El Abad y el joven prior fueron a escuchar el sermón de un predicador de campanillas en la catedral.
El joven Prior acompañó al abad y a la salida le comentó:
- ¡Que conferencia tan hermosa!
Sonrió el Abad y dijo:
- Sí, ciertamente. Pero vivimos en una sociedad saturada de palabras. Todos son discursos, mensajes, conferencias, foros, sermones... Hacen falta obras, porque las palabras, por si solas, no arreglan no arreglan nada. Siempre recuerdo aquella frase de Anthoni de Melo: "Nadie se emborracha con la palabra del vino"."
Miró al joven Prior y concluyó:
-Las buenas palabras no nos hacen necesariamente más buenos.
yoel. Valencia.