Todo un poema esas manos. Las más fuertes, las más generosas que he conocido. Se gastan haciendo el bien. Manos hechas para dar, para bendecir, para defender, para estrechase amistosamente.
Están ahí abiertas del todo, signo de una generosidad sin límites. Manos agujereadas por que nada retienen, brazos bien abierto, como para abrazarse a todos.
El amor se desborda por tus manos rotas. Cada necesitado puede acercarse a esas manos que están chorreando salud y riqueza.
Todos los días veo esas manos de Dios Madre cuando una anciana le lleva a un aparcacoches de color un taper con comida caliente.
bernardo yoel. Valencia