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Roma desmiente el anuncio realizado por Frederic Martel: El Papa no pronunciará ningún “discurso histórico” sobre los homosexuales

Sábado, 6 de abril de 2019
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francisco-de-espaldasNo esperábamos menos de un papa profundamente homófobo:

“En referencia a lo escrito por algunos medios de comunicación, puedo desmentir absolutamente que el Santo Padre vaya a pronunciar en estos días un ‘discurso histórico’ sobre el tema de la homosexualidad”, ha señalado Gisotti.

El director ‘ad interim’ de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Alessandro Gisotti, ha aclarado que el Papa no va a pronunciar durante estos días un ‘discurso histórico’ sobre la homosexualidad.

En referencia a lo escrito por algunos medios de comunicación, puedo desmentir absolutamente que el Santo Padre vaya a pronunciar en estos días un ‘discurso histórico’ sobre el tema de la homosexualidad”, ha señalado Gisotti.

Las aclaraciones se producen después de que el sociólogo francés Frederic Martel,autor del libro ‘Sodoma’, en la que describe sin pruebas una Curia romana en la que predomina la homosexualidad, haya asegurado en su cuenta de Twitter que el Papa dará el 5 de abril un “histórico discurso” contra la ‘criminalización’ de las uniones civiles de homosexuales.

Según este sociólogo francés, el Papa iba a realizar el anuncio con motivo de un supuesto encuentro organizado por el exmagistrado de la Corte Suprema en Argentina Raúl E. Zaffaroni, en nombre del ‘Comité de un proyecto de investigación sobre la criminalización de las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo en el Caribe’. Sin embargo, esta reunión no aparece en la agenda del Vaticano.

Fuente Religión Digital

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Frédéric Martel: “La homofobia de la Iglesia se explica por el alto nivel de homosexualidad en el clero”

Lunes, 25 de febrero de 2019
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91EF5DEC-8EEA-4C77-AA31-4B76630936F9No me ha gustado ni el tono, ni el tufillo homófobo que desprende…

Prólogo de ‘Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano’ (Roca)

“El Papa vive en Sodoma, amenazado, atacado desde todos los flancos, criticado (…) Francisco está entre las Locas”

(Frédéric Martel, prólogo de ‘Sodoma’, Ediciones Roca).- -Ese es de la parroquia -me susurra al oído el prelado, con voz de conspirador.

El primero en usar esta expresión codificada delante de mí es un arzobispo de la curia romana.

-Es muy practicante, ¿sabe? Es de la parroquia -insiste en voz baja, hablándome de las costumbres de un famoso cardenal del Vaticano, antiguo «ministro» de Juan Pablo II, al que ambos conocemos bien. Y añade-: ¡Y si le cuento lo que sé no me creería!

Por supuesto, lo contó.

En el libro nos cruzaremos varias veces con este arzobispo, el primero de una larga serie de sacerdotes que me han descrito una realidad que yo me maliciaba, aunque muchos la considerarán pura invención, una fábula.

-El problema es que, si dices la verdad sobre el armario y las amistades especiales del Vaticano, nadie te creerá. Dirán que te lo has inventado. Porque aquí la realidad supera la ficción -me dijo un franciscano que también trabaja y vive dentro del Vaticano desde hace más de treinta años.

Pese a todo, fueron muchos los que me describieron este armario. A algunos les preocupaba lo que yo pudiera descubrir. Otros me revelaron los secretos cuchicheando, para, a renglón seguido, contarme los escándalos en voz alta. Otros, por último, tenían la lengua muy suelta, demasiado suelta, como si hubieran estado esperando muchos años para romper su silencio. Unos cuarenta cardenales y cientos de obispos, monsignori, sacerdotes y nuncios (los embajadores del papa) aceptaron contarme cosas. Entre ellos, los que habían asumido su homosexualidad, presentes a diario en el Vaticano, me abrieron las puertas de su mundo de iniciados.

¿Secretos a voces? ¿Rumores? ¿Bulos? Yo soy como santo Tomás: para creer necesito comprobar. Por eso he tenido que hacer muchas indagaciones y vivir inmerso en la Iglesia. Pasé en Roma una semana de cada mes, incluso me alojé con regularidad dentro del Vaticano gracias a la hospitalidad de altos prelados que, a veces, también se revelaban como «de la parroquia». Además viajé por el mundo, fui a más de treinta países, conocí los cleros de Latinoamérica, Estados Unidos y Oriente Medio para reunir más de un millar de testimonios. Durante esta larga investigación pasé unas 150 noches al año investigando lejos de mi casa, lejos de París.

Durante estos cuatro años de indagaciones nunca disimulé mi condición de escritor, periodista e investigador cuando pedía entrevistas a los cardenales y sacerdotes, que a veces se negaron. En todas estas reuniones me presentaba con mi verdadero nombre, y a mis interlocutores les bastaba con hacer una simple búsqueda en Google, Wikipedia, Facebook o Twitter para conocer los detalles de mi historial de escritor y reportero de prestigio. Muchas veces estos prelados, pequeños y grandes, me tiraron los tejos solapadamente, y algunos con muy poco disimulo, de forma activa o intensa. ¡Gajes del oficio!

¿Por qué quienes estaban acostumbrados a callar aceptaron romper la omertà? Es uno de los misterios de este libro y su razón de ser.

Lo que contaron fue un tabú durante mucho tiempo. Un libro como este difícilmente habría podido publicarse hace veinte años, ni siquiera hace diez. Los caminos del Señor han permanecido durante mucho tiempo, diría yo, impenetrables. Hoy lo son menos, porque la dimisión de Benedicto XVI y la voluntad reformista del papa Francisco han ayudado a liberar la palabra. Las redes sociales, la audacia creciente de la prensa, la infinidad de escándalos eclesiásticos «de comportamiento» han hecho posible, y necesario, revelar hoy este secreto. Este libro, por tanto, no trata de la Iglesia en su conjunto, sino de un tipo muy especial de comunidad gay; cuenta la historia del componente mayoritario del colegio cardenalicio y del Vaticano.

Muchos cardenales y prelados que ofician en la curia romana, la mayoría de los que se reúnen en cónclave bajo los frescos de la capilla Sixtina pintados por Miguel Ángel -una de las escenas más grandiosas de la cultura gay, repleta de cuerpos viriles- rodeados de los ignudi, esos robustos efebos desnudos, comparten las mismas «inclinaciones». Todos tienen un «aire de familia». Con una alusión muy disco queen, un cura me susurró: «We are family!».

La mayoría de los monsignori que tomaron la palabra en el balcón de la Logia de San Pedro entre el pontificado de Pablo VI y el de Francisco para anunciar tristemente la muerte del papa o exclamar, con franca alegría, «Habemus papam!» tienen un secreto en común. È bianca!

Ya se trate de «practicantes», «homófilos», «iniciados», «unstraights», «mundanos», «versátiles», «questioning», «closeted» o simplemente personas que permanecen «dentro del armario», el mundo que descubro, con sus cincuenta matices de homosexualidad, supera el entendimiento. La historia íntima de estos hombres que se muestran tan piadosos en público y llevan otra vida, bien distinta, en privado es una madeja difícil de desovillar. Puede que nunca las apariencias de una institución hayan sido tan engañosas, como lo son también las profesiones de fe sobre el celibato y los votos de castidad, que esconden una realidad muy diferente.

El secreto mejor guardado del Vaticano no es un secreto para el papa Francisco. Él conoce a su «parroquia». En cuanto llegó a Roma comprendió que tenía que vérselas con una corporación fuera de lo común en su género que no se limita, como se ha creído durante mucho tiempo, a unas cuantas ovejas descarriadas. Es todo un sistema, y un rebaño muy numeroso. ¿Cuántos son? Eso da igual. Baste con decir que representan a la gran mayoría.

Al principio, por supuesto, el papa quedó impresionado por la amplitud de esa «colonia deslenguada», por las «cualidades seductoras» y los «defectos insoportables», que menciona el escritor francés Marcel Proust en su célebre Sodoma y Gomorra. Pero lo que a Francisco le resulta insoportable no es tanto que la homofilia esté tan extendida como la hipocresía desbocada de quienes predican una moral mezquina y tienen un amante, o aventuras y que a veces frecuentan a prostitutos de lujo. Por eso el papa fustiga sin descanso a los falsos devotos, a los puritanos farisaicos, a los santurrones. Francisco ha denunciado a menudo esta duplicidad, esta esquizofrenia, en sus homilías matinales de Santa Marta. Sus palabras podrían muy bien aparecer como cita liminar al principio de este libro: «Detrás de la rigidez hay siempre algo escondido; en muchos casos una doble vida».

¿Doble vida? Lo dijo… y el testigo, esta vez, no es cualquiera. Francisco ha repetido a menudo estas críticas que apuntan a la curia romana: ha señalado a los «hipócritas» que llevan «vidas ocultas y con frecuencia disolutas», a quienes «maquillan el alma y viven del maquillaje», que la «mentira» erigida en sistema «hace mucho daño, la hipocresía hace mucho daño: es una forma de vivir». ¡Haz lo que digo, no lo que hago! Leer más…

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Martel: “Son los gais del Vaticano los que no soportan que Francisco sea amable con los homosexuales”

Jueves, 6 de junio de 2024
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IMG_5096El autor de ‘Sodoma‘ sale al paso de las palabras del Papa sobre la “mariconería” en los seminarios

“En todos los seminarios hay al menos un 50% de homosexuales”

“Los seminarios católicos siempre han sido un refugio para los homosexuales, y hoy aún más”

“A Francisco le gustaría volver a heterosexualizar la Iglesia”

“Mientras se mantenga el celibato en la Iglesia, los homosexuales serán mayoría en los seminarios”

“La Iglesia española tiene fama de ser muy homosexual. Incluso los colaboradores de Francisco se burlaron de la homosexualidad de los cardenales españoles”

“Todo el mundo tiene derecho a decir algo incómodo. Lo principal es pedir disculpas si lastimó a la gente. Esto es lo que hizo Francisco: pidió disculpas“. A Frédéric Martel,  periodista francés autor del best seller internacional Sodoma. Poder y escándalo en el  Vaticano, y él mismo homosexual, no le han escandalizado las palabras del Papa que esta semana han levantado una gran polvareda cuando les dijo a los obispos italianos que “ya había mucha mariconería” en los seminarios“.

A este reportero, que diseccionó a fondo y sin anestesia el entramado gay en las estructuras de la Iglesia y su poder en el mismísimo Vaticano, considera que lo relevante es, precisamente, esa afirmación del Papa. “Lo que me parece mucho más significativo e interesante es que Francisco dijera que ya había demasiados ‘maricones’ en los seminarios. Y eso es lo principal. Los seminarios católicos siempre han sido un refugio para los homosexuales, y hoy aún más, señala en esta entrevista con Religión Digital, donde asegura también que “en todos los seminarios hay al menos un 50% de homosexuales”.

El Vaticano, en un comunicado, indicó que no hubo intención homófoba en la expresión utilizada por el Papa en su encuentro con los obispos italianos…

De hecho, creo que las palabras de un Papa, en general, y de Francisco en particular, no pueden analizarse bajo el único prisma de homofobia/gay-friendly. El Papa se dirigía a una audiencia interna, entre la que se encontraban obispos, y sin duda era una palabra que no tenía previsto decir. Todo depende de quién habla y para qué público. Cuando yo uso la palabra “maricón” en lugar de gay, no es homófobo, porque yo también soy gay y a menudo usamos la palabra “maricón” entre nosotros. También pasa en Italia en los cabarets y lugares gay. Pero obviamente es el Papa quien habla, por lo que es diferente en este contexto.

¿Puede entenderse esta filtración como un intento de dañar la imagen del Papa entre los homosexuales, precisamente del Pontífice que más ha hecho hasta ahora para dar cabida a la comunidad gay?

Todo el mundo tiene derecho a decir algo incómodo. Lo principal es pedir disculpas si lastimó a la gente. Esto es lo que hizo Francisco: pidió disculpas. No creo que debamos sobreinterpretar la declaración o la filtración a los medios. Lo que me parece mucho más significativo e interesante es que Francisco dijera que ya había demasiados “maricones” en los seminarios. Y eso es lo principal.

Los seminarios católicos siempre han sido un refugio para los homosexuales, y hoy aún más. En todas partes tenemos al menos un 50% de homosexuales en los seminarios, como creo que he demostrado ampliamente en mi libro. El Papa lo sabe muy bien y su reconocimiento me parece la información esencial de esta secuencia. De hecho, dijo de mi libro que era “un buen libro” y que “sabía todo eso”.

¿Cómo fue vista y vivida en la Curia vaticana esta apertura del Papa a la comunidad LGTBI?

Ya conocen mi análisis: cuanto más homófobo es un sacerdote, un obispo o un cardenal en público, más probabilidades hay de que sea homosexual en privado. El Papa es bastante gay friendly (pero hay que matizar según el tema… y según el día) y muy probablemente heterosexual. Así que son los gais en el Vaticano, los cardenales y obispos homosexuales, los que no pueden soportar que Francisco sea amable con los homosexuales. Esta es la regla secreta que debe entenderse en el Vaticano. Pregúntele a los cardenales Raymond Burke, Gerhard Müller, Antonio Cañizares o incluso al cardenal Rouco Varela qué piensan.

En su opinión, ¿cuál es la razón por la que el Papa no quiere admitir a homosexuales en los seminarios, incluso cuando, como ocurre con los heterosexuales, están decididos a mantener el celibato?

Los admite muy bien, ya que allí son mayoría. Pero creo que a Francisco le gustaría volver a heterosexualizar la Iglesia. Sabe que es difícil porque un seminarista heterosexual siempre, de manera muy lógica y abrumadora, querrá casarse con una mujer. Por eso, mientras se mantenga el celibato en la Iglesia, los homosexuales serán mayoría.

Mi libro lo demostró ampliamente, y de hecho esto es lo que me decían todos en el Vaticano cuando vivía allí: la Iglesia española tiene fama de ser muy homosexual

¿Cree usted también, como el Papa, que hay muchos homosexuales en los seminarios italianos? ¿Solo en Italia? ¿Conoce el caso de España?

España es un país caricaturesco desde este punto de vista. Creo que la homosexualidad está bastante extendida en todos los niveles, entre los cardenales, los obispos, los sacerdotes y en los seminarios. Mi libro lo demostró ampliamente, y de hecho esto es lo que me decían todos en el Vaticano cuando vivía allí: la Iglesia española tiene fama de ser muy homosexual. Incluso los colaboradores de Francisco se burlaron de la homosexualidad de los cardenales españoles.

Pero cuando digo que son homosexuales, eso no significa que practiquen su homosexualidad; simplemente se sienten estructuralmente atraídos, sí me atrevo a decirlo, por los hombres; muchos permanecen castos y esa es su elección, pero eso no significa que sean heterosexuales. Generalmente, eliges el celibato cuando eres gay. Hoy en día, la mayoría de los sacerdotes heterosexuales abandonan la iglesia para casarse o luchar en un ambiente muy homoerótico.

Y una vez más, la regla también se confirma: si haces campaña activa contra el matrimonio homosexual y te sientes ofendido por el orgullo gay, ¡es muy probable que te afecte! Sin embargo, no todos lo son: si tomamos al cardenal Omella, que es bastante moderado y tolerante, podemos estar bastante seguros de que es heterosexual. Es algo bastante raro en España…

Fuente Religión Digital

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El próximo consistorio del Papa tendrá varios nuevos cardenales LGBTQ-positivos

Martes, 22 de octubre de 2024

El Papa Francisco ha nombrado a 21 nuevos cardenales, varios de los cuales tienen antecedentes LGBTQ positivos, que serán elevados en un consistorio en diciembre.

El Papa anunció los cardenales designados en el Ángelus del domingo, provenientes en gran medida del Sur Global y con solo unos pocos nombres europeos o norteamericanos. En general, aquellos que tenían registros públicos sobre cuestiones LGBTQ+ fueron en gran medida acogedores. Estos incluyen los siguientes clérigos y prelados:

IMG_0805Padre Timothy Radcliffe, OP

Padre Timothy Radcliffe, OP: Teólogo y ex Maestro de la Orden Dominicana (máximo líder mundial), Radcliffe tiene un historial LGBTQ+ que se remonta a la década de 1990. Más recientemente, se ha desempeñado como asistente espiritual de la Asamblea General del Sínodo sobre la Sinodalidad, donde ha abordado temas LGBTQ+ al menos dos veces. Anteriormente, en 2016, Radcliffe dijo que los católicos deberían centrarse menos en lo que otros “hacían en la cama” y más en ayudar a las personas a encontrar a Dios en su propio camino, aunque también se opuso al matrimonio igualitario. En 2014, los católicos conservadores boicotearon una conferencia en la que habló debido al trabajo pastoral LGBTQ+ del sacerdote. Radcliffe respondió con estas palabras sobre el amor entre personas del mismo sexo: “Ciertamente puede ser generoso, vulnerable, tierno, mutuo y no violento. Entonces, en muchos sentidos, creo que puede expresar la autodonación de Cristo”. En 2013, escribió un ensayo sobre “Una nueva forma de ser Iglesia” en vista del liderazgo del Papa Francisco, sugiriendo que el Papa había abierto un nuevo camino en cuestiones LGBTQ+. Radcliffe comentó: “Si nos atrevemos a ver realmente a las personas, en su dignidad y humanidad, entonces descubriremos las palabras correctas para decir. ¿Quién sabe adónde nos llevará esto?” En 2012, escribió un artículo de opinión oponiéndose al matrimonio igualitario, pero añadió: “Esto no es para denigrar el amor comprometido entre personas del mismo sexo. Esto también debería ser apreciado y apoyado, razón por la cual los líderes de la iglesia están empezando poco a poco a apoyar las uniones civiles entre personas del mismo sexo. El Dios del amor puede estar presente en todo amor verdadero”.  En 2006, Radcliffe llamó a la iglesia a “apoyar” a los homosexualesdejando que nuestras imágenes se estiren“, lo que significaver ‘Brokeback Mountain’, leer novelas gay, vivir con nuestros amigos homosexuales y escuchar con ellos mientras escuchan al Señor.” En 2005, Radcliffe defendió a los sacerdotes homosexuales después de que se publicara una instrucción del Vaticano que prohibía a los hombres homosexuales ingresar al seminario, diciendo: “No tengo ninguna duda de que Dios llama a los homosexuales al sacerdocio, y están entre los sacerdotes más dedicados e impresionantes que he conocido.

Radcliffe dijo más tarde en 2019 que “a pesar de mis reservas”, los católicos “deberían estar agradecidos” al autor Fréderic Martel por su libro sobre la homosexualidad en el Vaticano. En 2017, Radcliffe pidió a la iglesia que acompañara mejor a las personas que viven con VIH/SIDA.

IMG_7930Arzobispo Luis Gerardo Cabrera Herrera

Arzobispo Luis Gerardo Cabrera Herrera de Guayaquil, Ecuador: En 2023, en respuesta a la publicación de Fiducia Supplicans, el arzobispo le dijo a un entrevistador: “El catecismo es muy claro, debemos respetar [a los homosexuales], debemos darles la bienvenida. No podemos despreciarlos. Y la razón es sencilla, primero, porque son personas, son seres humanos con todos los derechos, y por la fe sabemos que son hijos de Dios. Entonces, ¿cómo podemos marginarlos?”

IMG_7931Obispo Pablo Virgilio David

Obispo Pablo Virgilio David de Kalookan, Filipinas: Como presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Filipinas, el obispo hizo una breve declaración afirmando que Fiducia Supplicans era “clara en su contenido e intención”, diciendo que “no requiere mucha explicación”. Anteriormente, en ese mismo cargo en 2021, David publicó una carta defendiendo el apoyo del Papa Francisco a las uniones civiles para parejas del mismo sexo, diciendo que el Papa “no pretende destruir nuestra moral y ortodoxia”, sino que “valoraba ser amable y ser más compasivo que tener razón y ser justo”. En 2019, como vicepresidente de la conferencia de obispos de Filipinas, David dijo que la conferencia apoyaba el proyecto de ley de igualdad SOGIE (orientación sexual e identidad y expresión de género), que habría mejorado las leyes de no discriminación, como un “imperativo cristiano”. David subrayó en ese momento que los obispos de Filipinas habían apoyado durante mucho tiempo la protección y el reconocimiento de las personas LGBTQ+ en la nación altamente católica. David fue elegido por los obispos de Filipinas como uno de sus representantes en las asambleas sinodales de 2023 y 2024.

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Arzobispo Jaime Spengler de Porto Alegre, Brasil: En 2023, como presidente de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, el arzobispo condenó las “consecuencias del moralismo exacerbado” en la Iglesia que conducen a la exclusión y, en cambio, abogó por una mayor acogida. De Fiducia Supplicans dijo, en parte: “’Hago una pregunta muy simple, que me guía y también guía la acción: ¿son personas? Si son personas, también merecen nuestro respeto. Y cuando se acercan pidiendo una bendición, imagino que también buscan una palabra de consuelo, de esperanza y quizás hasta de ganas de afrontar su propia situación. ¡No podemos negarlo! Ahora bien, tampoco podemos estar de acuerdo, por así decirlo, con comportamientos que van en contra de lo que para nosotros son valores fundamentales: el respeto a los demás, el respeto al propio cuerpo, el respeto a la propia individualidad. . “Incluso frente a estas cuestiones controvertidas, diría yo, se nos anima a pensar y buscar soluciones de una manera aún más radical en el sentido de construcción, de comprensión, que pueda satisfacer todas las necesidades auténticamente humanas“.

IMG_7933Arzobispo Jean-Paul Vesco

Arzobispo Jean-Paul Vesco de Argel, Argelia: Después de que los obispos del norte de África rompieran con los obispos del continente en general y afirmaran Fiducia Supplicans en 2024, Vesco explicó que el Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SECAM) rechazó duramente las bendiciones, específicamente contra parejas del mismo sexo, “no era lo que pretendíamos transmitir a nuestras diócesis”. De hecho, más tarde se informó que la SECAM emitió su carta antes incluso de recibir comentarios de los obispos del norte de África.

IMG_7937Arzobispo Roberto Repole de Turín, Italia

Arzobispo Roberto Repole de Turín, Italia: En 2022, la archidiócesis de Turín dirigida por Repole concedió permiso a un sacerdote para celebrar la confirmación de un hombre transgénero que había pasado por una transición legal de género. Esta asignación interpretó creativamente una directiva de 2003 de la Conferencia Episcopal Italiana que no permite cambiar los registros de bautismo de las personas trans. celebrando el sacramento bajo el nombre elegido de la persona y anotando el nombre del difunto junto con la información sobre el cambio legal. Esta asignación precedió a la orientación de 2023 del Dicasterio para la Doctrina de la Fe del Vaticano que abrió los sacramentos a las personas trans en general.

IMG_7938Arzobispo Tarcisio Isao Kikuchi

Arzobispo Tarcisio Isao Kikuchi de Tokio, Japón: En 2023, Kikuchi contribuyó a un volumen de ensayos titulado LGBT y cristianismo, que fue promovido por Catholic HIV/AIDS Desk, una organización japonesa que educa sobre el virus y contrarresta la discriminación con el apoyo de la conferencia episcopal de la nación. El libro fue editado por un pastor gay de la Iglesia Unida de Cristo. Además, la archidiócesis de Tokio apoya y promueve al grupo católico LGBT de Japón, incluidas sus misas mensuales. Kikuchi ha sido director de Cáritas Internacional desde 2023.

Otros dos prelados nombrados por el Papa Francisco no tenían antecedentes LGBTQ+ públicos, pero son bastante progresistas. En Perú, se sabe que el arzobispo Carlos Gustavo Castillo Mattasoglio de Lima es amigo de la teología de la liberación y su nombramiento como arzobispo de Lima fue visto por muchos como una reprimenda directa a su predecesor altamente conservador. Y en Chile, el arzobispo Fernando Natalio Chomali Garib de Santiago, criticó duramente a la iglesia y pidió su reforma en una carta sobre los abusos sexuales del clero, diciendo que la iglesia se había convertido en “un motivo de escándalo, de profundo cuestionamiento, de mucha desconfianza y poca credibilidad”.

Dos cardenales electos tuvieron antecedentes algo negativos en cuestiones LGBTQ+. Ellos son:

IMG_7940Arzobispo Ignacio Bessi Dogbo

Arzobispo Ignace Bessi Dogbo de Abiyán, Costa de Marfil: En 2023, cuando concluyó su mandato como presidente de la Conferencia Episcopal de Costa de Marfil, el arzobispo predicó a sus colegas obispos en su asamblea que “las poblaciones de lesbianas, gays, bisexuales y transgénero necesitan ser curadas, no presentados como un canon de comportamiento que debe ser  incorporado”. El comunicado de esa asamblea también abordó las cuestiones LGBTQ+ en términos muy negativos.

IMG_7942Arzobispo Francis Leo

Arzobispo Francis Leo de Toronto, Canadá: Recién nombrado en 2023, el arzobispo emitió una carta pastoral el 1 de junio enfatizando la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, que ha sido utilizada por activistas anti-LGBTQ+ en Canadá y otros lugares para refutar el Mes del Orgullo. Leo, sin embargo, no ha impedido que las escuelas católicas de la arquidiócesis celebren el Orgullo.

Los otros prelados nombrados como cardenales designados no tienen ningún historial público conocido sobre cuestiones LGBTQ+. Ellos son: el arzobispo Angelo Acerbi, ex nuncio que pasó décadas en el cuerpo diplomático del Vaticano; el Arzobispo Vicente Bokalic Iglic de Santiago del Estero, Argentina, quien sirvió como obispo auxiliar del Cardenal Jorge Bergoglio en Buenos Aires; el Arzobispo Ladislav Nemet de Belgrado, Serbia; el Obispo Paskalis Bruno Syukur, OFM, de Bogor, Indonesia; el Arzobispo Dominique Joseph Mathieu, OFM Conv., de Teherán, Irán; el Arzobispo Rolandas Makrickas, Arcipreste Coadjutor de la Basílica Papal de Santa María la Mayor; el obispo Mykola Bychok de la Eparquía de los Santos Pedro y Pablo de Melbourne de los Ucranianos; el P. Fabio Baggio, Subsecretario de la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral; y Mons. George Jacob Koovakad, funcionario de la Curia responsable de los viajes papales. También estuvo incluido Mons. Baldassare Reina, obispo auxiliar de Roma, quien recientemente fue nombrado Vicario General de la Diócesis de Roma.

Cuando tenga lugar el consistorio del 8 de diciembre, el Papa Francisco habrá nombrado casi el 80% de los miembros votantes del Colegio Cardenalicio. Ahora parece que promover una iglesia acogedora e incluso un ministerio LGBTQ+ se ha convertido no en un factor descalificador, sino casi necesario para convertirse en cardenal.

–Robert Shine (él/él), Ministerio New Ways, 7 de octubre de 2024

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“La Iglesia no puede funcionar sin sacerdotes homosexuales”; Y más reacciones al uso de insultos por parte del Papa

Sábado, 13 de julio de 2024
Comentarios desactivados en “La Iglesia no puede funcionar sin sacerdotes homosexuales”; Y más reacciones al uso de insultos por parte del Papa

IMG_3363En las semanas transcurridas desde que surgieron informes sobre el uso del Papa Francisco de un insulto anti-gay, varios comentarios han tratado de entender por qué un Papa que ha sido amigable con LGBTQ, aunque de manera imperfecta, haría una declaración tan retrógrada. La publicación de hoy presenta algunos de esos comentarios.

ElThe New York Times encuestó a varios funcionarios y académicos de la iglesia para analizar esta cuestión. Varias voces identificaron las enseñanzas de la iglesia sobre la homosexualidad como el meollo del problema.

El autor Luciano Tirinnanzi, que ha escrito sobre cuestiones LGBTQ+ en la iglesia, comentó: “Hasta que cambien la ley, mientras la homosexualidad sea vista como una desviación y una enfermedad, nada cambiará bajo la cúpula de San Pedro”. Asimismo, el ex empleado del Vaticano Francesco Lepore, que es gay, dijo sobre el lenguaje sobre “desorden” y “tendencias”: “Las dificultades, las divisiones que vive la Iglesia… Todo viene de ahí”.

Otros en el informe del Times hablaron específicamente sobre sacerdotes homosexuales, una vez más en el centro de atención después de que se informó (aparentemente falsamente) que el Papa Francisco quería que se prohibiera a los hombres homosexuales asistir a los seminarios. Francis DeBernardo, director ejecutivo del Ministerio New Ways, comentó:

“‘La Iglesia católica no podría funcionar sin sus sacerdotes homosexuales. Eso es un hecho simple… [El Papa] necesita aclarar un poco mejor su mensaje porque se vuelve confuso. No ayuda a la situación. Problematiza la situación’”.

El obispo Piero Delbosco de Cuneo, Italia, rechazó la idea de que la Iglesia prohibiera por completo el sacerdocio a los hombres homosexuales, diciendo que lo que se instruye es discernir durante la formación si un seminarista puede cumplir con los votos de celibato o castidad.

El obispo Luigi Mansi de Andria, Italia, estuvo de acuerdo con Delbosco, aunque sugirió además que los hombres homosexuales podrían tener dificultades para permanecer célibes. Específicamente sobre el Papa Francisco, Mansi argumentó que las dificultades actuales se deben al trabajo multilingüe del Papa:

“Cuando hay discursos oficiales, él estudia, pero cuando habla de manera improvisada, también se le puede escapar una palabra que no es del todo ideal… Cuando habla usa términos que son una mezcla de español, argentino, italiano”.

Reuters también proporcionó un análisis sobre los comentarios del Papa. Citando a “amigos del pontífice y a los principales observadores del Vaticano”, el servicio de noticias dijo que esta última controversia “ha sido posiblemente el mayor desastre de relaciones públicas de sus 11 años de papado”, pero “no debería oscurecer su historial como un Papa reformador y amigable con LGBT”. .

Massimo Faggioli, teólogo de la Universidad de Villanova, Pensilvania, dijo a Reuters que el uso del insulto por parte de Francisco socavó el “peso” y la “credibilidad” de las declaraciones papales porque, al menos en línea, “el Papa lo redujo a un meme, una herramienta de redes sociales para que cualquiera pueda hacer bromas, algunas muy divertidas y otras de muy mal gusto”. Para Faggioli, este resultado perjudica no sólo a Francisco, sino al propio papado.

Austen Ivereigh, amigo y biógrafo del Papa, dijo que Francisco normalmente habla “muy, muy directamente” en privado, en lugar de “como un político”. Ivereigh, quien dejó en claro que “obviamente no justificaba el uso de un término ofensivo”, descartó, no obstante, las afirmaciones de que el Papa Francisco era anti-gay.

P. James Martin, SJ, autor de Building a Bridge, también defendió al Papa, diciendo a Reuters:

“La idea de que sea homofóbico no tiene sentido para mí… Su historial con las personas LGBTQ habla por sí solo. Ningún Papa ha sido mejor amigo de la comunidad LGBTQ. Mi sensación era que el Papa estaba respondiendo a una pregunta sobre cierto comportamiento en los seminarios italianos, en lugar de cerrar el sacerdocio a todos los hombres homosexuales’”.

En The Nation Michael Pettinger, un erudito católico y coeditor de Queer Christianities, vinculó al Papa con el jugador de fútbol Harrison Butker, quien pronunció un discurso de graduación sexista y anti-LGBTQ+ para el Benedictine College en mayo. El vínculo entre ambos, afirma Pettinger, no es la homofobia, sino más bien una masculinidad frágil, que también impacta las opiniones negativas de Francisco sobre las cuestiones de identidad de género y la ordenación de mujeres. El autor explica:

Esto no pretende poner a Francisco en la misma categoría que Jordan Peterson, Andrew Tate y otros aspirantes a hombres influyentes ‘alfa’ que frecuentan TikTok. Francisco tiene poca paciencia con el tipo de masculinidad dominante que representan… [Pero como] obispo entre obispos, Francisco también vive en un mundo de hombres altamente competitivos. Se nos dice que otros obispos introdujeron la palabra frociaggine en la conversación y que el pontífice simplemente se hacía eco de ellos o, como dirían los niños, igualaba su energía. Si, de hecho, esto fuera una charla de vestuario entre hermanos obispos, eso sugeriría que cualquier problema planteado por el uso de una palabra como frociaggine se extiende más allá de Francisco. Dada la oposición que ha enfrentado por parte de otros clérigos durante su pontificado, vale la pena preguntarse si simplemente no se cansó de resistir la presión…

“La masculinidad es en gran medida un estado de miedo… Tal vez el problema no sea que haya demasiada frociaggine circulando estos días. Quizás no haya suficiente”.

En The Spectator, el editor en jefe Matt McDonald entrevistó al periodista Frédéric Martel, autor de In the Closet of the Vatican, sobre los comentarios del Papa Francisco sobre los sacerdotes homosexuales. Martel no estuvo de acuerdo con las sugerencias de que el Papa es homofóbico, citando sus estrechas relaciones personales con los homosexuales, pero agrega que la comprensión de Francisco sobre la homosexualidad es anticuada y refleja los debates de finales del siglo XX durante sus años de formación, lo que lo lleva a rechazar el activismo. El periodista agregó:

“Al mismo tiempo, Francisco también tiene razón, porque entiende claramente que el Vaticano es estructuralmente gay. No se trata de un lobby o una red, sino de un gobierno sociológico: la Iglesia ha reclutado durante mucho tiempo principalmente a homosexuales y gradualmente, a través de muchos canales, ha ido dejando de lado a los heterosexuales que se van para casarse o son marginados debido a un entorno claramente homoerótico…

“Para entender al Papa y sus repetidos comentarios recientes, debemos hacer un trabajo contrario a la intuición. No creo que Francisco sólo esté criticando la dominación gay en el Vaticano (la mayoría de los sacerdotes, obispos y cardenales tienen tendencias homosexuales incluso cuando son castos en Roma), sino sobre todo el hecho de que su oposición es en gran medida gay… Adoptó la regla sociológica de mi libro: “cuanto más homofóbico es un cardenal en público, más probable es que sea homosexual en privado”. Esta es, para mí, la clave de los comentarios de Francisco…”

En America, el editor de poesía fr. Joe Hoover, SJ, escribió sobre cómo ha evolucionado su comprensión del Papa con los altibajos del mandato de Francisco; más recientemente, no solo sobre las personas LGBTQ+, sino también sobre las mujeres diáconos, la guerra en Ucrania y las críticas a los tradicionalistas.

Hoover señala que escribió cuatro borradores del ensayo que finalmente publicó. El primer borrador buscaba “denunciar al Papa por sus indiscreciones verbales”, mientras que en el segundo afirmaba que estaba “ofendido y perturbado” por el “increíble” uso de un insulto por parte del Papa. Escribió el tercer borrador desde la perspectiva de “un fiscal que reúne pruebas, todo para pintar una imagen clara de un Francisco que es casi una bula pontificia en una cacharrería, insensible a las formas en que sus palabras y acciones han perturbado y herido. gente.”

Luego, en el cuarto y último borrador, Hoover reconoce que “un Papa es imperfecto, y yo también”. Francisco “va a decir cosas inapropiadas ‘espontáneamente‘” y es poco probable que cambie. Aceptar esta comprensión reorientó a Hoover hacia Cristo, lo que lo llevó a concluir:

“Resumir a una persona por la historia de sus errores humanos simplemente no es una forma honesta de ver su vida. De hecho, el Papa ha cambiado el tono y la manera de acercarse a la comunidad LGBT. De hecho, el Papa ha pronunciado palabras que han sido un bálsamo de misericordia una y otra vez para millones de personas durante más de 11 años. Ha sido una de las voces más importantes y creíbles del mundo contra el cambio climático. El Papa Francisco ha abogado por los refugiados, los pobres, los marginados, los abandonados en una sociedad “desechable”…

“Al fin y al cabo, el bien que hace el Papa Francisco no quedará eclipsado por estos tristes comentarios. Todavía será recordado como una voz de misericordia y esperanza para la gente de todo el mundo”.

AJ McDougall del Daily Beast ofreció una breve oración irónica sobre el asunto: “Dios conceda al Papa Francisco la serenidad para dejar de usar insultos homofóbicos en compañía educada”.

—Robert Shine (él/él), New Ways Ministry, 4 de julio de 2024

Fuente New Ways Ministry

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Ya no hay distinción entre fe y política en la derecha lgtbifoba

Martes, 26 de diciembre de 2023
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Cardenal Raymond Burke

Los católicos ultraconservadores piensan que el Papa no es católico porque no es creyente del MAGA.

Informe sobre la destitución del Obispo Strickland: “Autoridad episcopal a persona equivocada

¿Por qué Francisco retiró los privilegios cardenalicios a Burke?: “Los usaba contra la Iglesia”

Viganò acusa al Papa de “cobarde autoritarismo” tras el cese de Strickland

El Papa Francisco continúa enviando a los funcionarios de la iglesia estadounidense un mensaje contundente. Ya basta con todos los ataques anti-LGBTQ+ al estilo MAGA contra el Vaticano, otros católicos y la sociedad en general. Dos semanas después de que el Papa tomara la dramática e inusual medida de despedir a un obispo estadounidense de extrema derecha, está despojando al ex cardenal Raymond Burke de su paga de jubilación y lo desaloja de su departamento en el Vaticano.

Uno de los problemas más confusos que enfrenta la gente racional hoy en día es cómo la religión y la fe se han entrelazado tan estrechamente con la política de derecha y ultraderecha. El problema ha sido más pronunciado cuando se trata de los evangélicos conservadores, quienes de alguna manera lograron pasar por alto todos los pecados de Donald Trump y expulsaron de sus filas a cualquiera que no adorara en el altar de Trump.

Ahora estamos viendo lo mismo en la Iglesia Católica Romana. La gran diferencia es que, a diferencia del movimiento evangélico, los católicos reconocen la supremacía de una sola persona, el Papa. Pero si preguntas a los católicos estadounidenses conservadores si el Papa es católico, te dirán rotundamente que no. La razón, en gran parte, es que el Papa Francisco no es fanático de Donald Trump.

El problema ha estado latente durante mucho tiempo, pero llegó a un punto crítico este otoño cuando Francisco finalmente llegó al límite de su paciencia con dos de las voces más fuertes del MAGA en la jerarquía estadounidense: Joseph Strickland, el obispo de Tyler, Texas, y el cardenal Raymond Burke.Joseph Strickland

Aunque Strickland era jefe de una diócesis relativamente pequeña, ha cobrado gran importancia en la esfera de los medios de derecha como antagonista del Papa Francisco. Aceptó el papel con entusiasmo, apareciendo en YouTube, teniendo una cuenta de Twitter con 175.000 seguidores y realizando trucos publicitarios como ir al Dodger Stadium para protestar contra el equipo de béisbol que honra a las Hermanas de la Perpetua Indulgencia.

De hecho, Strickland estaba obsesionado con todo lo LGBTQ+. Ha criticado a Francisco por tener palabras amables que decir sobre las personas LGBTQ+, sugiriendo que el Papa está socavando intencionalmente a la Iglesia. Strickland respaldó videos que describían a Francisco como un “payaso diabólicamente desordenado. Strickland siguió aumentando la retórica. En una conferencia patrocinada por la derecha Noticias del sitio de vida, Strickland leyó una carta de un amigo anónimo que llamaba a Francisco “usurpador”. Si a Francisco no le gustaban sus críticas, dijo Strickland, el Papa podría despedirlo. Que es exactamente lo que hizo.

IMG_1914Joseph Strickland

Ahora Strickland se compara con cualquier mártir que le venga a la mente. El problema es que los mártires no obtienen el título por estar en desacuerdo con el Sumo Pontífice.

Burke era igual de malo, con un giro. Prácticamente respaldó a Trump y se regocijó de cómo Trump “defendería los valores cristianos” como presidente. Mientras tanto, Burke restó importancia a la crisis de abuso sexual de la Iglesia y la achacó a la “agenda homosexual”. Comparó a los homosexuales con asesinos y no pudo soportar las modestas propuestas de Francisco hacia la comunidad LGBTQ+. “Desafortunadamente, está muy claro que la invocación del Espíritu Santo por parte de algunos tiene como objetivo impulsar una agenda que es más política y humana que eclesiástica y divina”, dijo Burke. Eso es bastante rico para alguien que solía ser amigo del asesor de Trump, Steve Bannon.

Burke ha sido uno de los prelados anti-LGBTQ+ más feroces de la Iglesia católica. Ha llamado a la homosexualidad una “enfermedad”, ha dicho a los padres que no deberían permitir que sus hijos conozcan parejas del mismo sexo y ha culpado del escándalo de abuso infantil de la iglesia a los homosexuales “hedonistas” y no a los propios sacerdotes depredadores de la iglesia.

Se ha quejado de que la Iglesia se ha desviado de la “ley moral absoluta” al no condenar “la plaga de la agenda homosexual” con suficiente fuerza. Burke fue uno de los principales defensores de la prohibición del matrimonio entre personas del mismo sexo en todo el país.

También ha sido un líder en denunciar el uso de condones para prevenir el VIH. Su oposición a los condones llevó a su exilio del Vaticano por parte del actual Papa. Burke intervino para que despidieran al jefe de una organización eclesiástica por aprobar la distribución de preservativos a prostitutas en Myanmar. Francisco aprovechó el episodio para destituir a Burke de su poderoso puesto y enviarlo a Guam como castigo.

Favorito del ex Papa Benedicto XVI, la caída en desgracia del extravagante cardenal estadounidense ha sido un espectáculo continuo. El portavoz conservador incluso se ha enfrentado con el Papa por su vestimenta. Si bien Francisco prefiere prendas sencillas, Burke siguió el ejemplo de Benedicto de usar vestimentas extravagantes como largas colas de seda aguada, brocados dorados y guantes de terciopelo. En un momento, los funcionarios del Vaticano supuestamente le pidieron a Burke que “bajara un poco el tono”.

El Papa ha castigado repetidamente a Burke por sus escandalosas payasadas. Anteriormente fue destituido de su puesto en la oficina de la iglesia que nombra nuevos obispos. En 2014, fue despojado de su puesto como jefe del tribunal más alto del Vaticano y, en cambio, fue nombrado para un papel ceremonial como jefe de la orden religiosa medieval, los Caballeros de Malta.

Desde su retiro, Burke había pasado el tiempo despotricando contra el Papa, acusándolo de intentar destruir la Iglesia desde dentro.

También se opuso a los mandatos de la vacuna COVID-19 por considerarlos “totalitarios”, afirmó que la vacuna inserta microchips en las personas y afirmó falsamente que la vacuna se desarrolló “mediante el uso de líneas celulares de fetos abortados”.

Muchos antivacunas evangélicos y católicos utilizaron esta última afirmación como excusa para no vacunarse, citando “objeciones religiosas” al aborto. A mitad de la pandemia, Burke contrajo el virus y pasó semanas conectado a un ventilador.

Mientras Burke estaba en el hospital, el Vaticano publicó un anuncio de servicio público en el que Francisco y otros líderes católicos de alto rango desacreditaban los desvaríos de Burke. “Recibir las vacunas autorizadas por las respectivas autoridades es un acto de amor”, dijo el Papa Francisco. “Y ayudar a la mayoría de las personas a hacerlo es un acto de amor. Amor por uno mismo, amor por nuestras familias y amigos, y amor por todos los pueblos. Vacunarse es una forma sencilla pero profunda de cuidar unos de otros, especialmente de los más vulnerables“.

Durante todo esto, Burke ha estado viviendo en un apartamento de 5000 pies cuadrados en el Vaticano, sin pagar alquiler. En su libro En el armario del Vaticano, Frédéric Martel da una descripción detallada del apartamento eso cae en la categoría del “¿Está diciendo lo que creo que está diciendo?”. Baste decir que es resplandeciente, desde el espejo de tres lados donde Burke, que tiene afición por el mejor atuendo eclesiástico, puede admirarse hasta “el extraño cuarto húmedo digno de un balneario de lujo”. En resumen, no es la celda monástica que uno esperaría de alguien que hizo voto de pobreza (entre otros). Por el contrario, Francisco vive en barrios muy modestos.

Strickland y Burke enmarcan sus desacuerdos con Francisco como doctrinales, pero en realidad son igualmente políticos. Ambos prelados consideraban que sus funciones eran tanto políticas como pastorales. Strickland tuiteaba sobre QAnon y Burke les decía a los católicos que no votaran por el presidente Joe Biden.

Ninguno de los dos tuvo ningún problema con Trump. No lo criticaron, aunque había mucho que criticar. La separación de familias en la frontera fue “crueldad en su máxima expresión”, en palabras del Papa. Sin embargo, Strickland y Burke dedicaron su tiempo a atacar al Papa por cuestiones LGBTQ+.

En todo caso, se unieron al rebaño MAGA y lo santificaron. Para ellos prácticamente no había distinción entre política y religión.

O para muchos de los seguidores de Trump. El trumpismo es tanto un artículo de fe como doctrinas básicas. En los casos de Strickland y Burke, aún más. El juramento de lealtad que hicieron al papado ocupa el segundo lugar después del juramento que hicieron a un movimiento político. Para justificarse, dicen que los mueve la religión. Pero en este caso su religión es la política.

Fuente LGBTQNation

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Muere Jacques Gaillot, el obispo defensor de divorciados, homosexuales e inmigrantes

Viernes, 14 de abril de 2023
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Jacques-Gaillot-obispo-rojo_2202089832_14309247_660x440Víctima de un cáncer fulminante, falleció a los 87 años 

Dirigió la la diócesis de Evreux, en Normandía, durante 13 años, antes de que Juan Pablo II le castigara y le apartara de su cargo por sus opiniones heterodoxas sobre la doctrina oficial católica y su implicación política

El Vaticano entonces le nombró obispo de Partenia, una diócesis de Mauritania que no existía desde el siglo V. Y desde esa diócesis virtual, siguió defendiendo a los excluidos, como los sin papeles y los divorciados, así como los curas casados

Josep Miquel Bausset: “Monseñor Gaillot, un hombre libre, hermano de los más pobres y obispo de las periferias”

Victorino Pérez Prieto: Jacques Gaillot, “santo súbito

El contestatario obispo católico francés Jacques Gailliot, activista en pro de los derechos de los divorciados, homosexuales e inmigrantes, ha fallecido este miércoles en París a los 87 años, según ha informado la Conferencia Episcopal francesa

Gaillot ha muerto tras un cáncer de páncreas fulminante, según la diócesis de Evreux, en Normandía, que dirigió durante 13 años, antes de que Juan Pablo II le castigara y le apartara de su cargo por sus opiniones heterodoxas sobre la doctrina oficial católica y su implicación política.

El Vaticano entonces le nombró obispo de Partenia, una diócesis de Mauritania que no existía desde el siglo V. Y desde esa diócesis virtual, siguió defendiendo a los excluidos, como los sin papeles y los divorciados, así como los curas casados.

En septiembre del 2015 fue recibido por el actual papa, Francisco, ante quien repitió sus posiciones.

Fundó la ONG Droits Devant, para defender sus posiciones.

Nacido el 11 de septiembre de 1935, hijo de un negociante de vinos de Champagne. se licenció en teología y fue ordenado sacerdote tras servir 28 meses en Argelia con el ejército francés.

***

41hH22-AjoL._SX282_BO1,204,203,200_Adiós a Gaillot, un testigo del Evangelio de los expulsados de la Iglesia

“Sencillez, inserción y compromiso con las periferias, apuesta por una Iglesia que trabaja por la Paz y la Justicia”

 

Libertad profunda, diálogo dentro y fuera de la Iglesia, sencillez, inserción y compromiso con las periferias, apuesta por una Iglesia que trabaja por la Paz y la Justicia… es parte del testimonio y el legado del obispo católico Jacques Gaillot.

Destituido de manera fulminante por Juan Pablo II en el año 95 como obispo de Evreux, mas de 10.000 personas asistieron a su misa de despedida.

Fue relegado a la diócesis de Partenia (Argelia) inexistente desde el siglo V, convirtiéndose asi en un símbolo de todas las personas en búsqueda, a las que la Iglesia expulsa de su seno o margina, condenándolas o ignorándolas.

Tuvimos la oportunidad de estar con él a finales de los 90 como parejas de presbíteros casados pertecientes a la Federacion Internacional de Sacerdotes Catolicos Casados. Nos recibió con todo cariño y apertura escuchando nuestras preocupaciones y propuestas para la Iglesia en relación al tema ministerial, integrando de manera procesual a casados y a mujeres en diferentes ministerios.

No sólo a los presbiteros casados y a sus familias presto oído. Tambien a homosexuales, personas divorciadas, inmigrantes, pobres…todos los colectivos que hacen parte de las periferias existenciales y de las periferias de la Iglesia.

Fomentó el diálogo ecuménico e interreligioso, asi como el diálogo con no creyentes, poniendo la Justicia, la Paz y el cuidado de la Creación como el punto común sobre el que hacer converger todos los esfuerzos.

Siempre dio importancia a crear comunidades vivas y corresponsables, e hizo de su diócesis virtual, Partenia, un espacio participativo donde personas, comunidades y grupos diversos podian acceder. Él mismo, vivió siempre en comunidad, primero en una casa de acogida de inmigrantes y después en la comunidad de los espiritanos (del Espiritu Santo) que le recibieron.

Sin soberbia ni sumisión, con la actitud serena de profundo pacifismo que había desarrollado después de tener que participar activamente en el ejército, su ministerio eclesial pasó, en relación con el papado por un desierto de 20 años, sin quejas ni algaradas, desde el repudio autoritario en el 95 por un papa, hasta la acogida fraternal por otro, por Francisco, en 2015.

Esta ultima expresión de acogida como miembro de pleno derecho en la Iglesia fue celebrada por él, alabando la sencillez y libertad del papa Francisco y pidiéndole al mismo tiempo que no defraudara todas las esperanzas de tanta gente que desde los márgenes le demandaban su ejercicio pastoral con arrojo y misericordia.

Nos ha dejado un testigo del Evangelio. Desde la Vida Verdadera nos seguirá acompañando y alentando.

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Gaillot, con Emi Robles y Julio J. Pinillos 

Fuente Religión Digital

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Josselin Tricou: “Durante mucho tiempo, la Iglesia ha sido un refugio para homosexuales”

Lunes, 4 de octubre de 2021
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EFFEBE17-4348-46C0-8856-39322AD119FBEl clero ha sido un espacio protector en un mundo marcado por la homofobia generalizada”

El sociólogo de las religiones Josselin Tricou analiza en Des soutanes et des hommes. Enquête sur la masculinité des prêtres catholiques la “masculinidad atípica” de la masculinidad del clero

La Iglesia católica desarrolla un discurso naturalizado y binario según el cual existe una naturaleza masculina y otra femenina, con una diferencia insalvable entre ambas, basada en la necesaria complementariedad de los sexos y la heterosexualidad obligatoria. Por otro lado, establece una organización interna completamente diferente”, comenta Tricou

La Iglesia se ha visto moldeada durante siglos tanto por una fuerte presencia de sacerdotes homosexuales como por un discurso muy heteronormativo. Los sacerdotes homosexuales han organizado su vida en este espacio de relativa protección y realización, y a veces incluso de promoción social, que la sociedad no les habría ofrecido”

 

Al sacralizar al sacerdote, la Iglesia lo ha convertido en un ser aparte, desprovisto de derechos y desexualizado”. Esta es una de las conclusiones a las que ha llegado el sociólogo Josselin Tricou en su análisis de la “masculinidad atípica” de aquellos a quienes la Iglesia católica sitúa en la cima de su jerarquía. Profesor de sociología de las religiones en la Universidad de Lausana (Suiza) y doctor en ciencias políticas y estudios de género, Tricou acaba de publicar Des soutanes et des hommes. Enquête sur la masculinité des prêtres catholiques (PUF), ensayo que aborda la construcción de la masculinidad del clero por parte de la Iglesia y sus consecuencias desde un punto de vista histórico, sociológico y político.

2FC3A8F9-55F5-4AD2-A8CA-C52231448B53Como actor comprometido, vi el aumento de las tensiones en torno a las cuestiones de género dentro del catolicismo, en particular entre los sacerdotes católicos, ya antes de 2012 y las principales movilizaciones contra el ‘matrimonio para todos’”, cuenta Tricou en una entrevista concedida a Luc Chatel, de Le Monde. “Como sociólogo —apunta—, me intrigaba un enigma: el hecho de que la Iglesia católica haya establecido un sistema de género que no se corresponde con el de las sociedades que la engloban. Este sistema no tiene dos sino tres géneros: el laico, la laica y el clérigo. Esto es lo que he llamado en el libro el ‘movimiento’ católico del género, como llamamos a un desenfoque deliberado en la fotografía”.

 “Pero este sistema es paradójico. Por un lado, la Iglesia católica desarrolla un discurso según el cual existe una naturaleza masculina y otra femenina, con una diferencia insalvable entre ambas, basada en la necesaria complementariedad de los sexos y la heterosexualidad obligatoria. Por otro lado, establece una organización interna completamente diferente. En efecto, la masculinidad que la Iglesia sitúa en la cima de su jerarquía de género, la de los sacerdotes y religiosos, es una construcción atípica”, advierte el sociólogo.
Tricou afirma que en nuestras sociedades occidentales, la masculinidad ha sido impensada durante mucho tiempo “porque era la norma”. Como tal, sostiene, era omnipresente, evidente. “Esto es lo que han demostrado muy bien las investigadoras feministas de los años 70 y 80, especialmente Nicole-Claude Mathieu (1937-2014). Además, mientras la población tomaba en serio a los sacerdotes —sobre todo porque estaban emparentados con los notables—, su masculinidad atípica, degenerada y desexualizada no se sospechaba y, por tanto, no se cuestionaba”.

“Esta construcción centenaria es tan poderosa que muchos investigadores interesados en el catolicismo —del que a menudo proceden— la habían interiorizado ellos mismos. Pero creo que también hay una explicación ligada a la estructuración del campo académico: los recientes estudios de género y sexualidad se han desarrollado a distancia de la investigación sobre las religiones, que es más antigua y legítima, aunque en declive”, sostiene el investigador.

El espacio protector

pablo_vi_sacerdoteEl sociólogo destaca el hecho de que la Iglesia católica, a pesar de mantener un discurso de condena, ha sido durante mucho tiempo una especie de refugio para las personas homosexuales. Una tesis que va en sintonía con la de Frédéric Martel, autor de Sodoma, poder y escándalo en el Vaticano. “Al establecer este ‘movimiento’ de género y la idea de que los fieles están destinados al matrimonio heterosexual o a la vida consagrada en el celibato, la Iglesia católica ha restringido el horizonte de posibilidades para los hombres y mujeres que no se sienten atraídos por el matrimonio heterosexual: es el sacerdocio o la vida religiosa”, explica. “Dicho esto, el clero ha sido un espacio protector en algunos lugares y en algunos momentos en un mundo marcado por la homofobia generalizada”.

“Al establecer la idea de que los fieles están destinados al matrimonio heterosexual o a la vida consagrada en el celibato, la Iglesia católica ha restringido el horizonte de posibilidades para los hombres y mujeres que no se sienten atraídos por el matrimonio heterosexual”

Una de las formas en que esto funciona es a través de la dirección de la conciencia. El director de conciencia es el que te escucha y te guía, y que está obligado a guardar el secreto. Para un cierto número de seminaristas y jóvenes religiosos, el intercambio con el director de conciencia era un espacio donde podían expresar sus deseos, e incluso sus prácticas, sin riesgo de represalias”, detalla Tricou. “También hay que destacar que para muchos sacerdotes y religiosos, el hecho de ser homosexual, si son capaces de verbalizarlo, no parece tan grave en sí mismo, ya que es la abstinencia —la ausencia de sexualidad— a la que les obliga la Iglesia católica, sea cual sea su orientación sexual”.

Para Tricou, una de las condiciones que permitió que este sistema se mantuviera es la obligación de estos sacerdotes y religiosos de mantener su homosexualidad en secreto. “La Iglesia se ha visto moldeada durante siglos tanto por una fuerte presencia de sacerdotes homosexuales como por un discurso muy heteronormativo. Los sacerdotes homosexuales han organizado su vida en este espacio de relativa protección y realización, y a veces incluso de promoción social, que la sociedad no les habría ofrecido”, concluye.

 

Fuente Religión Digital

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Julio César Boffano: “Me acosté con obispos y cardenales que de la boca para afuera eran homofóbicos”

Sábado, 25 de septiembre de 2021
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1473106D-22C2-4843-95EE-796AE01980A9Un excura gay, abusado en su niñez, dice que el sexo es moneda corriente en el Vaticano, donde los homosexuales son mayoría.

09.09.2021 08:26

Por César Bianchi

Fotos: Javier Noceti

Julio César Boffano se consagró a Dios convencido de que era el camino para un mundo más justo, más igualitario, más esperanzador. Fue seminarista, se hizo sacerdote y como estudiante viajó a la capital italiana como miembro de la Compañía de Jesús. Allá en Roma, en el corazón mismo del Vaticano, descubrió mentiras, engaños, hipocresía; advirtió que la homosexualidad campeaba entre los religiosos y que él sería “un gay más”. Presenció (y sufrió) abusos de poder. Vio que el sexo y la lascivia eran moneda corriente y que los curas homosexuales eran más homofóbicos que la minoría, los hetero.

Tuvo sexo con practicantes, curas, obispos y cardenales. Hasta que uno de sus amantes, como Dios lo trajo al mundo -nunca mejor aplicado- y con una copa de champán en la mano, se burló del Todopoderoso. A Julio le empezó a caer la ficha: el importante religioso, sin la sotana (y despojado de toda prenda), se mofaba de todo en lo que él creía y en lo que el propio cardenal juraba creer. Algo no andaba bien, no cerraba.

Julio se asumió gay, y un día se lo contó a otro cura. Este le dijo que él también era gay y estaba orgulloso de serlo. Lo besó y lo invitó a la cama. Julio frecuentó saunas y boliches gays, y allí siguió cruzándose con muchos religiosos que en los pasillos del Vaticano se hacían los nunca vistos. Se unió a un grupo de curas homosexuales preocupados por la homofobia de la Iglesia Católica. Buscaban entender cómo podía ser que la Iglesia Católica promoviera la familia tradicional y despreciara la homosexualidad, si ellos, los elegidos de Dios, eran homosexuales. En esas reuniones discutían, reflexionaban, cenaban… y también tenían sexo entre ellos.

Julio César Boffano (54), ex cura devenido en político frenteamplista, hoy es concejal del municipio B de Montevideo, y trabaja como consultor en derechos humanos y comunicación integral. Acaba de lanzar su libro autobiográfico (Conocerme me hizo libre, de editorial Planeta) donde narra sus vivencias como cura en el cerno mismo de la Iglesia Católica Apostólica Romana. Denuncia vidas paralelas, privilegios y abusos, como el que le tocó vivir en carne propia cuando era solo un niño y el DT del baby fútbol en Paysandú le dijo que tenía que tomarle las medidas para el short y se lo llevó al vestuario.

Boffano asegura que los depredadores sexuales en la Iglesia se sienten redimidos o exculpados. Se convencen de que no están rompiendo el celibato por tener sexo con varones (muchas veces niños), dice. Y cuando alguno es denunciado, es transferido a otro destino, dado el sentido sanador del perdón.

-¿Por qué escribir un libro con tus vivencias como excura gay?

-Hace muchos años que Claudia Garín (editora de Planeta) me venía insistiendo con que mi historia era buena para un libro. Yo le decía que no. Hubo un momento en 2017, cuando yo estaba en Roma, ella me volvió a decir. Y le dije: “Está bien, ahora sí, estoy preparado”. Lo empecé a escribir recién en 2019. Me costó porque me removió muchas cosas, tuve que volver a hacer terapia en el medio del libro, tuve pesadillas. Me costó mucho contar el tema de mi abuso, que no lo sabía nadie. Eso para mí era muy importante: contar eso, cómo se pasa de víctima a sobreviviente y lo que implica para un varón. Eso está invisibilizado para los varones, hablo de reconocer que fuiste víctima de abuso sexual, de que fuiste violado. A la editorial le interesó más lo del ex cura gay y todo lo que viví adentro de la Iglesia. Me pareció importante que se supieran muchas cosas.

-Tu libro, biográfico y catártico, denuncia abusos sexuales en la Iglesia, habla de vidas paralelas, de hipocresía y doble discurso, y de cómo la Iglesia Católica es homofóbica, pero una gran mayoría de los curas en el entorno del Vaticano son gays. Decís: “Leyendo en investigaciones y relatos de religiosos que se apartaron de la Iglesia, descubrís que en el Vaticano la gran mayoría de los obispos y cardenales son homosexuales, entre estos, muchos practicantes. En la interna se refieren a ellos como ‘los que cantan en el coro’ o ‘los de la parroquia'”. Citás al periodista francés Frederic Martel y agregás: “La homosexualidad se extiende a medida que se asciende en la jerarquía católica, la proporción de homosexuales aumenta y en el colegio cardenalicio esta es la regla, la heterosexualidad es la excepción”. ¿No es una exageración?

-Eso es lo que te hace creer la Iglesia Católica. Es lo que la gente necesita creer: que estoy exagerando. No lo podés procesar, es muy difícil, es como el tema de los abusos. Pero Martel, que hizo una investigación de 500 páginas, lo demuestra con muchos testimonios y fuentes. Y es algo que sabemos. A ver, yo lo viví de adentro, me encontré con esa Roma, y fui encontrando que la heterosexualidad era la excepción. Incluso, los heterosexuales son más gay-friendly, y los homosexuales eran los más homofóbicos. Aunque yo me estuve acostando con un cura, un obispo, un cardenal, de la boca para afuera podían ser de lo más homofóbicos. Porque lo ven como un modo de proteger, un modo que no se sospeché sobre ellos. Es hipocresía.

-Incluso, más adelante decís que llama la atención que papas como Juan Pablo II y Benedicto XVI tuvieran un discurso tan homofóbico, cuando estuvieron rodeados de gays…

La prostitución masculina gay en Roma se mantiene, y en gran parte gracias a los curas. Y es horrible, es una pena, es una tristeza. Pero funciona así. Ahora con Francisco los curas tienen mucho miedo”

-Totalmente. Casi todos los curas, y los cardenales y los obispos, y los secretarios de esos dos papas eran gays. Y muchísimos practicantes. Pero no se dice, y no existe algo que no se dice. El pecado era decirlo, no hacerlo.

-En los alrededores de la estación de trenes romana, en Termini, “curas, obispos y cardenales del Vaticano” van a buscar trabajadores sexuales inmigrantes e indocumentados para tener sexo por un puñado de euros. Supongo que iban a buscar inmigrantes indocumentados porque al estar en una situación de irregularidad, no los podían denunciar. Por eso cuando había chantajes o robos, los religiosos nunca denunciaban. ¿no?

-Claro, los curas calladitos la boca. Y eso sigue pasando, mirá que yo viajo bastante a Roma y lo compruebo cada vez que voy. La prostitución masculina gay en Roma se mantiene, y en gran parte gracias a los curas. Y es horrible, es una pena, es una tristeza. Pero funciona así. Y ahora con un gran miedo, además, porque Francisco, que también está rodeado de muchos gays (no tantos como los dos anteriores), con Francisco los curas tienen mucho miedo. Ahora soy yo el que los protejo: les digo: “che, cuídate, no me mandes tal cosa, no te hagas ver conmigo cuando estoy ahí”.

-Menuda tarea la de asumirse gay en el Vaticano, ¿no? La enorme mayoría no se asumía, no había salido del closet. Y a vos te costó mucho encontrar el momento de planteárselo a un cura que escogiste para confiárselo. Y en el momento en que te decidís, el cura te contesta: “Yo soy gay, estoy orgullo de serlo” y te besa en la boca… Supongo que te habrá descolocado.

-¡Totalmente! Mirá, hablamos mucho de salir del armario. Pero, ¿qué significa? Vos tenés que decírtelo vos mismo. Yo me lo decía: “No hay caso, me gustan los hombres”.  “Tengo que decírselo a alguien”, ese es el siguiente paso. Elegí un cura que me inspiraba confianza. Entonces le dije: “Creo, me parece, que soy homosexual”, como con miedo… Y él me dijo esas palabras: “Yo soy gay, estoy orgulloso de serlo”, y me encajó un chupón. Y sí me descolocó, pero me gustó al mismo tiempo. Y enseguida me dijo: “¿Querés hacer el amor conmigo?” Yo le dije que sí, pero no pude. Fuimos a la cama, pero no pude. Me apabulló la situación. Y eso es también un abuso, un abuso de poder. No se hace eso. Después descubrí que eso es muy común, sobre todo con los nuevos.

-¿Cómo podés ser un elegido de Dios, si la Iglesia condena la homosexualidad? ¿Te hacía ruido eso?

-Claro. Vos sentís que sos homosexual -que fue lo que me pasó a mí-, y te preguntás: “¿Cómo puedo ser homosexual y el elegido de Dios?” Te están diciendo que eso está mal, que es antinatural. Entonces, tenés que ocultarlo, tenés que negarlo, entonces se va creando esta doble vida, estas hipocresías. Yo sí tuve doble vida, pero nunca la hipocresía de salir a hablar en una homilía contra la homosexualidad o contra los divorciados. Fui muy coherente conmigo mismo.

Yo me acuerdo de mi juventud, que los curas a los que eran maricas, amanerados o lesbianas, eran discriminados. Entonces te preguntás: “Dios me eligió, pero yo siento esto… ¿Cómo es? ¿Dios se equivocó? ¿Yo me equivoqué?” Hasta que hice todo el proceso y terminé concluyendo: “Dios no tiene nada que ver con esto… O tiene todo que ver: me eligió gay, me creó gay y me quiere gay”.

-Decís, al comienzo del libro: “Ingresé en la vida religiosa y me convertí en un gay más en una gran comunidad masculina, donde el sexo es moneda corriente, y donde a partir de esos vínculos uno puede ascender y asegurarse una vida de privilegios”. ¿Qué tan moneda corriente es el sexo? ¿Quiénes son los privilegiados para ascender, y en detrimento de quiénes?

-Los curas heterosexuales no es que no tengan relaciones sexuales, lo que pasa que para ellos es más complicado porque, justamente, la mujer en determinado momento te dice: “Bueno, elegí” o “quedé embarazada”. Y ahí hay que tomar una decisión.

“Yo en el Vaticano elegía: ‘Aquel. Me quiero acostar con aquel’. Eso tenía que ver con que yo era joven, desfachatado y tenía una gran autoestima, pero después empecé a pensar: ‘Este no es el Julio con el que yo soñé'”

El sexo es moneda corriente si vos elegís que así sea. Muchos curas lo reprimen y lo canalizan por otro lado: con el poder, con un súper auto, con cargos o lujos. Es moneda corriente porque -como me pasó a mí- cuando empezás a tener sexo en Roma empezás a descubrir que es un montón de gente… que tus propios compañeros, que los curas que conocés en el Vaticano. Yo en el Vaticano elegía: “Aquel. Me quiero acostar con aquel”. Eso tenía que ver con que yo era joven, desfachatado y tenía una gran autoestima, pero después empecé a pensar: “Este no es el Julio con el que yo soñé en Paysandú, en la Pastoral Juvenil de la Iglesia. ¿Qué estoy haciendo?” ¡Sí que se puede ascender! Se puede ascender si ese es tu propósito. Si yo me acuesto con un cardenal, ahora mismo, por ejemplo, pero no sería yo… Y eso fue lo que me salvó. Fui yo que tomé la decisión de alejarme, porque no podía estar como víctima y sobreviviente de abuso en un lugar donde eso se sigue escondiendo.

-Llegaste a Roma por primera vez en 1998 para vivir y estudiar con los jesuitas, en el edificio Il Gesú. Fuiste a estudiar a la Universidad Gregoriana, fundada por Ignacio de Loyola, en el corazón del Vaticano. Vos decís que te educaban para “conocerte a tí mismo”, pero siempre cuando seas funcional al sistema. Empezaste a estudiar la teología de la liberación, que decís que es perseguida por la Iglesia Católica. ¿Por qué?

-La teología de la liberación no solo fue perseguida, fue prácticamente exterminada por la Iglesia Católica. Ahora surge de algunas otras iglesias y algunos movimientos de gente de los 70, pero fue prácticamente exterminada. ¿Por qué? Porque la teología de la liberación está vinculada con las izquierdas, en general, y porque pone en el centro a las personas con sus derechos vulnerados, y poner en el centro a las personas con los derechos vulnerados, que tienen que ver con el Jesús en el que yo creo… Eso cuestionó las estructuras de la Iglesia Católica, cuestionó las visiones teológicas, cuestionó el poder el Vaticano.

A mí me gusta hablar de muchas iglesias dentro de la Iglesia Católica, porque al mismo tiempo tengo que ser respetuoso con una cantidad de gente que conozco, que quiero y que sé que se juegan la vida, y que están convencidos y hacen trabajos maravillosos. Pero tenés que saber que hay cuestiones en las que no se puede ser cómplice, porque traicionan y crucifican al Jesucristo en el que decís creer.

-En Roma comenzaste a frecuentar los saunas y boliches gays. ¿Ahí te cruzabas con otros curas gays, obispos, y gente del entorno del Vaticano?

-Sí, sobre todo con compañeros de mi comunidad. Y al otro día hacíamos como si nada. Me acuerdo que una vez uno me dejó una cartita en m cuarto diciéndome: “Tendríamos que ver por qué nos vimos en el lugar que nos vimos”. Y yo, que soy muy de encarar, lo encaré y le dije: “Che, ¿querés que hablemos?” Se puso todo colorado, le dio vergüenza; ahí empecé a descubrir… después conocí un decano de la facultad, y cuando conocí a uno que me presentó un cardenal, ya no precisé más ir a los saunas, porque el sexo lo tenía ahí mismo, en el Vaticano. Y no tenía que estar pagando la entrada de los saunas.

-¿Cómo es eso de que concebían al celibato como tener sexo con alguien de otro sexo, y si era entre personas del mismo sexo no estaban violado el celibato? Se hacían trampas al solitario…

-Eso parece joda, pero era así, y sigue siendo así. El celibato estaba concebido para las relaciones heterosexuales. Nosotros renunciamos a un vínculo con mujeres, porque como no se asume la homosexualidad… Y la mayoría de los casos de curas abusadores lo hacen con varones usan eso como excusa: “Yo no cometo una falta contra el celibato porque tengo relaciones con varones”. Y todavía hay gente que se lo cree, yo lo agarraba para la joda. Pero la concepción del celibato es heterosexual, ¡cuando la mayoría son gays!

-Tuviste un romance con “su eminencia, el cardenal Fulano” que era tu protector. ¿Recibiste beneficios o fuiste privilegiado por estar con él? Contás que por estar con él te enterabas de cosas que no debías enterarte…

-No, salvo alguna vez que me dio plata y alguna cosa… Es muy difícil entender la estructura de la Iglesia Católica, es complejo, pero digamos que yo me enteraba de cosas que tienen que ver con la curia de los jesuitas, que sí tiene que ver con este cardenal. Y sí me enteraba de cosas que no debía haberme enterado y de algún modo me podía haber ayudado. Pero yo era tan ingenuo, tan arriesgado a la vez, que nunca utilicé esa información porque no me importaba nada.

“La mayoría de los casos de curas abusadores que lo hacen con varones usan eso como excusa: ‘Yo no cometo una falta contra el celibato porque tengo relaciones con varones’. Y todavía hay gente que se lo cree”

Una cosa es coger -yo no tenía problema con eso-, pero ya usarlo para otras cosas me hubiese hecho sentir mal conmigo mismo. Entonces, no. no lo usé, no tuve privilegios y apenas pude, lo corté. Lo podría haber usado, incluso ahora, pero eso sí hubiese sido traicionarme.

-Te sumaste al grupo Inter-nos, un grupo de curas y religiosos gays. ¿Qué era Inter-nos? ¿Para qué servía?

-La finalidad era reflexionar sobre lo que vivíamos dentro de la Iglesia como curas, como religiosos gays. Éramos gays asumidos, pero escondidos… Muchas veces nos reuníamos en casa de alguno que tenía su pareja. Reflexionábamos sobre eso, cómo vivir esto, por qué Jesús nos hizo así y la Iglesia nos dice que está mal, y sobre todo, tratar de no ser hipócritas. Hacíamos reflexiones y terminábamos comiendo juntos, y a veces…

-¿En la cama?

-También, sí. Y yo cuando escribí eso dije: “Esto no tiene nada que ver con el objetivo”, pero después lo pensé. Pero muchas veces en la intimidad (no solo el sexo) te contabas cosas que a veces no le contabas a otra persona. Eso pasa habitualmente. Y fue muy importante ese grupo porque reflexionábamos, aunque no cambió nada… por ahí nos cambió a nosotros. Fuimos juntos a la Marcha Gay, por ejemplo. Y teníamos miedo de que nos descubrieran (en la Iglesia).

-Asociás a los jesuitas con la frase “los trapitos sucios se lavan en casa”. ¿Por qué?

-Porque eso lo aprendí ahí, lo aprendí en la Compañía, te lo decían permanentemente. Pero además la actitud jesuítica es esa, el jesuita que nos comemos (dulce por fuera y salado por dentro) tiene que ver con eso, con que las cosas las tenemos que ver entre nosotros. El concepto del fundador, Ignacio de Loyola, es eso: la obediencia, lo que el superior te pide es lo que Dios te está pidiendo. Y las cosas las hablamos adentro y no salen (no deben salir) de acá adentro. Son muy buenos en eso.

-En la Compañía de Jesús empezaron a vigilarte y perseguirte, porque vos eras rebelde y desobediente. ¿En qué cosas desobedecías? ¿Qué les molestaba de vos? ¿Cómo te perseguían?

-Lo que molesta en la Compañía era que te salgas de la norma de la obediencia.  No si cogés o no cogés; me lo dijo un superior a mí: “No importa que lo hagas, lo importante es que no se sepa”. Lo que molestaba era la militancia explícita, que vos hagas una militancia explícita de la diversidad sexual. Por eso fue un escándalo en mi ordenación, en 2002 acá en Uruguay, sólo por agradecer al grupo de gays y lesbiana que me habían acompañado en Roma. ¡Se armó un escándalo y hasta salió en la prensa! No se hace explícito, no te salgas de la norma, no seas muy diferente.

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Francisco, a James Alison: “Quiero que camines con plena libertad interior”

Lunes, 30 de septiembre de 2019
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james-alisonEl sacerdote y teólogo cuenta cómo el Papa le restauró “el poder de las llaves”

En su libro Sodoma, éxito internacional de ventas, Frédéric Martel revela que hace un par de años el Papa Francisco llamó por teléfono a un destacado sacerdote y teólogo gay a quien le habían prohibido desde el Vaticano enseñar, predicar o presidir los sacramentos

Pedimos al sacerdote que nos diera su versión de los hechos

27. | James Alison, sacerdote y teólogo

La narrativa empieza en 1994. Ya con seis años de ordenación, me quedó claro que ya no podía seguir fingiendo que algo tenía de malo el amor por el mismo sexo. Por fin el niño aterrado que había aceptado la línea oficial de que era portador de algo objetivamente desordenado, y de que por eso el celibato le era una obligación, estaba comenzando a hacerse adulto.

A partir de darme cuenta de esto, se abrieron otras tantas ideas vinculadas entre sí. Lo primero, que todo voto o promesa hecho cuando una parte miente a la otra es nulo. Y en este caso la autoridad eclesiástica me había mentido a mi, como a otros tantos, con respecto a aquello que somos. Mientras los individuos como yo podemos arrepentirnos de haber permitido que aquella mentira nos formara el alma, desafortunadamente las congregaciones romanas no tienen la capacidad ni de contemplar ni de rectificar su falsedad, una de las que nos ha cooptado a tantos.

Al mismo tiempo, sabía que si quería ser teólogo (mi sueño era ser profesor de seminario, como mi adorado director de tesis, el recién fallecido Ulpiano Vázquez Moro SJ), no lo sería sin hacerme cómplice de la mentira. Y ¿qué valor tiene el ser teólogo que prepara a otros para el sacerdocio si tanto mi ejemplo como mi enseñanza estuviesen atados a la mentira y al silencio con respecto a una condición mayoritaria entre nosotros? Y por otro lado ¿qué valor tiene fuera de la estructura eclesiástica un teólogo confesional leal, pero que busca hablar la verdad en este campo? En ambos casos, el valor es cero.

De modo que la pérdida fue total. Y salté al vació, cayendo del mundo eclesiástico que amaba, y dentro del cual había esperado vivir, al mar de “buscarme la vida”.

Luché contra una descomposición psicológica y desempleo para salir del infantilismo económico en el cual tan fácilmente nos inician a los varones clericales. Consciente de haber sido huésped, y no miembro, de los dominicos (y no tengo sino gratitud por la hospitalidad, formación y ¡cuántas amistades duraderas! que me brindaron), escribí a la Congregación para los Sacramentos para contarle mi historia, explicándoles la nulidad de mis votos y promesas, y ofreciéndoles, si bien les pareciera, anular mi ordenación. Pasados los meses llegó una nota de tres líneas confirmando la validez de mi ordenación, pero pidiéndome que solicitara la laicización. Como la fórmula para pedirla también obligaba a mentir, y siguiendo el consejo de un canonista, no hice nada, y ellos tampoco me volvieron a escribir.

Mientras tanto, muy lentamente, en la medida en la cual superaba la parálisis depresiva en la cual caí, con continuo castañeteo de dientes, y gracias al ánimo de amigos laicos, comencé nuevamente a hacerme teológicamente productivo. Y con el tiempo, a atreverme a presidir y a predicar cuando me invitaban diferentes grupos, todos los cuales conocían lo suficiente como para no escandalizarse.

Fui aprendiendo cómo comportarme correctamente como cura: en caso de duda, no causar escándalo. Y que esto era más fácil de lo que se suponía, puesto que aquellos a los cuales podría escandalizar un sacerdote y teólogo abiertamente gay, era muy poco probable que me invitaran a presidir.

Intenté encontrarme con obispos o cardenales que pudieran resolver mi estatus canónico, pero invariablemente rechazaron reunirse conmigo. Más de uno alegó que sería imprudente para él dejarse ver en mi compañía. Muchas cartas quedaron sin respuesta. Algún que otro prelado más amable tuvo la bondad de charlar conmigo, siendo franco al reconocer que nada podía hacer.

Pasaron más de diez años. Llegó el momento de que un superior dominico algo escrupuloso me preguntara si yo me opusiera a que él buscase mi dispensación de pertenencia a la Orden. Claro, al resultado del proceso no me oponía en nada, pues hacía años que había explicado que mi pertenencia era nula.

Sin embargo, no podía participar del proceso, pues me obligaría a fingir que existía algo de lo que dispensar. Felizmente, esto no era un problema para el superior, pues sólo le hacía falta que yo recibiera notificación del proceso, y no mi consentimiento a ninguna parte de ello. Bondadosamente, él explicó a las autoridades vaticanas que yo aducía razones de conciencia. Después de unos meses llegó el documento, confirmando que ni los dominicos ni yo teníamos ninguna obligación entre nosotros. Y, sin embargo, que yo seguía siendo cura, en buen estado, pero sin estar incardinado; apto, no obstante, para ello en caso de que algún obispo tuviera la osadía de recibirme.

Unos años después estuve viviendo en Brasil, acompañando a un apostolado LGBT naciente. Un intento de correspondencia con el cardenal local no obtuvo respuesta. Más tarde me citó, irritado porque una entrevista que había dado yo a un periódico apareció muy cerca de un editorial algo desafortunado que él había escrito para coincidir con el Orgullo.

Aceptó que no había buscado eclipsarle, que había estado fuera del país, e ignoraba los planes del periódico. Sin embargo, era contundente en su deseo de que yo fuese laicizado, para lo cual necesitaba mi consentimiento, cosa que no le di. En una reunión posterior, confrontado por la misma demanda, le ofrecí que me incardinase en la archidiócesis si así lo quisiera – lo cual le daría un cierto control sobre mi. Esa oferta fue inmediatamente rechazada.

Poco después, y ya entrado el actual pontificado, el cardenal invocó un cambio reciente en el derecho canónico e inició un proceso de laicización forzosa. Según parece, este cambio fue diseñado para permitir a los obispos limpiar de sus listas a los sacerdotes que se hubieran marchado para casarse, sin arreglar papeles, y que no contestaban a las cartas que se les dirigiera al respecto. No fue mi caso.

Poco más de un año después, recibo una carta en latín, de la Congregación para el Clero, informándome que me habían laicizado forzosamente y que me estaba prohibido enseñar, predicar o presidir. Y que la sentencia era inapelable. Bueno, hasta para alguien como yo, predispuesto a atribuir un cierto aire kafkiano a los procedimientos vaticanos, fue chocante encontrarme tangencial a un proceso en el cual no era necesario informar al procesado de los cargos contra él.

Tampoco se contempla que haya intervención de un abogado para el procesado, y hasta la sentencia final no necesita que la firme el sentenciado. Algo de preparación tenía para enfrentarme a las veleidades legales, y sabía, por lo menos a nivel de cabeza, que no debía permitir que tamaña violencia me afectara. Sin embargo, el mensaje de la Congregación fue aplastante: “tu ministerio sacerdotal no vale nada”, y esto me llevó a una profunda depresión.

Algunos meses después, algo mareado aún, tuve la oportunidad de compartir el asunto con mi maestro de novicios, ahora un obispo. Y su reacción fue inmediata: “Es absurdo, eres el tipo de gente que más necesita la Iglesia en estos tiempos. No le escribas al Papa, pues nunca le llegará, por los filtros. Voy a solicitar una audiencia privada, y yo mismo le pido que lo resuelva”.

Año y medio más tarde, y el obispo fue recibido en audiencia privada. Llevaba consigo una carta mía apelando aquello que la Congregación había tildado de inapelable. La carta señaló que todo el proceso olía a aquel “curialismo autorreferencial” tantas veces criticado por Francisco. Y que yo había hecho exactamente aquello a lo que nos instaba: evangelizar en una periferia existencial y “¡hagan lío!”. En la carta le expuse mi conciencia: que no podía reconciliar aquello que él mismo decía en público con lo escrito en el documento en latín que me fue enviado en su nombre. Y me proponía tratar este último como nulo, y seguir adelante como hasta ahora.

Le pedí, si fuera posible, regularizar mi situación, no como favor personal para mi, sino como parte de abrir en la Iglesia las posibilidades para que los ministros LGBT podamos hablar, predicar, y evangelizar en primera persona. Ya no atado por el “ellos” engañoso de la mendacidad clerical. De modo que, en mayo del 2017 la carta llegó a sus manos. El obispo, mi amigo, me contó más tarde que la reunión había sido cálida, el Santo Padre comprensivo con mis circunstancias, y que él había salido con la confianza de que algo se haría al respecto.

Para mi, pues, sería difícil imaginar algo más impresionante: lo inapelable se había apelado a la corte más alta que existe. Aun en el caso de que nada aconteciera después, mi caso quedaría perpetuamente sub iudice. Imaginaba que tal vez, de aquí a unos años, recibiría de un edecán una notificación para decirme que el asunto habría recibido su debida atención. Y comencé a respirar. Imagine: Años después de nuestra convivencia, mi maestro de novicios consideró que valía la pena atravesar un océano y arriesgar su credibilidad ante el Santo Padre por mi caso. ¡Qué regalo más extraordinario!

Durante el mismo período, había explicado la laicización forzada a un par de amigos que me habían invitado a dar charlas y a presidir en diferentes países. Les ofrecí abstenerme de presidir para que no tuvieran problemas por mi culpa. Inmediatamente y sin preguntas, los dos insistieron en que presidiera. Uno me dijo que, de tomar yo en serio la laicización forzada y el proceso antecedente -por no decir dejar que el asunto se hiciera público- el escándalo dado por el comportamiento curialista sería mucho mayor que cualquier escándalo que yo mismo pudiera provocar.

Y luego la llamada. Domingo 2 de julio de 2017, alrededor de las 15h en Roma y Madrid. “Soy el papa Francisco” “¿en serio?” “no, en broma, hijo”. Pero era él mismo. El acento argentino, por supuesto. Pero sobre todo porque conociera el contenido de mi carta, a la cual se refería mientras me hablaba, me convenció de que no se trataba de una broma pesada.

Y luego esto: “Quiero que camines con plena libertad interior, siguiendo en el espíritu de Jesús. Y te doy el poder de las llaves, ¿me entiendes? Te doy el poder de las llaves.” Dije que sí, aunque pensándolo bien, ¿cómo cielos iba a entender el increíble don que me estaba dando? Siguió la conversación, con humor, y hasta con cierta picardía al hablar de amigos y conocidos en común. En el trasfondo, música de ópera lírica. Me esforcé por reconocerla, en vano. Después de que me instara a la discreción y a no causar problemas para los obispos buenos, terminó diciendo: “Rece por mí. Buscaré su dossier y me pondré nuevamente en contacto con usted”.

¿Cuál sería el significado de esta gracia extraordinaria? ¿Para mi, y para otros? Por lo menos, significa que la fuente del orden canónico no se encontró atada por la sentencia de su propia Congregación, pues me trató como sacerdote, dándome jurisdicción universal para escuchar confesiones (algo que hizo también, creo, para los misioneros enviados durante el Jubileo de la Misericordia). Es más, se estaba confiando en mí para actuar con libertad para hacerme, de manera responsable, el cura que ha estado en desarrollo durante todos estos años. Que, por primera vez en mi vida en la Iglesia, un adulto me había tratado como adulto, y ¡Santo Dios! ¡Tenía que ser el propio Papa quien actuara así!

 Más recientemente, tuve el privilegio de consultar a un muy distinguido canonista sobre el significado de esto: el acto inmediato del Ordinario Universal al enviarme como un tipo de sacerdote clandestino de la misericordia. Se carcajeó de la risa y me dijo “canónicamente no tiene sentido alguno, pero… él sí hace estas cosas”. Me dio de veras un gran gusto ver que, a este canonista de muy alto vuelo, más que preocuparle, le deleitaba la libertad del Santo Padre. Con la sugerencia añadida de que no soy, de manera alguna, el único en haber recibido una llamada liberadora de un número oculto.

Y, de hecho, ¿qué hay de los otros tantos hermanos, más merecedores que yo? ¿qué tal un Jubileo de la honestidad para el clero, inaugurado con amnistía para todos los que tengan una doble vida en tanto en cuanto que no sea ni abusiva ni criminal? ¿Que la formación clerical buscara, como eje principal, la capacidad de rendir cuentas de quien es honesto consigo mismo, y que lo practiquen primero los formadores? ¿Que el armario ya ni forma, ni refuerza, el armario? ¿Que a los obispos se les dé cinco años para aprender a superar su incapacidad para discernir y negociar con gente que tiene vidas reales, ministerios reales a favor de la gente real con quienes se han comprometido? Que ya se deje de hablar de crisis de vocaciones, y que se coloque el foco allí donde de veras se encuentra: una crisis de discernimiento avivada por aquellos que se han encerrado en un sistema de mendacidad que se retroalimenta en bucle y han tirado la llave.

Treinta años de sacerdocio, y siento que tan sólo ahora comienza a hacerse efectiva. Y al haber recibido, además, tamaña libertad ¿cómo ejercer el ministerio de aquí en adelante? ¿Con quiénes, y para quiénes? ¿Ante quién rendir cuentas de manera responsable?

El papa Francisco, entre otros, ha observado que no se trata de una época de cambios, sino de un cambio de época. ¿Cómo será el ministerio en la Iglesia que nace?¿Cómo será la manera y el estilo de enseñar? ¿Cuál será el paradigma básico de la fe y la vida compartida? Todo esto está en el aire en maneras que nunca lo podría haber imaginado el joven aterrado y de formación clásica prostrado en un suelo frío aquel julio de 1988. Estaba lleno de certezas, y esperaba algo de seguridad emocional en la vida, y en vez de esto me regaló el Espíritu Santo treinta años de salto hacia la adultez.

Fuente Religión Digital

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“Renovación. El arco iris de la sexualidad”, por Julio Puente López

Martes, 20 de agosto de 2019
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51W09DclKLLInteresante y clarificador artículo:

La necesidad de revisar la doctrina  

 La doctrina sexual de la Iglesia resulta poco evangélica, al pie de la letra. Continencia, celibato, castidad… Doctrina; todo esto arrastra un vagón de mentiras, escándalos y dobles vidas

En mi libro, ‘Un paso adelante’, intento también mostrar la necesidad de revisar la doctrina del catecismo de la Iglesia sobre la homosexualidad. Es algo que están pidiendo muchos cristianos ¿No podría la Iglesia contribuir, con una doctrina más justa sobre las conductas homosexuales, a que estas situaciones de violencia no se dieran?

El hombre ha evolucionado en colores, no en blanco y negro. ¿Tan difícil es aceptar la riqueza de la creación de Dios? ¿Tan difícil es comprender que la creación se realiza, desde el punto de vista de la ciencia, como evolución?

El a. 2357 del catecismo de la Iglesia, además de ir en contra de las ciencias antropológicas y de una ética sexual que no haga de la Biblia lecturas fundamentalistas va en contra del espíritu misericordioso de Jesús y está causando estragos

Resulta obligado seguir combatiendo la discriminación en razón de la orientación afectiva y sexual a pesar de los comportamientos poco cívicos que algunos activistas puedan a veces tener, como resulta obligado seguir combatiendo el antisemitismo aunque algunos miembros del pueblo judío no tengan o no hayan tenido siempre una conducta ejemplar.

Recientemente Xabier Pikaza tuvo la amabilidad de publicar en su blog algunas reflexiones de mi libro Un paso adelante. Cien años con Ebner. Cristianismo, cultura y deseo, ahora ya disponible en una segunda edición revisada. Expreso en este libro mi deseo, y el de muchos cristianos, de que la Iglesia dé un valiente paso adelante y se renueve inspirándose de nuevo en su fuente, el Evangelio.

Intento también mostrar la necesidad de revisar la doctrina del catecismo de la Iglesia sobre la homosexualidad. Es algo que están pidiendo muchos cristianos. Últimamente en RD hemos leído, en este sentido, la carta abierta de un jesuita al papa Francisco.

Siguiendo con aquellas reflexiones ofrezco a los lectores, para un debate comunitario desde el respeto a las personas que no opinen lo mismo, algunos párrafos más de mi libro ligeramente adaptados para RD, con la mejor intención de contribuir a encontrar la verdad en una cuestión que tanto sufrimiento y desazón sigue causando en la Iglesia y en la sociedad civil.

“Mirad cómo le quería” (Jn 11, 36)

La profesora Adela Cortina ha señalado que las personas adquieren su autoestima a través del respeto que los demás les demuestran. Así es. Es importante respetar y sentirse respetado. Desgraciadamente no todos reciben por igual ese respeto. Hay en la sociedad aversión, desprecio y rechazo a muchos colectivos, como son los emigrantes, los negros, los homosexuales, los mendigos, y también las mujeres, por el machismo imperante. Eso es signo de falta de humanidad y tiene poco de cristiano. ¿Acaso es impensable una mujer homosexual de color al frente de la comunidad cristiana? Debería ser pensable y hasta deseable por el fuerte mensaje de respeto e igualdad que enviaría al mundo. Así fue con el presidente Obama y su esposa Michelle en los Estados Unidos.

Hemos olvidado que el Evangelio contiene suficientes datos como para que todos se vean reflejados en él sin que unos se crean mejores que los otros en la Iglesia o traten de imponer sus modos de vida. ¿Por qué un varón heterosexual con una fuerte atracción por las mujeres puede ser sacerdote y, en cambio, un varón con una fuerte atracción homosexual no puede serlo? ¿Son las mujeres menos atractivas que los hombres siendo así más fácil para el heterosexual observar la continencia? Si no se debe a una artimaña para que nadie sospeche lo que se esconde en el armario, eso sólo puede entenderse desde un prejuicio respecto a la condición homosexual. Un prejuicio que conlleva discriminación y homofobia. Se ve en la tendencia homosexual un desorden objetivo. Ese es el prejuicio sin base científica alguna. Y si ese prejuicio lleva al rechazo y al odio, ¿no deberíamos recordar las palabras del Evangelio que nos dicen que “quien odia a su hermano está en las tinieblas”? (Jn 2, 11).

Colaborar a que se extienda el rechazo al homosexual no es de buenos cristianos. Hay doctrinas que no tienen una base sólida y actitudes que no están justificadas. ¿Acaso vamos a censurar que Jesús tuviera entre sus seguidores un “discípulo amado” que con confianza en la última cena se apoyó en su pecho al hacerle una pregunta? (cf. Jn 13, 25). Hay que comprender el alcance de este gesto. Se trata de un signo de afecto y de ternura a la vez. Una muestra de esa delicadeza de trato y cercanía corporal con la que generalmente el varón heterosexual de nuestros días no quiere identificarse, no sea que lo confundan con otro tipo de hombre al que él desprecia.

No era un gesto sin importancia. Si así fuera no habría sido mencionado de nuevo ese gesto en el evangelio de Juan al hablar del discípulo que seguía a Pedro y a los demás (cf. Jn 21, 20). A Jesús no le importó tampoco al llorar por su amigo Lázaro que dijeran: “¡Mirad cuánto le quería! (Jn 11, 36). Jesús no rehuía el contacto corporal: los saludos, el lavatorio de los pies a los discípulos, los besos de cortesía o los abrazos (Lc 22, 48). Recordemos la escena con María Magdalena (Jn 20, 17), la unción en Betania (Jn 12, 1-8) y la escena con el fariseo Simón y la pecadora que cubría de besos los pies de Jesús (Lc 7, 36-50). Le interesaba el afecto de sus seguidores: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?” “Señor, sí, tú sabes que te quiero” (Jn 21, 15). ¿Hemos tomado nota de las implicaciones de esos textos? Porque hoy en la Iglesia son todavía muchos los que señalando a otros dicen: “¿Y este qué?” Jesús les respondería como entonces a Pedro: “¿Y a ti qué? Tú, sígueme” (Jn 21, 22).

Así es el Evangelio. Y ¿qué prescribe la Iglesia? ¿Qué enseñó el Vaticano II? Para los presbíteros de rito latino “la perfecta y perpetua continencia”, “la virginidad o celibato guardado por amor del reino de los cielos” (Presbyterorum Ordinis, 16). ¿Qué se les enseña en sus años de formación frente al matrimonio? “La excelencia mayor de la virginidad consagrada a Cristo” (Optatam totius, 10). Y la castidad por el amor del reino de los cielos para los religiosos y religiosas, que no deben dejarse conmover “por las falsas doctrinas que presentan la castidad perfecta como imposible o dañosa para la plenitud humana” (Perfectae caritatis, 12). Esa es la doctrina. Esas son las normas.

Pero luego tenemos noticias de mentiras, escándalos y doble vida. La conducta humana es, a veces, como una manzana que está más podrida de lo que la piel permite ver. ¿Logrará el Sínodo de los obispos para la Amazonía abrir nuevos caminos y hacer de la Iglesia una sociedad más auténtica, razonable y dinámica?

El documento de trabajo para el Sínodo, que ya ha sido aprobado, afirma que “el amor vivido en cualquier religión agrada a Dios” (a. 39). No hay que creer que se tiene en exclusiva el don de la salvación. De un modo similar podemos afirmar que “el amor vivido desde cualquier condición u orientación sexual agrada a Dios”. Amor, que no es egoísmo posesivo, explotación o dominación.

magdalena-jesus-640x480En su conocida obra Jesús. Aproximación histórica, J. A. Pagola no se detiene a hablar del discípulo amado, pero afirma que Jesús seguramente correspondió “con ternura al cariño especial de María de Magdala”. Al final del segundo capítulo leemos esta frase: “Jesús conoció la ternura, experimentó el cariño y la amistad, amó a los niños y defendió a las mujeres”. Pero al explicar que Jesús no tuvo esposa ni hijos habla de “la renuncia de Jesús al amor sexual”, aunque se dejó “abrazar por prostitutas que van entrando en la dinámica del reino”. Y probablemente, dice también Pagola, se burlaron de él llamándole “eunuco”.

Pero los eunucos sí tenían vida sexual, aunque no se casaran. Y hablar de la renuncia de Jesús a la vida sexual, o al amor sexual, es ir más allá de los datos del Evangelio. Es algo que ni se puede afirmar ni se puede negar.

Tampoco podemos precisar el sentimiento de amor de Jesús, “amor frustrado de Jesús” como dice Xabier Pikaza, en Mc 10, 21: “Jesús, mirándolo, lo amó”. “Esta es la única vez en que Marcos utiliza el verbo amar en un sentido fuerte, para referirse a un encuentro entre dos seres humanos, en clave de relaciones interpersonales”, precisa Xabier Pikaza en su Evangelio de Marcos. Y en el tema de los que se han hecho eunucos por el reino de los cielos es interesante el comentario que hace en su Evangelio de Mateo. Según Pikaza Mt 19, 12 situaría “a los seguidores de Jesús en el espacio de los marginados sexuales, por razón biológica o social”, en la línea insinuada por Mt 8, 5-13.

Es un dato, en cambio, muy claro que hubo mujeres que seguían a Jesús, discípulas y amigas como Marta y María, María Magdalena, la que según relatos apócrifos lo amó de modo especial, y otras como María, la madre de Santiago y Joset, María de Cleofás, Salomé, Juana, Susana y otras muchas que, como nos dice el evangelio de Lucas 8, 3, servían a Jesús y a los doce apóstoles con sus bienes.

Nadie se va a atrever a reprochar a Jesús que, en cierto modo, formara con sus discípulos una familia itinerante, fraterna que no corresponde al modelo de familia de Adán y Eva, de esposo y esposa, al modelo de familia patriarcal (cf. Mt 12, 46-50). “Jesús los ve a todos como una familia”, dice Pagola. Son los primeros miembros de una familia nueva, la familia mesiánica de los que cumplen la voluntad de Dios (cf. Mc 3, 35).

Jesús defendió a la mujer frente al modelo patriarcal imperante en aquel pasaje de Mateo 19, 1-9. Además habló de quienes no encajan en ese modelo en Mt 19, 10-12, como se ha recordado antes. Y tenemos ahí una base evangélica para, de modo análogo, alargar la lista de otros modelos de vida y de familia, como los que representan tantas minorías discriminadas.

Desde la sociedad civil se aceptan distintos tipos de comunidades de hombres y de mujeres sin aspaviento alguno, comunidades religiosas en muchos casos, o de dos miembros, como es el caso de muchas casas parroquiales, con el párroco y su asistenta, o de muchos miembros como es el caso de monasterios y conventos. No tiene sentido especular sobre la vida íntima de esas personas. ¿Por qué se atreve a hacerlo la Iglesia y su jerarquía respecto a las parejas homosexuales?

No parece que la vida sexual de la gente sea un asunto de la competencia de la Iglesia. Mucho menos dar en este campo doctrina concreta. Bastaría con ofrecer grandes líneas orientadoras dentro de lo que es el anuncio de la palabra de Jesús y el mandamiento del amor.

Marcar pautas y normas en la vida sexual de las personas no es una exigencia del mensaje evangélico. Sí lo es el amor y la misericordia (cf. Mc 12, 28-34; Lc 6, 36-38; 10, 29- 37) “Vete y haz tú lo mismo”, le dice Jesús al letrado. Nosotros, en cambio, en lugar de dedicarnos a curar heridas y ser buenos samaritanos, creamos Congregaciones doctrinales y elaboramos voluminosos catecismos que le dicen a la gente lo que tiene que creer y cómo tiene que vivir.

Ante el desprecio que sufre el homosexual en nuestras sociedades vendría bien representarnos una escena del Evangelio que todos conocemos: “Los hombres que le mantenían preso se burlaban de él y lo maltrataban; cubriéndole con un velo le preguntaban: “¡Adivina! ¿Quién es el que te ha pegado?” Y le insultaban diciéndole otras muchas cosas” (Lc 22, 63-65). Como a tantos niños y jóvenes en nuestros colegios que sufren el acoso de sus compañeros, con la colaboración cobarde, a veces, de sus profesores.

agresion_trans_metro_paris_leftComo a Julia, transexual, que el 31 de marzo de 2019 en París fue insultada, humillada, golpeada por tres hombres, al intentar acceder al metro, mientras una turba los jaleaba. No, Julia, transexual, no era nombrada en la Biblia, en el Génesis, pero es imagen de Dios con la misma dignidad que cualquier otro ser humano. Como lo es Cora, esa niña “trans” de la que nos habló El País Semanal, en un estupendo reportaje de Gabo Caruso, el domingo 28 de julio de 2019.

¿No debe enseñarse en nuestras escuelas esa realidad y esa igual dignidad de todas las personas? ¿No serviría para disminuir el acoso entre los jóvenes escolares y la violencia entre los adultos? Apliquemos también aquí las palabras del Evangelio: “Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis”. La cobardía, la ignorancia y el machismo se ceban con quien anhela simplemente vivir libre y feliz.

La Iglesia y la homofobia

“Los católicos LGBTI constituyen hoy, probablemente, el grupo más marginado en la Iglesia” (James Martin, SJ, Tender un puente)

Da la impresión de que la Iglesia es todavía partidaria de aquella respetabilidad homófila tan en boga en los años anteriores al concilio Vaticano II. El homosexual debía vivir confundido con la sociedad mayoritariamente heterosexual sin que nadie pudiera señalarlo y ni siquiera sospechar cuál era su verdadera condición sexual. ¿Es así como quieren vivir muchos grupos de homosexuales cristianos? ¿Hay vida más triste que la del que tiene como principal preocupación en su vida laboral y social la ocultación de la propia orientación sexual?

Quizá no se puede pedir a un judío que salga del armario cuando vive en una comunidad nazi. Aunque tampoco es mucho más rica la vida, por ejemplo, del varón heterosexual que siente antipatía hacia los homosexuales y está preocupado por diferenciarse de ellos, por saber quiénes sienten la atracción sexual de un modo diferente para no mezclarse con ellos. Esa obsesión, esa preocupación ¿no es también un tipo de armario en el que uno está encerrado? Algunos se sienten ofendidos, y hasta reaccionan de forma injustificadamente violenta, si los gais se fijan en ellos. La persona heterosexual es más libre y feliz cuando eso ni le preocupa ni le ofende.

¿No podría la Iglesia contribuir, con una doctrina más justa sobre las conductas homosexuales, a que estas situaciones de violencia no se dieran? Es verdad que, a pesar de que las agresiones siguen existiendo, no hay un clima de violencia, pero a algunas personas heterosexuales les es difícil relacionarse con personas homosexuales desde la igualdad y el respeto. Frecuentemente lo hacen desde la condescendencia y el paternalismo. Es la actitud muchas veces también del hombre machista en su relación con la mujer, aunque no haya violencia. No es una actitud muy cristiana.

Tampoco la persona homosexual debe reaccionar sintiéndose moralmente superior a nadie o con conductas agresivas y violentas. Hay homosexuales llenos de fanatismo político y con escasa educación democrática que ignoran que el rechazo al diferente y las políticas injustas no se pueden combatir con matonismo y sed de venganza. Se dejan ver, a veces, en las manifestaciones reivindicativas de los colectivos LGTBI y avergüenzan con sus desmanes y falta de civismo a otros compañeros de lucha que no comparten sus métodos violentos.

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Es un deber democrático trabajar para que a los homosexuales les sean reconocidos sus derechos, sin permitir que los partidos políticos instrumentalicen su causa, denunciando las políticas que atentan contra la libertad y la diversidad sexual tanto en los partidos de derecha como en los partidos de izquierda. También hay que desenmascarar las doctrinas que descalifican moralmente la vida de estas minorías basándose en prejuicios de tipo religioso.

Vivimos en una sociedad, y no solamente en España y en Latinoamérica, ni mucho menos, en la que todo gira en torno a una larvada o explícita homofobia, y en torno a demostrar que uno no es homosexual. El varón se ve continuamente obligado a demostrar que es muy “macho”. Y esto a pesar de que se ha avanzado en el reconocimiento y respeto de todas las formas de vida y de los derechos de todos.

manif-pour-tous-936x520¿No significó el movimiento francés de la Manif pour tous (Manifestación para todos) del otoño de 2013, en contra del matrimonio homosexual, que la homofobia y el poder patriarcal seguían siendo dominantes en Europa? La derecha extrema se unía a la derecha católica y hacían así visible la dimensión política de la denuncia de la supuesta “teoría del género”. Lo explica bien Réjane Sénac en ¿Qué es el género? (L. Laufer y F. Rochefort, (dirs.), Barcelona, 2016). Los católicos franceses de izquierdas sí que apoyaron los estudios de género y el matrimonio homosexual. Recordemos el artículo publicado por Témoignage chrétien con el título Mariage pour tous, un progres humain en diciembre de 2012.

Una vez más constatamos que impera el prejuicio y la ignorancia y de ello se aprovechan partidos e iglesias para sus fines propios. Vemos así la necesidad de una buena educación afectiva y sexual en una sociedad plural. Agitar el fantasma del peligro de la confusión de los sexos no es más que una forma de impedir el avance de los movimientos igualitarios. ¿Cómo puede la Iglesia apoyar estas campañas mendaces?

Ese viejo fantasma ya apareció en la Revolución francesa. Las mujeres fueron excluidas cuando algunos se alarmaron pensando que la amistad pudiera reemplazar al amor. Y es en Francia donde la oposición al concepto y a la palabra “gender” que vino de los Estados Unidos es más fuerte, ya desde los años del papa Benedicto XVI.

Los que se oponen al matrimonio homosexual han elegido los estudios de género como blanco de sus ataques.

matrimoniogay1Son campañas mendaces porque los estudios de género no niegan la diferencia entre los sexos, no niegan el sexo biológico. “No se trata de negar una diferencia (de negar el sexo biológico, como dan a entender los detractores), sino de comprender cómo esta diferencia – solo una entre todas las que hacen de la persona un ser único – ha llegado a estar social y culturalmente sobredeterminada” (¿Qué es el género? L. Laufer y F. Rochefort (dirs.) Barcelona, 2016, p. 10).

Estos estudios simplemente muestran cómo muchas desigualdades y discriminaciones entre los sexos tienen una explicación histórica y cultural. El Génesis habla de que Dios los creó varón y mujer. Así lo veía el autor del relato. Eso vemos y creemos hoy también, que hay hombres y mujeres. Pero sabemos que no todos aman de la misma manera. Y vemos también a otras personas, seres humanos bien reales.

Pues también creó Dios a los transexuales y a los hermafroditas, a toda persona transgénero, a la rica variedad de seres humanos cualquiera que sea su determinación sexual y de género, aunque no vengan nombrados expresamente en el Génesis, que no es un libro científico, de biología o de antropología. Y Dios creó a los eunucos, que sí aparecen en la Biblia (cf. Is 56, 3-7; Hch 8, 26-40), aunque no son exactamente como Adán (cf. Gn 1, 28). El hombre ha evolucionado en colores, no en blanco y negro. ¿Tan difícil es aceptar la riqueza de la creación de Dios? ¿Tan difícil es comprender que la creación se realiza, desde el punto de vista de la ciencia, como evolución?

Hay personas que confunden la Biblia con una Enciclopedia del saber o con un libro sagrado escrito por el Padre eterno en sus moradas celestiales. Así creen que Satanás es una persona y el infierno un lugar de condena eterna lleno de fuego porque así han entendido el Nuevo Testamento, o porque lo repite el papa, como si Jesús pudiera haber sido hombre verdadero sin nacer dentro de un pueblo y de una cultura, y como si los libros de la Biblia hubieran sido escritos fuera de una época histórica concreta que tenía su propia visión del hombre y del mundo. Por eso son tan importantes los estudios bíblicos, para entender aquellas culturas, aquellos pueblos que se dieron cuenta de que Dios les hablaba e intervenía en su historia con una promesa y una elección, aunque elegidos pueden sentirse todos los pueblos. Y así hasta llegar a la palabra y la vida de Jesús de Nazaret y su vida, en el que los que creemos en el Evangelio hemos visto que culminaba esa historia de la salvación.

La fe que no es razonable sirve de poco. Lo razonable es investigar, dialogar, debatir, juzgar por nosotros mismos, algo muy razonable y que también recomienda el Nuevo testamento (Lc 12, 56-57), y no creer simplemente lo que nos enseñan los demás. Algunos cristianos han entendido literalmente eso de ser ovejas de un rebaño. Pero ya sabemos en qué totalitarismos políticos o religiosos se ven abocadas las masas con apetito de organización y devoción a un líder. Lo explicó bien Hannah Arendt. Los líderes religiosos y las iglesias tienen sus propios intereses, que a menudo no coinciden con la búsqueda de la verdad y el bien común de la humanidad.

22576426684El Génesis tampoco dice que la condición de la mujer esté marcada por las famosas tres palabras que en alemán empiezan por K: Küche, Kinder, Kirche (cocina, niños, iglesia) y que sus actividades deban limitarse a eso ámbitos, o que por el mismo trabajo debe haber una diferencia salarial entre el hombre y la mujer. Eso son condicionamientos culturales, políticos y económicos. Lo ha explicado bien Bernardo Pérez Andreo en su artículo en RD, El sexo débil. El machismo como verdadera ideología de género, publicado el 24 de mayo de 2019.

Resulta evidente que en los ataques político-religiosos a estos estudios de género hay poca serenidad e imparcialidad. Muestran, eso sí, tintes inquietantes de “antiintelectualismo, antifeminismo y homofobia”. Inquietante es también, por ejemplo, que, unidos por la homofobia y el antisemitismo, la extrema derecha francesa y el radicalismo islámico hagan, a veces, causa común.

¿Qué hacer desde la comunidad cristiana? Se impone un diálogo social para evitar la injusticia que sufren estas personas. Todos los ciudadanos, cualquiera que sea su sexo o condición sexual, han de disfrutar de los mismos derechos. Resulta escandaloso que seamos nosotros los cristianos, los que, arrojando con nuestras doctrinas oficiales una sombra de “desorden” y de “falta de moralidad” sobre la conducta sexual y afectiva de estas personas, colaboremos directa o indirectamente a su marginación y exclusión social.

Una Iglesia que contribuye con su doctrina sobre la homosexualidad a la exclusión social de muchos hombres y de muchas mujeres se ha alejado del Evangelio. ¿Es esa doctrina la llave con la que se quiere tener protegido y bien cerrado el propio “armario”? ¿Sucede así por haber politizado lo religioso, por mezclar, una vez, la causa del Evangelio que es la causa del hombre necesitado, con la causa del poder, de los intereses políticos? ¿No le basta a la Iglesia con anunciar y testimoniar el Evangelio y cae en la tentación de disputar espacios de poder en la sociedad a través de la escuela?

No es de extrañar que muchos homosexuales cristianos opten por trabajar por el reino de Dios, por una sociedad más justa, fuera de las estructuras visibles de la Iglesia cuando esta no acaba de reconocer la bondad intrínseca de la condición afectiva y sexual con la que nacieron, y que “todos son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús”, de tal manera que “ya no hay judío ni griego… ni hombre ni mujer, pues todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Ga 3, 26-28). ¿No dijo Jesús que hay eunucos que salieron así del vientre de su madre? (cf. Mt 19, 12) Lo mismo podemos decir de las personas que no encajan en el modelo patriarcal heterosexual. No deberían sufrir rechazo ni discriminación por su condición sexual.

Sin embargo, la realidad es muy distinta. Sigue siendo verdad que el negativismo sexual, el puritanismo, es intrínseco a las formas organizativas de las distintas religiones. Sus líderes lo han usado para ejercer el control de las conciencias de los fieles y dirigirlos hacia ese tipo de religiosidad, enemiga del sexo, que ellos controlan. Pocas cosas son más urgentes. Hay que rechazar esta visión negativa de la sexualidad y las formas de vida que ha inspirado, a veces tan llenas de ocultamientos y contradicciones. Después de la publicación del libro Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano (2019), del periodista Frédéric Martel, ese rechazo debería llegar más tarde o más temprano.

Los creyentes no pueden seguir ignorando la realidad de lo que sucede. Tendrán que cambiar su forma de entender la religión, y valorar, si es su gusto, los tapices de flores del Corpus Christi, pero mucho más, al paso de Jesús, el tapiz de amor al prójimo, “un tapis triomphal avec ta charité”, como dice el poema Le rebelle de Baudelaire, que a más de un lector le ha hecho entender mejor el cristianismo. Pero nos es más cómodo entretenernos con filigranas florales que ocuparnos del pobre, del deforme, del marginado y del excluido de los bienes materiales y espirituales.

Es la atención a las injusticias de nuestro mundo, el mensaje de amor, de esperanza y de salvación del Evangelio, lo que debe preocuparnos en la Iglesia. Ha llegado el momento de dejar de dar pautas de conducta sexual, de dejar de estigmatizar las distintas formas que tenemos los humanos de relacionarnos sexual y afectivamente. No se predica el amor fomentando la homofobia, el odio al diferente. Es hora de abrir armarios, arcones, puertas y ventanas, porque el aire de la Iglesia se ha hecho irrespirable.

La doctrina sexual de la Iglesia y su política de ocultamiento y encubrimiento han tenido ya demasiadas víctimas. No se puede seguir desorientando y mintiendo a la gente como se ha hecho hasta ahora. La Iglesia no puede arrogarse esa autoridad en estas materias. Durante muchos años los mismos científicos y profesionales, médicos y psicólogos, se han limitado a legitimar lo que decían las iglesias. Tal era el poder de las mismas sobre sus conciencias. Si la orientación del deseo homosexual no era aceptable en una confesión religiosa siempre había psicólogos o médicos próximos a la misma dispuestos a afirmar que se trataba de una desviación o perversión. A través de grupos de cristianos de mentalidad muy conservadora esa situación se da todavía hoy.

Necesitamos recuperar el espíritu del Evangelio. Y ya sabemos que Jesús puso la solidaridad con el hombre necesitado, con el que él se identifica, como principio rector de nuestra vida. Tenemos que volver al mensaje evangélico y recordar sus palabras y sus gestos si queremos emprender con decisión el camino de renovación de la Iglesia.

juan_jesus¿Por qué una actitud como la que refleja el texto del evangelio de Juan 13, 21-30 antes comentado resulta tan comprometedora para algunos? ¿Por qué hay traducciones que han evitado explicitar la postura del discípulo sobre el cuerpo de Jesús tal como indica el versículo 13, 23? “Uno de los discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa al lado de Jesús”, traduce alguna edición de la Biblia de Jerusalén. Pero si el griego dice anakeimenos en tō kolpō Iēsou, debería traducirse “estaba recostado sobre el pecho de Jesús”, como señala Hugo Cáceres Guinet (cf. Jesús el varón, Verbo Divino, 2011). Y sigue luego el v. 25 diciendo: “Entonces, apoyándose sobre el pecho de Jesús, le dijo: “Señor ¿quién es?”

Cáceres Guinet afirma que “hay una tendencia a privar de sensualidad este momento a fin de guardar la compostura socialmente aceptable para el lector contemporáneo, privando al texto del aspecto afectivo que el autor ha querido dar a la escena”. Quizá por guardar esa “compostura socialmente aceptable” algunos autores no hablan apenas del discípulo amado.

Ciertamente los textos canónicos no nos dicen mucho sobre la sexualidad de Jesús. Y no sería poco que sacáramos todas las consecuencias del dogma de fe que nos dice que era hombre verdadero. Pero este gesto que implica la aceptación del afecto mutuo entre Jesús y su discípulo que nos presenta el evangelio de Juan debería bastar para eliminar del catecismo de la Iglesia el a. 2357, que además de ir en contra de las ciencias antropológicas y de una ética sexual que no haga de la Biblia lecturas fundamentalistas va en contra del espíritu misericordioso de Jesús y está causando estragos.

Fuente Religión Digital

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Un cura holandés sale del armario en plena misa y denuncia haber “sufrido mucho” por la homofobia en la Iglesia

Lunes, 8 de abril de 2019
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EEEAmén Y 763El padre Pierre Valkering hace coincidir su anuncio con la misa de rosa del Domingo Laetare

Sobre el anuncio público de su homosexualidad: Me sentí llamado a hacerlo”

“Mi existencia se centra en Dios y Jesucristo. Vivo con él, Él habla en mí. Quise hacerle caso a esta voz más profunda”, afirma el religioso

“La Iglesia está siendo falsa”, alerta el cura que salió del armario en plena misa

Pierre Valkering, cura gay holandés: “La Iglesia se hunde por su falta de autenticidad”

”Más hombres gays que heterosexuales optan por el sacerdocio” porque es una “opción de escape para su homosexualidad y una negación y represión de la propia orientación sexual”, afirma

La diócesis de Haarlem-Ámsterdam le suspende del sacerdocio “por ahora” y le invita a entrar en un “periodo de reflexión”

Valiente paso al frente de un cura holandés quien decidió anunciar en plena misa su homosexualidad. Pero esta honestidad de reconocer públicamente su identidad sexual y de llamar la atención a lo que ha calificado como el “gran elefante rosa” en la Iglesia católica le ha costado al padre Pierre Valkering una suspensión temporal del sacerdocio, después de que el obispo de Haarlem-Ámsterdam afirmara que su ejemplo es “incompatible con la Iglesia Católica Romana”.

El pasado domingo iba a ser una jornada de celebración para Valkering, no solo por su salida del armario sino también por su 25 aniversario como pastor de la Iglesia de la Paz, en Ámsterdam. El cura incluso hizo coincidir el anuncio de su homosexualidad con el Domingo Laetare para que celebrara la misa vestido de una casulla rosa, y con la publicación de una autobiografía en la que admite sus relaciones sexuales. El religioso también grabó un vídeo para la ocasión, en la que critica la cultura silenciosa” de la Iglesia en torno a la homosexualidad y lamenta haber “sufrido mucho por eso”.

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Más hombres gays que heterosexuales optan por el sacerdocio” porque es una “opción de escape para su homosexualidad y una negación y represión de la propia orientación sexual”, afirmó Valkering, haciéndose eco de las conclusiones del sociólogo francés Frédéric Martel, quien en su reciente libro Sodoma calcula que hasta cuatro de cada cinco sacerdotes en el Vaticano puede ser homosexual.

Pero ni incluso este recurso a la sociología ha podido salvar de represalias a Valkering, conocido defensor de los derechos de los homosexuales durante muchos años. El obispo de Haarlem-Ámsterdam, Jos Punt, le apartó con efecto inmediato de sus deberes como pastor de la Iglesia de la Paz, por haber incumplido, dice, su deber de celibato y por permitir el ejercicio de otras “libertades sexuales”.

“La Iglesia entiende la debilidad humana y la lucha de cada persona de crecer en la santidad, pero el padre Valkering ahora declara que ni siquiera quiere intentar vivir una vida célibe ordenada“, reza un comunicado de la diócesis. “El obispo entiende que en su libro hable honestamente sobre sus opiniones y su forma de vida, pero no puede evitar pedirle que abandone sus deberes sacerdotales por ahora, y que entre en un periodo de reflexión”, termina la nota de prensa.

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El ejemplo del padre Pierre Valkering, ha conmovido a muchos tanto dentro como fuera de la Iglesia católica. Pero, ¿por qué decidió dar el paso de salir del armario de forma tan pública? Porque me sentí llamado a hacerlo”, dice el hasta esta semana párroco de una iglesia de Ámsterdam. “Mi existencia se centra en Dios y Jesucristo. Vivo con él, Él habla en mí. Quise hacerle caso a esta voz más profunda“.

Parte importante de la salida pública del armario de Valkering el pasado domingo fue la presentación de su autobiografía que hizo coincidir tanto con su anuncio como con sus 25 años de sacerdocio. El libro ha generado polémica en Holanda por los detalles que revela sobre la vida sexual de un hombre que prometió vivir una vida célibe, pero a Valkering poco le importan las críticas.

Lo que quise promover con mi libro es mi propia sanación y la sanación de la Iglesia”, admite el cura, quien ha sido suspendido “por ahora” por el obispo de Haarlem-Ámsterdam, Jos Punt. La Iglesia se hunde por su falta de autenticidad. La Iglesia está siendo falsa”.

“La sangre se para cuando no puede fluir”

Desde que salió del armario, Valkering se ha sincerado en entrevistas con múltiples medios, entre ellos De Tijd, periódico al que comentó que vive el celibato “a su manera”. El celibato, dijo, lo ve como un ideal religioso, un motivador, no una meta en sí misma”. Y eso en contraste con que la Iglesia lo promueva con “mano de hierro”, algo que a Valkering le parece mal.

Ninguna relación, ninguna relación íntima, sin sexo con otros, ni siquiera contigo mismo”, se queja el cura. La sangre se para cuando no puede fluir”, lamenta, no sin antes advertir que la prohibición del sexo a los curas es, a su juicio, la causa de los abusos de menores.

Y es que al contrario de mucho de lo que se ha dicho y escrito sobre Valkering y su supuesta adicción al sexo, la verdad es que el sacerdote quiere seguir luchando contra sus excesos. En su autobiografía cuenta que en el pasado frecuentaba saunas gays y practicaba el sexo anónimo, pero afirma que está ahora aprendiendo a controlarse. Desde que anunció su homosexualidad en misa, cuenta, ya no se siente atrapado por la adicción a la pornografía contra la que ha estado luchando durante muchísimos años.

Una decisión por Jesucristo”

Para mí fue una decisión positiva, recalca sobre su decisión de salir del armario. “Una decisión por Jesucristo. Él es el centro de mi vida”, explica Valkering. “Cada tarde, celebro la Eucaristía y cada día le dedico mucho tiempo a la oración”. Un cambio por el bien que el cura atribuye al ejemplo del Papa Francisco, a quien conoció en persona en 2016 y que no duda en afirmar que es del Espíritu Santo.

Presto atención a ellos [los homosexuales], les llevo en el corazón. Quiero decírselo y saludarles”, afirma Valkering que le dijo Bergoglio en aquella ocasión. Una preocupación esta del Papa que le ha cambiado la vida al sacerdote holandés y a muchas otras personas más, clérigos y no clérigos.

Fuente Religión Digital

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“Sodoma”, por Isabel Gómez Acebo

Miércoles, 13 de marzo de 2019
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91EF5DEC-8EEA-4C77-AA31-4B76630936F9Leído en su blog:

Dentro de unos días aparecerá en las librerías un libro del periodista Frédéric Martel que lleva por título “Sodoma”. No voy a intentar hacer la alabanza de la obra sino todo lo contrario; son más de 500 páginas en las que repite,  una y otra vez, la situación de poco respeto al voto del celibato que se vive en la Ciudad del Vaticano, la mayoría de las veces con intercambios de parejas homosexuales aunque también los hay heterosexuales. Eso sí, no menciona gracias a Dios ningún acto de pedofilia; son contactos entre personas adultas que asienten, algunas veces por pagos de los servicios prestados y otras no

            Tras la lectura de 300 páginas lo he acabado dejando pues no conocía a los partícipes y la música de fondo era siempre la misma: a pesar del cambio de papas en la cumbre este tipo de conductas se habían convertido en un denominador común de todos los pontificados. Lo que me ha parecido más curioso es que los más homófobos, contra la aceptación de los homosexuales, lo son ellos mismos ¿Intentarán con sus palabras cubrir su comportamiento?

Ignoro si todo lo que cuenta el libro es verdad, soy consciente de que habrá multiplicado los números para hacerlo más escandaloso, aunque parece bien documentado. Su lectura me ha hecho sacar conclusiones

 La primera es el tema del celibato, muy difícil de cumplir en una sociedad altamente sexualizada y en la que el sexo ha dejado de verse como una pulsión negativa del ser humano sino más bien lo contrario. Es un gozo que ha colocado Dios en las personas para que no vivan en aislamiento, se junten con los demás y en estas relaciones puedan encontrar el amor… o no. Para los cristianos ha sido un tema tabú, mal tratado durante siglos: mientras que los casados eran considerados como cristianos de segunda clase, a muchos varones, que querían ser sacerdotes, se les obligaba a cargar con el celibato, un peso para el que no estaban preparados. También esta situación permitía que la Iglesia fuera un refugio para las personas que se sentían con inclinaciones homosexuales que pasaban desapercibidas dentro de una institución en la que sólo vivían varones

            Estamos en plena época de Cuaresma y me echó en cara la asistenta que había puesto carne como menú el miércoles Santo. Traté de explicarle, aunque era inútil pues la idea de la abstinencia la vivía con plenitud, que había cosas más útiles de las que prescindir en estos días cuaresmales. Traigo esta anécdota para referirme a que la Iglesia ha puesto mucho peso en los temas del cuerpo cuando se consideraba que eran enemigos del alma pero hoy, vemos a la persona como un todo, en las que tienen una plena y natural cabida las necesidades corporales.

            Hay que hacer muchos cambios en la Iglesia pero creo que debe empezar por el tema de la alcoba: desde mi perspectiva tenemos que defender que tras su puerta las parejas hagan lo que quieran siempre y cuando no dañen a los demás: Ni celibato para los sacerdotes diocesanos, ni mirar con desprecio a los homosexuales, ni prohibición de usar métodos anticonceptivos para el resto. A todos nos iría mejor.

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Cumbre anti‒pederastia. Lectura crítica y propuesta desde Mt 18, 1‒17.

Sábado, 2 de marzo de 2019
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abusos-Iglesia_2098300203_9807727_660x371Del blog de Xabier Pikaza:

Se ha celebrado en Roma la cumbre sobre “pederastia clerical” (21‒24. 2. 2019). Ha sido una cita muy importante, y su efecto en la iglesia sólo se podrá evaluar en el futuro, según fuere la recepción y consecuencias que ella tenga. De todas formas es muy significativo el hecho de que los presidentes de las Conferencias Episcopales y otros cristianos significativos se hayan reunido con esa agenda. En ese contexto es admirable el empeño del Papa Francisco, a quien debemos agradecer su compromiso pastoral y creyente.

Aunque he dicho que habrá que esperar para ver los resultados, quiero empezar añadiendo que mi valoración de la cumbre es muy positiva, no sólo por lo que allí se ha dicho, sino por el testimonio que ha dado la Iglesia Jerárquica en un campo tan delicado como éste, no sólo por ella misma, sino por toda la sociedad, pues la pederastia no es sólo un tema Iglesia, sino del conjunto de la sociedad.

Es pronto para juzgar lo que se ha dicho en el aula, lo que se ha propuesto, y no estoy en condiciones para emitir un juicio bien fundado sobre el tema, aunque me siento obligado a elevar desde el principio tres reservas, que quizá no se encuentren bien fundadas, pero que no tengo más remedio que señalar:

5c7353150d2b1 La primera sobre la foto que está “muy verde”, como la imagen de la celebración de los obispos con “vestiduras verdes”. Una cumbre como ésta no puede ser de obispos vestidos de verde, sino de cristianos de todo tipo, padres y madres, jóvenes, homo‒ y heterosexuales, hablando abiertamente, desde su propia vida y desde Cristo. Una iglesia clerical como la nuestra quizá no está aún preparada para celebrar una cumbre de este tipo.

‒ Me parece muy poco agraciada la palabra del Papa Francisco, quien tras la intervención de una mujer en el aula había dicho: “Invitar a hablar a una mujer no es entrar en la modalidad de un feminismo eclesiástico, porque al final todo feminismo acaba siendo un machismo con falda”. Esta “sentencia” puede ser buena si condena no sólo un tipo de feminismo (machismo con falda: ¡expresión muy porteña!), sino también un tipo de “machismo casi total”, como es el de los “padres varones de la Iglesia” (todos machos, hablando de un tema que ellos, como machos, difícilmente entienden, como es el de la pederastia). Los hombres en general (y entre ellos muchos “eclesiásticos” son manos sensibles ante temas como el de la pederastia). De todas formas, esta frase, tomada así (a lo bruto) destruye por su base esta cumbre.

‒ Muchos han dicho que gran parte de la culpa de la pederastia está en un tipo de homosexualidad. El tema es más serio de lo que alguien puede suponer… pero empezando por ahí no se resuelve el tema. Otras veces he desarrollado este tema. Lo dejo hoy así. El tema libro de Frédéric Martel, Sodoma: Poder y escándalo en el Vaticano ha de leerse en otra perspectiva (desde otras claves,también importantes, pero que no es éste el momento de analizar).

kidnap-kids_560x280Aquí me limito a leer y analizar una página del evangelio de Mateo (Mt 18, 1‒17) que puede ayudarnos a entender y valorar la importancia y riesgo de la pederastia en la Iglesia. Esa página de Mateo no trata sólo de la pederastia, sino de algo anterior, todavía más peligroso: el tema del poder en la Iglesia. Ciertamente, la pederastia es un mal gravísimo en la Iglesia; pero el origen de ese mal no es en sí un tipo de maldad particular de unos individuos (unas pocas manzanas podridas…), sino un tipo de poder eclesial (clerical…).

Es muy posible que la pederastia de cierto clero no esté tan extendida… Pero ella es especialmente perversa porque está vinculada a un tipo de “poder espiritual y social” (casi diría “familiar”) que destruye no sólo la credibilidad del clero, sino del mismo evangelio vivido en forma de Iglesia clericalizada. Siga, pues, quien quiera, seguir leyendo conmigo estos versos del evangelio de Mateo.

1. Pregunta básica: ¿Quién es el más grande? (18, 1-5).

Ésta es la pregunta básica. No podemos empezar por la pederastia (un tema importantísimo, pero derivado), sino por el tema del poder en la Iglesia, como hace el evangelio de Mateo. Repito, para el evangelio, el problema no empieza siendo la pederastia, sino un tipo de utilización del poder clerical. Así empieza la “cumbre” de Jesús sobre la posible pederastia:

‒ Mt 18, 1 En aquel momento se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron: ¿Quién es, pues (=según esto), el mayor en el Reino de los Cielos? ‒ 2 Él llamó a un niño, le puso en medio de ellos 3 y dijo: En verdad os digo, si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. 4 Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. 5 Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe.

Ésta es la primera pregunta, la cuestión originaria que los discípulos plantean (que ha plantearse hoy) en una Iglesia que una iglesia que ellos interpretan como espacio de poder. Pero Jesús les responde cambiando de plano y rompiendo el nivel de su búsqueda, para decirles que los importantes no son ellos (los jerarcas verdes de la imagen), sino los niños.

El tema es por tanto el deseo y ejercicio de poder en un plano social y también de intimidad, un poder que puede desembocar en la utilización sexual de los niños en la Iglesia.Los discípulos se creen importantes porque piensan que la estrategia del Reino de Dios es jerárquica, y ellos han de ser los más altos. No dudan de la necesidad de que haya jerarquía, sólo les importa saber quién ocupa el primer lugar en ella, quien es más digno (menos dado a los abusos, entre ellos al de la pederastia).

Pues bien, Jesús responde que lo esencial no es el poder, sino el bien de los niños. Jesús responde indicando que un tipo de poder termina utilizando a los menores (y en especial a los niños). Por eso, Jesús empieza invirtiendo el modelo de poder: Toma a un niño (paidion) y le pone en mesô autôn, es medio de aquellos que buscan sobresalir, viviendo así a costa de los demás. Ellos, los niños, son el centro, la autoridad mayor del grupo; ellos debían haber sido los protagonistas de la cumbre vaticana sobre la pederastia… Ellos y no los “señores” vestidos de verde.

Ciertamente, el gesto de Jesús puede tener un rasgo de cariño personal, como ha puesto de relieve el texto base de Mc 9, 36, donde se dice que Jesús abraza al niño. Pero Mateo insiste más en la autoridad del niño, en cuanto carente de poder (como alguien que está a merced de otros)…, pero teniendo el poder (la autoridad) más grande. Jesús no quiere una buena jerarquía (y mucho menos una mala), con la victoria de los “fuertes”, sino un lugar de crecimiento y despliegue de vida desde los más pequeños, como indican las dos sentencias complementarias que siguen:

− Convertirse y hacerse pequeño (18, 3-4). Frente al “ser a costa de los demás”, Jesús establece como principio básico de su enseñanza y familia de Reino no sólo el “ser para los demás”, sino el ser “menor” entre todos. Ésta es una consecuencia de su visión de Dios como Padre al servicio de los hijos (¡no son los hijos para los padres, sino los padres para los hijos!). Por eso, sus discípulos tienen que hacerse niños en la familia de Dios, recibiendo de esa forma el Reino.

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8 de cada 10 curas del Vaticano serían gays, según un libro

Sábado, 16 de febrero de 2019
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91EF5DEC-8EEA-4C77-AA31-4B76630936F9Frédéric Martel es un periodista y escritor francés que ha hablado con 1.500 curas del Vaticano para preguntarles acerca de su orientación sexual.

Entrevistó (entre otros) a 41 cardenales, 52 obispos y monseñores, 45 embajadores papales, 11 Guardias Suizos y 200 curas y seminaristas; fueron cuatro años de rigurosa investigación y, según las fuentes de Martel, el 80% de los curas en el Vaticano son gais, aunque no todos son sexualmente activos.

Frédéric Martel, que es abiertamente gay, lleva años denunciando la homofobia de la Iglesia Católica y ya en 2014, cuando publicó el libro “Global Gay: Cómo la revolución gay está cambiando el mundo” declaró que la postura del Vaticano respecto a la homosexualidad era pura hipocresía: “muchos de los que viven en el Vaticano son gais -un fenómeno que también deriva de la imposición del celibato-, así que para compensar muestran un comportamiento homófobo excesivo“.

El convencimiento de Martel de que la homofobia del Vaticano se debe a una mezcla de auto represión y ganas de disimular es lo que le acabó llevando a trabajar en este libro que la editoral Bloomsbury promociona con la frase: “Cuánto más homófobo es el prelado, más probable es que él mismo sea gay“.

En este “impactante relato de la corrupción y la hipocresía en el corazón del Vaticano”, según una frase de la editorial, se explica, por ejemplo, que el -ya difunto cardenal colombiano Alfonso López Trujillo no solo era gay sino que tenía por costumbre contratar prostitutos.

Sodoma: Poder y escándalo en el Vaticano sale a la venta (en 20 países y 8 idiomas -en España lo edita Roca Editorial el 14 de marzo) justo cuando 100 obispos se reúnen en el Vaticano para debatir sobre los abusos contra menores. Y aunque algunos medios han mostrado su preocupación porque el libro se use como excusa para relacionar la homosexualidad con la pederastia, la editorial lo defiende asegurando que la obra de Martel lo que hace es describir la “cultura de secretismo“ que comienza en los seminarios y llega hasta lo más alto, lo que explica por qué resulta tan difícil denunciar los abusos sexuales cometidos por clérigos católicos.

Según Il Giornale, se trata de la teoría más “chocante” sobre el Vaticano: “Es la comunidad gay más grande del mundo

Fuente  Pink News, vía HazteQueer

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Global gay, el libro que nos muestra como la revolución gay está cambiando el mundo

Viernes, 10 de octubre de 2014
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299x475xglobal-gay.jpg.pagespeed.ic.6HDF3842ppHoy presentamos el libro, global gay, del escritor francés Frédéric Martel. Se trata de un libro de auto investigación en el que el autor nos cuenta sus conclusiones después de de viajes por todo el mundo y más de 600 entrevistas durante 5 años de cómo la revolución gay está camciando el mundo. Se trata de un reputado sociólogo y periodista francés.

En las más de 300 páginas del libro se nos muestra la situación actual de la comunidad LGTB en el mundo y como en muchos lugares se ha pasado de la criminalización de la homosexualidad, a la criminalización de la homofobia. Un contrapunto que por desgracia no es igual en todo el globo.

 Así, pasamos desde la represión en China, Cuba o Irán, a la situación más normalizada de parte de Europa y Estados Unidos. El libro dibuja una verdadera geopolítica de la globalización gay, analizando los cambios en los modos de vida, la redefinición del matrimonio, la emancipación paralela de las mujeres y los homosexuales o el impacto decisivo que han supuesto Internet y las redes sociales. Martel descubre que la globalización no se traduce necesariamente en uniformización: la diversidad es infinita.

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A pesar de los avances gracias al activismo en muchos países, hoy por hoy, según Martel, existen dos tipos de homofóbias que el agrupa en dos formas: la “homofobia fría”, que se esconde detrás de algunos valores, de un exacerbado afán de soberanía nacional y de antiglobalización, como se puede ver en Rusia, China y Europa del Este, entre otros países, y la otra forma llamada “caliente”, que tiene un sentido religioso y está presente en los países árabes, en Irán y en algunos países de África.

Global gay, cómo la revolución gay está cambiando el mundo

Editorial: Taurus

ISBN: B00F0VQ1U2

19,95 euros

Fuente: France culture. Vía AmbienteG

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