Un gesto de denuncia a la iglesia en Chile, el silencio y encubrimiento de la Conferencia Episcopal
“Este proceso vivido en profunda verdad tiene su raíz en la dificultad de los procesos de prevención, justicia y reparación ante los abusos de conciencia y sexuales al interior de la iglesia”
“La institución jerárquica de la Iglesia hoy no vive y acompaña un proceso de conversión a la Buena Nueva del Evangelio. Los actos cometidos por sus múltiples autoridades alejan, hieren, destruyen la fe de su pueblo”
“Mientras, la Conferencia Episcopal chilena da ‘palabras’ y Jesús es tajante en el evangelio al repetirnos una y otra vez que el amor se realiza en ‘obras'”
“¿Cuáles son los caminos de justicia que acompañan las palabras de la Conferencia Episcopal?”
| María José Encina Muñoz, Hermana comunidad Adsis
Este 17 de febrero celebraremos nuevamente un inicio del tiempo de Cuaresma, un tiempo de “conversión” que se renueva en este imperativo de “conviértete y cree en el Evangelio”. Estas palabras de profunda fuerza nos devuelven al corazón las palabras del evangelio de Marcos en el capítulo 1 cuando Jesús proclamaba y nos proclama la Buena Nueva de Dios, diciendo que “el tiempo se ha cumplido, conviértanse y crean en la Buena Nueva” (Mc 1,15). Hasta aquí nada nuevo, y quizás eso es lo más grave, perdemos la novedad, profundidad y radicalidad de la Palabra de Dios.
Hace ya algunas semanas vivimos como comunidad eclesial chilena la dimisión del estado clerical de Eugenio de la Fuente. Eugenio conocido por muchos y muchas de nosotros, venía realizando un proceso de discernimiento sobre su sacerdocio respecto al respeto y obediencia a la institucionalidad jerárquica de la iglesia. Este proceso vivido en profunda verdad tiene su raíz en la dificultad de los procesos de prevención, justicia y reparación ante los abusos de conciencia y sexuales al interior de la iglesia.
Este acto estuvo acompañado no sólo por las últimas celebraciones presididas por él, sino también con cartas y videos que se hicieron conocidos por distintos medios de comunicación social. ¿Qué nos pasa con esta decisión? ¿Es, en parte, signo profético de una vocación cristiana que quiere seguir a su Maestro hasta las últimas consecuencias?
Eugenio no se fue sin más, lo hizo celebrando lo que amaba y con los que amaba, signo de la transparencia y de la radicalidad de ir más allá. Junto con él podemos pensar en una serie de renuncias en la vida religiosa tanto femenina como masculina que no tienen relación con la vocación sino más bien con una disputa personal y colectiva, en conciencia, ante las situaciones que se viven al interior de nuestra Iglesia. A su vez, vemos a muchos laicos y laicas que desde las bases han iniciado movimientos que nos hablan sobre una “justicia que no llega” y de jóvenes que dentro de sus iniciativas escriben a la jerarquía para que por favor se haga cargo de lo que no se está haciendo cargo. Estamos hablando de signos.
Las lecturas del evangelio de la semana pasada nos han hablado de los ritos sin sentido; Jesús ante las quejas de los fariseos les contestaba con fuerza “Bien profetizó Isaías de ustedes, hipócritas, como está escrito: Este pueblo me honra en los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos. Dejan a un lado el mandamiento de Dios para aferrarse a la tradición de los hombres” (Mc 7, 6-8).
La institución jerárquica de la Iglesia realmente hoy no vive y acompaña un proceso de conversión a la Buena Nueva del Evangelio. Los actos cometidos por sus múltiples autoridades alejan, hieren, destruyen la fe de su pueblo. ¿La vida de fe y su celebración sacramental, las palabras que decimos, los gestos que realizamos tienen coherencia con la acción sagrada de la defensa del ser humano, como Templo sagrado del Espíritu Santo?
500 páginas de una investigación que no pierde vigencia, de María Olivia Mönckeberg, sobre caso Karadima
“Morir sería aún más difícil si supiéramos que subsistimos, pero obligados a guardar silencio”, Elías Canetti, frase previa al inicio del libro@JamesHamiltonCLpic.twitter.com/mNuI3rQoJC
Ayer la Conferencia Episcopal ha sacado el mensaje de Cuaresma para este año, en el cual dice: “Los pastores de la iglesia pedimos una vez más perdón a Dios y a nuestros hermanos y hermanas que han sido abusados, maltratados, excluidos o ignorado por algunos de sus ministros”, y seguidamente dice que “una sincera conversión sólo brota de un corazón arrepentido y dispuesto a curar el daño provocado, acompañar al herido en su camino y recomenzar desde Cristo”.
Estas palabras las hemos escuchado muchas veces, a modo personal no puedo decir que la Conferencia Episcopal no la reconozca como ciertas, el problema radica en que son “palabras” y Jesús es tajante en el evangelio al repetirnos una y otra vez que el amor se realiza en obras, lo dice a cada paso que da, porque Jesús mismo vivió su vida a través de ellas implicándose totalmente. Tenemos ejemplo vivo de esto en las bienaventuranzas, el buen samaritano, todos los milagros en dónde Jesús tocó y abrazó el dolor humano, las resurrecciones, el juicio final.
Somos un pueblo sin memoria o no hemos aprendido de ella. Hace algunos años, Ana González de Recabarren, nos decía respecto al perdón, “yo no puedo perdonar sin saber qué pasó con ellos, perdonar a quién y qué”. Esas palabras deberían ser cruciales para nosotros. Jesús nos enseña a perdonar, pero este camino lo coloca como un imperativo en el sermón del monte: “Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia” (Mt 5,6).
El abate Pierre decía: “frente a cualquier sufrimiento humano preocúpate no sólo de solucionarlo en el acto sino también de destruir sus causas. No solamente de destruir sus causas sino también de solucionarlo en el acto. Nadie es ni serio, ni bueno, ni justo, ni verdadero mientras no ha resuelto consagrarse de corazón, con todo su ser, tanto a una como a otra de esas dos tareas, las cuales no pueden separar sin renegarse”.
Este recomenzar que nos invita la Conferencia Episcopal no puede darse sin estos caminos de verdad y justicia propio de nuestro cristianismo y vital para toda la humanidad. A los días de hoy se sigue sin hablar de esta verdad, y sin actuar con justicia, al menos como exige la gravedad de la situación. No sólo estamos hablando de los hechos sino de las causas que lo generaron. Tenemos montones de deudas pendientes, y en esas deudas el pueblo fiel de Dios paga las consecuencias.
Desde nuestro discipulado urge que las bases de nuestra iglesia hablen con voces proféticas salidas desde el mismo Jesús, que remuevan los corazones de nuestros pastores, les urja a la conversión real que implica no sólo escribir palabras de perdón, sino hacerse cargo y les lleve realmente a volver a los caminos del evangelio.
-Abate Pierre [ sacerdote católico francés, miembro de la Resistencia y fundados de los Traperos de Emaús] pic.twitter.com/hEMGg0HuXj
Jesús, el Maestro a quien seguimos se rebeló con total fuerza, autenticidad y autoridad del mundo religioso de su tiempo. Un mundo religioso cercano a la institución que hoy nos “pastorea” que a través del poder ejercido no da respuesta a los “crímenes” y “pecados” que la habitan.
El acto de Eugenio y de otros muchos y muchas responde a una voz y acto profético, responde al encuentro entre el Dios que nos habita y el sufrimiento humano, en este caso, realizado y permitido por nosotros como iglesia. Jesús debe estar al centro de nuestra vida y como deber cristiano tenemos la interpelación de un Dios que no pierde a nadie.
En este inicio de Cuaresma, ¿cómo nos hacemos cargo de esto que vivimos? ¿Cómo realmente nos implicamos para que nuestras celebraciones litúrgicas sean realmente una vivencia autentica de seguir a Jesús, dador de vida y entrega total de la suya propia, quien amando a los suyos que estaban en el mundo los amó hasta el extremo?
Que esta Cuaresma nos invite a “convertirnos y a creer en el Evangelio” de nuestro Señor Jesús.
Comentarios desactivados en El Papa nombra a Juan Carlos Cruz, una de las víctimas de Karadima, miembro de la Comisión de Tutela de Menores del Vaticano
La protección de menores del Vaticano es tarea de un hombre gay
El Papa Francisco le dijo a Juan Carlos Cruz que Dios ‘lo hizo’ gay
El chileno fue uno de los más críticos con el ‘Responsum’ de Doctrina de la Fe
Cruz, Hamilton y Murillo han sido tres de las víctimas que más han apoyado al Papa en su lucha contra la pederastia
“Muchas gracias al Papa Francisco por confiar en mí con este nombramiento. Lo agradezco profundamente. Esto renueva mi compromiso para seguir trabajando para terminar con la lacra del abuso y por tantos sobrevivientes que aún no obtienen justicia”, ha subrayado Cruz en Twitter
El Papa Francisco ha nombrado a Juan Carlos Cruz, un actor chileno gay que sobrevivió a los abusos sexuales de un sacerdote, para formar parte de un panel del Vaticano. Cruz ha sido nombrado miembro del Consejo Pontificio para la Protección de los Menores, creado por el Papa en 2013 en respuesta al escándalo de abusos sexuales de la Iglesia católica.
Nuevo gesto del Papa Francisco en su cruzada contra los abusos sexuales en la Iglesia. Un gesto cargado de significado, especialmente en estos días en los que el ‘Responsum’ de Doctrina de la Fe ha motivado mucha oposición. Uno de los más críticos, Juan Carlos Cruz, una de las víctimas de abusos de Fernando Karadima, ha sido nombrado miembro de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores.
En un Bolletino cargado de noticias, Francisco ha prorrogado por un año el mandato de los miembros de la comisión, que son los siguientes: Monseñor Luis Manuel Alí Herrera; el Padre Hans Zollner, S.I.; la Hermana Jane Bertelsen F.M.D.M.; la Hna. María de los Ángeles, S.A. Arina Gonsalves R.J.M.; Sor Kayula Lesa, M.S.C.; Sor Hermenegild Makoro, C.P.S.; Prof. Ernesto Caffo; Dr. Gabriel Dy-Liacco; Prof. Benyam Dawit Mezmur; Prof. John Owen Neville; Sr. Nelson Giovannelli Rosendo dos Santo; Honorable Sra. Hanna Suchocka; Prof. Myriam Wijlens; Sra. Sinalelea Fe’ao; Sra. Teresa Kettelkamp Morris.
E incluye al chileno Cruz, con el que mantiene una cordial relación y al que invitó, junto a sus compañeros James Hamilton y José Andres Murillo, a pasar unos días con él en Santa Marta mientras abordaba la revolución en una Iglesia chilena agotada por el peso de la pederastia.
Vaticano decretó que la Iglesia Católica no puede bendecir uniones del mismo sexo: Dios “no puede bendecir el pecado”
“Muchas gracias al Papa Francisco por confiar en mí con este nombramiento. Lo agradezco profundamente. Esto renueva mi compromiso para seguir trabajando para terminar con la lacra del abuso y por tantos sobrevivientes que aún no obtienen justicia”, ha subrayado Cruz en Twitter.
Muchas gracias al Papa Francisco @Pontifex_es por confiar en mí con este nombramiento. Lo agradezco profundamente. Esto renueva mi compromiso para seguir trabajando para terminar con la lacra del abuso y por tantos sobrevivientes que aún no obtienen justicia @TutelaMinorum
Por otro lado, ha nombrado Subsecretaria para el Sector Fe y Desarrollo del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral a la Rev. Sor Alessandra Smerilli, F.M.A., profesora de Economía Política en la Pontificia Facultad de Ciencias de la Educación Auxilium de Roma.
Desde su creación, el panel ha contado con supervivientes de abusos sexuales a menores por parte del clero, pero Cruz es la primera persona abiertamente gay y la primera persona de América Latina en ser nombrada, según el Washington Blade. Cruz declaró a la publicación: “Me siento muy honrado. Soy un superviviente. Soy gay. Soy un laico. Soy católico”. “Sólo renueva mi compromiso de cambiar las cosas desde dentro”, añadió. “Por los supervivientes, por cada persona que se siente privada de sus derechos en la iglesia”.
Precisamente la semana pasada, Cruz se pronunció contra la Congregación para la Doctrina de la Fe, que respondió a la cuestión de la bendición de las uniones entre personas del mismo sexo en nombre del Vaticano, e insistió en que Dios “no bendice el pecado“.
Dijo a Associated Press en ese momento: “Si la Iglesia y la CDF no avanzan con el mundo … rechazando constantemente y hablando negativamente y no poniendo las prioridades donde deben estar, los católicos seguirán huyendo.”
Ahora, refiriéndose a la Inquisición española, dijo al Washington Blade: “Como católico, pediría inmediatamente un cambio en la dirección de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que cada día se parece más a la del infame Torquemada y no a la de los pastores que nos propone Francisco.”
En 2018, Juan Carlos Cruz habló con el Papa Francisco sobre su experiencia de abuso sexual infantil en la iglesia católica de Chile, y explicó que su calvario había sido desestimado por muchos obispos debido a su orientación sexual.
Según The Guardian, el Papa le dijo a Cruz: “Juan Carlos, que seas gay no importa. Dios te hizo así y te quiere así y no me importa. El Papa te quiere así. Tienes que ser feliz con lo que eres”.
Comentarios desactivados en El Papa, a Juan Carlos Cruz, víctima de Karadima: “Juan Carlos, que seas gay no importa. Dios te hizo así y te quiere así, y a mí no me importa”
Juan Carlos Cruz - Foto: Uso permitido
El problema es que, para que sea creíble esa petición de perdón, Francisco debiera eliminar los infames artículos nn 2357-2359 del Catecismo de la Iglesia Católica que rebosan homofobia, nos llaman desordenados y pretenden que Dios nos ha castigado a vivir en castidad sin derecho al amor… Mientras eso no ocurra… Parole, parole, parole
La víctima de Karadima relata su encuentro con Francisco en Santa Marta
Juan Carlos Cruz es uno de los tres denunciantes que destapan el Caso Karadima, por el que un sacerdote, Fernando Karadima, sería declarado culpable de abusos sexuales a menores de edad, que llevaría igualmente a la dimisión de 34 obispos chilenos que le habrían estado encubriendo. Si en un principio el papa Francisco le habría acusado de lanzar «infamias» contra los miembros de la iglesia, posteriormente le invita a al Vaticano para rectificar su actitud y pedirle perdón.
«Te quiero pedir perdón, a nombre del Papa y de la Iglesia por todo lo que has pasado. Te pido perdón por mí, porque fui causa de esta situación que te causó tanto dolor en estos últimos meses », asegura Cruz que le dice el Sumo Pontífice en una entrevista para El País. Cruz reveló algunos detalles sobre la conversación, que se produjo pocos días antes de la histórica renuncia del Episcopado chileno en pleno, a quienes el propio Papa había mostrado su “vergüenza” por el encubrimiento sistemático de los abusos, así como les acusa de destruir evidencias de delitos sexuales, de presionar a los abogados de la Iglesia para reducir las acusaciones y de “grave negligencia” en la protección de los menores ante los sacerdotes pedófilos.
En su conversación hablan del estado de la iglesia en Chile y de las numerosas denuncias de abusos sexuales que están saliendo en todo el mundo. Cruz le explica que a pesar de la mala experiencia, no ha perdido su fe, pero lo que más sorprende al chileno es una revelación del Papa con respecto a las personas homosexuales.
“Juan Carlos, que tú seas gay no importa. Dios te hizo así y te quiere así y a mí no me importa. El Papa te quiere así, tú tienes que estar feliz con quien tú eres“. El periodista Juan Carlos Cruz, una de las víctimas de Karadima, rompió su silencio respecto a su encuentro con el Papa Francisco en Casa Santa Marta.
En una entrevista con El País, Cruz reveló algunos detalles sobre la conversación, que se produjo pocos días antes de la histórica renuncia del Episcopado chileno en pleno, a quienes el propio Papa había mostrado su “vergüenza” por el encubrimiento sistemático de los abusos, así como les acusa de destruir evidencias de delitos sexuales, de presionar a los abogados de la Iglesia para reducir las acusaciones y de “grave negligencia” en la protección de los menores ante los sacerdotes pedófilos.
Tras relatarle los abusos, “yo lloré, y él me puso la mano en el hombro y me dijo, ‘Llora chiquillo'”, añadió Cruz, quien subrayó que el Papa le pidió ayuda para “que el Espíritu Santo me guíe para yo saber bien lo que tengo que hacer”.
Cruz sostiene que el Papa se está tomando “muy en serio” la cuestión de los abusos. “Fustiga a los obispos, creo que pedirle la renuncia a toda una conferencia episcopal es un paso enorme, no lo habíamos visto antes”.
En 2013, el papa Francisco dice aquellas palabras que algunos quieren interpretar como un cambio de postura de la Iglesia con respecto a las personas homosexuales: «Si alguien es gay y busca al Señor con buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgar?». Tres años después, a su vuelta de un viaje a Armenia, sorprende declarando que la Iglesia debe pedir perdón por la homofobia y la discriminación al decir que cree que «la Iglesia no sólo debe pedir disculpas a una persona homosexual que ha ofendido, sino que hay que pedir perdón a los pobres , a las mujeres que han sido explotadas, a los niños obligados a trabajar, pedir perdón por haber bendecido tantas armas ».
Sin embargo, todo queda en unas declaraciones, puesto que rechaza ayudar a combatir la homofobia en respuesta a una carta de los familiares de personas homosexuales de Polonia, que le envían aprovechando su visita a las Jornadas Mundiales de la Juventud en Cracovia en las que se embarca en una cruzada contra las personas transexuales:«Hoy, están enseñando esto a los niños en las escuelas —¡a los niños— que todo el mundo puede escoger su género (…). Estamos viviendo un momento de aniquilación del hombre como imagen de Dios».
Por mucho que en otra ocasión respondiera que «cuando Dios mira a una persona gay, ¿él avala la existencia de esta persona con amor, o rechazar y condenar a esta persona?», en lo que parece otra manera de aceptar a las personas homosexuales, lo cierto es que el Papa solo hace este tipo de declaraciones en privado, pero nunca de manera oficial, lo que indicaría un cambio de postura de la Iglesia con respecto a los miembros del colectivo LGBT, tal y como confirma el padreJames Martin, autor del libreoConstruyendo un puente, en el que insta a la iglesia a revisar su relación con la comunidad LGBT.
«El Papa Francisco ha repetido lo que dicen todos los biólogos y psicólogos de renombre: no eliges tu orientación sexual. Y eso es un gran consuelo para muchos católicos gays y lesbianas a quienes los sacerdotes les han dicho que han elegido su orientación y por lo tanto son culpables», explica el sacerdote jesuita, que sin embargo advierte que «basándose en las Sagradas Escrituras, que presentan los actos homosexuales como actos de depravación grave, la tradición siempre ha declarado que ‘los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados’», lo que no impide que debieran «ser aceptados con respeto, compasión y sensibilidad», enfatizando que las palabras del Papa no fueron anunciadas oficialmente, debiendo distinguirlo de lo que dice en una conversación privada. El catecismo de la Iglesia Católica afirma actualmente que la «génesis psicológica» de la homosexualidad «permanece en gran parte inexplicada».
Poco queda ya, al menos por lo que a sus declaraciones públicas se refiere, del Francisco de la primera época, aquel del “¿quién soy yo para juzgar?” y de sus gestos mediáticos de moderada apertura a las personas LGTB.
Pero también en sus discursos y declaraciones Francisco adopta un tono cada vez más abiertamente hostil hacia los derechos LGTB. En su ya famosa encíclica Laudato si’, Francisco vertía el que posiblemente ha sido el más importante ataque a las personas transexuales surgido del ámbito católico en los últimos años. Es, en concreto, en su punto 155, donde el papa aprovechaba para considerar que el respeto a la ecología incluye “la aceptación del propio cuerpo como don de Dios” y su “valoración en su femineidad o masculinidad” para “reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente”. Según aseguraba el papa, “cancelar la diferencia sexual” no es una actitud sana.
No era, de todas formas, su primer aviso de Francisco. “Pensemos en las armas nucleares, en su capacidad de aniquilar en unos pocos instantes un alto número de vidas humanas. Pensemos en la manipulación genética, en la manipulación de la vida, o en la teoría de género, que no reconocen el orden de la creación. Con esta actitud, el hombre comete un nuevo pecado contra Dios el Creador”, expresaba el papa solo unos meses antes de su encíclica.
Y como remate porque esto se alarga, tenemos que referirnos, a las palabras del papa Francisco a un grupo de obispos polacos durante su estancia en Cracovia con ocasión de las Jornadas Mundiales de la Juventud. Francisco, motu proprio y sin que nadie le preguntara por ello (respondía, en realidad, a una pregunta sobre la crisis de los refugiados), aseguró entonces que vivimos un momento de “aniquilación del hombre como imagen de Dios”, momento que relacionó con el hecho de que a los niños “se les enseñara en las escuelas” que cada uno puede “elegir su sexo”.
“Detrás de esto hay ideologías. En Europa, América, América Latina, África, en algunos países de Asia, hay verdaderas colonizaciones ideológicas. Y una de estas —lo digo claramente con «nombre y apellido»— es el gender. Hoy a los niños —a los niños— en la escuela se enseña esto: que cada uno puede elegir el sexo. ¿Por qué enseñan esto? Porque los libros son los de las personas y de las instituciones que dan el dinero. Son las colonizaciones ideológicas, sostenidas también por países muy influyentes. Y esto es terrible. Hablando con Papa Benedicto, que está bien y tiene un pensamiento claro, me decía: «Santidad, esta es la época del pecado contra Dios creador». Es inteligente. Dios ha creado al hombre y a la mujer; Dios ha creado al mundo así, así, y nosotros estamos haciendo lo contrario. Dios nos dio un estado «inculto» para que nosotros lo transformáramos en cultura; y después, con esta cultura, hacemos cosas que nos devuelven al estado «inculto». Lo que ha dicho el Papa Benedicto tenemos que pensarlo: «Es la época del pecado contra Dios creador». Esto nos ayudará”, aseguró entonces Francisco.
Dos meses después, lanzó unas nuevas declaraciones apocalípticas contra el matrimonio igualitario y los derechos LGTB. En el segundo día de su visita a la República de Georgia, el argentino ha denunciado una supuesta “guerra mundial para destruir al matrimonio” de la mano de la “teoría de género”. “Hoy no se destruye con armas, se destruye con ideas. Es la colonización ideológica la que destruye”, aseguró.
Fue en un encuentro con religiosos y agentes pastorales laicos, todos ellos católicos, que tuvo lugar en la Catedral de la Asunción de la Virgen de Tiflis, sede de la administración apostólica latina del Cáucaso. Una mujer, de nombre Irina, acompañada de su marido, le comentó al papa que las familias georgianas se enfrentan a los desafíos de “la globalización, que no tiene en cuenta los valores locales, nuevas visiones de la sexualidad como la teoría de género y la marginalización de la visión cristiana de la vida”. La mujer que hizo la pregunta y su marido actúan, según recoge The Catholic Herald, como consejeros para otras familias y les enseñan “planificación familiar natural”.
El papa Francisco le dio la razón. “Ha mencionado un gran enemigo del matrimonio, la teoría de género”, le respondió. Conviene recordar, en este punto, que “teoría de género” o “ideología de género” es el término que el ámbito más conservador utiliza para denigrar a buena parte de las reivindicaciones del colectivo LGTB (muy especialmente la lucha en favor de los derechos trans) y feministas. Sin profundizar demasiado, el papa añadió que hoy “existe una guerra global para acabar con el matrimonio”. “Hoy no se destruye con armas, se destruye con ideas. Es la colonización ideológica la que destruye”.
Sobre esa colonización ideológica a la que ya hizo referencia en su viaje Filipinas, el Papa Francisco se explayó: “A veces, algunos países ricos prometen ayudas económicas y como contraprestación intentan que los países intervenidos adopten políticas sociales como el matrimonio gay” En el mismo acto, Francisco también tuvo palabras críticas contra el divorcio.“El matrimonio es la cosa más preciosa que ha creado Dios. En el matrimonio, el hombre y la mujer se convierten en una sola carne, la imagen de Dios. Cuando uno se divorcia, está mancillando la imagen de Dios”, aseguró, entre otras declaraciones muy duras hacia los matrimonios que se divorcian. El papa también defendió el acercamiento a la Iglesia ortodoxa georgiana, abrumadoramente mayoritaria en el país.
Claro que es cuando echamos la vista aún más atrás y nos remontamos a la época en que Jorge Bergoglio era arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado de la iglesia católica argentina cuando el tono apocalíptico del que es ahora papa aparece en todo su esplendor: “No se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios. No se trata de un mero proyecto legislativo sino de una movida del Padre de la Mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios”. Así se expresaba en el verano de 2010 Bergoglio, en plena discusión sobre el proyecto de ley de matrimonio igualitario en su país… Y este Bergoglio que llegó a calificar al matrimonio igualitario, que entonces se discutía en Argentina, como “pretensión destructiva al plan de Dios” movida por el mismo demonio, sin movérsele el solideo, aseguraba después, siendo ya papa, que ”no es necesario estar hablando sin cesar” del tema. De la misma forma, pocas semanas después de recibir en el Vaticano a un católico transexual español, se conocían los detalles de una entrevista en la que el papa comparaba la “teoría de género”con las armas nucleares.
La obsesión de la Iglesia católica con la transexualidad
Las opiniones de Francisco, conviene aclarar, no son nuevas. Y es que el argentino, a diferencia de sus predecesores, para haber escogido a las personas transgénero como objeto primordial de sus ataques en materia LGTB. En su ya famosa encíclica Laudato si’, Francisco vertió el que posiblemente ha sido el más importante ataque a las personas transexuales surgido del ámbito católico en los últimos años. La encíclica sobre el medio ambiente, que tantas alabanzas ha recibido incluso desde círculos progresistas, contiene un claro mensaje tránsfobo. Es, en concreto, en el punto 155 de la encíclica, donde el papa aprovechaba para considerar que el respeto a la ecología incluye “la aceptación del propio cuerpo como don de Dios” y su “valoración en su femineidad o masculinidad” para “reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente”. Según aseguraba el papa, “cancelar la diferencia sexual” no es una actitud sana.
No era, de todas formas, el primer aviso de Francisco. “Pensemos en las armas nucleares, en su capacidad de aniquilar en unos pocos instantes un alto número de vidas humanas. Pensemos en la manipulación genética, en la manipulación de la vida, o en la teoría de género, que no reconocen el orden de la creación. Con esta actitud, el hombre comete un nuevo pecado contra Dios el Creador”, expresaba el papa solo unos meses antes de su encíclica.
Opiniones estas que han servido para rearmar al sector más conservador de la Iglesia católica, que en los últimos tiempos parece haber redirigido específicamente sus cañones hacia las personas transgénero. Es el caso, por mencionar un ejemplo reciente, de los tres obispos madrileños que utilizaron las palabras de Francisco para cargar contra la Asamblea de Madrid por aprobar una avanzada ley integral de transexualidad.
Para Cristina Traina, profesora de Estudios Religiosos en la prestigiosa Northwestern University (Illinois, Estados Unidos), la diferente sensibilidad que Francisco está demostrando hacia las personas homosexuales, hacia las que se muestra compresivo en las formas (aunque no en lo doctrinal) en comparación con sus palabras despectivas hacia la realidad trans puede deberse a su herencia cultural. Según Traina, el papa “tiene un entendimiento del género muy latinoamericano, como binario y natural”.
No sabemos si es así, pero lo cierto es que pese a algún gesto hacia personas concretas, como Diego Neria, el hombre transexual español al que Francisco recibió privadamente en 2015 (sin que trascendiera declaración alguna) tras conseguir este hacerle llegar una carta, el papa que tantos gestos está mostrando en otros aspectos se muestra especialmente falto de la más mínima empatía hacia el grupo más vulnerable del colectivo LGTB. Lo que fue considerado como“un nuevo gesto” hacia el colectivo LGBT, parece ahora estar arrepentido, a juzgar por las fuertes declaraciones realizadas.
Además, cartas como las publicadas por algunos obispos o las últimas negativas a permitir que personas transexuales puedan ser padrinos o madrinas en los bautizos de sus propios familiares refuerzan la idea a la que ya hemos hecho mención en anteriores entradas: a la enfermiza fijación contra las relaciones entre personas del mismo sexo, la jerarquía católica añade ahora la condena a las personas trans, tradicionalmente ignoradas por la institución. El propio obispo de Alcalá de Henares no ha dudado en incluirlas en sus diversas diatribas, como la que lanzó en diciembre de 2014, cuando incluyó a la “despatologización de la así llamada transexualidad” en la lista de supuestos objetivos de una perversa agenda LGTB.
Otro ejemplo es el del obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, que en enero de 2013 difundía su mensaje tránsfobo en una carta pastoral en la que criticaba la “ideología de género”que “sitúa al hombre por encima de Dios”. “La ideología de género es una filosofía, según la cual el sexo ya no es un dato originario de la naturaleza, que el hombre debe aceptar y llenar personalmente de sentido, sino un papel social del que se decide autónomamente”, añadía. “Ya no valdrían las ecografías que detectan el sexo de la persona antes de nacer. Esperamos un bebé. ¿Es niño o niña? La ecografía nos dice claramente que es niña. No. Lo que vale es lo que el sujeto decida. Si quiere ser varón, puede serlo, aunque haya nacido mujer. Y si quiere ser mujer puede serlo, aunque haya nacido varón. No se nace, se hace. Al servicio de esta ideología existen una serie de programas formativos, médicos, escolares, etc. que tratan de hacer ‘tragar’ esta ideología a todo el mundo, haciendo un daño tremendo en la conciencia de los niños, adolescentes y jóvenes”, aseguraba entonces el obispo de Córdoba.
Comentarios desactivados en Pederastia (y encubrimiento) en la Iglesia católica: Wojtyla, Ratzinger… ¿quién está libre de pecado?
¿Podría condenar un Papa a otro por su inacción ante los abusos?
Las acusaciones contra el Papa emérito destapan las dinámicas de ocultamiento de los abusos sexuales desde tiempos de Juan Pablo II y su política de protección de depredadores como Maciel, McCarrick o Figari, o encubridores como el cardenal de Boston, Bernard Law, o el mismísimo Benedicto XVI
Francisco está decidido a acabar con el flagelo de la pederastia, pero la dinámica del encubrimiento parece mucho más difícil de erradicar en una institución acostumbrada a lavar los trapos sucios en casa, y a acusar a las víctimas, y a los medios que destapan el horror de los abusos, de “falta de prudencia”
“El mayor problema de la Iglesia en este tema es… que no se libra nadie. Nadie”. Con la voz temblorosa, un funcionario vaticano admite a RD que el informe elaborado por un equipo independiente de abogados y que ha destapado la implicación del Papa emérito, Benedicto XVI, en el encubrimiento de al menos cuatro casos de abusos sexuales a menores, no ha sido recibido con sorpresa en los muros de la Santa Sede.
Y es que el “largo camino hacia el abismo”, como ha definido la Iglesia alemana los resultados del informe –uno más, frente a la enésima negativa del episcopado español– que destapa medio millar de casos de abusos en las últimas décadas en la diócesis que dirigió Joseph Ratzinger antes de ser nombrado prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, es “una nueva muestra de que prácticamente todos los obispos que tuvieron responsabilidades pastorales hasta hace una década, de uno u otro modo, no hicieron lo suficiente para amparar a las víctimas“, y sí para proteger al sacerdote o religioso implicado.
El ‘apóstol de la juventud’ que resultó un depredador
Juan Pablo II bendiciendo al siniestro depredador sexual Marcial Maciel
¿Nadie está libre de pecado? Muy pocos, sostienen fuentes vaticanas, que subrayan que el problema no viene tanto de la pederastia en sí, cuanto de la dinámica de encubrimiento que se suscitó en la institución durante décadas, y que tuvo en Juan Pablo II a su máximo exponente. Un Wojtyla que, durante años, no hizo caso a las denuncias de abusos contra algunos de los líderes de la restauración conservadora tras la apertura del Concilio Vaticano II y que amparó a pederastas tan famosos como el fundador de la Legión de Cristo, Marcial Maciel, al que llegó a llamar “apóstol de la juventud”.
Y es que, pese a que las acusaciones en su contra llegaron a Roma ya en 1988 (anteriormente, en 1954, siendo Papa Pío XII, ya habían aparecido denuncias, que finalmente cayeron en el olvido), Juan Pablo II no quiso abrir expediente alguno contra Maciel. Hoy, ambos han fallecido: el fundador de la Legión, como el mayor depredador de menores de la historia reciente de la Iglesia; el Papa polaco, como santo universal.
El caso de Maciel no fue el único. El líder del Sodalicio, Luis Figari, también campó a sus anchas durante años, como lo hizo Theodore McCarrick, uno de los cardenales más poderosos de Estados Unidos y al que Francisco arrebató la púrpura y hoy está siendo juzgado por tribunales norteamericanos.
Los Legionarios de Cristo tardaron más de tres décadas en reconocer los abusos de su fundador, protegido como en el caso de McCarrick por Juan Pablo II y su fiel secretario Estanislao Dzwisz, que hace pocos meses fue absuelto en una investigación sobre abusos en Polonia que amenazaba con implicar al propio Papa polaco.
La contrapartida, en ambos casos, era evidente: una fuerte financiación proveniente de México y Estados Unidos, y nuevas vocaciones sacerdotales para el proyecto de involución en la Iglesia católica. Roma cumplió, ninguno pisó la cárcel.
El cardenal Law, refugiado en el Vaticano
Otros casos, como el de Fernando Karadima, uno de los formadores de buena parte del episcopado chileno, y abusador impune durante años, terminaron por juzgarse. La mayoría no corrieron con tanta suerte. Cuando en 2002 estalló el escándalo por la investigación del Boston Globe, que reveló miles de casos de pederastia y que llevó a la bancarrota a media iglesia católica de Estados Unidos, el cardenal de Boston, Bernard Law, dimitió de su cargo pero, en lugar de afrontar sus responsabilidades, viajó a Roma… y nunca regresó. La Santa Sede, primero con Juan Pablo II y después con Benedicto XVI, denegó las peticiones de extradición de la justicia norteamericana, y acabó muriendo entre los muros vaticanos.
De hecho, Law vivió a sus anchas hasta que el 14 de marzo de 2013, al día siguiente de ser elegido Papa, Francisco se lo encontró en la basílica de Santa María la Mayor, adonde había acudido a rendir pleitesía a la patrona de Roma. El cardenal tenía allí su residencia desde que Juan Pablo II lo nombrara, en 2004, arcipreste de uno de los templos más importantes (y más ricos) de la Ciudad Eterna. Al ver al cardenal Law, a Bergoglio se le desencajó la cara y se alejó inmediatamente de él. “No quiero que siga frecuentando esta Basílica”, le espetó el argentino.
Fuentes vaticanas defienden que Francisco está decidido a acabar con el flagelo de la pederastia, pero la dinámica del encubrimiento parece mucho más difícil de erradicar en una institución acostumbrada a lavar los trapos sucios en casa, y a acusar a las víctimas, y a los medios que destapan el horror de los abusos, de “falta de prudencia”. No es una cosa del pasado, sino una afirmación del cardenal de Valencia, Antonio Cañizares, el viernes pasado, a cuenta del informe entregado por El País al Papa y al cardenal Omella.
¿Un Papa condenaría a otro Papa?
Con todo, nunca hasta la fecha una acusación, con pruebas, había llegado tan lejos. Ni más ni menos que contra Joseph Ratzinger, quien fuera Papa de 2005 hasta su renuncia, en 2013. Un Benedicto XVI que sí comenzó a investigar los abusos de Maciel, que abrió la puerta a los cambios en la legislación que Francisco está intentando culminar, pero que no supo, o no quiso, actuar con la dureza con la que ahora (por convicción o por la fuerza de los hechos) está haciéndolo el pontífice argentino.
La razón, tal vez, pudiera estar en lo ocurrido entre 1977 y 1982, cuando Ratzinger ejerció como arzobispo de Múnich. Según la investigación independiente, el hoy emérito sabía de la existencia de casos de abusos sexuales a jóvenes y menores cometidos por miembros de la Iglesia católica alemana cuando sucedían y tuvo, en al menos cuatro de ellos, una conducta reprochable. Entre ellos, el caso del sacerdote Peter H., quien en 1980 fue trasladado del obispado de Essen al de Múnich tras haber sido acusado de pedófilo y que en su nuevo destino siguió cometiendo abusos.
Aunque el secretario de Ratzinger ha negado las acusaciones, y el Papa emérito ha entregado una respuesta de 82 folios a los investigadores, éstos no dan credibilidad a la versión de Benedicto XVI. El Vaticano, que ha mostrado su “vergüenza” ante los datos presentados, se ha comprometido a dar una respuesta una vez lea el documento. Pero la siguiente pregunta se antoja imposible de responder: ¿qué hará Francisco si se demuestra, como parece, que su antecesor encubrió a curas pederastas?
¿Se atreverá Bergoglio a condenar al Papa emérito? Una decisión así, apuntan en la Curia vaticana, sería muy difícil de tomar, pues pondría en cuestión la infalibilidad papal. “Y, sobre todo, porque parte de la Iglesia no entendería que un Papa condenara a otro”, nos cuentan. Y añaden: “Si de verdad nadie se libra… ¿alguien podría sacar algún dossier similar sobre Bergoglio?”. La pregunta, otra vez, se queda sin respuesta
Comentarios desactivados en Jesús Martínez Gordo: “No me sorprende que monseñor Munilla haya propuesto crear ‘una cadena de oración y ayuno'”
¿Prohibido bendecir uniones homosexuales?
“Puede que no esté de más indicar que una Exhortación Apostólica Postsinodal es algo así como una Ley orgánica en comparación con una orden ministerial que es lo que, en el mejor de los casos, vendría a ser dicha Aclaración del cardenal Ladaria”
“No me extraña que unos cuantos cientos de sacerdotes en Alemania, así como también en Austria y Suiza, hayan acordado bendecir el 10 de mayo, desafiando la Aclaración vaticana, ‘las uniones de personas que se aman’, más allá de que sean parejas lesbianas, gays, bisexuales o transexuales”
“No me sorprende que, entre nosotros, en el País Vasco, el obispo de San Sebastián, mons. Munilla, haya propuesto crear ‘una cadena de oración y ayuno en favor de la unidad de la Iglesia en Alemania’ y de su comunión con el magisterio eclesial”
La Iglesia no tiene “el poder para impartir la bendición a uniones de personas del mismo sexo” porque “no bendice ni puede bendecir el pecado”. Es lo que sostuvo, a mediados del pasado mes de marzo, el cardenal español Luis F. Ladaria, presidente de la Congregación para la doctrina de la fe, en una Aclaración (“Responsum”) cuya publicación contó con el “asentimiento” del Papa.
Pero, como también es sabido, Francisco manifestó en el año 2018 a Juan Carlos Cruz -periodista, víctima del sacerdote chileno Fernando Karadima y nombrado, recientemente, miembro de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores- que no creía relevante que fuera gay: “Dios te hizo así y te quiere así y a mí no me importa. El Papa te quiere así, tú tienes que estar feliz con quien tú eres”.
E igualmente es conocido que en la Exhortación Apostólica Postsinodal “Amoris Laetitia” sostuvo -tras descalificar toda estigmatización a los homosexuales- que “se nos impide juzgar con dureza a quienes viven en condiciones de mucha fragilidad” y no prestar la debida atención o despreciar las semillas de verdad y bondad que se trasparentan en toda relación.
Quizá, por ello, puede que no esté de más indicar que una Exhortación Apostólica Postsinodal es algo así como una Ley orgánica en comparación con una orden ministerial que es lo que, en el mejor de los casos, vendría a ser dicha Aclaración del cardenal Ladaria. Me parece oportuno recordarlo, en particular, a quienes intentan resolver un problema de índole pastoral con argumentos exclusivamente jurídicos y autoritativos. Pues bien, entiendo que tampoco encuentran en ese campo el suelo firme que creen descubrir en esta Aclaración del Dicasterio, no de Francisco, aunque haya autorizado su publicación, como -por otra parte- es preceptivo para todos los organismos de la Curia.
Las reacciones no se han hecho esperar: frente a las eufóricas de los partidarios de las “verdades innegociables” -en las que tan a gusto se encuentran los fans de los dos papas inmediatamente anteriores-, han respondido muchas parroquias austriacas izando en el exterior de sus locales la bandera del arco iris en solidaridad con la comunidad LGBT + y en protesta por lo que entienden que es una “posición obsoleta”.
El mismo cardenal arzobispo de Viena ha manifestado “no estar contento” con dicha Aclaración. El año 2015, con ocasión del segundo de los Sínodos en los que se abordó esta cuestión, ya había defendido -junto a otros obispos- la existencia de “elementos positivos” en uniones fuera del matrimonio canónico. Por eso, vino a sostener, la Iglesia tenía que dejar de ser una avinagrada instancia en nombre de una verdad inmutable y disponerse a favorecer el “bien posible” que funda y se transparenta en toda relación humana (incluida la homosexual). Y, alentando tal “bien posible”, proyectarlo hacia el futuro.
Creo que éste es el punto más importante de diferencia entre el pontificado de Francisco y los de Juan Pablo II y Benedicto XVI, magníficamente presentado por el mismo cardenal Schönborn en una entrevista publicada ese año en La Civiltà Cattolica, la revista oficiosa del Vaticano.
En aquella ocasión, el cardenal de Viena se presentó como una persona que había padecido el divorcio de sus padres y de sus abuelos y que había vivido como pocos qué era formar parte de una familia patchwork (retazo, parche, mosaico), una situación, confesó, que iba camino de convertirse desgraciadamente en algo habitual en tantas personas de nuestros días. Quizá por ello, abundó en su testimonio, también se le había presentado la oportunidad de reconocer, tal y como hacía Jesús de Nazaret, elementos de verdad y santidad incluso en situaciones que, al decir de los partidarios de las llamadas “verdades innegociables” eran intrínsecamente inmorales.
Es lo que le transmitió a su entrevistador cuando le contó cómo estudiando en París (Le Saulchoir) solía pasar bajo el Sena, camino del convento de Evry. Allí, en uno de los puentes, vivía una pareja de mendigos formada por una mujer que había sido prostituta y un varón cuyo pasado desconocía. No estaban casados y no frecuentaban la iglesia. Pero cada vez que pasaba por allí, confesó el cardenal Ch. Schönborn, y los veía tratarse con cariño y ternura, no podía evitar decirse: «¡Dios mío, caminan juntos en medio de una vida que les está siendo particularmente dura y difícil! ¡Y se ayudan el uno al otro!». «¡Qué grande y bello es que estos dos pobres se socorran entre tanta desolación!». Dios estaba presente allí, en medio de ellos. Y se transparentaba en esos gestos de cariño y de ternura. Y en el apoyo que se prestaban.
Esta doble referencia a su recorrido existencial como miembro de una familia patchwork y a la belleza y al amor que emergían en medio del claroscuro de la vida, en el caso de los mendigos de París, le llevaba a resaltar tres de los puntos que entendía más determinantes en el cambio de época que se había iniciado con el pontificado de Francisco: el primero, referido al paso de una mirada excluyente –frecuentemente anclada en los libros y en las “verdades innegociables”– a otra inclusiva y fundada en la figura del Buen Pastor; el segundo, ocupado en mostrar la raíz tradicional de dicha mirada y, el tercero y último, centrado en resaltar la importancia de acoger, acompañar, discernir e integrar antes que condenar.
No me extraña que unos cuantos cientos de sacerdotes en Alemania, así como también en Austria y Suiza, hayan acordado bendecir el 10 de mayo, desafiando la Aclaración vaticana, “las uniones de personas que se aman”, más allá de que sean parejas lesbianas, gays, bisexuales o transexuales. Tampoco me extraña que se incremente el número de obispos contrarios a sancionar a quienes se sumen a esta campaña ni que haya jóvenes que, como ha sucedido en Amberes, se hayan desafiliado de la Iglesia católica solicitando la cancelación de sus registros bautismales.
Y, la verdad, no me sorprende que, entre nosotros, en el País Vasco, el obispo de San Sebastián, mons. Munilla, haya propuesto crear “una cadena de oración y ayuno en favor de la unidad de la Iglesia en Alemania” y de su comunión con el magisterio eclesial. Supongo que más preocupado por dicha unidad que por un posible y deseable cambio en el Catecismo que deje en el baúl de los recuerdos la tesis según la cual la orientación hacia personas del mismo sexo “es objetivamente desordenada”.
¿No es más conforme con el Evangelio y la razón en libertad, me pregunto, reconocer que la orientación hacia personas del mismo sexo “está ordenada de manera diferente”? Espero que, no tardando mucho, sea posible leer esto, o algo parecido, en dicho Catecismo. Ya ha pasado antes de ahora con la pena de muerte y la llamada guerra justa. ¿Por qué no con las uniones homosexuales?
Comentarios desactivados en Violaciones grupales y abortos forzados: los horribles abusos que perpetró el cura Renato Poblete
El jesuita chileno “me obligó a abortar tres veces”, denuncia Marcela Aranda
“Me llevaba donde otros hombres, con los rostros cubiertos, para que me violaran y me golpearan por turnos, mientras él miraba”, denuncia la ingeniera y teóloga
“Fueron ocho años de martirio. Me fue despedazando palmo a palmo hasta que no quedara nada en mi”
Las víctimas de Karadima la elogian: “Qué mujer más impresionante y con un alma enorme”
Marcela Aranda, denunciante del sacerdote Renato Poblete -expárroco del Hogar de Cristo- realizó, en una entrevista con AhoraNoticias, un descarnado relato de los abusos que cometió en su contra el fallecido sacerdote.
La mujer, ingeniera mecánica y teóloga, contó que “él comenzó a abusarme sexualmente con mucha violencia. Me llevaba donde otros hombres, con los rostros cubiertos, para que me violaran y me golpearan por turnos, mientras él miraba”. Todo ocurrió en la década del 80 y terminaron en los años 90.
Luego indicó que “fue un periodo de ocho años de abuso. Es un abuso de conciencia, poder y sexuales”. Manifiesta que decidió hablar porque “contando algo de mi historia puedo ayudar a muchas personas a salir de su dolor”.
La mujer, que en ese entonces tenía 19 años, agrega que “lo que más me hace sufrir es que él me obligó a abortar, y no solo una vez, tres veces”, agregó.
Detalla que los abusos de Poblete fueron en las oficinas del Hogar de Cristo, en su casa y en distintos lugares. “Fueron ocho años de martirio. Me fue despedazando palmo a palmo hasta que no quedara nada en mi”, confidencia.
Asegura que el religioso se aprovechó de la fragilidad de su entorno familiar en el tiempo que ingresaba a la universidad. “Seré tu padre de ahora en adelante y yo te voy a cuidar”, afirma que le dijo el cura.“Nunca imaginé que una bestia como Poblete podría transformarlo en un abuso”.
Más adelante indica que contó su situación al padre Juan Ochagavía, ex Provincial de los Jesuitas. Con él que conversó en varias ocasiones. “Le conté lo que me estaba pasando, le presenté un escrito y no recibí ninguna respuesta, mientras los abusos se seguían repitiendo”.
Dice que después terminaron los abusos porque el padre Poblete se entusiasmó con otra niña. “Yo he pensado mucho en esa chica”, expresa con pena.
Tras dos intentos de suicidio, amigos y cercanos la ayudaron a salir adelante. Junto con precisar que sigue siendo católica, cuenta que ahora disfruta de su hija. “Ella me ha hecho vivir, mi hija le dio sentido a mi vida”.
Al conocer las denuncias la Compañía de Jesús inició una investigación canónica, la que ya acumula diez denuncias de abusos sexuales contra el expárroco del Hogar de Cristo, fallecido en 2010.
Ahora en @ahoranoticiasAN en Mega el terrible y crudo testimonio de la valiente Marcela Aranda sobre los abusos de Renato Poblete. Todo mi cariño, respeto y apoyo a Marcela. pic.twitter.com/ZJPKCqaUlq
Por su parte, Juan Carlos Cruz, José Andrés Murillo y James Hamilton, víctimas del cura pederasta Fernando Karadima y ahora conocidos activistas anti-pedofilia, mostraron en las redes todo su “cariño, respeto y apoyo” a Marcela Aranda tras su desgarrador testimonio.
“Estoy descompuesto con el relato de la valiente Marcela Aranda. Cuánto dolor y cuánta valentía. Qué mujer más impresionante y con un alma enorme. Miserable Poblete y todos los que lo encubren”, tuiteó Cruz.
“Cuando uno piensa que te has puesto más resistente, oyes a sobrevivientes y sufres con sus relatos”, agregó. “Oyes el de la gran Marcela Aranda y te descompone. Poblete acompañó a mi papá mientras moría a los 39 años, amigo de mi familia. Se merece el infierno por todo el mal que ha causado“.
“Yo te creo y admiro tu valentía, Marcela Aranda”, tuiteó por su parte Murillo, tachando a Poblete de “abusador asesino de cuerpos y de almas”. Sentimientos a los que se sumó Hamilton, elogiando la “dignidad, coraje [y] ejemplo” de Aranda a la vez que denunció a la “basura” de Poblete.
“Qué valor de mujer, ¡solo gracias totales!”, finalizó Hamilton.
Para los clérigos y fieles que abusan de menores, no basta con apartarles de la vista pública, obligarles a observar una vida de penitencia ni incluso en su caso “reducirles” al estado laical. Hay que excomulgarles. Esa es la opinión del obispo de Ayaviri (Perú), Kay Schmalhausen, quien ha sostenido que ante los “escándalos enormes” de abusos “que degradan el rostro de Cristo y su Iglesia”, y el “daño irreparable que han sufrido tantas víctimas”, “es nuestro deber repensar la aplicación de medidas penales más proporcionales y justas”para fieles y clérigos pederastas y encubridores.
“¿Qué se ha hecho hasta aquí con los perpetradores de tales crímenes? ¿Cómo se está reparando el daño a las víctimas, junto con el escándalo a los fieles de la Iglesia y en los ojos del mundo? ¿Hay incluso un mínimo de proporcionalidad y justicia en las medidas implementadas hasta aquí?” se preguntó Schmalhausen en una entrevista con Crux.
“Claramente la respuesta hoy parece ser que no”, admitió el prelado, obispo de Ayaviri desde 2006. “El resultado es la indignación de muchos católicos y no católicos”, continuó, apuntando que “frente a estos nuevos problemas” de abusos destapados en la Iglesia, “nuestra ley criminal no ha sido, ni es actualmente, lista para actuar”.
Maciel, Figari, Karadima, McCarrick… nunca han pedido perdón
Como ejemplos de castigos que no han llegado lo suficientemente lejos, Schmalhausen citó al fundador pederasta de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, quien fue apartado del ministerio activo en 2006 por Benedicto XVI pero nunca laicizado. El prelado también mencionó el caso de Luis Figari, tema que le ha afectado personalmente por haber sido miembro del Sodalicio que Figari fundó y del que Figari aún forma parte, pese a sanciones por abusos tanto de la justicia civil como de la canónica. Y los casos de los pederastas chileno y estadounidense Fernando Karadima y Theodore McCarrick, que aunque han sido retirados ambos del sacerdocio, según el obispo Schmalhausen deben ser castigados más.
De estos cuatro hombres “nunca hemos tenido ningún manifiesto público de arrepentimiento ni ninguna petición de perdón; solo el silencio y su desaparición de la escena pública”, lamentó Schmalhausen, añadiendo que los fieles católicos y las víctimas “merecen algo más como medida de reparación”.
Es más, la laicización de Karadima y McCarrick “tampoco parece reparar nada”, ya que hay curas que piden volver al estado laical “como gracia, no como sanción”. “El sentido común advierte de que hay algo que no cuadra”, reconoció el prelado, especialmente si estos pederastas pueden seguir disfrutando de los beneficios materiales y espirituales de la Iglesia, e incluso se les permite en cierta medida el “ritmo natural de vida” de otros ancianos de su misma edad.
“Itinerario penitencial necesario”
Es aquí donde entra el “remedio sano”de la excomunión para los curas pederastas, según Schmalhausen, al estilo de Pablo en el capítulo cinco de su primera carta a los corintios. Aunque reconoció que aunque el repudio también probablemente sea una medida “insuficiente”, al menos requeriría una muestra pública de arrepentimiento y una petición pública de perdón como parte de un “itinerario penitencial necesario” hacia volver al seno de la Iglesia.
Y para los obispos encubridores, más de esta misma medicina, sugirió el obispo de Ayaviri. Como mínimo, las mismas sanciones que actualmente se aplican a los curas perpetradores: retirada del ministerio activo y la entrega de pruebas a la justicia criminal.
La Iglesia, ¿capaz de reparar el daño causado por los abusos?
“Plantear este asunto, entiendo, es muy doloroso y quizás puede crear reacciones adversas”, valoró el prelado. “Pero los interrogantes siempre estarán allí: ¿A qué llamamos justicia, y cómo encontramos una proporcionalidad justa entre ofensas y sanciones: qué significa reparación?”, preguntó.
Sea cómo fuere, para el obispo de Ayaviri hay un peligro real y “preocupante” por el que urgen reformas de este estilo: “Que estemos enviando a nuestros fieles el mensaje equivocado: que nuestra Iglesia no es capaz de hacer justicia ni de reparar el daño causado“, lamentó.
Comentarios desactivados en El Papa expulsa al Cardenal Arzobispo de Santiago de Chile Ricardo Ezzati después de que la Justicia chilena anuncie que lo procesará por encubrimiento
Nombra administrador apostólico al capuchino español Celestino Aós, capuchino, nacido en España hace 73 años, psicólogo y con vasta experiencia en justicia eclesiástica
El Papa acepta su renuncia después de entregar a la Fiscalía chilena doscientos folios con investigaciones sobre abusos en distintas diócesis
Se acabaron los días de vino y rosas del cardenal Ezzati. El hasta este mediodía arzobispo de Santiago, acusado por las víctimas de abusos de encubridor y procesado por la Justicia chilena, ha visto cómo el Papa Francisco aceptaba su renuncia, y nombraba administrador apostólico al obispo de Copiapó, el franciscano español Celestino Aós Braco. Uno de los pocos prelados del país que no se ha visto salpicado por el escándalo de los abusos a menores.
La renuncia de Ezzati coincide en el tiempo con el envío, por parte de la Santa Sede, de doscientos folios de documentación, solicitada por la Fiscalía chilena a través de la Cancillería, relativos a las investigaciones en curso y que afectan a varias diócesis del país.
De acuerdo al catastro que mantiene el Ministerio Público sobre delitos sexuales contra niños, niñas, adolescentes y adultos, cometidos por clérigos y laicos relacionados con la Iglesia Católica, en la actualidad existen 158 casos vigentes, los que involucran a 219 personas investigadas y a 241 víctimas, de las cuales 123 eran menores de edad al momento de cometerse los hechos.
El Papa acepta renuncia del cardenal Ezzati y nombra a obispo Celestino Aós como administrador apostólico sede vacante de Santiago de Chile. Aós, hasta ahora obispo de Copiapó, es capuchino, nacido en España hace 73 años, psicólogo y con vasta experiencia en justicia eclesiástica pic.twitter.com/KELyybFmry
La marcha del cardenal Ezzati, un secreto a voces, era pedida con insistencia por las víctimas como Juan Carlos Cruz, que trabaja insistentemente para que el purpurado acabe en la cárcel. Para los abusados por el cura Fernando Karadima, los cardenales Ezzati y Errázuriz fueron claves para que no se frenaran ni se investigaran los abusos.
La marcha de Ezzati se suma al nombramiento de Celestino Aós como administrador apostólico sede vacante de Santiago de Chile. Aós, hasta ahora obispo de Copiapó, es capuchino, nacido en España hace 73 años, psicólogo y con vasta experiencia en justicia eclesiástica.
Un sacerdote del Opus Dei, una de las congregaciones más conservadoras de la Iglesia Católica, fue acusado en Chile del presunto abuso de dos menores de edad hace dos décadas, según informó el viernes un comunicado de esta prelatura.
El sacerdote Patricio Astorquiza de 82 años, ordenado en 1962, fue denunciado ante su congregación “sobre hechos ocurridos hace aproximadamente veinte años cuando los denunciantes eran menores de edad”, indicó la nota.
Las denuncias“se refieren a un acoso persistente en el tiempo y a un abuso de conciencia, ambas con posible connotación sexual”, agregó el comunicado.
El Opus Dei inició en octubre pasado las investigaciones y las declaraciones de los denunciantes fueron remitidas a la Congregación para la Doctrina de la Fe, institución del Vaticano que investigó anteriores acusaciones de abusos contra curas.
“Desde octubre pasado, y mientras dure la investigación, se decretó como medida cautelar que el Padre Astorquiza no ejerza públicamente el ministerio sacerdotal”, sostuvo el Opus Dei.
Astorquiza es el primer sacerdote del Opus Dei que es denunciado en Chile. Centenares de miembros de otras congregaciones chilenas han sido acusados por pederastia y altos representantes del clero fueron señalados como encubridores de esas atrocidades, y que son investigadas por el Vaticano.
El Ministerio Público chileno tiene abiertas cerca de 150 causas por las denuncias en contra de sacerdotes y obispos que se transformaron en un duro golpe para la Iglesia Católica del país.
El papa Francisco, en su cruzada por cumplir su promesa de “tolerancia cero” ante crímenes sexuales, aceptó durante el año pasado la renuncia de siete obispos chilenos, expulsó del sacerdocio a otros dos obispos eméritos y a los poderosos sacerdotes Fernando Karadima y Cristián Precht.
Comentarios desactivados en Detienen a Óscar Muñoz Toledo, excanciller del arzobispado de Santiago por siete casos de abusos a menores
Juan Carlos Cruz califica el arresto como “otra vergüenza más” en la crisis que asola a la Iglesia chilena
“Precisamente, Oscar Muñoz, asesor directo del cardenal Ezzati, era el encargado de recibir las denuncias sobre casos de abusos sexuales en el arzobispado de Santiago”
(C. Doody/Efe).- Otro capítulo más de la historia de horrores que son los abusos en la Iglesia chilena. Óscar Muñoz Toledo, excanciller del arzobispado de Santiago y uno de los colaboradores más cercanos del cardenal Ricardo Ezzati, han sido detenido acusado de siete casos de abuso sexual contra menores y estupro.
Hechos que el defensor de las víctimas Juan Carlos Cruz ha calificado como “otra vergüenza más”, y frente a los cuales el propio Ezzati ha expresado un “dolor muy grande”,“un pensamiento muy cercano y cordial a las víctimas” y el “deseo de que la justicia tenga la última voz”.
La detención del sacerdote Muñoz, de 56 años, fue ordenada por el fiscal regional de O’Higgins (centro del país), Emiliano Arias, y practicada por los Carabineros en la capital chilena.
Muñoz se había denunciado a sí mismo por abusos ante la Oficina Pastoral de Denuncias y fue separado de su cargo el pasado enero, dos semanas antes de la visita a Chile del Papa Francisco.
En mayo, la Fiscalía abrió una investigación en su contra, tras darse a conocer los hechos que habrían afectado a cuatro menores, pero a la fecha actual los casos se elevan a siete. Los hechos ocurrieron presuntamente entre 2002 y comienzos de este año, cuando las víctimas tenían entre 11 y 17 años.
Cinco de los menores presuntamente objeto de abusos son sobrinos del religioso, otro es uno de sus acólitos y el último un joven que habría sufrido los abusos en 2004 en la ciudad de Rancagua, al sur de la capital.
Precisamente, Muñoz era el encargado de recibir las denuncias sobre casos de abusos sexuales en el arzobispado de Santiago y, además, era asesor directo del cardenal Ezzati.
Qué dirán cardenales Errázuriz y Ezzati y obispos auxiliares de Santiago @episcopado_cl con lo de Muñoz si había antecedentes hace años? Sin duda sabían y como siempre encubrieron! Muñoz como canciller nos tomaba declaración. Delincuentes todos! https://t.co/ZjdwArauZb
El pasado junio, la Fiscalía ordenó la incautación de documentos y ordenadores en el obispado de la ciudad de Rancagua y en el Tribunal Eclesiástico, en Santiago. Dichas diligencias buscaban encontrar expedientes canónicos, investigaciones previas y antecedentes que tuvieran relación con denuncias que apuntaban a un conjunto de sacerdotes de la región de O’Higgins y que integraban un grupo de abusadores denominado “La Familia“, caso en el que catorce curas fueron suspendidos.
Otros dos fiscales regionales -Raúl Guzmán, de la Fiscalía Metropolitana Sur, y Mauricio Richards, del Maule (centro del país)- encabezan en la actualidad pesquisas que involucran a religiosos católicos.
Guzmán investiga una serie de denuncias por abusos ocurridos desde hace años en colegios marianistas, mientras que Richards estudia acusaciones presentadas por el sacerdote Sergio Díaz contra algunos obispos y el nuncio apostólico, Ivo Scapolo, a los que tacha de encubrir denuncias presentadas anteriormente y amparar a los autores.
Los casos de abusos sexuales han conmocionado desde hace años a la Iglesia católica chilena y, en junio, el Papa Francisco aceptó las renuncias de cinco obispos, después de que 34 miembros de la Conferencia Episcopal de Chile le ofrecieran sus cargos tras ser citados al Vaticano por el pontífice.
Dos de los cinco que fueron alejados, Juan Barros y Horacio Valenzuela, fueron acusados directamente de encubrir los abusos contra menores por las víctimas del párroco Fernando Karadima, caso en que el Papa debió enmendar su posición tras haber sostenido en un principio que las acusaciones contra los obispos eran calumnias.
El Pontífice invitó también a algunas víctimas a Roma, les pidió perdón y anunció cambios en la Iglesia chilena, tras señalar que su negativa inicial a creerles se debió a que recibió información falsa sobre la situación.
Alejandro Goic, otro de los obispos que renunció, aunque se indicó que era por motivos de edad, admitió haber sido negligente por el caso llamado “La Familia”, mientras Gonzalo Duarte, obispo de Valparaíso, que también dejó el cargo por edad, ha sido acusado de abusos sexuales por seminaristas, novicios y sacerdotes jóvenes.
Por otra parte, el sacerdote Jorge Laplagne fue separado de sus funciones luego de que el arzobispado de Santiago iniciara una investigación en su contra por pederastia, ante una nueva acusación de abuso en la iglesia chilena.
Laplagne, que tenía a su cargo dos parroquias en barrios residenciales de la capital chilena, fue denunciado por abuso sexual a un menor hace 13 años, según un escueto comunicado difundido el viernes por la noche por el arzobispado, que recibió la notificación hace dos semanas.
“Ante esto, el Arzobispado de Santiago ha instruido una nueva investigación previa. Mientras dure el proceso -cuyo plazo máximo será de 60 días- el sacerdote ha sido apartado del oficio de párroco de San Crescente y Nuestra Señora de Luján, y no puede realizar actos públicos propios del ministerio sacerdotal”, indicó el comunicado.
El arzobispado tenía conocimiento de las denuncias en contra del cura, por las que ya lo había investigado en 2010. Sin embargo, en aquél momento, “no pudo acreditar la verosimilitud de los hechos denunciados”, detalló el comunicado.
El nuevo caso se dio a conocer horas después de que el reconocido sacerdote Oscar Muñoz fuese enviado a prisión preventiva por un tribunal de la ciudad de Rancagua, 120 km al sur de Santiago. Muñoz había sido acusado por la fiscalía de abuso sexual y estupro contra cinco menores entre 2002 y 2018. Algunos de ellos serían familiares del clérigo.
Ahora, la fiscalía evalúa incluir otros dos casos que involucran a Muñoz.
Los abusos ocurrieron en las ciudades de Santiago y Rancagua, donde el sacerdote aprovechó la cercanía con las víctimas y sus familias para llevarlos a su casa donde según el Ministerio Público- ocurrieron los delitos.
El encarcelamiento de Muñoz, que se extenderá por los seis meses que durará la investigación, fue un golpe duro para la iglesia chilena, ya que el clérigo ocupaba hasta este año el cargo de canciller del Arzobispado de Santiago, una posición de alta jerarquía.
Muñoz se había auto denunciado por abuso sexual de menores ante autoridades eclesiásticas en enero pasado, tras lo cual había sido suspendido. La fiscalía tuvo detalles del caso luego de allanar oficinas de la Iglesia en junio.
El papa Francisco aceptó en mayo la renuncia de cinco obispos chilenos en medio de la crisis que enfrenta la iglesia local por la seguidilla de escándalos sexuales de religiosos denunciados en los últimos años.
Comentarios desactivados en IMPRESENTABLE: Francisco, sobre la entrada de homosexuales al seminario: “Si hay dudas, mejor que no entren”
Podríamos ser durísimos pero los gestos del verdadero Bergoglio ya no engañan a nadie. Eso sí, comparar Homosexualidad con Pederastia, es sencillamente una canallada.
El Papa pide un “cuidadoso discernimiento” sobre las vocaciones al sacerdocio
Invita a evitar riesgos que pueden poner en peligro la vida del seminario
¿Se puede admitir a los jóvenes que tienen dudas sobre su homosexualidad? “Ante la duda, mejor que no entren“, apuntó el Papa en un encuentro con los obispos italianos, reunidos en el Vaticano.
Se debe tener “cuidado con las admisiones a los seminarios, los ojos abiertos”, apuntó el Papa, de acuerdo con Vatican Insider. Francisco también habló de la disminución de las vocaciones, una de sus “tres preocupaciones“ para la Iglesia italiana; sin embargo, fue más directo e invitó a los obispos a preocuparse por la calidad de los futuros sacerdotes, más que en la cantidad, y mencionó explícitamente los casos de personas homosexuales que desean, por diversas razones, ingresar al seminario.
Luego invitó a los obispos de la Conferencia Episcopal de Italia (CEI) a un “cuidadoso discernimiento”, y agregó: “Si tienen la más mínima duda, es mejor no dejarlos entrar”.
Expresando su profunda preocupación, el Papa advirtió que estas tendencias, cuando están “profundamente arraigados” y llevan a “la práctica de actos homosexuales”pueden poner en peligro la vida del seminario, y pueden generar esos “escándalos” que “desfiguran el rostro de la Iglesia“.
Este mensaje del Papa se asocia a su preocupación por los problemas que se produjeron en seminarios donde obispos y superiores religiosos confiaron la dirección a “sacerdotes sospechosos de practicar la homosexualidad.”
Lo expresado por Francisco va en línea con el documento Ratio Fundamentalis, publicado en diciembre de 2016 por la Congregación para el Clero. Es un espeso documento, titulado “El don de la vocación sacerdotal”, con la que el dicasterio ha actualizado las normas, costumbres y disfraces para acceder al seminario, brindando sugerencias prácticas sobre salud, nutrición, actividad motriz y descanso.
En el párrafo 199 se lee:
“En lo que respecta a las personas con tendencias homosexuales que acuden a los seminarios, o descubren en el transcurso de la formación esta situación, de acuerdo con su magisterio, la Iglesia, mientras que profundamente el respeto a las personas en cuestión, aquellos que practican la homosexualidad no pueden ser admitidos al seminario y a las órdenes sagradas, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o apoyan la llamada cultura gay”.
Las expresiones del Papa se dan a conocer después de que el periodista chileno Juan Carlos Cruz, una de las víctimas emblemáticas de los abusos sexuales del sacerdote Fernando Karadima, expresara que el Papa le había dicho que Dios “lo había hecho gay” y lo quería tal cual es.
“Para superar la crisis, es necesario desinfantilizar la fe de la Iglesia”
(Karla Huerta, laica chilena).- Hemos escuchado reiteradas veces en canales de televisión, en la prensa escrita, por parte de denunciantes de abusos y de representantes de la Iglesia decir que lo que antecede al abuso sexual es el abuso de poder.
A esta altura, esa constatación parece innegable. La raíz de la crisis, podríamos decir entonces, radica en el modo de ejercicio del poder que vivimos en la Iglesia católica particularmente, aunque seguramente es un problema extensivo también a otras religiones. La educación religiosa en nuestro país es precaria, y eso ha permitido todo tipo de tergiversaciones, manipulaciones y abusos de parte de los líderes actuales, facilitada por la masificación -intencional tal vez- de una fe acrítica, irracional, fanática y ciega, muchas veces.
Frente a la ignorancia, no queda más que someterse a los “iluminados”, a los que saben más, a quienes “están más cerca de Dios”, a los que tienen autoridad, rindiéndonos ante ellos y sometiendo nuestra conciencia más profunda, poniendo a su disposición nuestra vida entera, nuestro fuero interno y toda nuestra intimidad espiritual. Más que un “abandono de sí mismos“, como nos exhortan hacer en los retiros espirituales, resulta más bien ser un despojo de nuestra valía y capacidad propia para relacionarnos con Dios. Por eso, la crisis de poder en lo más profundo, es también una crisis espiritual que atraviesa y rasga a toda la Iglesia.
Para superar la crisis, es necesario desinfantilizar la fe de la Iglesia. Eso incluye a los sacerdotes y obispos, ojo. Por años se ha criticado al laicado por su pasividad e ignorancia, pero los sacerdotes no lo han hecho mucho mejor. Sin ir más lejos, 50 sacerdotes en Santiago vivían enamorados de Fernando Karadima y le rendían culto. Cuatro de ellos llegaron a ser obispos, muchos formadores en el seminario o en la Universidad. Todos ellos de élite, “gente educada”, diríamos. Pero no estaban educados en una fe que libera. Por tanto, esta ignorancia no se le debe achacar sólo al laicado parroquial, de barrios bajos, poblacional; evitemos esa caricatura de clase. Para superar la crisis se requiere de un ejercicio de crecimiento de toda la Iglesia, del Pueblo de Dios en su conjunto, para que pueda discernir junto, crítica y reflexivamente, sobre su futuro.
También hemos escuchado estos días que, ahora que ya se sabe todo, sólo “hay que esperar lo que diga el Papa”. Lo hemos escuchamos del obispo Barros, y de los demás obispos de la Conferencia Episcopal para definir el futuro de la Iglesia chilena en crisis. Sorprendemente también lo escuchamos de parte de los denunciantes de Karadima luego de su encuentro en el Vaticano. Creo que esto es un síntoma de la enfermedad espiritual que vivimos en la Iglesia. El Papa, hermanos míos, no puede resolverlo todo. Aunque quisiéramos encontrar consuelo y protegernos de la crisis bajo el amparo del poder absoluto del Papa esperando que haga justicia con mano firme, hacerlo bordearía la idolatría.
No podemos esperar que el Papa despida como un gerente a los obispos y coloque a otros, sobre los cuales rezaremos para que sean mejores. Esto, creo sinceramente, profundizaría la crisis. El Papa es y debe ser signo de unidad de la Iglesia, servidor de todos y todas. Su misión no puede -aunque quisiera- suplantar la fe de los fieles.
Nuevamente, si el problema es el modo de ejercicio del poder, sería una ilusión contradictoria creer que un poder centralizado desde Roma mejorará nuestra experiencia espiritual en Chile. El Papa ya ha hecho mucho en desautorizar a la Conferencia Episcopal, les ha enseñado a ellos a tratar a las víctimas y a pedirles perdón; a nosotros nos queda aprender más de la Comunidad de Laicas y Laicos de Osorno, y levantar la voz ante la injusticia, tal como lo hicieron para develar la crisis que está matando silenciosamente a la Iglesia.
El Papa estuvo mal informado durante años. Las distancias son muchas, somos un país pequeño al final -o comienzo- del mundo. Él vive en Roma, nosotros en Chile. Hay millones de casos más de abusos con cardenales y obispos involucrados en todo el mundo. Por lo menos hay dos cardenales involucrados en acusaciones que son parte de su círculo de confianza. Debe tener muchas cosas más que atender en Roma. ¿Cómo hará el Papa ahora para “informarse bien” sobre el nombramiento de los nuevos obispos en Chile? ¿En quiénes confiará? ¿Cuánta carrera estarán haciendo los obispos actuales para mantener sus puestos o dejar a sus sucesores de confianza y así mantener su red de influencia?
Dicen por la prensa que ya “suenan nombres”, todos santiaguinos y que provienen de esferas de poder, desde congregaciones religiosas, universidades, vicarías o funcionarios de la misma Conferencia Episcopal. Será una decisión muy difícil designar a unos y no a otros, o peor, lograr un “equilibrio” de fuerzas internas entre los grupos de poder que presionan dentro de la Iglesia. Esto se podría transformar en un descampado de sangre, o peor, en un juego de luces que en definitiva hará que todo siga igual: una Conferencia Episcopal sin voz, sin acuerdos mínimos, sin fuerza ni capacidad de renovación.
¿Y cuándo la Iglesia? Esperar todo del Papa es desconfiar de la Iglesia, de su gente, la gente creyente. Esa gente paciente que sigue yendo a misa a pesar de todo, a pesar de ver sus iglesias vacías y el desprestigio de toda una comunidad. Nadie mejor que el Pueblo conoce “a su pastor”, conoce “su voz”. ¿Quién estará mejor capacitado que el Pueblo de Dios creyente, sacerdotes y laicos, para reconocer entre ellos mismos al más apto para presidir la comunidad como obispo? Me asiste la convicción de que ya no resiste más el sistema de “obispos de exportación” que rige actualmente.
La Iglesia local, asistida por el Espíritu, en comunión con el Papa, puede perfectamente escoger de entre los suyos a un pastor que conozca y reconozca como propio. No es necesario ir a buscarlos tan lejos. Saldrán obispos “que no suenan”, unos desconocidos, que no son “de carrera” formados desde el seminario en los modos episcopales. Aparecerán aquellos que actualmente trabajan junto a la gente, que conocen su comunidad, la valoran, respetan y escuchan, porque se deben a ella.
Obispos agradecidos de su comunidad por la misión ecomendada, y no del lobby de poder del obispo que los encaminó en la “carrera episcopal”. Obispos valientes e independientes, humildes, inmerecedores del carisma, que ayuden a renovar la Iglesia desde adentro, espiritualmente. Este sueño sólo será posible si se realiza la elección de obispos mediante Sínodos locales. Para esto podríamos recuperar algunas prácticas valiosas presentes en la antigua tradición de la Iglesia:
IV,1. “También vemos que viene de la autoridad divina que la elección del obispo se haga en presencia del pueblo, a la vista de todos, para que sea aprobado como digno y apto por juicio y testimonios públicos (…) 2. Dios manda que el sacerdote sea elegido en presencia de todo el pueblo, esto es, enseña y manifiesta que las consagraciones episcopales no se han de hacer sino con conocimiento del pueblo y en presencia de él, para que en presencia del pueblo se descubran los delitos de los malos o se publiquen los méritos de los buenos y así, con el sufragio y el examen de todos, la ordenación sea justa y legítima (…) 5. Se obraba así convocando a todo el pueblo con tanta cautela [Hch 6,2], para que nadie indigno se introdujera furtivamente en el ministerio del altar o usurpase la dignidad sacerdotal”. Extracto del Sínodo de Cartago, año 254. (ASy p. 69-71).
En la Iglesia chilena actual todos adolecemos de una crisis espiritual que nos ha infantilizado negando nuestra propia intuición y experiencia de Dios. Por eso, no podemos continuar alimentando esa crisis esperando “iluminaciones” de otros, de salvadores o héroes, personalismos o autoritarismo del Papa para renovarnos. Eso la profundizaría, eso mismo fue lo que se puso en marcha con Sodano en los años 70′, un reemplazo centralista de los obispos chilenos.
Una experiencia Sínodal sería relevante para avanzar en renovación, nos permitiría volver a confiar en nosotros mismos como Cuerpo, como Pueblo de Dios caminante, para discernir el modo en que Dios nos habla hoy día, sin olvidar que aún el Espíritu sopla y reza por nosotros cuando no sabemos hacerlo (cf. Rm 8,26). Esta experiencia nos haría un poco más adultos y responsables.
La crisis de confianza se supera confiando en la Iglesia toda. No habrá uno que traiga la solución. Hoy la Iglesia en su conjunto tiene un desafío: dar una respuesta, y llegó el momento de darla con valentía y esperanza. Nuestra fe se renovará en la medida que el camino lo construyamos juntos, colectivamente, porque en la comunidad creyente es donde privilegiadamente está Dios (cf. Mt 18,20). Sería de Dios convocar Sínodos locales en las diócesis vacantes para decidir juntos el futuro de nuestra Iglesia.
Estas son las claves de la carta de Francisco ha enviado a los obispos de país tras conocer los resultados de la investigación llevada a cabo por Charles J. Scicluna y Jordi Bertomeu, para analizar los abusos a menores en la Iglesia del país. Un duro trabajo, de más de 2.300 folios, tras los cuales Francisco admite que la confianza en la Iglesia del país está “rota por nuestros errrores y pecados”.
Tras mostrar su agradecimiento a los investigadores “por su ingente labor de escucha serena y empática de los 64 testimonios que recogieron recientemente tanto en Nueva York como en Santiago de Chile”, el Papa confiesa cómo tanto Scicluna como Bertomeu “reconocieron ante mí haberse sentido abrumados por el dolor de tantas víctimas de graves abusos de conciencia y de poder y, en particular, de los abusos sexuales cometidos por diversos consagrados de vuestro País contra menores de edad, aquellos a los que se les negó a destiempo e incluso les robaron la inocencia“.
Tras una lectura de las actas, afirma Bergoglio, “creo poder afirmar que todos los testimonios recogidos en ellas hablan en modo descarnado, sin aditivos ni edulcorantes, de muchas vidas crucificadas y les confieso que ello me causa dolor y vergüenza“.
Por ello, reclama a los obispos chilenos “colaboración y asistencia en el discernimiento de las medidas que a corto, medio y largo plazo deberán ser adoptadas para restablecer la comunión eclesial en Chile, con el objetivo de reparar en lo posible el escándalo y restablecer la justicia”. “Pienso convocarlos a Roma para dialogar sobre las conclusiones de la mencionada visita y mis conclusiones“. Un encuentro que será “fraternal, sin prejuicios ni ideas preconcebidas, con el solo objetivo de hacer resplandecer la verdad en nuestras vidas”, y que pretende sea cuanto antes.
“En lo que me toca, reconozco y así quiero que lo transmitan fielmente, que he incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente por falta de información veraz y equilibrada. Ya desde ahora pido perdón a todos aquellos a los que ofendí y espero poder hacerlo personalmente, en las próximas semanas, en las reuniones que tendré con representantes de las personas entrevistadas”, apunta Francisco. Algunas fuentes aseguran que el Papa ya ha invitado a Hamilton, Cruz y Murillo al Vaticano para pedirles perdón pública y directamente.
“Quizás incluso también sería oportuno poner a la Iglesia de Chile en estado de oración”, apunta el Papa, quien pide que “no podemos volver a caer en la tentación de la verborrea o de quedarnos en los ‘universales'”.
Papa Francisco saludando a Juan Barros
Éste es el texto de la carta:
A los Señores Obispos de Chile.
Queridos hermanos en el episcopado:
La recepción durante la semana pasada de los últimos documentos que completan el informe que me entregaron mis dos enviados especiales a Chile el 20 de marzo de 2018, con un total de más de 2.300 folios, me mueve a escribirles esta carta. Les aseguro mi oración y quiero compartir con Ustedes la convicción de que las dificultades presentes son también una ocasión para restablecer la confianza en la Iglesia, confianza rota por nuestros errores y pecados y para sanar unas heridas que no dejan de sangrar en el conjunto de la sociedad chilena.
Sin la fe y sin la oración, la fraternidad es imposible. Por ello, en este 2º domingo de Pascua, en el día de la misericordia, les ofrezco esta reflexión con el deseo de que cada uno de Ustedes me acompañe en el itinerario interior que estoy recorriendo en las últimas semanas, a fin de que sea el Espíritu quien nos guíe con su don y no nuestros intereses o, peor aún, nuestro orgullo herido.A veces cuando tales males nos arrugan el alma y nos arrojan al mundo flojos, asustados y abroquelados en nuestros cómodos “palacios de invierno“, el amor de Dios sale a nuestro encuentro y purifica nuestras intenciones para amar como hombres libres, maduros y críticos. Cuando los medios de comunicación nos avergüenzan presentando una Iglesia casi siempre en novilunio, privada de la luz del Sol de justicia (S. Ambrosio, Hexameron IV, 8, 32) y tenemos la tentación de dudar de la victoria pascual del Resucitado, creo que como Santo Tomás no debemos temer la duda (Jn 20, 25), sino temer la pretensión de querer ver sin fiarnos del testimonio de aquellos que escucharon de los labios del Señor la promesa más hermosa (Mt 28, 20).
Hoy les quiero hablar no de seguridades, sino de lo único que el Señor nos ofrece experimentar cada día: la alegría, la paz el perdón de nuestros pecados y la acción de Su gracia.
Al respecto, quiero manifestar mi gratitud a S.E. Mons. Charles Scicluna, Arzobispo de Malta, y al Rev. Jordi Bertomeu Farnós, oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe, por su ingente labor de escucha serena y empática de los 64 testimonios que recogieron recientemente tanto en Nueva York como en Santiago de Chile. Les envié a escuchar desde el corazón y con humildad. Posteriormente, cuando me entregaron el informe y, en particular, su valoración jurídica y pastoral de la información recogida, reconocieron ante mí haberse sentido abrumados por el dolor de tantas víctimas de graves abusos de conciencia y de poder y, en particular, de los abusos sexuales cometidos por diversos consagrados de vuestro País contra menores de edad, aquellos a los que se les negó a destiempo e incluso les robaron la inocencia.
El mismo más sentido y cordial agradecimiento lo debemos expresar como pastores a los que con honestidad, valentía y sentido de Iglesia solicitaron un encuentro con mis enviados y les mostraron las heridas de su alma. Mons. Scicluna y el Rev. Bertomeu me han referido cómo algunos obispos, sacerdotes, diáconos, laicos y laicas de Santiago y Osorno acudieron a la parroquia Holy Name de Nueva York o a la sede de Sotero Sanz, en Providencia, con una madurez, respeto y amabilidad que sobrecogían.
Por otra parte, los días posteriores a dicha misión especial han sido testigos de otro hecho meritorio que deberíamos tener bien presente para otras ocasiones, pues no solo se ha mantenido el clima de confidencialidad alcanzado durante la Visita, sino que en ningún momento se ha cedido a la tentación de convertir esta delicada misión en un circo mediático. Al respecto, quiero agradecer a las diferentes organizaciones y medios de comunicación su profesionalidad al tratar este caso tan delicado, respetando el derecho de los ciudadanos a la información y la buena fama de los declarantes.
Ahora, tras una lectura pausada de las actas de dicha “misión especial”, creo poder afirmar que todos los testimonios recogidos en ellas hablan en modo descarnado, sin aditivos ni edulcorantes, de muchas vidas crucificadas y les confieso que ello me causa dolor y vergüenza.
Teniendo en cuenta todo esto les escribo a Ustedes, reunidos en la 115ª asamblea plenaria, para solicitar humildemente Vuestra colaboración y asistencia en el discernimiento de las medidas que a corto, medio y largo plazo deberán ser adoptadas para restablecer la comunión eclesial en Chile, con el objetivo de reparar en lo posible el escándalo y restablecer la justicia.
Pienso convocarlos a Roma para dialogar sobre las conclusiones de la mencionada visita y mis conclusiones. He pensado en dicho encuentro como en un momento fraternal, sin prejuicios ni ideas preconcebidas, con el solo objetivo de hacer resplandecer la verdad en nuestras vidas. Sobre la fecha encomiendo al Secretario de la Conferencia Episcopal hacerme llegar las posibilidades.
En lo que me toca, reconozco y así quiero que lo transmitan fielmente, que he incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente por falta de información veraz y equilibrada. Ya desde ahora pido perdón a todos aquellos a los que ofendí y espero poder hacerlo personalmente, en las próximas semanas, en las reuniones que tendré con representantes de las personas entrevistadas.
Permaneced en mí (Jn 15,4): estas palabras del Señor resuenan una y otra vez en estos días. Hablan de relaciones personales, de comunión, de fraternidad que atrae y convoca. Unidos a Cristo como los sarmientos a la vid, los invito a injertar en vuestra oración de los próximos días una magnanimidad que nos prepare para el mencionado encuentro y que luego permita traducir en hechos concretos lo que habremos reflexionado. Quizás incluso también sería oportuno poner a la Iglesia de Chile en estado de oración. Ahora más que nunca no podemos volver a caer en la tentación de la verborrea o de quedarnos en los “universales”. Estos días, miremos a Cristo. Miremos su vida y sus gestos, especialmente cuando se muestra compasivo y misericordioso con los que han errado. Amemos en la verdad, pidamos la sabiduría del corazón y dejémonos convertir.
A la espera de Vuestras noticias y rogando a S.E. Mons. Santiago Silva Retamales, Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, que publique la presente con la mayor celeridad posible, les imparto mi bendición y les pido por favor que no dejen de rezar por mí.
Vaticano, 8 de abril de 2018
FRANCISCO
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Las víctimas de Karadima y Barros reciben con “satisfacción y esperanza” la histórica petición de perdón del Papa
De izda a dcha, José Andrés Murillo, Juan Carlos Cruz y James Hamilton,
(J. Bastante/Agencias).- La histórica petición de perdón del Papa, y la llamada a Roma del Episcopado chileno en pleno han sido recibidas con “satisfacción y esperanza” por las víctimas de los abusos de Karadima y el encubrimiento de Barros. Así, en una declaración pública, James Hamilton, Juan Carlos Cruz y José Andrés Murillo, asumieron “reconocemos el gesto del Papa y estamos evaluando las posibilidades para asistir“ a la invitación de Francisco a recibirles.
A raíz de la carta enviada por Bergoglio a los obispos chilenos, en la que reconoce “graves errores de valoración” en el caso Barros, las víctimas del caso Karadima confirmaron que fueron invitados por el Vaticano a una reunión en las próximas semanas para conversar del tema.
James Hamilton, Juan Carlos Cruz y José Andrés Murillo, señalaron que están evaluando las posibilidades de asistir a esta reunión y que reconocen el gesto del pontífice, quien además pidió perdón. “El daño cometido por la jerarquía de la iglesia chilena, a la que se refiere el Papa, ha afectado a muchas personas, no solo a nosotros“, indicaron en un comunicado. “El sentido de todas nuestras acciones siempre han apuntado al reconocimiento, el perdón y la reparación por lo que se ha sufrido, y así seguirá siendo, hasta que la tolerancia cero frente al abuso y el encubrimiento en la Iglesia, se haga realidad“, agregaron.
Por su parte, la organización de laicos de Osorno destacaron que el escrito de Francisco “es más de lo que esperaban”, según recalcó su portavoz, Mario Vargas. Al tiempo, destacó que “ha sido importante el escenario” que los laicos han instalado en la diócesis, con continuas protestas. Para esta organización, entre las soluciones rápidas que menciona el Papa está el cese de Barros. Así, un gesto importante fue el reconocimiento del Pontífice de su equivocación, lo que confirma una de las tesis de los laicos de Osorno: que el Papa “recibía verdades a medias“.
Por su parte, Isaac Givovich, víctima y denunciante de casos de abusos cometidos por los Hermanos Maristas, dijo a medios locales que la carta de Francisco “es una luz de esperanza” y que la visita de Charles Scicluna “abrió una caja de pandora de lo que es la Iglesia Católica chilena, entre todas las congregaciones y movimientos”. “Lógicamente esperamos más acción, ver cambios, pero es una luz de esperanza. Nos llama la atención la forma. Esperamos ver cambios”, afirmó. Pese a todo, advirtió que no leyó “ningún anuncio real en la carta, se supone que los tendremos en mayo, pero la Iglesia necesita acciones hoy día. Hoy día se está abusando de niños, hoy día hay personas con su vida destruida por los agentes eclesiásticos”, concluyó.
Finalmente, y tras la publicación de la carta, el presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, Santiago Silva, señaló que el Episcopado comparte el dolor del Papa: “No hemos hecho todo lo suficiente”, afirmó. Asimismo, manifestó que “nuestro compromiso es que esto no se vuelva a repetir“. En relación a la alusión hecha por el Santo Padre a la “falta de información veraz y equilibrada”, Mons. Silva señaló su certeza de que las autoridades de la Conferencia Episcopal pusieron a disposición del Papa la información que disponían en su momento. El presidente de la CECh confirmó la asistencia de la totalidad de los obispos al encuentro convocado por el Santo Padre, el que tendrá lugar en Roma, la tercera semana de mayo.
Comentarios desactivados en “Los abusos sexuales en la Iglesia”, por Camilo Barrionuevo.
Redacción de Atrio
Artículo recomendado por Olga Larrazábal: “Este artículo que acaba de salir en El Mostrador, me parece excelente, porque está escrito por un…, me parece psicólogo, y su tono es ponderado prudente. y profesional. Uds, que han estado metidos en el cuento, podrán juzgar”.
Las últimas semanas hemos atestiguado como en nuestro país nuevamente el tema de los abusos sexuales perpetrados por miembros de la iglesia ha estado bajo examinación. Sólo considerando este mes de Enero, cuatro noticias de no menor envergadura respecto al tema han salido a la luz pública. Primero, la ONG Bishop Accountability publicó un listado de cerca de setenta religiosos denunciados por abusos sexuales en Chile; segundo, han aparecido nuevos testimonios respecto a los brutales abusos y violaciones sistemáticos realizados por miembros de los hermanos Maristas en el Instituto Alonso de Ercilla; tercero, la Compañía de Jesús ha públicamente reconocido los abusos sexuales realizados en el Colegio San Ignacio; y por último, ha sido fruto de gran polémica la férrea defensa realizada por el papa Francisco durante su visita a Chile al Obispo de Osorno, Juan Barros, acusado de ser cómplice y encubridor de los abusos sexuales perpetrados por Fernando Karadima.
Que la Iglesia Católica se encuentra ante una verdadera epidemia de cruda psicopatología en su interior respecto al abuso sexual de menores es una realidad que desborda cualquier intento de minimizar la gravedad de la situación. En ese sentido, una vez que nos recuperamos medianamente del primer shock emocional producido por el horror de los testimonios de las violaciones, vejaciones y crueldades sistemáticas a los que han sido sometidos estos niños y jóvenes, vuelve a surgir la quemante pregunta ¿cómo podemos entender este fenómeno? ¿Qué elementos psíquicos y espirituales permiten y favorecen esta realidad de verdadero horror dantesco al interior de nuestros colegios, comunidades e iglesias?
Permítaseme pues intentar un primer esbozo de respuesta, tentativo e incompleto por cierto, respecto esta situación. Considero que es importante generar una reflexión que intente salir de los polos de la respuesta visceral incendiaria que cae en la generalización simplista (son todos unos pervertidos, ¡crucifíquenlos!) y la burda negación defensiva de tipo paranoide persecutoria (son inventos y difamaciones del marxismo-leninismo, de los “zurdos”, del ateísmo satánico que nos quiere destruir, etc.). No con poca razón el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung afirmaba que cuando nos encontramos con “la realidad operativa del mal” nuestra capacidad de razonamiento se merma considerablemente. Cuando se constela el mal, cuando la psicopatía compartida se actúa de esta manera (como evidentemente se ha actuado, constelado y ejercido al interior de la iglesia), sucede que o nos terminamos identificando con el mal, o damos respuestas emocionales inconscientes abruptas o desesperadamente intentamos apartar la vista de esta realidad en extremo dolorosa. Pero sólo un intento de reflexión y conocimiento sincero de estos aspectos sombríos ejercidos al interior de la iglesia puede constituirse como un sendero que, quizás, nos ayude a la transformación y al aprendizaje. Nos preguntaremos entonces sobre cuales son “elementos psico-espirituales” presentes en estas situaciones de abuso sistemático, con la esperanza que el intento colectivo de reflexionar sobre estas brutalidades y crímenes nos ayude a generar, entre todos, respuestas más efectivas que impidan su repetición futura. Veamos entonces algunos elementos psicológicos y teológicos en torno a esta situación.
Un primer elemento de análisis puede venir de la mano del concepto clínico acuñado por el psicólogo estadounidense John Welwood, “bypass espiritual” (spiritual bypassing), también traducido como “evasión espiritual”. Welwood, que trabajaba clínicamente con personas cercanas al mundo budista, observó la esparcida tendencia entre practicantes de meditación de usar ideas y conceptos provenientes de esa tradición espiritual para “camuflar” o evitar aspectos psicológicos o adaptativos irresueltos. Esto es, problemas de carácter psicopatológico, traumas o heridas del desarrollo evolutivo de las personas, eran cubiertos con un refinado manto de lenguaje espiritualizado y de esta forma eran “bypaseados”. Por ejemplo, un practicante de meditación budista -o alguien cercano al mundo new age si se quiere- que debido a su sobre adaptación infantil tenga serias dificultades con la expresión legítima de la rabia y del poder enfadarse contra alguien marcando limites; muy bien podría abrazar rápidamente la idea de que la ira es una “emoción negativa” y que debe ser trascendida, observada y no expresada (aunque en su caso sea más bien reprimida); y que él o ella debe tener una posición abierta, mansa y humilde frente a sus prójimos, “desprovista de ego”, y así evitar todo tipo de confrontaciones y/o roces vitales con sus cercanos. La falta de autoafirmación vital aquí está motivada inconscientemente no por una genuina y madura espiritualidad, sino más bien por temas irresueltos del desarrollo que se enmascaran dentro de un lenguaje espiritualizado. En el caso de mundo cristiano; y específicamente en el mundo de los agentes pastorales, sacerdotes, monjas y religiosos en general; lamentablemente con mucha frecuencia nos encontramos con personas que padecen de profundas heridas psicológicas -o franca psicopatología- en torno a la vivencia de su sexualidad y que suelen cubrir dichas dificultades bajo un lenguaje cristiano “ casto y piadoso”, que las disimula y que termina encapsulándolas, haciéndolos más proclives a irrupciones anímicas en que terminan actuando dichos conflictos de forma destructiva. A mayor tamaño de la represa, que niega y disocia los problemas sexuales a través de este lenguaje espiritualizante, mayor riesgo de sufrir resquebramientos y dañinas inundaciones.
En línea con lo recién señalado podemos afirmar que pareciera que de parte de la jerarquía de la iglesia aún hay una lamentable ignorancia respecto la importancia del enfrentar adecuadamente aspectos irresueltos de la psicología de sus miembros a través de metodologías que sean pertinentes. Con demasiada frecuencia hay una ‘confusión de niveles” entre temas psicológicos y temas que son de naturaleza espiritual, existiendo una sobre prescripción de métodos religiosos para enfrentar temas de carácter psicológico, los que además son minimizados como “meramente” psicológicos. Entonces si la monja o hermana esta con depresión simplemente debe orar con mayor fe, si el cura habla con su guía espiritual de que tiene pensamientos recurrentes oscuros que le atormentan, debe hacer ayuno y otros ejercicios espirituales de forma más intensa, etc. En ese sentido, pese a que hay intentos incipientes en la iglesia de incluir una mayor consciencia respecto a este tema, aun la formación académica y humana del clero está en deuda respecto al ámbito psicológico (¿pecado de soberbia?). A la luz de los continuos eventos de abusos sexuales, esta formación debiera ser fuertemente revisada y reforzada respecto al acompañamiento clínico que se ofrece a los futuros agentes pastorales.
Podemos afirmar que pareciera que de parte de la jerarquía de la iglesia aún hay una lamentable ignorancia respecto la importancia del enfrentar adecuadamente aspectos irresueltos de la psicología de sus miembros a través de metodologías que sean pertinentes.
Una última configuración significativa de índole psicoespiritual tiene que ver con la forma particular de ejercer la labor pastoral, y es que los curas y religiosos están brutalmente solos. Sobre todo aquellos provenientes del mundo diocesano. Personalmente he tenido varios pacientes y alumnos provenientes del mundo pastoral que con abrumadora frecuencia se quejan de estar sobrecargados, estresados y “reventados” por el ritmo y exigencia de su trabajo (considerando la baja sostenida de vocaciones religiosas no con poca frecuencia un sacerdote se le pide hacer el trabajo que antes hacían dos o tres). No hay en ese sentido una política clara de parte de la iglesia de un autocuidado mínimo que sus pastores deban ejercer en el cotidiano. Esto se potencia con un lenguaje de carácter martirial que aspira a una “imitatio christi”, una imitación de Jesús en la que “deben darlo todo por el prójimo” y “negarse a si mismo” en pos de su comunidad. Con frecuencia esto se combina peligrosamente con que precisamente suelen ser objeto de continuas proyecciones e idealizaciones de parte de la comunidad, que los ensalza y pone en un altar sacrosanto debido a su rol y aparente embestidura espiritual (un exalumno sacerdote me contó una vez de una señora de su diócesis le decía “padre, yo lo miro a usted y para mi usted no es otro que Cristo’”. Por más que el sacerdote le trató de hablar y mostrar su cruda humanidad, la señora en cuestión insistía empecinadamente en las características divinas del padre). El estar bajo la constante influencia de estas proyecciones arquetípicas de la comunidad, sumado a las aspiraciones espirituales del clero, a la brutal sobrecarga laboral que muchos sacerdotes padecen y a la falta de espacios de autocuidado, termina configurando un peligroso escenario, caldo de cultivo donde los aspectos menos integrados y más patológicos de la personalidad y humanidad de los sacerdotes y otros agentes pastoral terminan pasándoles la cuenta.
Finalmente veamos brevemente un par aspectos de índole teológica y eclesial que se ponen en juego en facilitar la emergencia de situaciones de abuso sexual al interior de la iglesia.
Primero, es dable de postular que existe un sobre énfasis en la teología de los grupos de poder al interior de la iglesia en una “Cristología desde arriba”. Permítaseme explicar más detalladamente esta afirmación. Una de las aspiraciones teológicas de la fe católica tiene que ver con entender la naturaleza ultima de Jesús. Para tratar de ser sintéticos, se ha afirmado dogmáticamente que Jesús tiene una naturaleza completamente humana y divina a la vez. Para el mundo católico Jesús es verdaderamente el hijo de Dios, siendo uno con el padre. Por tanto, su naturaleza espiritual-divina es completa. Al mismo tiempo, Jesús también fue completamente hombre, y vivió en un tiempo y contexto histórico determinado. Él creció, vivió, padeció y amó como un humano completo. Sin embargo, con no poca frecuencia se le ha criticado a parte importante de la religiosidad católica un sobre énfasis en la naturaleza divina de Jesús en desmedro de su humanidad, sintiéndose particularmente a gusto con representaciones religiosas propias de este lenguaje. A Jesús se le simboliza y reza como un Jesús-divino, como Jesús Cristo Rey, como un Jesús juez de los hombres; y se pierde de vista al Jesús-hombre, al Jesús-amigo-de-los-marginados; lo cual es particularmente evidente en la religiosidad de los grupos de poder dominantes. Lo problemático es que una cristología que parte del Jesús divino y que pierde de vista el Jesús humano e histórico, suele traer consigo un lenguaje espiritualizante que con desesperación quiere alzar su rostro a los cielos, a la vez que suele despreciar, explícita o implícitamente, la realidad del mundo. Esto por cierto ha implicado además una concepción sobre el estatuto espiritual de la materia y cuerpo que, paradójicamente, termina no siendo congruente con las consecuencias del mensaje cristiano que se desprenden de la encarnación. Para este pensamiento teológico, el mundo concreto y material queda polarizado y tensión contra el mundo espiritual, realizando una valoración negativa del primero. Este dualismo sutil (cuasi gnóstico diríamos) es ciertamente una de las cosas que explica cómo el mundo católico ha llegado a valorar la carne, y con ello la sexualidad, como “fuente del pecado”. En términos psicológicos, y siguiendo en ello lo afirmado por Jung, lo despreciado y rechazado termina aquí cargándose energéticamente y comienza a operar desde lo inconsciente, desde lo sombrío. Y no es casual entonces que parte importante de la sombra espiritual de la Iglesia haya sido durante centurias, el mundo de la materia, de la sexualidad y de lo femenino; todo aquello que además va tomando una cualidad amenazante sombría, que se “demoniza”, y se la hace fuente del mal en oposición a la realidad sagrada e inmaculada del reino espiritual (que está en los cielos). No esta demás volver a afirmar que esto no da cuenta lo que el mensaje de la encarnación quiere significar teológicamente respecto al estatuto ontológico y revelatorio de la realidad sagrada del mundo y el cuerpo. Ni menos con lo que enseñó Jesús en su ministerio. Afortunadamente esta es una discusión académica que con fuerza ha sido puesta sobre la mesa de la mano de la teología del cuerpo, la ecoteología y los movimientos feministas teológicos y de liberación, propios del S XX al interior de la iglesia. Sin embargo, mucho camino queda aún en la iglesia para que pueda reinventar o redescubrir una valoración teológica distinta del cuerpo y la sexualidad, si queremos llegar a evitar la epidemia de abusos sexuales en su interior.
Por último, me gustaría nombrar someramente el problema del funcionamiento estructural de la iglesia, pues ha quedado bastante claro en las últimas décadas que la iglesia ha tenido procedimientos internos para abordar los casos de abuso que no sólo han sido inadecuadamente proteccionistas con los victimarios, sino que además han favorecido la mantención de los abusos sexuales. Sin embargo, es bueno puntualizar que no siempre la iglesia operó desde una perspectiva tan funcional a los crímenes de abuso sexual perpetrados por el clero. Es más, durante muchísimo tiempo el derecho canónico fue particularmente duro respecto a las sanciones que se le imponían a aquellos que cometían abusos sexuales infantiles, incluyendo entre sus penas entrega la ley secular, excomunión, pena de muerte, exilio y prisión perpetua. Por el contrario, es en el siglo XX donde han existido más medidas que han favorecido el encubrimiento de las atrocidades realizadas por el clero. Un hito significativo de estas políticas “proteccionistas” la aprobó Juan XXIII, en plena época conciliar, en la polémica “crimen sollicitationis”. En dicho documento se dan instrucciones para abordar casos de clérigos acusados de cometer abuso sexual infantil, entre otros. Parte importante de la polémica tiene que ver con la recomendación explicita de guardar estricto silencio y confidencialidad, bajo amenaza de excomunión, respecto a mencionar los sacerdotes involucrados, de forma tal de asegurar el total control interno de los procesos. Huelga decir, que esto ha favorecido el encubrimiento y la impunidad penal de muchos sacerdotes que han cometido crímenes de abuso sexual. De la preocupación de la iglesia por las víctimas, ni una palabra en el documento.
Afortunadamente hoy en día se ha avanzado bastante respecto al tema. El nuevo protocolo para abordar los casos de abuso sexual creado por el episcopado chileno hace un par de años atrás, es una buena señal, que apunta en una dirección saludable de transparencia, responsabilidad y prevención. Sin embargo, es importante crear consciencia de que mucho trabajo estructural interno falta al respecto, y que siguen habiendo tensiones y contradicciones entre el viejo encubrimiento y la autodefensa de la iglesia, y el intento de salir de estas dinámicas patológicas institucionales. Mismas tensiones y contradicciones internas que quedaron en evidencia en el propio papa Francisco en su reciente paso por Chile respecto su forma de abordar la cuestión de los abusos sexuales a menores.
Barros participó en la misa y se defiende: “Se han dicho muchas mentiras sobre mí”
Hace 31 años, Juan Pablo II ‘bendecía’ el régimen de Pinochet, con una misa junto al dictador en el parque O’Higgins.
(Jesús Bastante).- “No puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia. Es justo pedir perdón y apoyar con todas las fuerzas a las víctimas”. Las primeras palabras del Papa Francisco en Chile fueron una petición de perdón por la pederastia clerical, y un compromiso con los que han sufrido a manos de depredadores revestidos de autoridad. ¿Es suficiente para las víctimas?
Parece que no. Y mucho más después de que los organizadores de la visita papal a Chile no dejaran espacio para un encuentro del Papa con las víctimas de la pederastia, muy activas en sus movilizaciones, especialmente en el caso del obispo Juan Barros. Un Barros que, por cierto, participó de la misa en el parque O’Higgins. Al polémico obispo de Osorno se le vio en varias ocasiones durante la retransmisión.
Entretanto, la comunidad de Osorno logró entregar una carta al Papa Francisco, a través del presidente de la Cámara Baja, Fidel Espinoza, pidiéndole que se revierta la designación episcopal de Barros, considerado encubridor de los abusos de Fernando Karadima.
El parlamentario hizo entrega de la misiva al Papa a través del secretario de Estado, Pietro Parolin, durante el acto en La Moneda, y apuntó que son necesarias “acciones más concretas”. Para el diputado, Francisco “está mal informado sobre la comunidad de Osorno”, que ha convocado diversas protestas tanto en Santiago como en Temuco e Iquique, a la espera de que Bergoglio rompa el protocolo y escuche sus peticiones.
El Papa @Pontifex_es pide perdón x abusos en la Moneda. Otro buen titular que saca aplauso y ahí se queda. Otro titular barato. Basta de perdones y más acciones. Los obispos encubridores ahí siguen. Palabras vacías. Dolor y vergüenza es lo que sienten las víctimas.
Lo cierto es que las víctimas de abusos no han terminado de creer en la sinceridad de las palabras del Papa. Así, para Juan Carlos Cruz, una de las víctimas de Karadima, se trata de “otro titular barato”. “El Papa pide perdón por abusos en La Moneda. Otro buen titular que saca aplauso y ahí se queda. Otro titular barato. Basta de perdones y más acciones. Los obispos encubridores ahí siguen. Palabras vacías. Dolor y vergüenza es lo que sienten las víctimas”, escribió en Twitter.
Por su parte, el portavoz de los laicos de Osorno, Juan Carlos Claret, afirmó que las palabras el Papa le dejaron “con sabor a poco”. Este colectivo se ha congregado en distintos lugares de paso del papamóvil, con carteles que rezan “Ni zurdos ni tontos. Osorno sufre. Obispo Barros, encubridor“.
En declaraciones a La Tercera, Claret señaló que “el Papa ha pedido perdón pero no hay cambios. No hay remoción de obispos”. “Estamos protestando con un gran sacrificio de tiempo y económico para que no se nos nos oculten. Deliberadamente se ha intentado encubrir esta realidad“, criticó.
Finalmente, la esposa del ex presidente Eduardo Frei califico de “vergüenza” que el obispo Osorno participara de la misa papal. A través de su cuenta de Twitter, Marta Larraechea se sumó a las críticas.“Barros participa de la ceremonia en Parque O’Higgins, qué vergüenza, ¿de qué pide disculpas el Papa?”, dijo Larraechea. “No le creo nada, dice una cosa y hace otra”.
Barros participa de la ceremonia en Parque O’higgins, qué vergüenza, de que pide “disculpas “el Papa?
No le creo nada, dice una cosa y hace otra
El obispo de Osorno, por su parte, señaló al término de la misa que“se han dicho muchas mentiras sobre mí“, y apuntó que mantiene una buena relación con el Papa Francisco. Barros aseguró no conocer la carta del Papa en la que recomendaba que se tomase un año sabático, y subrayó que “la verdad es muy importante y debe primar (…) Yo sigo estando al servicio de la Iglesia”. En su opinión, la visita papal “no se verá empañada” por este escándalo.
Por otro lado, al menos veinte personas fueron detenidas durante la “Marcha de los Pobres” realizada en Santiago, que buscaba llegar al Parque O’Higgins, donde el papa Francisco celebró una misa multitudinaria, informaron fuentes oficiales.
Con pancartas como “Papa: los pobres marchamos contra las migajas de esta democracia“ o “No puede dar la paz un cómplice que ayuda y ampara a violador”, la manifestación, convocada para las 9 hora local, fue interceptada por la policía cuando avanzaba sobre la Avenida Matta, en dirección al lugar de celebración de la homilía.
Comentarios desactivados en ¿Se desploma el catolicismo en América Latina?
Hay siete naciones donde ya representa a menos de la mitad de la población
La propia calificación del Papa pasa del 7.2 en 2013 al 6.8 en la actualidad
“Los países donde hay más personas que se declaran católicas son Paraguay (89%), México (80%), Ecuador (77%), Perú (74%), Colombia (73%) y Bolivia (73%)”
(José M. Vidal/ Agencias).-Sacudido por numerosos escándalos de pederastia, la Iglesia católica latinoamericana sufre una fuerte caída, que ni siquiera es capaz de detener Francisco, el primer Papa de la Patria Grande. Los fieles que huyen en estampida del catolicismo se van a las iglesias protestantes o se echan en brazos del agnosticismo y del ateísmo.
Hasta la imagen del papa Francisco se ha deteriorado en América Latina, donde el catolicismo perdió fieles frente al auge de la religión evangélica y un acelerado proceso de secularización, de acuerdo con un sondeo de Latinobarómetro presentado ayer en Santiago de Chile.
El estudio muestra la evolución de la religión en 18 países latinoamericanos entre 1995 y 2017, y llega pocos días antes de la visita que el pontífice realizará a Chile y Perú del 15 al 21 de enero.
“Lo más importante es la fuerte caída del catolicismo y el fuerte aumento de los que declaran no tener ninguna religión, que son agnósticos o ateos”, afirmó la directora de Latinobarómetro, Marta Lagos.
Según el trabajo, los latinoamericanos evalúan al papa Francisco con un 6.8, una nota inferior al 7.2 que recibió en 2013, cuando asumió el cargo.
El 6.8 promedio de la región contiene diferencias por países. Los que le dan una mejor evaluación al Pontífice son Paraguay (8.3), Brasil (8) y Ecuador y Colombia (7.5), mientras que en el otro extremo están Uruguay (5.9) y Chile (5.3).
Al filtrar las respuestas según la religión que profesan los encuestados, los católicos le dan una nota de 7.7 al Papa, los evangélicos 5.1 y los ateos o agnósticos 5.3.
Los países donde hay más personas que se declaran católicas son Paraguay (89%), México (80%), Ecuador (77%), Perú (74%), Colombia (73%) y Bolivia (73%).
El 65% de los encuestados en los 18 países de América Latina dice confiar en la Iglesia. Las naciones donde tiene más crédito son Honduras (78 %), Paraguay (77 %) y Guatemala (76 %), mientras que en Chile solamente el 36 % de los ciudadanos tiene confianza en la institución.
Según Marta Lagos, el punto de quiebre en el caso chileno es la condena por abusos sexuales contra el influyente sacerdote Fernando Karadima que el Vaticano dictó en 2011.
Antes que se destapara ese escándalo, la confianza de los chilenos en la Iglesia católica bordeaba el 60 %, pero en 2011 descendió abruptamente al 38 %.
La cantidad de latinoamericanos que se declaran católicos ha caído de manera paulatina durante las dos últimas décadas. Si en 1995 los católicos representaban el 80%, este porcentaje bajó al 59% en 2017, según el sondeo.
En el otro extremo, hay siete naciones donde la religión católica ya representa a menos de la mitad de la población: República Dominicana (48%), Chile (45%), Guatemala (43%), Nicaragua (40%), El Salvador (39%), Uruguay (38%) y Honduras (37%).
En países como Honduras y Guatemala, el brusco descenso de católicos está directamente relacionado con el auge de la religión evangélica, que se ha convertido en el credo mayoritario.
En Chile y Uruguay, en cambio, se explica por el alza de la población que no profesa ninguna religión, que es atea o agnóstica. En Uruguay este grupo representa el 41% de sus ciudadanos y en Chile el 38%, según la encuesta.
“A esta velocidad, de aquí a diez años la cantidad de países de América Latina que tendrán la religión católica dominante va a ser una minoría”, señaló Marta Lagos.
La directora de Latinobarómetro cree que el desencanto general con la religión católica en América Latina se debe al descenso de la pobreza y la aparición de una clase media más individualista que se aleja de las instituciones.
Marta Lagos subrayó que la elección de Francisco en 2013 tuvo un “efecto positivo” en el catolicismo y posee el carisma necesario para recuperar una parte de la fe perdida.
En su opinión, las visitas que ha realizado a la región y el próximo viaje a Chile y Perú reflejan la preocupación del pontífice por restituir la influencia que la Iglesia ha perdido durante los últimos años.
La encuesta del Latinobarómetro incluyó entrevistas personales a 1,200 personas de países sudamericanos y México, y 1,000 en Centroamérica, con un margen de error de entre 2.8 y 3 %.
“El pueblo creyente de Chile se siente abandonado por sus pastores y desilusionado con los casos de abusos sexuales”. Es el juicio del sacerdote Felipe Berríos, quien en una entrevista a El País de España prevé que el tema de la polémica en torno al obispo de Osorno, Juan Barros, “va a ser central” en la próxima visita del Papa Francisco.
El religioso, quien reside en un campamento en Antofagasta, reconoció que la visita del Pontífice ha sido “a mi entender, un poco críptica en cuanto a su organización”.
También aludió a las críticas por el elevado costo de la gira. “No han sido muy hábiles los organizadores, que no han sociabilizado más la visita. Se ha explicado poco. Pero esta molestia ciudadana se entiende por el ‘cabreamiento’ hacia la jerarquía“, estimó. “No creo que sea contra el Papa, que puede traer un aire de esperanza para muchos”, añadió. “Me habría gustado que se hubiesen hecho preguntas a las comunidades de base” al preparar la visita, argumentó.
Berríos dijo que el Papa llega a un Chile “mucho más democrático, con la gente empoderada” y con un “espíritu libertario”. “Es una sociedad mucho más crítica que la que le tocó ver a Juan Pablo II”, explicó.
Agregó que a ese escenario se suma que el país “ha dado pasos firmes, sobre todo con las reformas de la Presidenta Michelle Bachelet“. “Por ejemplo, por primera vez consideraron la educación como un derecho“, señaló.
Según Berríos, en Chile “la Iglesia católica está muy alejada de la gente, tremendamente cuestionada y con una jerarquía que no llega a los fieles”.
Agregó que hoy al Papa “le debe sorprender una Iglesia chilena callada, metida para adentro”. “No va a la vanguardia de los cambios de la sociedad chilena”, aseveró.
Sobre el caso del obispo de Osorno, resistido por fieles de esa ciudad debido a sus vínculos con Fernando Karadima, el religioso jesuita consideró que el Papa Francisco “debería hacer un gesto”. “Es un asunto que ha dividido y golpeado a la sociedad chilena. O no hacerlo, porque sería hiriente verlo, por ejemplo, abrazado a Barros”, reconoció.
La respuesta de Berríos a Hasbún
El sacerdote jesuita también contestó a las afirmaciones del padre Raúl Hasbún. El religioso afirmó en una carta que un “Estado tirano” recibiría al Papa. Aludía a la aprobación del aborto por tres causales promovido por la actual administración. “Hasbún está corrido en el tiempo. Eso lo debería haber dicho en dictadura”, aseveró Berríos.
Comentarios desactivados en Un obispo irreprochable
Ante el nombramiento de Juan Barros
“En vista de la situación provocada, el obispo puede rechazar su nombramiento”
Dice Pablo en su primera carta a Timoteo: “Esto es muy cierto: el que aspira al obispado, a un buen trabajo aspira. Por eso, es menester que la conducta del obispo sea irreprensible. Debe ser esposo de una sola mujer y llevar una vida seria, juiciosa y respetable. Debe ser hospitalario y apto para enseñar. No debe ser borracho ni amigo de peleas, sino bondadoso, pacífico y desinteresado. Debe saber gobernar bien su casa y hacer que sus hijos sean obedientes y respetuosos; porque si uno no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios? Por lo tanto, el obispo no debe ser un recién convertido, no sea que se llene de orgullo y caiga bajo la misma condenación en que cayó el diablo. También debe ser respetado entre los no creyentes, para que no caiga en deshonra y en alguna trampa del diablo.” (1 Tim, 1-7).
El nombramiento de monseñor Juan Barros, como obispo de Osorno, ha puesto en actualidad la necesidad de tener obispos irreprochables, que sean buen ejemplo para los creyentes y que sean respetados por los no creyentes.
Los consejos del apóstol Pablo apuntan al testimonio personal del obispo que hace creíble el Evangelio que se predica, porque, nada hace más daño a la tarea de la Evangelización que el mal ejemplo de un obispo, la desconfianza de los fieles hacia el pastor y el descrédito de los no creyentes.
En Chile, después del concilio, ha habido ejemplos dolorosos de suspensión del ejercicio episcopal de algunos obispos por las razones que aconseja el apóstol Pablo. Algunos casos son más conocidos; mientras otros han pasado inadvertidos. Las sanciones se han aplicado con distinto grado de severidad.
El caso más conocido es el de monseñor Francisco José Cox Hunneus, sacerdote Schöenstattiano nombrado en 1974 obispo de Chillán, luego Secretario del Pontificio Consejo para la Familia en Roma, regresando a Chile en 1985 para asumir como obispo coadjutor de La Serena y en 1990 como arzobispo de la misma ciudad. En 2002 fue acusado gravemente por delitos de pederastia, hechos ocurridos durante más de una década. A fines de 2002 fue retirado de La Serena por “conductas impropias” y enviado a un monasterio en Alemania. Sus víctimas eran niños pobres y hasta la fecha no se ha informado de un proceso canónico que sancione debidamente los graves delitos cometidos. Como en otros casos, en la justicia civil los hechos prescribieron. Monseñor Cox fue protegido férreamente por la jerarquía, quedando impune sus delitos. Quién pagó con severidad extrema fue el sacerdote que denunció los hechos, el padre Manuel Hervia, sanción aplicada por el arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati.
En 1975 Paulo VI nombró como obispo auxiliar de Talca a Alejandro Jiménez Lafeble, un obispo muy preparado. En 1983 es nombrado obispo de Valdivia, donde desempeñó un rol activo en la defensa de los DDHH y en la pastoral obrera. En 1996 fue aceptada su renuncia por motivos de salud. La verdad fue su debilidad humana de haber caído en el alcoholismo. Falleció el 5 de enero de 1999. Su misa de funeral registra un episodio desconocido. Jano, como le llamaban sus amigos, fue abandonado por sus colegas obispos, contando con la fidelidad de algunos pocos curas que lo visitaban. A la misa de funeral aparecieron casi todos los obispos a celebrar las exequias. Sus hermanas, estrictas defensoras de la dignidad de Jano, no permitieron que los obispos concelebraran la Eucaristía, autorizando sólo a tres sacerdotes amigos para que presidieran la misa. La crónica señala que a la hora de la Comunión se produjo una escena profética, los obispos chilenos tuvieron que hacer fila como todos los fieles para recibir la Comunión.
Marco Antonio Órdenes Fernández, llegó a ser el obispo más joven de la historia de la Iglesia chilena, cuando a los 42 años, en 2006, Benedicto XVI lo nombró obispo de Iquique. El 8 de octubre de 2012 presentó su renuncia como obispo, la que fue aceptada por el papa en un tiempo récord, al día siguiente. El obispo Órdenes fue acusado por un caso de abuso a un menor, hechos que la fiscalía consignó como veraces.
Actualmente hay cuatro obispos involucrados como cómplices y protectores de Fernando Karadima, el mayor delincuente de la Iglesia chilena. Contra ellos no existe ningún proceso canónico, pese a que las víctimas de Karadima los acusan como cómplices, encubridores y obstructores de la justicia. Uno de ellos es el recién nombrado obispo de Osorno, Juan de la Cruz Barros Madrid.
Su nombramiento ha desencadenado una férrea campaña en la Iglesia local para impedir que Barros asuma como obispo. Entre las acciones emprendidas está la carta de un querido sacerdote diocesano, que con la fuerza del testimonio personal expone al nuncio apostólico la perplejidad, la confusión y la irritación que ha provocado dicho nombramiento. Deja en evidencia la imposición de un obispo a la comunidad, y advierte que ello afecta la fidelidad y compromete la unidad de la Iglesia local.
Los fieles se han organizado recolectando firmas de apoyo para pedir al papa que desista de tal nombramiento, se han sumado autoridades locales y se organizan periódicamente diferentes actos de gran visibilidad para llamar la atención de las autoridades eclesiásticas, para que informen debidamente al papa Francisco y se restablezca la comunión. Los fieles de la Iglesia de Osorno han dado testimonio de madurez eclesial al exigir ser tratados con dignidad y respeto.
La situación que vive la Iglesia de Osorno es muy grave, porque hasta ahora prima la indolencia y un silencio cómplice, donde nadie ofrece las respuestas que el Pueblo de Dios merece. Los hechos revelan falta de respeto a la comunidad cristiana. En la condición de sede vancante, el Administrador Apostólico es monseñor Fernando Chomalí Garib, quien ha quedado expuesto en una situación inesperada y de la cual no tiene responsabilidad.
La diócesis de Osorno fue creada el 15 de noviembre de 1955. Su primer obispo fue el fraile capuchino Francisco Valdés Subercaseaux, venerable Siervo de Dios, cuyo proceso de canonización se encuentra en trámite. La vida de monseñor Francisco Valdés es un testimonio de radicalidad evangélica admirable. Renunció a la abundancia de la vida que le cabía por ser heredero de una conocida familia aristocrática de Chile. Optó por la pobreza radical, haciéndose hermano menor de los capuchinos bávaros.
Se hizo misionero en la Araucanía, espíritu que mantuvo siendo obispo. Era inconfundible por sus hábitos de monje capuchino y su larga barba blanca. Se le veía recorrer a pie largas distancias para llegar a cada rincón de su diócesis. Su amor a los pobres era su mayor pasión, tanto que el mismo se hizo uno de ellos. Era también un gran pintor, cuyas obras vendía para financiar sus diferentes iniciativas de caridad. Su lema episcopal fue “Señor, tú sabes que te quiero” (Jn 21,17).
Lleno de santidad, murió el 4 de enero de 1982, dejando el siguiente mensaje en su lecho de muerte: “Ofrezco mi vida por el Papa, por la Iglesia, por la diócesis de Osorno, por los pobres, por la paz entre Chile y Argentina, y por el triunfo del amor”.
El legado de santidad de Fray Francisco Valdés, no puede ser desconocido en la sucesión apostólica de esa querida diócesis. Los fieles, el clero y la vida religiosa lo exigen como un signo elocuente para conseguir los frutos de santidad de la vida de un hombre que, lleno de Dios, impregnó con su ejemplo a todo su pueblo, creyentes y no creyentes.
Los que involucraron al Papa Francisco en una bochornosa situación pública, no han dado la cara. Entonces, monseñor Juan de la Cruz Barros tiene en su conciencia de cristiano una tremenda responsabilidad, tiene el noble recurso de desistir al consentimiento que dio al papa Francisco al aceptar su nombramiento. Tiene en su conciencia libre la gran oportunidad de reivindicar su amor a la Iglesia, su fidelidad al papa y su amor a la Iglesia de Osorno; de modo que en vista de la situación provocada puede rechazar su nombramiento. Un gesto de tal altura moral, habrá servido para expiar el dolor que esto provoca a tantas personas y fieles de la Iglesia, incluyendo a las víctimas inocentes de Fernando Karadima.
Comentarios desactivados en El obispo Gustavo Zanchetta, condenado a cuatro años y medio de prisión por abuso sexual
Tras el fallo, el prelado fue esposado en la sala de juicio y trasladado a la Unidad Regional N 2
La Sala II del Tribunal de Juicio de Orán, en Salta, condena al exobispo a cuatro años y seis meses de prisión efectiva por abuso sexual continuado agravado contra dos exseminaristas y ordenó su inmediata detención
Tras el veredicto del tribunal, integrado por María Laura Toledo Zamora, Raúl Fernando López, y Héctor Fabián Fayos, Zanchetta fue esposado en la sala de juicio y trasladado a la Unidad Regional N 2
Durante el juicio Zanchetta declaró y negó todas las acusaciones en su contra, mientras que las dos víctimas (Seminaristas) ratificaron sus denuncias y sus declaraciones formuladas durante la etapa investigativa
Zanchetta renunció como Obispo de la Diócesis de Orán el 31 de julio de 2017, tras argumentar problemas de salud, y se instaló en España, donde fue nombrado por el Papa como asesor
(Télam).- La Sala II del Tribunal de Juicio de Orán, en Salta, condenó este viernes al exobispo de esa localidad Gustavo Zanchetta a cuatro años y seis meses de prisión efectiva por abuso sexual continuado agravado contra dos exseminaristas y ordenó su inmediata detención y traslado a una unidad carcelaria.
Se trata de la misma pena que había solicitado el jueves la Fiscalía en su alegato, con argumentos basados en los informes psicológicos y psiquiátricos realizados al exobispo en el juicio oral y público que comenzó la semana pasada en Orán.
— Nuevo Diario de Salta (@NuevoDiarioSalt) March 4, 2022
Tras el veredicto del tribunal, integrado por María Laura Toledo Zamora, Raúl Fernando López, y Héctor Fabián Fayos, Zanchetta fue esposado en la sala de juicio y trasladado a la Unidad Regional N 2, que pertenece a la provincia, hasta que haya un cupo en la Unidad Carcelaria de Orán, informaron a Télam fuentes judiciales.
Durante el juicio Zanchetta -que estuvo acompañado por los abogados canónicos Javier Belda Iniesta y Francesco de Angelis-declaró y negó todas las acusaciones en su contra, y aseguró que tres sacerdotes le habían dicho que la denuncia en su contra se trataba de una venganza. mientras que las dos víctimas ratificaron sus denuncias y sus declaraciones formuladas durante la etapa investigativa.
En una audiencia realizada la semana pasada, varios testigos habían complicado la situación del exobispo, ya que de sus testimonios surgió que ejercía tratos inapropiados con algunos seminaristas y que se le encontraron fotos con contenido pornográfico en su teléfono celular, entre otros detalles.
Un joven denunció los episodios de contenido sexual que sufrió por parte de quien fuera obispo de la Diócesis de Orán, a partir de 2017.
Según la denuncia, estos abusos tuvieron como escenario el edificio del seminario Juan XXIII, de Orán, ubicado a 270 kilómetros al norte de la ciudad de Salta, y en un domicilio particular de la localidad de Los Toldos.
Luego, se sumó la denuncia de un segundo seminarista, que el 13 de febrero de 2019 relató haber sufrido episodios de significación sexual y conductas inapropiadas “frente al público y en el ámbito privado”.
Estos hechos habrían ocurrido desde 2016, en la casa parroquial San Antonio, en el edificio del seminario Juan XXIII y la casa del Obispo.
Juicio por abusos contra el ex obispo Zanchetta: “el pedido de Fiscalía queda corto” https://t.co/HtIGsopTzM
Esa misma tarde, tarde, el actual obispo de Orán, Luis Scozzina, emitió un comunicado para renovar su “solidaridad y cercanía para con las víctimas y con todos los que se sintieron afectados durante todo el proceso judicial”, y explicó que “junto al pedido de perdón a las víctimas y a los seminaristas, quiero llamar a la comunidad diocesana a una sincera reconciliación ante las heridas provocadas por los gestos y actitudes de autoritarismo y de abuso de poder”.
Por su parte, el presidente y el secretario general de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), los obispos Oscar Ojea y Alberto Bochatey, también manifestaron su “cercanía con las víctimas” y les expresaron “un fuerte y sincero pedido de perdón en nombre de toda la Iglesia”.
“Estos dolorosos acontecimientos nos renuevan en la tarea comprometida y urgente de erradicar este tipo de conductas abusivas y continuar trabajando arduamente por la implementación de las medidas que la Santa Sede ha pedido a las Diócesis de todo el mundo, en la búsqueda de la verdad y la justicia”, sostuvieron, tras lo que le pidieron a consuelo para “el inmenso dolor de las víctimas y sus familias”.
Zanchetta renunció como obispo de la Diócesis de Orán el 31 de julio de 2017, al argumentar problemas de salud, tras lo que abandonó la Argentina y se instaló en España, donde fue nombrado por el Papa Francisco como asesor del ente para la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, que gestiona los bienes y propiedades de la Curia Romana.
El Papa había asignado a Zanchetta dentro de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica en 2017
A la causa por abuso sexual, se le suma otra que investiga la Justicia salteña, por una posible estafa al estado o administración fraudulenta, cuando Zanchetta era el obispo de Orán, por lo que el 7 de noviembre de 2019 fue allanada la sede del obispado de esa ciudad, que está a 270 kilómetros al norte de la capital salteña.
Para llevar adelante la investigación que permitió la condena del exobispo, el Ministerio Público Fiscal de Salta (MPFS) creó una Unidad Fiscal compuesta por los fiscales Soledad Filtrín Cuezzo y Pablo Rivero, quienes a lo largo de todo el juicio presentaron pruebas y testimonios que derivaron en la condena dada a conocer hoy.
En el mismo fallo, los jueces ordenaron su inmediata detención y determinaron que, una vez firme la sentencia, sea inscripto en el Banco de Datos Genéticos.
En los alegatos, pronunciados ayer, el defensor oficial Enzo Giannotti solicitó la absolución de Zanchetta.
El juicio fue prorrogado en septiembre de 2021, por solicitud de Giannotti, quien argumentó que el expediente canónico que fuera solicitado como prueba por la defensa y también por la Fiscalía, no había sido recibido a la fecha.
En la oportunidad, los voceros detallaron que dicha prueba se tramitaba por vía diplomática ante la Santa Sede, por lo que los magistrados decidieron posponer el inicio del juicio -que había sido fijado para los días 12 al 15 de octubre- para los días 21 al 25 de febrero de 2022 y finalmente se extendió hasta hoy.
Alrededor de 40 testigos pasaron por el juicio contra el religioso.
Este mediodía, familiares y allegados de las víctimas manifestaron su descontento por considerar injusto el fallo e insuficiente la pena otorgada al ex obispo.
Comentarios desactivados en Un sacerdote del Opus Dei, investigado por Doctrina de la Fe por abusar de varios estudiantes después de la confesión
Manuel Cociña y Abella convivió con Escrivá de Balaguer
El prelado del Opus Dei ordena una investigación contra Manuel Cociña y Abella, sacerdote que convivió con san Josemaría Escrivá, por abusos a varios estudiantes en un Colegio Mayor de Sevilla entre 2002 y 2003
Según el relato de una de las víctimas, Cociña les hacía “masajes” en los genitales, en algunos casos después de la confesión.
La Santa Sede confirma que el caso se encuentra en Doctrina de la Fe, en fase de primer estudio
El Opus Dei confirma la información e informa que el sacerdote tiene prohibido el contacto con menores de 30 años y restringidas sus actividades pastorales.
Sin embargo, Cociña continúa ejerciendo como tal, y es uno de los priores de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén en el sur de España
El sacerdote numerario Manuel Cociña y Abella lo tenía todo para ser obispo. De hecho, llegó a estar en varias ternas. Miembro de la Academia de Historia Eclesiástica, este clérigo del Opus Dei, que había convivido con el mismísimo san Josemaría Escrivá de Balaguer, se convertía entre 2007 y 2008 en rector de la Basílica de San Miguel, en Madrid (confiada desde 1959 a los sacerdotes de la Obra), e iba camino de convertirse en el primer prelado numerario de la Prelatura. Sin embargo, algo truncó esta carrera. ¿Qué ocurrió?
En 2002, MGF residía en el Colegio Mayor Almonte, de Sevilla. A sus recién cumplidos 18 años, formaba parte de la Obra desde 1999. Tras una confesión, Manuel Cociña abusó de él. Desde noviembre de 2002 hasta julio de 2003 (cuando MGF abandonó la residencia), y al menos en siete ocasiones, el sacerdote aprovechaba su situación para “hacerme masajes” que acababan con tocamientos en los genitales.
Así lo denuncia este joven, hoy casado, residente en Chile, en la denuncia que presentó en 2018, después de la visita del Papa Francisco al país andino. No fue el único: al menos otras cuatro personas han testimoniado episodios similares.
Ocáriz ordena investigar
En octubre de 2018, el actual prelado del Opus Dei, Fernando Ocáriz, ordenó una investigación, dirigida por Rafael Rodríguez Ocaña, cuyos resultados, según ha podido saber RD, se enviaron en diciembre a la Congregación para la Doctrina de la Fe, a la sección de delitos más graves.
Fuentes oficiales confirman que está en fase de primer estudio. Por el hecho de los abusos, pero especialmente por haberse cometido utilizando el secreto de confesión, lo que podría acabar con la excomunión y la expulsión del religioso. El interrogatorio se llevó a cabo el 11 de octubre de ese año en la sede de la Prelatura en Santiago de Chile, ante un abogado y un notario.
Posteriormente, el prelado viajó a Granada (a finales de noviembre) y en ese momento se hicieron efectivas ciertas medidas cautelares. La Oficina del Opus Dei en España confirma la investigación, que se entregó a Roma en diciembre, y dichas medidas cautelares para Manuel Cociña, consistentes en la prohibición de mantener contacto con menores de 30 años, y la restricción de sus actividades pastorales al centro en el que reside, en Granada, mientas la Santa Sede toma una decisión.
Correo de víctimas del Opus
La Obra en España declara “su dolor y cercanía a la o las víctimas” y se ofrece a ayudar en todo lo posible en la investigación. El caso de MGF es uno de las decenas que han ido llegando en las últimas semanas al correo que un grupo de víctimas del Opus Dei ha decidido abrir para denunciar el silencio de la Obra en España, que se ha convertido en flagrante tras la sentencia contra un profesor del colegio Gaztelueta.
Desde el correo abusosopusdei@gmail.com, esperan poder encontrar no sólo nuevos casos, sino una fórmula para encontrarse, compartir experiencias y ayudarse mutuamente. No sólo son abusos sexuales a menores, nos explican, sino también de poder. El silencio de la Obra, que se ha hecho escandaloso tras la sentencia condenatoria a once años de prisión a un profesor del colegio Gaztelueta, obliga a que las víctimas alcen su voz, y exijan su espacio, también en el interior del Opus Dei, para hacer realidad la tan cacareada ‘tolerancia cero’ impulsada por el Papa Francisco
¿Por qué no denunció antes? “Abandoné el Opus Dei en 2010. Cuando dejé la Obra, en los tres meses, antes de que me dieran la dispensa, yo vivía en Madrid, y se lo comenté a la persona que me atendió esos tres meses, un director regional del Opus Dei. (…). Él me dijo: Mira, no te puedo contar más, pero no me hace ruido, no me extraña; a esta persona la hemos sacado de la circulación; la hemos mandado a Galicia; no te preocupes, porque no va a tratar más a gente joven”.
“Cállate, reza por él y no te preocupes”
El relato cuadra con la ‘desaparición’ de Manuel Cociña, que hoy vive en un centro de la Obra en Granada. Y MGF hizo caso y no denunció. “Me aconsejó: mira, no denuncies esto, porque no sé si él lo hacía con una intención sexual o no, esto fue una imprudencia. Era la mentalidad de hace 15 años, para mí y para todo el mundo. Me dijo: lo hemos mandado a otro sitio, no levantes más historias, esto va a hacer daño, cállate, reza por él y no te preocupes. Y es lo que he hecho hasta que llegué a Chile”, relata MGF en su interrogatorio ante los enviados del Prelado del Opus Dei.
En junio de 2013, MGF dejó España y recaló en Chile, donde ejerce su profesión, se ha casado y es padre de dos hijos. “Hasta hace seis años yo no pensaba que esto había sido algo raro, yo todos estos años pensaba que era un problema mío (…). Todos estos años me he echado la culpa a mí mismo y siempre lo he visto como una vergüenza propia”. MGF dejó el Opus en 2010, pero entre 2003 -cuando Manuel Cociña fue enviado a Madrid-, “de vez en cuando le escribía (…). Nunca rompimos la relación hasta que dejé la Obra”.
Denunció tras escuchar al Papa en Chile
“Cuando llegué a Chile y empecé a ver el caso del sacerdote Karadima, vi una similitud. Manuel Cociña es el ‘Karadima del Opus Dei’. Y llevo cinco años con un proceso de intentar entender qué pasó”, nos cuenta MGF. “Pero todo esto se desencadenó hace un año, cuando este señor me pide amistad por ‘Linkedin’. Me puse a investigar y ví que seguía siendo sacerdote, y que vivía en Granada, y que hace comentarios del evangelio ‘on line’ en un par de webs”. Sólo entonces, y tras comprobar cómo el Papa Francisco tomaba las riendas en el escándalo de abusos en Chile, MGF se decidió a dar el paso y denunciar a Manuel Cociña. “Cuando el Papa dijo en la misa en el parque O’Higgins que hay que levantar la basura, me decidí”.
Cociña, es cierto, fue ‘retirado’ durante un tiempo, y sus opciones de alcanzar el episcopado se difuminaron. Pero, al menos desde 2013, Cociña reaparece en Granada, donde continúa trabajando y dando formación como sacerdote y persona que ‘convivió con san Josemaría’. Pese a que desde la Obra se ha asegurado a MGF que Manuel Cociña “está separado de cualquier contacto con personas de menos de 30 años”, no ha sido apartado de sus funciones sacerdotales. De hecho, hace dos semanas participó, en calidad de prior de la Delegación en Granada, en el retiro cuaresmal de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén.
El Opus Dei confirma la exclusiva de RD, y la investigación contra un sacerdote de la Obra por abusos
La Obra muestra “el más completo rechazo hacia cualquier abuso y la total colaboración para ayudar a curar las heridas”
Tras la publicación de la exclusiva de Religión Digital sobre las acusaciones de abusos contra el sacerdote numerario Manuel Cociña Abella, la Oficina de información del Opus Dei ha emitido un comunicado en el que, sin citar en ningún momento a nuestra web, admite todos y cada uno de los términos de nuestra información, al tiempo que muestra “el más completo rechazo hacia cualquier abuso y la total colaboración para ayudar a curar las heridas”.
En la nota, la Obra confirma “con gran dolor y cercanía a los afectados” que la prelatura recibió una denuncia de abuso sexual contra este sacerdote, ocurrida en Sevilla en el curso 2002-2003, y que en septiembre se encargó, a instancias del prelado, Fernando Ocáriz, “una investigación preliminar”, que concluyó con el envío a Roma de la documentación y “la medida cautelar de restringir la actividad pastoral de este sacerdote al ámbito del Centro de la Prelatura en el que reside, y en todo caso con mayores de 30 años”.
Comunicado del Opus Dei
A propósito de la noticia publicada en algunos medios de comunicación sobre un sacerdote de la prelatura (Manuel Cociña), con gran dolor y cercanía a los afectados, confirmamos que:
1. En agosto de 2018 la prelatura del Opus Dei en España recibió una denuncia de abuso sexual contra este sacerdote, ocurrida en Sevilla en el curso 2002-2003. El denunciante era mayor de edad en el momento de los hechos.
2. El 14 de septiembre de 2018 el Vicario Regional de la Prelatura del Opus Dei en España, a instancias del Prelado, ordenó una Investigación Preliminar en conformidad con el canon 1717 del Código de Derecho Canónico.
3. El Prelado del Opus Dei adoptó, con fecha 1 de octubre de 2018, la medida cautelar de restringir la actividad pastoral de este sacerdote al ámbito del Centro de la Prelatura en el que reside, y en todo caso con mayores de 30 años.
4. Como es lógico, la investigación incluye la declaración del denunciante tomada en Chile, país donde reside. El expediente se remitió a la Santa Sede (Congregación para la Doctrina de la Fe), en diciembre de 2018, donde se encuentra en fase de estudio.
5. Queremos manifestar nuestra cercanía y apoyo al denunciante, así como el más completo rechazo hacia cualquier abuso y la total colaboración para ayudar a curar las heridas.
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