnou... El Espíritu Santo nos une y nuestro Padre nos dice: no estás solo, no te dejaré solo, no te dejarán solo, no dejes solo a nadie.
Paz y Bien.
Un abrazo.
Álamo. Zaragoza.