Cualquier cura o beatilla de santa Engracia se hubiera lamentado al contar las pocas personas que acudieron a la Eucaristia el jueves pasado del grupo de gays cristianos. 6, solamente 6 personas alrededor de un altar y, para colmo, algunos de Iglesias diferentes y... ainch ¿Cómo se celebraría esa momento eucarístico? Para los seis que nos juntamos fue una oración vivida y una vida hecha oración.
En el momento de perdón, al juntar los trozos de una tarjeta rota nos acordamos de aquellas personas a las que teníamos que perdonar. Surgieron perdones a unos mismos, surgieron perdones a otras personas y hubo un bonito momento de calma y de querer volver a empezar.
Dios se hizo Palabra con la triste noticia del incendio del Vendrell. Dios, en esta cuaresma, se hizo presente en las personas más débiles y que más están sufriendo las consecuencias de estos tiempos tan complicados... Los "signos de los tiempos"
El pan y el Vino se convirtieron en el Cuerpo y en la Sangre de Jesús y, todos en silencio, lo recibimos en íntima comunión con Él.
En todo momento la vida nos impregnaba con sus ruidos del exterior: palmas, conversaciones en otra lengua... La vida se unía a nuestra celebración y Jesús, en su evangelio, nos pedía salir e invitar a todos a su fiesta sin ningún tipo de distinción, de confesión, de genero, de edad, de orientación sexual.
Solamente fuimos 6, una cantidad que haría que se cancelase la misa de ese turno de cualquier parroquia boyante. Pero, de las últimas celebraciones que he vivido y son unas cuantas, no había salido con esa alegría y con esa paz como salí de aquel oratorio el jueves pasado a las 22:30.
Un abrazo.
Paz y Bien.
Álamo. Zaragoza