Si tuviera que escoger la línea fuerte, el hilo conductor de todos los acontecimientos que en esta semana celebramos, yo escogería sin duda el amor desbordante.
No voy a repetir que en Jesús se ha manifestado el amor de Dios, que él no ha hecho en su vida otra cosa que amar, que pasó por la vida haciendo el bien, que es la sonrisa, el beso, y el abrazo de Dios a ti aunque no lo creas, a mí aunque a veces dude. Pero ahora en estos días sagrados, su amor rompe el dique de la contención y se desborda torrencialmente.
"Antes de la fiesta de Pascua... habiendo amado a los suyos,los amó hasta el extremos" (Jn 13,1). Hasta el extremo, hasta el fin, hasta el límite. Pero ¿cuál es el límite del amor? Se ha dicho que la medida del amor es amar sin medida. El límite del amor ha sido roto por Cristo (1 Cor 13). El límite del amor es el infinito. El límite del amor es el mismo amor de Dios. Así, en Cristo, el amor humano se diviniza, y el amor divino se encarna y se humaniza.
fr,bernardo yoel. valencia