Aquellos dos discípulos, como millones que somos en el universo mundo, estábamos derrotados siendo jovencitos al descubrir que eramos homosexuales. Para nosotros fue una crucifixión. Por eso han sido muchos años de caminar desilusionados. Pero descubrimos un compañero caminando a nuestro lado. Alguien que nos explica cada día lo que verdaderamente nos ocurre y hace que nuestro corazones empiecen arder, que vuelva la esperanza y le hemos pedido que queremos estar con El.
Cuando estamos desesperados, cuando creemos que nada tiene sentido, Él se hace nuestro compañero de viaje para devolvernos los ánimos. Lo hará en forma de uno o varios amigos que nos darán la mano. Lo encontraremos siempre en la Palabra, en el Evangelio. La amistad nos puede sacar de nuestros bajones.
Es curioso la cantidad de veces que leemos en el evangelio a Jesús comiendo. Compartir la mesa es la otra forma de encontrar a Jesús incluso los que tienen que hacer muchos Km. para encontrarse en Daroca. Desapareció físicamente de ellos, pero siguió a su lado. Por ello volvieron a sus pueblos (Jerusalén) a llevar la alegría a los demás.
Es bueno que, pase lo que pase en nuestra vida, Él es nuestro compañero de camino. Por su Palabra en la persona de los demás del grupo,por compartir la alegría de comer juntos.
Fr.bernardo yoel. Valencia