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Palabra clave: ‘Ariel Alvarez Valdés’

Nuevos enigmas de la Biblia de Ariel Álvarez Valdés

Martes, 29 de agosto de 2023
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IMG_0251Del blog de Antonio Piñero:

“No hay ni un solo capítulo de este libro que no me haya interesado”

“‘Nuevos enigmas de la Biblia 5’ es el título de un nuevo librito, que no es tal, sino librazo a pesar de su tamaño reducido. Ya he comentado en otras ocasiones la serie ‘Enigmas de la Biblia de Ariel Álvarez Valdés'”

“Normalmente se piensa que la investigación ha de ser farragosa, ya que la erudición suele presentarse como gruesos tomos que son difíciles de leer. Pues no… Este teólogo argentino que mezcla con gran acierto claridad con profundidad de pensamiento”

“Los temas de este libro son interesantísimos. Cito entre otros: ¿Condena la ley de Moisés la homosexualidad? ¿Cuántas clases de Mesías había en la época de Jesús? ¿Por qué no coindicen los antepasados de Jesús en las genealogías que aparecen en los evangelios de Mateo y Lucas? ¿Pronunció Jesús el famosísimo Sermón de la Montaña? ¿Por qué el Evangelio de Juan comienza con un himno? ¿Quiénes son los veinticuatro ancianos del Apocalipsis?”

“No hay ni un solo capítulo de este libro que no me haya interesado a pesar de los años y años que llevo estudiando el Nuevo Testamento. Ariel tiene la virtud de presentar siempre algo novedoso e interesante”

Este es el título de un nuevo librito, que no es tal, sino librazo a pesar de su tamaño reducido. Ya he comentado en otras ocasiones la serie “Enigmas de la Biblia de Ariel Álvarez Valdés”. Y ahora vuelvo a repetir que aunque el formato es divulgativo, el libro es de auténtica investigación.

Normalmente se piensa que la investigación ha de ser farragosa, ya que la erudición suele presentarse como gruesos tomos que son difíciles de leer. Pues no. El caso de Ariel es presentar en pequeño formato las candentes cuestiones de la Biblia que necesitan una aclaración porque no se entienden a la primera al leerlas, sin recurrir al susodicho formato de erudición, echa hacia atrás a muchos lectores ¡No es el caso!

Aprendo muchísimo siempre que leo un libro de este teólogo argentino que mezcla con gran acierto claridad con profundidad de pensamiento.

Presento la ficha del libro para su fácil localización en librerías o Internet: “Nuevos enigmas de la Biblia 5”, Editorial PPC, Boadilla del Monte, España 2023. ISBN 978-84.283-3999-0. 19×12 cms. 174 páginas. Precio 17 euros.

Los temas de este libro son interesantísimos. Cito entre otros: ¿Condena la ley de Moisés la homosexualidad? ¿Cuántas clases de Mesías había en la época de Jesús? ¿Por qué no coindicen los antepasados de Jesús en las genealogías que aparecen en los evangelios de Mateo y Lucas? ¿Pronunció Jesús el famosísimo Sermón de la Montaña? ¿Por qué el Evangelio de Juan comienza con un himno? ¿Quiénes son los veinticuatro ancianos del Apocalipsis?

Como ven no exagero un ápice al sostener que los temas son candentes hoy y que suscitan la curiosidad y el ánimo de leer.

En absoluto pretendo con esta postal destripar este estupendo libro con los resultados que ofrece el autor, porque eso sería convertirme en alguien que arruina el interés del libro. El vocablo inglés “spoiler” que la gente emplea en el sentido de aquel que estropea el interés de una película o narración “revelando” el final de ellas, es aquí apropiado, pues el significado mezcla dos campos semánticos aparentemente diversos: “arruinar” y “revelar”.

 Pues bien, no hay ni un solo capítulo de este libro que no me haya interesado a pesar de los años y años que llevo estudiando el Nuevo Testamento. Ariel tiene la virtud de presentar siempre algo novedoso e interesante.

Si fuere conveniente destacar algún capítulo que me haya interesado más que otro, señalaría la explicación de Ariel del famoso himno del principio del Evangelio de Juan, del que estoy convencido que es un “midrás”, es decir, una aclaración exegética judía de Génesis 1,1, aunque a simpe vista no lo parezca.

Adelante, pues, Ariel, con este tipo de libros, de factura sencilla y clara que mezcla erudición con claridad y facilidad de lectura  y que son verdaderamente iluminadores.

Y otra cosa: al final de cada capítulo el autor presenta una brevísima bibliografía, en español, para quien desee profundizar más en cada tema.

Otro día comentaré brevemente el siguiente libro “Nuevos enigmas de la Biblia 6

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‘Nuevos enigmas de la Biblia’, de Ariel Álvarez Valdés

Viernes, 5 de julio de 2019
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foto_arielLas Biblias están en cualquier casa, aunque en sus páginas no aparezcan signos claros de haber sido leídas

¿Cuál es el libro más triste del Antiguo Testamento?

El autor, experto en Teología Bíblica, ha realizado numerosos viajes académicos a Israel, Egipto, Jordania, Turquía y Grecia

De la mayoría de las casas españolas, católicas, apostólicas y romanas, o no, puede afirmarse que en los anaqueles de sus bibliotecas, o asimilados, luce el esplendor de su encuadernación un ejemplar de la Biblia, o Sagrada Escritura, aunque en sus páginas no aparezcan signos claros de haber sido leídas, sino acaso muy raramente… Algo así como si se tratara de un libro- objeto de adorno o de lujo, y de buenas apariencias sociales…

De todas maneras, la Biblia está, y estará, en disposición permanente de que accedan a sus páginas los miembros de la familia, que se educan en la fe y en la formación religiosa, al igual que en otras culturas, lo que ejemplarmente justifica que tal libro es uno de los más traducidos en todas las lenguas del mundo.

Por tanto, su recomendación está prácticamente de más en su versatilidad de versiones y fórmulas, como en el caso de la nueva presentación de PPC, con el título de Nuevos enigmas de la Biblia, que cuenta con 118 páginas, de fácil, amena, atractiva y documentada lectura, y en cuyo índice se ofrecen estos capítulos:

“¿Era Lilit un demonio bíblico?; ¿Cómo nació el relato del Éxodo?; ¿Por qué la Biblia cuenta tres muertes del rey Saúl?; ¿Cuál es el libro más triste del Antiguo Testamento?; ¿Predicaba Jesús con parábolas o con alegorías?;  ¿Cuándo se escribió el episodio de la adúltera?, ¿Entró Jesús en Jerusalén aclamado por la multitud?, ¿Estuvo la Virgen María  junto  a la cruz de Jesús?; ¿Por qué Marcos abandonó a Pablo en su primer viaje? ¿Escribió Judas un libro de la Biblia?”

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El autor del nuevo libro de PPC es Ariel Álvarez Valdés, experto, con títulos universitarios, en Teología Bíblica, que ha realizado numerosos viajes académicos a Israel, Egipto, Jordania, Turquía y Grecia, profesor de Sagrada Escritura en varios seminarios  y creador en Argentina de la “Fundación para el Diálogo entre la Ciencia y la Fe”.  Es además un gran divulgador de estos temas, que plantea y trata con indiscutible sentido periodístico.

Por prestarle atención a alguno de sus capítulos, cito el último titulado “¿Escribió Judas un libro de la Biblia”? (pp. 150 y ss.), con mención para la carta adscrita al Judas apodado “Tadeo”, “hermano de Santiago, los dos a la vez, hermanos de Jesús, tal y como repetidamente afirman los libros sagrados con sus versículos correspondientes, citados y comentados por el autor de estos nuevos enigmas.

Un libro para adentrarse más y mejor por los andurriales bíblicos, con seguridades tan científicas como piadosas, por lo que serán muchos los que agradecerán estas circunstancias.

Fuente Religión Digital

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Obispos del Paraguay prohíben curso bíblico de Ariel Álvarez

Lunes, 17 de julio de 2017
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foto_arielTodo muy aperturista e inclusivo… Pandilla de carcas…

 A unos días de su inicio

“Muestra la dificultad que tiene la jerarquía para ponerse al día en cuestiones teológicas”

Esta semana, los Obispos del Paraguay prohibieron un ciclo de conferencias bíblicas que iba a dictar el teólogo y biblista católico Dr. Ariel Álvarez Valdés.

Se trata de una serie de cursos bíblicos, de tres días de duración cada uno, que estaban organizados por la Editorial San Pablo junto a diversas parroquias e instituciones eclesiásticas, de las diócesis de Asunción, de Ciudad del Este y de San Lorenzo.

Sin embargo, a pesar de que las jornadas bíblicas llevaban varias semanas organizándose y ya contaban con inscriptos, debieron suspenderse sorpresivamente, a días de su inicio, debido a que el Arzobispo de Asunción, junto con otros prelados de las diócesis paraguayas, hicieron llegar su desacuerdo con la realización de los mencionados cursos.

“Es una actitud insólita”, dijeron los promotores, “puesto que el Dr. Álvarez Valdés no sólo es un reconocido biblista, sino que se encuentra avalado por instituciones del Vaticano, como la FEBIC. Y no entendemos por qué nuestros obispos asumieron semejante actitud”.

Como es sabido, Ariel Álvarez Valdés es presidente de la Fundación Diálogo, la cual fue recientemente incorporada a la FEBIC, una federación bíblica creada por el Vaticano para agrupar a los establecimientos católicos aprobados, que trabajan por la Biblia y ayudan a los obispos en sus diócesis a difundir los estudios de Sagrada Escritura.

“Esta prohibición lo único que hace es mostrar la dificultad que tiene nuestra jerarquía para ponerse al día en cuestiones teológicas, y para permitir que aquí en Paraguay la gente tenga acceso a los nuevos estudios bíblicos propuestos por los teólogos católicos”, concluyeron los organizadores.

Estos cursos bíblicos se vienen desarrollando desde hace años en países como la Argentina, Chile y Uruguay.

Fuente Religión Digital

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Jesús y el “chico” del homosexual: Mt 8, 5-13 por (Ariel Alvarez y X. Pikaza)

Sábado, 21 de marzo de 2015
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1Tesis del exegeta Ariel Álvarez
El milagro de Jesús a la pareja del centurión gay
Sin inmiscurise en su vida privada ni censurar su actitud

 El teólogo y biblista Ariel Álvarez Valdés acaba de publicar un artículo en la revista Criterio del mes de marzo, donde afirma que Jesús habría hecho un milagro a un homosexual, sin inmiscuirse en su vida privada, ni censurarlo por su actitud.

A lo largo de su escrito, el reconocido exegeta realiza una interpretación del milagro de Jesús al centurión de Cafarnaúm, tal como aparece en el Evangelio de Mateo, y analiza el trasfondo de los términos griegos empleados en la narración, concluyendo que el joven por el cual el militar solicita un milagro era su pareja.

Luego compara este mismo relato con las versiones paralelas del milagro en los Evangelios de Lucas y de Juan, resaltando los numerosos cambios que debieron realizar estos otros autores.

El artículo analiza la composición tanto del ejército romano como del ejército herodiano, que estaban asentados en Palestina en tiempos de Jesús, y aporta testimonios literarios extrabíblicos sobre la vida de los centuriones.

Aduce también importantes testimonios arqueológicos que refrendan su postura.

Finalmente el Dr. Álvarez Valdés concluye que la Iglesia ha condenado injustamente a los colectivos homosexuales en nombre de Jesús de Nazaret, algo que no se desprende de los Evangelios.

***

Del blog de Xabier Pikaza:

RD ha publicado hace unos días la noticia de que el Papa Francisco nombrará un coordinador para la investigación de la pederastia clerical en España. En ese contexto se sigue planteando en algunos medios no sólo el tema de la pederastia (que es un crimen), sino el de la homosexualidad (que es una conducta afectiva y sexual).

En principio esos temas no tienen relación ninguna, pues la pederastia puede darse lo mismo entre homo- como entre hetero-sexuales (aunque en ciertos ambientes cerrados ha podido darse más entre homosexuales).

Pero, a fin de plantearlos mejor, en clave de evangelio, me parece conveniente recoger en este portal un trabajo que mi amigo Ariel Álvarez Valdés acaba de publicar sobre el milagro de Jesús con el “amante” del Centurión de Cafarnaúm. Es difícil mejorar lo que Ariel dice pero, dado que me cita (he desarrollado el tema en algún lugar de mi Diccionario de Biblia y en un Blog de RS21, año 206), publicaré tras el estudio de Ariel mi propio y pequeño trabajo sobre el tema.

Gracias, Ariel, una vez más, por admitir mi compañía en este portal de RD.

¿HIZO JESÚS UN MILAGRO A UN HOMOSEXUAL?

por Álvarez Valdés, Ariel. Criterio Nº 2412, Marco 2015

http://www.revistacriterio.com.ar/iglesia/%C2%BFhizo-jesus-un-milagro-a-un-homosexual/?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+RevistaCriterio+%28Revista+Criterio%29

Las iglesias cristianas suelen condenar de manera terminante la práctica homosexual. La consideran un acto intrínsecamente desordenado e inaceptable. El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, por ejemplo, la califica de grave depravación, y de triste consecuencia del rechazo a Dios (nº 2357). Y algunos teólogos protestantes, como Kart Barth, la han llamado “fenómeno perverso” y “una inversión del orden natural de la creación”. A su vez, todos dicen oponerse a ella basándose en la Biblia.

Ahora bien, resulta curioso que en los Evangelios no exista ninguna frase o enseñanza de Jesús sobre el tema, algo sumamente llamativo porque la homosexualidad era un fenómeno bastante extendido en la cultura greco-romana de su tiempo. Los poetas la ensalzaban en sus obras; la sociedad la toleraba como un hecho habitual; y Palestina estaba rodeada e impregnada de esa cultura. Basta ver un mapa del país para comprobar que existían unas 30 ciudades griegas en su territorio.

¿Cómo es que Jesús no opinó o aludió nunca a esa cuestión?

Un número creciente de biblistas, como T. Horner (1978), M. Gray-Fow (1986), G. Theissen (1987), D. Mader (1992), J. E. Miller (1997), T. D. Hanks (2000), T. Jennings (2004), T. Benny Liew (2004), R. Goss, y X. Pikaza (2006), sostienen que no hallamos en los Evangelios referencias a ella porque Jesús nunca condenó expresamente la homosexualidad. Y para ilustrarlo, afirman que una vez le hizo un milagro a un homosexual sin cuestionar su condición. El favorecido fue un centurión de Cafarnaúm (Mt 8,5-13).

Tierra de dos gobiernos

Este hombre es uno de los personajes más impresionantes del Evangelio. Se trata del único militar que acude a Jesús. El único que le pide un milagro a distancia. El único que le contó una parábola. Y el único al que Jesús alabó por tener la fe “más grande” de todo Israel (Mt 8,10), colocándolo así por encima de sus discípulos y de la virgen María.

El relato comienza diciendo que cierto día en que Jesús se hallaba en Cafarnaúm, se le acercó un centurión para rogarle: “Señor, mi muchacho está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente” (Mt 8,6).

En aquella época, Palestina contaba con dos clases de ejércitos. Uno era el de Roma, ya que el país estaba sometido a su dominio desde hacía muchos años. El Nuevo Testamento menciona a varios de sus integrantes: el soldado (Mc 15,16), el centurión (Mc 15,39), el tribuno (Jn 18,12), la cohorte (Jn 18,3), la caballería (Hch 23,23). Todos ellos dependían del gobernador romano Poncio Pilato.

Pero Pilato sólo administraba el centro y sur del país (Samaria, Judea e Idumea), y sólo allí estaban sus tropas, mientras que el milagro de Jesús ocurrió en Cafarnaúm, es decir, al norte. Por lo tanto, este militar no pertenecía al ejército de Pilato. Formaba parte del regimiento provinciano de Galilea, que protegía esa región, y dependía del tetrarca Herodes Antipas. Aunque más modesto y reducido que el romano, estaba organizado a semejanza de éste, tanto en su estructura, como en su jerarquía y su disciplina. Sus integrantes eran en su mayoría paganos, y de cultura griega. De hecho, Mateo indica expresamente que el militar que fue a verlo no era judío (Mt 8,10).

Ni hijo ni sirviente

Este oficial tenía el grado de “centurión”. Así se llamaban los que estaban al frente de una centuria, es decir, cien soldados. Tenía, pues, una categoría alta dentro del ejército herodiano.

La presencia de un funcionario de esa jerarquía en Cafarnaúm es comprensible. La ciudad se hallaba en la frontera internacional, a sólo 5 kilómetros del límite entre Galilea y Galaunítide. Además, la atravesaba una de las rutas comerciales más importantes del país. Por eso estaba protegida por una centuria. El centurión era la máxima autoridad civil de la ciudad.

image004Según Mateo, el militar se presentó ante Jesús y le rogó que curara a un joven paralítico que estaba en su casa y sufría mucho. ¿Quién era el enfermo? Mateo no lo dice. Sólo lo identifica con la palabra “páis”, término griego que significa “joven”, “muchacho”. Algunas Biblias lo traducen por “sirviente”. Pero es un error, porque cuando Mateo se refiere a un sirviente usa la palabra “doúlos”. Así por ejemplo, en este mismo episodio el centurión le dice a Jesús: “cuando le pido a mi sirviente (doúlos)que haga algo, lo hace” (v.9). Evidentemente el muchacho no era un sirviente. Otras Biblias prefieren traducirlo por “hijo”. Pero tampoco es correcto, porque Mateo para hablar de un hijo emplea el término “houiós”, como se ve también en este episodio (v.12). Nunca, de las 26 veces que Mateo utiliza la palabra “páis”, se refiere a un “hijo”.

Existe además una razón histórica que impide traducirlo por “hijo”. Y es que los centuriones tenían prohibido casarse y tener hijos mientras prestaban servicio en el ejército. Sabemos que hacia el año 13 a.C. el emperador Augusto prohibió mediante una ley a los soldados que estaban por debajo del grado de oficiales senatoriales y ecuestres (incluidos los centuriones) tomar esposa y formar una familia. La prohibición fue levantada en el 197 d.C. por el emperador Septimio Severo. Por lo tanto, el muchacho paralítico no podía haber sido hijo del centurión.

Por un sueldo superior

Si el joven enfermo no era ni sirviente ni hijo del centurión, ¿qué relación tenía con él? Existe un tercer sentido de la palabra “páis” (muchacho), conocido gracias a los estudios de la literatura clásica, y es el de “amado” o “favorito” en una relación homosexual. Se lo llamaba “muchacho” afectuosamente, aun cuando fuera adulto.

En efecto, historiadores griegos como Tucídides (s.V a.C.), Jenofonte (s.IV a.C.), Calímaco (s.III a.C.), Polieno (s.II a.C.) y Plutarco (s.I), cuentan cómo ya en aquel tiempo los comandantes griegos solían tener sus jóvenes amantes (“páis”) dentro del ejército, con los cuales convivían. Algunos describen incluso las peleas que a veces se daban entre los oficiales por “algún muchacho bello en el que un soldado había puesto su corazón”. Otros autores e historiadores romanos como Plauto (s.III a.C.), Valerio Máximo (s.I), Marcial (s.I) y Tácito (s.II) narran historias de oficiales de la legión romana que tenían soldados como amantes, y dan hasta los nombres de ciertos centuriones afectos a esas prácticas.

El término “páis”, pues, en el ambiente castrense antiguo, era comúnmente utilizado para referirse al joven amante de una pareja homosexual.

Que semejante práctica se hallaba muy extendida, lo confirma un reciente estudio arqueológico realizado en un campamento romano del siglo I, en Vindolanda (Inglaterra). Los restos hallados en algunas de las habitaciones excavadas, han llevado a los arqueólogos a exclamar que éstas se asemejaban más a un burdel masculino que a un cuartel.

Esto corrobora que en el ejército romano (y sin duda también en el de Herodes) los centuriones y demás superiores convivían con jóvenes amantes; lo cual les era facilitado porque recibían una paga superior a la del resto de los soldados, y dormían en cuarteles más amplios.

Fuera de casa es mejor

Es posible, entonces, que el joven por el que viene a interceder el centurión sea su propia pareja. Si esto es así, se aclara un detalle difícil de explicar, y es por qué un militar de su rango se toma el trabajo de ir personalmente a implorar a Jesús por un simple sirviente. Pero al ser una persona afectivamente importante para él, la dificultad desaparece. Leer más…

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Pablo, “Fiducia Supplicans” y las nuevas traducciones bíblicas basadas en el amor y el respeto

Jueves, 4 de enero de 2024
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Del blog Tras las Huellas de Sophia:

Introducción. 2. Los textos del Nuevo Testamento y su traducción. 3. Qué dice la 1ra. Carta a los Corintios sobre la homosexualidad. 4. “Malakós/ Malakoi”  y “Arsenokoites”: 5. Por qué habilitar una bendición.  6. Todos, Todos y Todos,  somos Iglesia. 7. Cómo dañamos al 7 % (O al 19,7 %!)  de nuestros miembros de la Iglesia.8. Evolución en los paradigmas de la Iglesia Católica. 9. Conclusión.

1. Introducción.

La Declaración Fiducia Supplicans sobre el sentido pastoral de las bendiciones”  sólo establece, en la parte pertinente,  que “(…) es precisamente en este contexto en el que se puede entender la posibilidad de bendecir a las parejas en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo, sin convalidar oficialmente su status ni alterar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el Matrimonio. La presente Declaración quiere ser también un homenaje al Pueblo fiel de Dios, que adora al Señor con tantos gestos de profunda confianza en su misericordia y que, con esta actitud, viene constantemente a pedir a la madre Iglesia una bendición.”

Es increíble la cantidad de reacciones extremas que ha generado esta Declaración,  que lo único que propone  es habilitar la realización de una bendición (es decir,  “decir el bien” a unas personas).

Gran parte de este rechazo refiere a la posibilidad de bendecir a “parejas del mismo sexo”.

2. Los textos del Nuevo Testamento y su traducción.

Cabe destacar que “ninguno de los veintisiete escritos de este conjunto (Nuevo testamento) fue compuesto en arameo, ni siquiera los evangelios más primitivos… no hay ninguna obra del Nuevo Testamento que fuera redactada en arameo o bien en hebreo. Todo fue escrito en griego,  incluso el Evangelio de Mateo, aún cuando una tradición del s. II  afirme que éste escribió primero la obra en arameo y cada uno luego la tradujo como pudo”. [1]  A ello se agrega que no se conserva en la actualidad ninguna versión original, que haya salido de la pluma de quien haya sido autor de alguno de los 27 libros del Nuevo Testamento.  Los originales se han perdido, hasta acá. Se conservan copias de copias de copias. Las versiones más antiguas datan del siglo IV.

En consecuencia, cuando analizamos un texto de las Escrituras,  lo que leemos es un documento que primero fue copiado; y luego, copiado;  y ese proceso una y otra vez;  y posteriormente fue traducido, del griego, a nuestro propio idioma.

Sin embargo, toda traducción implica ineludiblemente una interpretación de lo que se está leyendo,  y que, quien lo traduce,  deje en el nuevo texto su impronta y sus ideas.

El texto que se traduce será como mucho el más cercano al texto original, pero evidentemente no el original. Este carácter “provisional” del texto tiene implicaciones teológicas importantes…Cualquiera que haya sido la (…) variación del texto neotestamentario, las variantes ponen en guardia frente a un modo de hacer teología que parta de un texto “solidificado”. La Palabra de Dios está testimoniada por diversos manuscritos, ninguno de ellos con garantías de transmitir el texto que salió de la mano de un autor sagrado. En cambio, ya que el autor humano de la Biblia es también una comunidad creyente viva (Israel en su momento,  y la Iglesia, después) el verdadero intérprete debe ser esa comunidad”. [2]

3. Qué dice la 1ra. Carta a los Corintios sobre la homosexualidad.

Según el teólogo y biblista Ariel Alvarez Valdés [3], en  el Nuevo Testamento, el único autor que condena las relaciones homosexuales es el Apóstol Pablo, específicamente en las cartas a los Corintios (I), Romanos y Timoteo.

Recordemos entonces, lo dicho anteriormente,  es decir, que los textos, escritos en griego,  fueron sucesivamente copiados a lo largo del tiempo; que no se cuenta con el original de los mismos;  y que lo que se  lee en nuestro propio idioma es una traducción.

Con ese aspecto en mente,  y a modo de ejemplo, analizaré la Primera Carta a los Corintios. De los dieciséis capítulos de la misma, interesa para el tema el número seis.

Entrando en el contexto de la misiva, vemos que, previo a redactar esta carta,  Pablo se había enterado de que en Corinto los Cristianos alguna vez habían concurrido a un juez para resolver sus pleitos. No le agrada tal idea.

Dice Pablo en la carta: “¿No saben que los Santos juzgarán al mundo? Nosotros (los Santos) juzgaremos a los mismos ángeles, (y entonces) cuánto más podremos juzgar los problemas de esta vida…”   Aquí, Pablo piensa que los Corintios cristianos no deben ir a los jueces no cristianos, porque estos últimos no tienen los mismos valores que ellos.  ¡Cómo puede ser que les lleven un planteo a alguien que no comparte los mismos valores de la comunidad cristiana!. Por lo tanto, lo que està diciendo Pablo es que, para él,  los jueces civiles no eran aceptables,  porque no eran creyentes. Éste es el contexto en el cual Pablo, a continuación,  habla de lo que es la injusticia y  “los injustos”.

En efecto, en Cor. 6 ver. 9-10, dice Pablo (y a continuación lo transcribiré tal como podemos llegar a encontrarlo en la Biblia de Jerusalén, para luego escribir su versión griega en fonética):

Los injustos no participarán en el Reino de Dios. Ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados (malakós), ni los homosexuales (arsenokoites), ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores ni los estafadores”

Éstos son los términos (“malakós” que traducen por “afeminados” y  “Arsenokoites” que se ve traducido por “homosexuales”) que suelen citarse como prueba de que Pablo condena a la homosexualidad.

Veamos cada uno de ellos.

4.Malakós/ Malakoi” y “Arsenokoites:

En esta carta de Pablo, en las versiones en Español, la palabra “malakos” ha sido traducida por el término “afeminados“. Sin embargo, su significado original en griego es “blando” o “débil“.

En efecto, para Ariel Alvarez Valdez,  “malakos” debería traducirse como “miedoso” o “cobarde“, refiriéndose a aquéllos que vivían de manera refinada y no participaban en la lucha, siendo considerados injustos por acaparar recursos.

En la reciente obra “Los libros del Nuevo Testamento” de Antonio Piñero [4] también se traduce la palabra “Malakoi” por “blanditos”.

En cuanto a la palabra “arsenokoites“, traducirla como “homosexual“,   es en primer lugar un anacronismo, ya que la palabra “homosexual” recién fue creada en 1869 y no existía en la época de Pablo.

En segundo lugar, traducir “arsenokoites” como “homosexual” es también una traducción errónea,  ya que el término griego mencionado no aparece en ningún otro texto conocido y su significado exacto sigue siendo objeto de debate.

Este debate se da en razón de que, para componer esta palabra “doble”  el autor utilizó la raíz “Arsen” o “Arseno”, que refiere a hombre tanto adulto como menor de edad;  y en cambio no utilizó la palabra “Andrós” que sí significa hombre mayor de edad.  Además, la palabra “arsenokoites” no se observa en ningún otro texto, canónico o extra bíblico.[5] Entonces, para Ariel Alvarez Valdez  y otros autores,  en realidad el término estaría refiriendo a la pederastia (dado que el tipo de “hombre” que menciona alude tanto a un hombre adulto como a uno menor de edad), siendo la pederastia una práctica aceptada en la antigua Grecia, que involucraba a un hombre mayor con un niño o adolescente.

En resumen, al menos en la carta a los Corintios, Pablo no condenaba la homosexualidad en el sentido moderno, sino prácticas específicas de injusticia y abuso, tales como la explotación de unos por otros, y la pederastia.  “Si en la lista las dos palabras forman una unidad, como parece, Pablo no se refería aquí, entonces, a las relaciones homosexuales en general, sino más bien a aquéllas en que podía haber un abuso o violación. No refiere a las relaciones entre dos personas libres y responsables.” [6]

El caso de la 1ra. Carta a los Corintios es sólo un ejemplo. Hay muchos otros ejemplos donde se evidencian malentendidos lingüísticos e históricos que han conducido al dolor y la exclusión de grupos enteros de personas.  Hay toda una corriente de exégetas, historiadores,  filólogos, que realizan nuevos análisis de las enseñanzas bíblicas, teniendo  muy presente el contexto sociocultural concreto de las normas y prohibiciones morales y éticas. “Se nos pide, por tanto, una reflexión muy profunda y seria sobre este tema, que nos ayude a liberarnos de muchos prejuicios y a profundizar en el talante evangélico. Una reflexión que nos lleve a una auténtica práctica evangélica y a ser “Buena Noticia” en un mundo que margina, injustamente, a los homosexuales”. [7]

5. Por qué habilitar una bendición.

Lo que se está habilitando en “Fiducia Supplicans”  consistirá en “bendecir a las parejas en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo, sin convalidar oficialmente su status ni alterar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el Matrimonio”.

¿Cuál sería la razón de rechazar la posibilidad de bendecir a parejas del mismo sexo?. ¿No es bueno acaso que dos personas quieran bendecir la permanencia de su relación,  de modo tal que puedan continuar en el tiempo, brindándose afecto, contención y amor?.

Para Ariel Alvarez Valdez, el Evangelio nos enseña que no podemos discriminar a nadie. Debemos animarnos a tomar nuevas ideas, en este aspecto.  Si nosotros creemos que Dios es un Dios de amor, mientras haya una madre que ame  a su hijo no “heteronormativo”, ¿Cómo podemos pensar que Dios va a dejar de amar a esa persona o amarlo menos,  sea de la orientación sexual que sea,  si su mamá o su papá sí lo aman?

¿Quiénes somos nosotros,  para negarle ese amor, y decir que Dios no lo ama?Si nosotros sabemos que Dios ama incondicionalmente a todos y todas, nosotros no podemos contaminar la exégesis con nuestras propias emociones tóxicas.  Yo tengo que decir que Dios ama a todos los hombres porque el último hombre tiene un papá o  una mamá que lo aman  mucho, y si ese papa o mamá lo aman, cómo no los va a amar Dios? Al contrario, teológicamente hablando, nosotros todos,  como representantes del Evangelio, tenemos que estar comprometidos en un respeto absoluto a todas las personas”. [8]

6. Todos, Todos y Todos somos Iglesia.

  • 1. El Papa Francisco ha abogado por la inclusión y la acogida de todas las personas, independientemente de su situación o identidad.

En efecto, Francisco ha expresado en varias ocasiones su deseo de que la Iglesia sea una casa abierta para todos, acogiendo a aquellos que se sienten marginados o excluidos. Ha hablado sobre la importancia de la misericordia, la compasión y la inclusión, instando a los católicos a ser comprensivos y amorosos hacia todas las personas.

En una sociedad diversa y plural, todos contribuimos al tejido social que nos une. Cada individuo, sin importar su orientación sexual, forma parte esencial de nuestra comunidad. Reconocer que todas las identidades y expresiones son valiosas nos enriquece como sociedad y como cuerpo eclesial. Las personas LGBTQI+ son una parte integral de todos nosotros y nosotras, aportando sus experiencias, talentos y perspectivas únicas. Al apreciar y amar a “todos, todos, todos”, fortalecemos la unidad que nos define como comunidad. Celebrar la diversidad no solo es un acto de inclusión, sino también un reconocimiento de que somos más fuertes y completos cuando abrazamos a todos los miembros de nuestra sociedad

Veamos algunas estadísticas que nos muestran qué parte de nuestro tejido social, comunitario y eclesial es LGTBQI+. Al hacerlo,  debemos tener en cuenta que siempre los informes en realidad tendrían  que arrojar cifras mayores, dado que es posible que algunas personas no se sientan cómodas revelando su identidad LGBTQI+ en encuestas, lo que puede afectar la precisión de los informes.

Según una confiable plataforma global de estadísticas e información, en el año 2021, el 10 % de la población en general estaba constituido por personas no heterosexuales (que se identificaron como: homosexuales (35), bisexuales 4%) asexuales (1%), pan sexuales (1%), y N/n/c (1%). El 90 %  restante se identificaba como heterosexual). [9]

  • 3. Estadística en Gallup:

La empresa de asesoría y análisis Gallup sostiene que las estadísticas muestran un importante crecimiento de las personas que se perciben como perteneciendo al grupo LGTBQI+. Hay un cambio incluso de 2020 a 2021.  “El porcentaje actual es doble del que se exhibió cuando Gallup primero midió la identificación LGTBQ hace una década”. [10]

Con datos expresados en 2022, Gallup informa que, al menos en E.U.,  en 2022 el crecimiento de las personas que respondían que se identificaban como homosexuales o bisexuales, arribó a un 7,2 % en las personas adultas, en el grupo nacido antes de los años 1980.

Luego, entre los millenials (generación nacida a partir de los años 1980) el porcentaje es de 11,2 %.  Y, para la generaciones aun más jóvenes,  el porcentaje se incrementa mucho más, porque en el grupo llamado “generación Z”  (nacidos entre 1997 y 2004,  edades que van entre los 18 y los 25 años),  se observó que se identificaban  como LGTB en un porcentaje hasta el 19,7 %.    “Cada uno de los porcentajes es más alto en una nueva generación, que el porcentaje de las generaciones anteriores.” [11]  Probablemente porque las personas se sienten más libres de expresar la verdad sobre sí mismas, en la medida que la sociedad va abandonando la discriminación y la exclusión.

  • 4. Síntesis de ambas estadísticas.

Es decir que, para la primera de las estadísticas, de todas las personas que nos rodean, un 10 % no es heterosexual;  y para la segunda empresa de estadísticas, al menos un 7,2% de las personas no es heterosexual (en personas adultas),  llegando el porcentaje hasta en un 19,7 % en el caso de personas jóvenes, entre 18 a 25 años.

7. Cómo dañamos al 7 % (o al 19,7 %!) de nuestros miembros de la Iglesia.

Si no se reconoce y visibiliza esta realidad, se condena a las personas (ya desde pequeñas) a vivir en un tipo de sociedad donde se diferencia férreamente los valores y los roles de la “masculinidad” y la “feminidad” heterosexual, y se ataca a aquellos sujetos que voluntaria o involuntariamente transgreden esas normas socialmente pautadas de comportamiento para hombres y mujeres heterosexuales.

Estas personas, aún creyentes o habiendo nacido en el seno de familias creyentes, serán objeto de “burlas, insultos y ridiculización, rumores, intimidación, empujones, golpes, robos o destrucción de pertenencias, marginación social, acoso cibernético, agresión física o sexual” [12]

Es posible que los miembros no heterosexuales de nuestra Iglesia se vean en la necesidad de ocultar su orientación sexual;  puede que no puedan hablarlo ni siquiera en sus propios hogares.  Sus familiares también pueden verse señalados en parroquias y otros lugares de reunión religiosa,  con lo cual también podrían verse en la necesidad de ocultarse y ocultar a quien es LGTBQI+ de su familia.

La presión de ocultar la orientación sexual puede contribuir a niveles elevados de ansiedad y depresión. La discriminación y el estigma asociados con la orientación sexual pueden afectar negativamente la autoestima de esas personas, haciéndolas sentir menos valiosas o aceptadas. El temor al rechazo puede hacer que eviten situaciones sociales o se distancien de amigos y familiares. Es más, el acoso y la discriminación constantes pueden aumentar el riesgo de pensamientos suicidas y comportamientos autolesivos.

“La violencia dirigida hacia los bisexuales, las lesbianas y los homosexuales (o violencia por odio) difiere de la violencia “cotidiana”. La violencia por odio contiene acciones con las que se intenta dañar o intimidar a las personas debido a su raza, etnia, orientación sexual u otro estatus de grupo minoritario. (…) La violencia por odio tiene mayor impacto tanto en la víctima que la sufre como en el grupo social al que pertenece la víctima. Los bisexuales, las lesbianas y los homosexuales pueden ser particularmente vulnerables a los efectos psicológicos negativos de la violencia por odio debido a que (…) (b) los bisexuales, las lesbianas y los homosexuales que consideran que su orientación sexual es negativa, es decir, que tienen homofobia internalizada, pueden aceptar esta noción -negativa- , lo cual puede incrementar su distrés psicológico después de ser víctima de una agresión, (c) debido a que la identidad de los bisexuales, las lesbianas y los homosexuales con frecuencia se desarrolla al margen de la familia y la comunidad de origen, los miembros de esta población no disfrutan automáticamente del apoyo de la familia y la comunidad cuando ellos son víctimas de violencia. [13]

Aquellas personas que sienten la necesidad de ocultar su orientación sexual tienden a autoexcluirse; además, el bullying y la discriminación en el entorno educativo o laboral pueden afectar el rendimiento académico y profesional, creando barreras para el éxito personal.

8. Evolución en los paradigmas de la Iglesia Católica:

Montserrat Escribano y Enric Vilá [14]  sostienen que en la Iglesia Católica puede observarse una evolución de paradigmas, pasando desde el Paradigma del Miedo y la Exclusión, al Paradigma de la Misericordia (o “lástima”),  y luego al Paradigma del Reconocimiento.

En el paradigma del miedo y la exclusión  (que los mencionados autores consideran “un primer estadio eclesial”) la Biblia se ha interpretado de manera literal y se han utilizado diversos pasajes para condenar a las personas homosexuales. Los pasajes más comúnmente citados incluyen la destrucción de las ciudades de Sodoma y Gomorra,  o el Levítico, donde se les aplica el término “abominación”. También son ejemplo de esta etapa, interpretaciones literales de cartas del Apóstol Pablo,  como hemos visto más arriba.

En el paradigma de la misericordia, o “segundo paradigma eclesial”, se supera la criminalización de las personas LGTBQI+, “pero persiste considerar sobre ellas la sombra de enfermedad,  y la concepción de pecado por su estilo de vida”. [15]   A esta etapa corresponden las  declaraciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe en que se subrayaba el deber de “tratar de comprender la condición homosexual”  y se observaba que la culpabilidad de los actos homosexuales debía ser juzgada con prudencia. También en este segundo paradigma se ubican dos puntos del actual Catecismo de la Iglesia:  el punto N. 2357: “El origen psíquico de la homosexualidad permanece en gran medida inexplicado”, y el N. 2358: “Las personas homosexuales deben ser acogidas con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellas, todo signo de discriminación injusta”.

El paradigma del reconocimiento, según Escribano y Vilá [16],  “se inaugura con Francisco a partir de sus ya célebres palabras «si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla? (…).  El problema no es tener esta tendencia, debemos ser hermanos”.

Sin embargo, resta aún que este nuevo paradigma  sea internalizado y puesto en práctica por miembros de la Jerarquía de la Iglesia.

Lamentablemente,  una actitud que se mantenga en el paradigma “I” (miedo y exclusión) o en el Paradigma “II” (lástima o misericordia) genera nítidamente en nuestra Iglesia la discriminación de las personas LGTBQI+, y no sólo de ellas sino también de sus familiares.

El consiguiente efecto, en particular en las mismas personas LGTBQI+, es de una total desconfianza hacia la Institución religiosa, donde deben ocultarse, o bien directamente no se sienten amados y acogidos de igual manera que las personas heterosexuales.

9. Conclusión.

Como conclusión a lo expuesto, se puede decir que la “Declaración Fiducia Supplicans”  ha generado reacciones extremas debido a su propuesta de habilitar la bendición de parejas en situaciones irregulares, incluyendo parejas del mismo sexo.

La discusión sobre la aceptación de la diversidad sexual dentro de la Iglesia ha llevado a examinar críticamente textos del Antiguo y Nuevo Testamento, que a menudo se citan para condenar la homosexualidad. Es esencial reconocer la complejidad de la interpretación de estos textos, dados los desafíos asociados con la traducción y la transmisión a lo largo del tiempo.

Por otra parte, la estadística muestra que las personas LGBTQI+ constituyen una parte significativa de la población, y la Iglesia, al adoptar paradigmas de miedo y exclusión o bien sólo de “misericordia”, puede afectar profundamente la salud mental y el bienestar de sus miembros no heterosexuales. La discriminación, el bullying y la presión para ocultar la orientación sexual pueden tener efectos negativos como la ansiedad, la depresión y la desconfianza hacia la institución religiosa.

El Papa Francisco ha abogado por un paradigma de reconocimiento que enfatiza la acogida, el respeto y la compasión hacia todas las personas, independientemente de su orientación sexual. Sin embargo, es crucial que este enfoque sea internalizado y practicado por la jerarquía y la feligresía en general, para lograr una auténtica inclusión.  En última instancia, celebrar la diversidad y reconocer que todas las identidades y expresiones son valiosas contribuirá a fortalecer la unidad en la sociedad y en la Iglesia. La aceptación incondicional de las personas LGBTQI+ es fundamental para construir una comunidad basada en el amor y el respeto mutuo. Es indispensable abandonar interpretaciones bíblicas obsoletas y a adoptar una nueva perspectiva religiosa basada en el amor y el respeto hacia todas las personas sin ninguna distinción.

Al fin y al cabo [17] también podemos elegir inspirarnos en otra carta de Pablo,  a los cristianos de Galacia (3,28) en la cual el Apostol dejó bien  en claro que la promesa de Dios está destinada a todos (Todos, Todos, Todos),  por medio de la fe en Jesucristo, cuando dice “Todos sois uno, en Cristo Jesús”.

(*) Abogada (U.N.Litoral, Argentina). Profesora (IFDC San Luis, Argentina). Especialista en Educación y DDHH (IFDC San Luis, 2017), Especialista en Educación en entornos virtuales (U.N. Quilmes 2023),  Magister en Derecho del Trabajo (UNTREF,Argentina), Miembro de la Mesa Interreligiosa de San Luis, Argentina. Ha asistido a  Curso bíblico  “La vida pública de Jesús y el Reino de Dios” (Fundación Diálogo, 2023),”Conversaciones sobre teologìa feminista, una materia pendiente” (Universidad Católica de Córdoba y Fundación Jean Sanet, con trabajo final, Febrero 2021), Curso Boston College “Historia, Teología y pràctica de la Sinodalidad”, (Marzo 2023), Certificado en formación bíblica (Curso sobre Evangelio San Mateo, Centro Biblico Verbo Divino, 2023).  Alumna del Curso de Hebreo de la Universidad de La Punta (San Luis) nivel VII.  Autora de “Derechos de las mujeres a acceder a puestos de jerarquía y autoridad en las organizaciones religiosas”, “Mujeres relevantes en la vida de Jesús y en la Iglesia Primitiva”.

[1] Piñero, Antonio, “Los Libros del Nuevo Testamento”. Trotta, 3ra edicion, nov 2022, Madrid, pg.  17.

[2] Chapa, Juan, “Transmisión e interpretación del Nuevo testamento. Diálogo desde la traducción”.  ISSN 0049-3449versión On-line ISSN 0717-6295   Teol. vida vol.60 no.1 Santiago  2019 http://dx.doi.org/10.4067/S0049-34492019000100041

[3] Alvarez Valdés, A, (2022, junio 25). San Pablo y la Homosexualidad. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=dS_GaZh0gkA

[4] Piñero, Antonio, edición, “Los libros del Antiguo Testamento” Editorial Trotta,  3ra edicion, Noviembre 2022, Madrid, pg. 200.

[5] Vila Enric, en “Biblia y orientación sexual”, en que dice Vila:  “La segunda palabra es un neologismo que aparece por primera vez precisamente en 1 Cor 6,9”.  Cuadernos Cristianisme i Justícia.  Barcelona, Setiembre 2022,p. 18 disponible en https://www.cristianismeijusticia.net/sites/default/files/pdf/es229.pdf

[6] Vila Enric, en “Biblia y orientación sexual”, Cuadernos Cristianisme i Justícia.  Barcelona, Setiembre 2022,p. 18 disponible en https://www.cristianismeijusticia.net/sites/default/files/pdf/es229.pdf

[7] Vila Enric, en “Biblia y orientación sexual”, Cuadernos Cristianisme i Justícia.  Barcelona, Setiembre 2022,p. 18 disponible en https://www.cristianismeijusticia.net/sites/default/files/pdf/es229.pdf

[8] Alvarez Valdez, A, (2022, junio 25). San Pablo y la Homosexualidad. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=dS_GaZh0gkA

[9] Fernandez, Rosa, “Orientación sexual: distribución porcentual de la población mundial por tipo en 2021”  30-10-2023, Sitio Statista, disponible en https://es.statista.com/estadisticas/1381292/orientacion-sexual-distribucion-porcentual-de-la-poblacion-mundial-por-tipo/

[10] Jones, J. M. (2023, febrero 22). U.S. LGBT identification steady at 7.2%. Gallup. https://news.gallup.com/poll/470708/lgbt-identification-steady.aspx  (T. del A).

[11] Jones, J. M. (2023, febrero 22). U.S. LGBT identification steady at 7.2%. Gallup. https://news.gallup.com/poll/4707S08/lgbt-identification-steady.aspx  (T. del A).

[12] Jennett, M., “Stand up for us, challenging homophobia in schools”. Department of Health, Londres, 2004, p. 20.

[13] Ortiz-Hernandez, Luis y Garcia Torres, Maria Isabel, “Efectos de la violencia y la discriminación en la salud mental de bisexuales, lesbianas y homosexuales de la Ciudad de México” Cadernos de  Saúde Pública 21 (3), Jun 2005, https://doi.org/10.1590/S0102-311X2005000300026, disponible en Scielo.

[14] Escribano, Montserrat y Vilá Enric, “El reconocimiento de las personas LGTBIQ+ en la Iglesia” Cuadernos Cristianisme i Justícia.  Barcelona, Setiembre 2022,disponible en https://www.cristianismeijusticia.net/sites/default/files/pdf/es229.pdf p.10

[15] Escribano, Montserrat y Vilá Enric, “El reconocimiento  de las personas LGTBIQ+ en la Iglesia” Cuadernos Cristianisme i Justícia.  Barcelona, Setiembre 2022,disponible en https://www.cristianismeijusticia.net/sites/default/files/pdf/es229.pdf p.11

[16] Escribano, Montserrat y Vilá Enric, “El reconocimiento  de las personas LGTBIQ+ en la Iglesia” Cuadernos Cristianisme i Justícia.  Barcelona, Setiembre 2022,disponible en https://www.cristianismeijusticia.net/sites/default/files/pdf/es229.pdf p.12  con cita de Papa Francisco, (2013). “Viaje apostólico a Río de Janeiro con ocasión de la XXVIII jornada mundial de la juventud, Conferencia de prensa del santo padre Francisco durante el vuelo de regreso a Roma”, Domingo 28 de julio de 2013.

[17] Y siguiendo aquí a Vila Enric, en su final de “Biblia y orientación sexual”, Cuadernos Cristianisme i Justícia.  Barcelona, Setiembre 2022,p. 18 disponible en https://www.cristianismeijusticia.net/sites/default/files/pdf/es229.pdf

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”Jesús ayuna cuarenta días y es tentado”. Domingo 25 febrero de 2023. Domingo 1º de Cuaresma, ciclo A.

Domingo, 26 de febrero de 2023
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IMG_2094Leído en Koinonia:

Gn 2,7-9; 3,1-7: Creación y pecado de los primeros padres
Salmo responsorial 50: Misericordia, Señor: hemos pecado
Rom 5,12-19: Si creció el pecado, más abundante fue la gracia
Mt 4,1-11: Jesús ayuna cuarenta días y es tentado

 Los comentarios bíblico-litúrgicos para ayudar a la elaboración de las homilías dominicales de este típico “domingo de las tentaciones”, el primero de cuaresma, suelen presentar en esta ocasión un sencillo paralelismo antagónico: la primera tentación fue la que se le presentó a Eva, que acabó en el pecado; pero ha habido otra tentación, la que sufrió Jesús en el desierto, que acabó en victoria, de la que podemos tomar ejemplo. En esta línea es muy fácil encontrar comentarios en la red. Por eso mismo quisiéramos nosotros hacer esta vez una aportación diferente, en sentido crítico. Obviamente, este aspecto no será apropiado en cualquier caso para convertirlo sin más en una homilía… pero creemos que tampoco sería bueno que una homilía olvide este aspecto crítico. En todo caso, cada agente de pastoral sabrá lo que su comunidad necesita, y sabrá encontrarlo en otros puntos de servicio bíblico-litúrgico de la red.

 La primera lectura de este domingo reúne, resumidamente, dos importantes relatos bíblicos: el de la creación y el del pecado original. Son muy significativos, muy importantes, y hoy día, también muy problemáticos.

 Es importante hacer recordar a los oyentes que estos textos, y todos los que forman el grupo de los once primeros capítulos del Génesis, que se refieren a los inicios de la «historia de la Salvación», han sido entendidos desde siempre de un modo literal. Todas las generaciones que nos precedieron en la fe los entendieron así. Seguramente que nuestros padres -y ciertamente nuestros abuelos- nunca pensaron otra cosa, y muchos cristianos mayores también lo piensan hoy día. Desde tiempo inmemorial, estos textos han fungido para muchísimas generaciones, como una fuente capital de su comprensión del mundo y de la historia. Las “coordenadas generales” que estos mitos trazan (Dios arriba, naturaleza abajo, un acto divino de creación que pone en marcha el cosmos, una creación del ser humano distinta a la creación de todos los demás seres, Dios que prohíbe comer el fruto del árbol, la desobediencia del ser humano que se convierte en el «pecado original» que transformará la suerte de toda la humanidad posterior –¡y del cosmos!–, el protagonismo principal de la mujer en este pecado, el enfado de Dios, su consecuente ruptura de relaciones con la Humanidad por haber comido ésta el fruto prohibido…), han sido para toda esa humanidad judeocristiana de los tres mil últimos años, el “paradigma” desde el que han entendido tanto el mundo, como a Dios, como a sí mismos, es decir, la realidad global. Estamos ante unos mitos religiosos ante los que hay que descalzarse, como quien pisa tierra sagrada.

 Hace apenas cien años, en 1906, la Pontificia Comisión Bíblica –respaldada obviamente por la Inquisición romana, la actual Congregación para la Doctrina de la Fe, que todavía no se llamaba Santo Oficio–, reafirmaba solemnemente, y bajo pena de excomunión a quien no lo aceptara, que el contenido de los once primeros capítulos del Génesis es histórico, no mitológico.

 Es importante recordar a los oyentes que hoy no creemos que estos relatos haya que entenderlos así, literalmente. Es decir: que hoy sabemos que la Biblia no puede decirnos cómo fue el origen del cosmos, ni el del ser humano. Que la Biblia no contiene mensajes de física, ni de química, ni de biología evolutiva, ni de geofísica o astrofísica… que nos informen sobre todos esos campos. Y que por tanto se puede ser cristiano y aceptar lo que la ciencia nos dice hoy, incluidas las opiniones contrarias a tantas afirmaciones y supuestos incluidos en estos relatos bíblicos.

 Es importante hacer caer en la cuenta de que esta nueva manera de entender los textos bíblicos no fue fruto de un descubrimiento fácil e ingenuo, sino una intuición laboriosamente trabajada por los biblistas y teólogos, que durante varios siglos han tenido que enfrentarse a la oposición y a la condena de las autoridades de sus respectivas Iglesias. Todavía hoy, en tiempo de Benedicto XVI, el biblista argentino Ariel Álvarez Valdés, doctor en teología bíblica por la universidad de Salamanca, fue públicamente adversado y perseguido por la Secretaría de Estado del Vaticano por no sostener de la historicidad de Adán y Eva y su pretendido pecado original (véase su propio testimonio en Youtube [http://www.youtube.com/watch?v=2Ys3kcwjbSY&list=PL84001F9AB27C6E32].

 Todo cristiano medianamente culto puede tener su opinión sobre el origen del mundo, igual que puede tener sus opiniones en medicina, en astronomía o en psicología, libremente, sin coacción, y sin que haya ninguna opinión «oficial» de la Iglesia en esos campos que pudiera ser «obligatoria». Los relatos bíblicos están en otro plano, un plano simbólico, que no afecta al campo autónomo de la ciencia. Esto es al menos lo que solemos decir hoy día, después del Vaticano II, pero sería más correcto reconocer que aquellos relatos no fueron concebidos, como decimos, meramente en un plano simbólico; para nuestros ancestros religiosos-y-culturales, esos relatos eran históricos, y con esa historia inventada, sin ningún fundamento científico, trataban de encontrar respuestas a problemas humanos y existenciales de muy diverso género (el mal, la felicidad, la vida, nuestro origen, nuestro fuuro…). Es ahora, sólo ahora, cuando nosotros, al ver que sus creencias expresadas en esos mitos estaba profundamente equivocadas –como hoy sabemos por la ciencia– sostenemos que esos mitos sólo podemos interpretarlos de un modo puramente simbólico. Nuestros antepasados –hasta nosotros mismos hace 50 años entre los católicos– los hemos considerado obligadamente históricos, literales, contados directamente por la misma boca reveladora de Dios.

 Hay que dar claramente al público cristiano la buena noticia de que hoy no sostenemos que el símbolo judeo-cristiano del llamado «pecado original» tenga un fundamento histórico. No hay por qué sostenerlo. Más bien resulta prácticamente imposible que lo tenga, por cuanto lo más probable es que no hubo un solo filum biológico evolutivo de surgimiento de nuestra especie, y el poligenismo es hoy la opinión más común de la ciencia. La proclamación que la Iglesia católica hizo del monogenismo en el siglo pasado se debió al espejismo (que todavía sufría) de pensar que el significado del símbolo del pecado original dependía efectivamente de un pecado histórico real que habría cometido una primera pareja de la que descendemos absolutamente todos los hombres y mujeres.

 Resulta especialmente importante aclarar que hoy día resulta del todo inverosímil -teológicamente hablando- todo el conjunto simbólico de la tentación y el pecado original: pensar que toda la humanidad esté en una situación de postración espiritual (que sea una massa damnata, una «muchedumbre condenada», como repetía san Agustín) a raíz de un supuesto primer pecado de una inexistente primera pareja, y pensar que debido a ello Dios habría roto sus relaciones con la Humanidad, y que esa ruptura no podría ser superada sino nada menos que con la sangre de la muerte en cruz del Hijo de Dios, tal y como ha sido presentado por la tradición más común y constante del cristianismo, resulta hoy absolutamente inaceptable. Deben por tanto sentirse aliviados todas las personas que se sienten incómodas ante las acostumbradas explicaciones homiléticas al respecto, tan parecidas a las catequesis infantiles que recibimos cuando fuimos niños, y como nosotros, todas las generaciones cristianas durante más de milenio y medio.

 Otras varias salvedades y comentarios críticos también muy importantes se podrían hacer entre los temas implicados en esos dos grandes relatos bíblicos que han sido juntados en la primera lectura de este domingo (por ejemplo sobre la «transcendencia» de Dios, que ahí se presenta como obvia, sobre la imagen misma de “theos”, la visión negativa de la realidad que conlleva la creencia en un primer «pecado primordial», la terrible inferiorización y culpabilización de la mujer causada por ese texto…). Ya hemos dicho que no pretendemos que esta lista de advertencias críticas sea el contenido de una homilía, sino simplemente el trasfondo crítico a tener en cuenta a la hora de hablar de las “tentaciones” y del “pecado”, para lo que sin duda se encontrará mucho material en los numerosos portales de servicio bíblico de la red.

 Es importante que digamos claramente, e insistamos, en que se puede ser cristiano y ser «persona de hoy» en las propias opiniones científicas. Y que hay otras formas de hablar del la realidad del mal y del pecado, que la de tomar como referencia unos mitos religiosos elaborados hace dos milenios y medio.

 Finalizamos diciendo que ya que tantas veces hemos insistido en el pecado original y en sus fatales consecuencias para toda la humanidad, sería bueno compensar esa actitud refiriéndonos a lo que hoy intuye la teología de frontera: que, más bien, lo original no fue un pecado, sino una bendición… Puede ayudar el libro de FOX, Mathew, “Original Blessing”, Bear & Company 1983; traducido como: La bendición original. Una nueva espiritualidad para el hombre del siglo XXI, Obelisco, Barcelona 2002, 410 pp

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Crecer en la fe.

Sábado, 2 de octubre de 2021
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portada_la-vecina-de-jesus_tono-casado_202011031023He leído el libroLa vecina de Jesús de Toño Casado y se lo he dejado a muchas personas. Se lee con mucho gusto y se asimila mejor que los grandes tochos de teología.

Por mil caminos necesitamos salir a la sociedad y anunciar el evangelio con osadía, creatividad, originalidad. Repitiendo siempre lo mismo, aburrimos a los oyentes. Ya lo dice el papa Francisco.

Me dicen muchas personas que se aburren porque repetimos siempre las mismas ideas y las mismas palabras en la Eucaristía. Ciertamente no voy a inventar yo “mi eucaristía” pero sí que puedo cambiar expresiones, formas… que la hagan más inteligible y cercana. Hace dos años que descubrí a Ariel Álvarez Valdés y estoy inmensamente feliz porque me va ayudando a descubrir y entender la Palabra.

Y tengo inteligencia para saber leerlo y entenderlo con sentido común y con la ayuda de mis creencias. Tenemos la suerte de disponer de muchos YouTube. Y disfruto enormemente escuchando por ejemplo a Melloni.

Me van suponiendo una renovación y una profundidad en mi vida y en mi fe. Pienso que no está reñida la creatividad y la renovación con el meollo del contenido. Pero son formas nuevas de ver la presencia de Dios en la vida y su Mensaje. ¡Qué rico si lo hacemos en comunidad! Nos compartimos nuestras experiencias, visiones, interpretaciones. Y si es preciso, rectificamos o avanzamos.

La oveja se escapa del rebaño y sale un momento a los alrededores y ahí se encuentra la riqueza de unos pastos, a los que no se había acercado nunca. Luego comparte con las demás ovejas esos pastos.

Me ha hecho mucho bien toda la lectura y el estudio de Fray Marcos, Arregui, Aizpurúa, Torres Queiruga y demás autores. Me ayuda a descubrir y vivir una fe viva. Es cierto que, en alguna ocasión, he quedado herido e interrogado. Pero ahí está la riqueza de la renovación y del cambio, de la comunidad y sobre todo, si llego a los peñascos, tranquilo, que el Buen Pastor, Jesús con su evangelio, me ayuda a volver a su rebaño. Pero con la experiencia de ser oveja libre. Volviendo, si es preciso a releer el evangelio,

Cuando era niño, leía y pensaba como niño. Ahora intento crecer y vivir una fe adulta. Con todos los elementos, puedo ir creciendo en una adultez, en una vivencia de fe renovada.

Gerardo Villar

Fuente Fe Adulta

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“La oveja negra”, por Gerardo Villar

Miércoles, 26 de mayo de 2021
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buenpastor6«Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades» (Papa Francisco, EG 49).

Me cuesta cuando cometo algún error al salir al encuentro de alguien y salgo accidentado. Pero es mil veces preferible esa caída que permanecer en lo que se ha dicho siempre aferrado a la seguridad de ideas dogmáticas. Tiendo a seguridades. Pero pienso que hoy necesitamos salir, arriesgar, atrevernos, ser oveja negra que se escapa fuera del vallado. El Evangelio requiere nuevas y atrevidas formas.

He leído el “el libro “la vecina de Jesús” de Toño Casado y se lo he dejado muchas personas. Se lee con mucho gusto y se asimila mejor que los grandes tochos de teología.

Por mil caminos necesitamos salir a la sociedad y anunciar el evangelio con osadía, creatividad, originalidad.

Repitiendo siempre lo mismo aburrimos a los oyentes. Ya lo dice el papa Francisco. Me dicen muchas personas que se aburren porque repetimos siempre las mismas ideas y las mismas palabras en la Eucaristía. Ciertamente no voy a inventar yo “mi eucaristía” pero sí que puedo cambiar expresiones, formas… que la hagan más inteligible y cercana.

Hace dos años que he descubierto a Ariel Álvarez Valdés y estoy inmensamente feliz porque me va ayudando a descubrir y entender la Palabra. Y tengo inteligencia para saber leerlo y entenderlo con sentido común y con la ayuda de mis creencias. Tenemos la suerte de disponer de muchos YouTube. Y disfruto enormemente escuchando por ejemplo a Melloni. Me van suponiendo una renovación y una profundidad en mi vida y en mi fe.

Pienso que no está reñida la creatividad y la renovación con el meollo del contenido. Pero son formas nuevas de ver la presencia de Dios en la vida y su Mensaje.

Qué rico si lo hacemos en comunidad. Nos compartimos nuestras experiencias, visiones, interpretaciones. Y si es preciso, rectificamos o avanzamos.

La oveja se escapa del rebaño y sale un momento a los alrededores y ahí se encuentra la riqueza de unos pastos, a los que no se había acercado nunca. Luego comparte con las demás ovejas esos pastos.

Es cierto que, en alguna ocasión, he quedado herido y manchado. Pero ahí está la riqueza de la renovación y del cambio, de la comunidad y sobre todo, si llego a los peñascos, tranquilo, que el Buen Pastor, Jesús, con su evangelio me ayuda a volver a su rebaño. Pero con la experiencia de ser oveja libre.

Cuando era niño, pensaba y creía como niño, ahora intento vivir una Fe Adulta.

Gerardo Villar

Fuente Fe Adulta

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”Jesús ayuna cuarenta días y es tentado”. Domingo 01 de marzo de 2020. Domingo 1º de Cuaresma, ciclo A.

Domingo, 1 de marzo de 2020
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14-CuaresmaA1Leído en Koinonia:

Gn 2,7-9; 3,1-7: Creación y pecado de los primeros padres
Salmo responsorial 50: Misericordia, Señor: hemos pecado
Rom 5,12-19: Si creció el pecado, más abundante fue la gracia
Mt 4,1-11: Jesús ayuna cuarenta días y es tentado

 Los comentarios bíblico-litúrgicos para ayudar a la elaboración de las homilías dominicales de este típico “domingo de las tentaciones”, el primero de cuaresma, suelen presentar en esta ocasión un sencillo paralelismo antagónico: la primera tentación fue la que se le presentó a Eva, que acabó en el pecado; pero ha habido otra tentación, la que sufrió Jesús en el desierto, que acabó en victoria, de la que podemos tomar ejemplo. En esta línea es muy fácil encontrar comentarios en la red. Por eso mismo quisiéramos nosotros hacer esta vez una aportación diferente, en sentido crítico. Obviamente, este aspecto no será apropiado en cualquier caso para convertirlo sin más en una homilía… pero creemos que tampoco sería bueno que una homilía olvide este aspecto crítico. En todo caso, cada agente de pastoral sabrá lo que su comunidad necesita, y sabrá encontrarlo en otros puntos de servicio bíblico-litúrgico de la red.

 La primera lectura de este domingo reúne, resumidamente, dos importantes relatos bíblicos: el de la creación y el del pecado original. Son muy significativos, muy importantes, y hoy día, también muy problemáticos.

 Es importante hacer recordar a los oyentes que estos textos, y todos los que forman el grupo de los once primeros capítulos del Génesis, que se refieren a los inicios de la «historia de la Salvación», han sido entendidos desde siempre de un modo literal. Todas las generaciones que nos precedieron en la fe los entendieron así. Seguramente que nuestros padres -y ciertamente nuestros abuelos- nunca pensaron otra cosa, y muchos cristianos mayores también lo piensan hoy día. Desde tiempo inmemorial, estos textos han fungido para muchísimas generaciones, como una fuente capital de su comprensión del mundo y de la historia. Las “coordenadas generales” que estos mitos trazan (Dios arriba, naturaleza abajo, un acto divino de creación que pone en marcha el cosmos, una creación del ser humano distinta a la creación de todos los demás seres, Dios que prohíbe comer el fruto del árbol, la desobediencia del ser humano que se convierte en el «pecado original» que transformará la suerte de toda la humanidad posterior –¡y del cosmos!–, el protagonismo principal de la mujer en este pecado, el enfado de Dios, su consecuente ruptura de relaciones con la Humanidad por haber comido ésta el fruto prohibido…), han sido para toda esa humanidad judeocristiana de los tres mil últimos años, el “paradigma” desde el que han entendido tanto el mundo, como a Dios, como a sí mismos, es decir, la realidad global. Estamos ante unos mitos religiosos ante los que hay que descalzarse, como quien pisa tierra sagrada.

 Hace apenas cien años, en 1906, la Pontificia Comisión Bíblica –respaldada obviamente por la Inquisición romana, la actual Congregación para la Doctrina de la Fe, que todavía no se llamaba Santo Oficio–, reafirmaba solemnemente, y bajo pena de excomunión a quien no lo aceptara, que el contenido de los once primeros capítulos del Génesis es histórico, no mitológico.

 Es importante recordar a los oyentes que hoy no creemos que estos relatos haya que entenderlos así, literalmente. Es decir: que hoy sabemos que la Biblia no puede decirnos cómo fue el origen del cosmos, ni el del ser humano. Que la Biblia no contiene mensajes de física, ni de química, ni de biología evolutiva, ni de geofísica o astrofísica… que nos informen sobre todos esos campos. Y que por tanto se puede ser cristiano y aceptar lo que la ciencia nos dice hoy, incluidas las opiniones contrarias a tantas afirmaciones y supuestos incluidos en estos relatos bíblicos.

 Es importante hacer caer en la cuenta de que esta nueva manera de entender los textos bíblicos no fue fruto de un descubrimiento fácil e ingenuo, sino una intuición laboriosamente trabajada por los biblistas y teólogos, que durante varios siglos han tenido que enfrentarse a la oposición y a la condena de las autoridades de sus respectivas Iglesias. Todavía hoy, en tiempo de Benedicto XVI, el biblista argentino Ariel Álvarez Valdés, doctor en teología bíblica por la universidad de Salamanca, fue públicamente adversado y perseguido por la Secretaría de Estado del Vaticano por no sostener de la historicidad de Adán y Eva y su pretendido pecado original (véase su propio testimonio en Youtube [http://www.youtube.com/watch?v=2Ys3kcwjbSY&list=PL84001F9AB27C6E32].

 Todo cristiano medianamente culto puede tener su opinión sobre el origen del mundo, igual que puede tener sus opiniones en medicina, en astronomía o en psicología, libremente, sin coacción, y sin que haya ninguna opinión «oficial» de la Iglesia en esos campos que pudiera ser «obligatoria». Los relatos bíblicos están en otro plano, un plano simbólico, que no afecta al campo autónomo de la ciencia. Esto es al menos lo que solemos decir hoy día, después del Vaticano II, pero sería más correcto reconocer que aquellos relatos no fueron concebidos, como decimos, meramente en un plano simbólico; para nuestros ancestros religiosos-y-culturales, esos relatos eran históricos, y con esa historia inventada, sin ningún fundamento científico, trataban de encontrar respuestas a problemas humanos y existenciales de muy diverso género (el mal, la felicidad, la vida, nuestro origen, nuestro fuuro…). Es ahora, sólo ahora, cuando nosotros, al ver que sus creencias expresadas en esos mitos estaba profundamente equivocadas –como hoy sabemos por la ciencia– sostenemos que esos mitos sólo podemos interpretarlos de un modo puramente simbólico. Nuestros antepasados –hasta nosotros mismos hace 50 años entre los católicos– los hemos considerado obligadamente históricos, literales, contados directamente por la misma boca reveladora de Dios.

 Hay que dar claramente al público cristiano la buena noticia de que hoy no sostenemos que el símbolo judeo-cristiano del llamado «pecado original» tenga un fundamento histórico. No hay por qué sostenerlo. Más bien resulta prácticamente imposible que lo tenga, por cuanto lo más probable es que no hubo un solo filum biológico evolutivo de surgimiento de nuestra especie, y el poligenismo es hoy la opinión más común de la ciencia. La proclamación que la Iglesia católica hizo del monogenismo en el siglo pasado se debió al espejismo (que todavía sufría) de pensar que el significado del símbolo del pecado original dependía efectivamente de un pecado histórico real que habría cometido una primera pareja de la que descendemos absolutamente todos los hombres y mujeres.

 Resulta especialmente importante aclarar que hoy día resulta del todo inverosímil -teológicamente hablando- todo el conjunto simbólico de la tentación y el pecado original: pensar que toda la humanidad esté en una situación de postración espiritual (que sea una massa damnata, una «muchedumbre condenada», como repetía san Agustín) a raíz de un supuesto primer pecado de una inexistente primera pareja, y pensar que debido a ello Dios habría roto sus relaciones con la Humanidad, y que esa ruptura no podría ser superada sino nada menos que con la sangre de la muerte en cruz del Hijo de Dios, tal y como ha sido presentado por la tradición más común y constante del cristianismo, resulta hoy absolutamente inaceptable. Deben por tanto sentirse aliviados todas las personas que se sienten incómodas ante las acostumbradas explicaciones homiléticas al respecto, tan parecidas a las catequesis infantiles que recibimos cuando fuimos niños, y como nosotros, todas las generaciones cristianas durante más de milenio y medio.

 Otras varias salvedades y comentarios críticos también muy importantes se podrían hacer entre los temas implicados en esos dos grandes relatos bíblicos que han sido juntados en la primera lectura de este domingo (por ejemplo sobre la «transcendencia» de Dios, que ahí se presenta como obvia, sobre la imagen misma de “theos”, la visión negativa de la realidad que conlleva la creencia en un primer «pecado primordial», la terrible inferiorización y culpabilización de la mujer causada por ese texto…). Ya hemos dicho que no pretendemos que esta lista de advertencias críticas sea el contenido de una homilía, sino simplemente el trasfondo crítico a tener en cuenta a la hora de hablar de las “tentaciones” y del “pecado”, para lo que sin duda se encontrará mucho material en los numerosos portales de servicio bíblico de la red.

 Es importante que digamos claramente, e insistamos, en que se puede ser cristiano y ser «persona de hoy» en las propias opiniones científicas. Y que hay otras formas de hablar del la realidad del mal y del pecado, que la de tomar como referencia unos mitos religiosos elaborados hace dos milenios y medio.

 Finalizamos diciendo que ya que tantas veces hemos insistido en el pecado original y en sus fatales consecuencias para toda la humanidad, sería bueno compensar esa actitud refiriéndonos a lo que hoy intuye la teología de frontera: que, más bien, lo original no fue un pecado, sino una bendición… Puede ayudar el libro de FOX, Mathew, “Original Blessing”, Bear & Company 1983; traducido como: La bendición original. Una nueva espiritualidad para el hombre del siglo XXI, Obelisco, Barcelona 2002, 410 pp Leer más…

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“Dios, Jesús y la salud (¿Hizo Jesús un milagro a un homosexual?)”

Lunes, 26 de agosto de 2019
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2418-large_defaultJosé Carlos Bermejo y Ariel Álvarez Valdés en la colección ‘A los cuatro vientos’ de Desclée

 Todos los capítulos de nuestro peregrinar llaman la atención “por la sencillez de la exposición, por la pasión de acercarnos a Jesús en el que creemos los cristianos, presentado en los evangelios tan necesitados de ser conocidos y explorados desde diversos puntos de vista”

Del capítulo “¿Hizo Jesús un milagro a un homosexual?” serán muchos los que agradezcan su redentora lectura, aún con la desdichada seguridad de que otros la malinterpreten y hasta se pregunten si está o no vigente eso del “Nihil Obstat” y del “Imprimatur”, o por qué ya no se usan términos tan “inquisitorialmente” purificadores….

Peregrinar” es, de por sí, verbo netamente religioso. Académicamente se define como “viajar a un lugar sagrado, especialmente a un santuario, por devoción, o por cumplir un voto o promesa”. En nuestro caso, José Carlos Bermejo y Ariel Álvarez Valdés, los autores del libro “Peregrinar a Jesús”, potenciaron al máximo la sacralizad del destino, que situaron nada menos que en “Dios, Jesús y Salud”, tal y como describe el subtítulo. ¿Hay quien dé más?.

El libro, con sus 184 páginas, está editado por “Desclée de Brouwer S.A.” y el Centro de Humanización de la Salud, con el número 88 de la interesante colección “A los cuatro vientos”, que con riguroso acierto y sentido de actualidad y actuación religiosa dirige Manuel Guerrero, en respuesta flamante a la pregunta que, tanto dentro como fuera de la Iglesia, se formulan hoy multitud de personas: “¿Por qué necesitamos otra Iglesia”, o que “La Iglesia sea otra?”

De los autores –y autoras- elegidos para la citada colección, es obligado reseñar que todos/as son de reconocida garantía intelectual, pedagógica, bíblica, pastoral y teológica, que viven y con-viven en el marco de las realidades temporales, es decir, también, y comprometidamente, religiosas.

En el nuevo libro que presento, los temas contenidos en él, redactados al alimón por José Carlos y Ariel, la peregrinación a Jesús se desglosa en los siguientes capítulos: ¿Por qué Dios permite los males y la muerte?; Dios y el sufrimiento; ¿Cómo hacía Jesús sus milagros?; Persuadir al bien; ¿El diablo y el demonio, son lo mismo?; Culpa y enfermedad; ¿Por qué Jesús se enojó con un leproso?; Querer curarse: la motivación; ¿Hubo un milagro que le salió mal a Jesús?; Mirar y ver; ¿Cómo pudo Jesús caminar sobre el agua?; Por un mundo más humano e inclusivo; ¿Ordenó Jesús amar a los enemigos?; Ayudar a quienes rechazamos; ¿Por qué ordenó Jesús perdonar a los enemigos?; Acompañar a perdonar y “Cerrando el libro”.

Todos los capítulos de nuestro peregrinar llaman la atención “por la sencillez de la exposición, por la pasión de acercarnos a Jesús en el que creemos los cristianos, presentado en los evangelios tan necesitados de ser conocidos y explorados desde diversos puntos de vista”.

De entre el puñado de temas tratados con limpieza y cierto “atrevimiento”, sugiero y recomiendo personalmente el firmado por Ariel Álvarez, con el encabezamiento de¿Ordenó Jesús amar a los enemigos?”, muy certeramente expuesto y desarrollado en las páginas 137 y ss.

Con las mismas calificaciones, por su sentido de actualidad y cuestionamientos religiosos, sociales, políticos, familiares y demás, recomiendo con afán y seguridad de recobrar la salud para muchos cristianos, la atenta y bíblicamente documentada lectura, firmado también por Ariel Álvarez con el “atrevido” interrogante literario de “¿Hizo Jesús un milagro a un homosexual?”. Serán muchos los que agradezcan su redentora lectura, aún con la desdichada seguridad de que otros la malinterpreten y hasta se pregunten si está o no vigente eso del “Nihil Obstat” y del “Imprimatur”, o por qué ya no se usan términos tan “inquisitorialmente” purificadores….

Fuente Religión Digital

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”Jesús ayuna cuarenta días y es tentado”. Domingo 5 de marzo de 2017. Domingo 1º de Cuaresma, ciclo A.

Domingo, 5 de marzo de 2017
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14-CuaresmaA1Leído en Koinonia:

Gn 2,7-9; 3,1-7: Creación y pecado de los primeros padres
Salmo responsorial 50: Misericordia, Señor: hemos pecado
Rom 5,12-19: Si creció el pecado, más abundante fue la gracia
Mt 4,1-11: Jesús ayuna cuarenta días y es tentado

 Los comentarios bíblico-litúrgicos para ayudar a la elaboración de las homilías dominicales de este típico “domingo de las tentaciones”, el primero de cuaresma, suelen presentar en esta ocasión un sencillo paralelismo antagónico: la primera tentación fue la que se le presentó a Eva, que acabó en el pecado; pero ha habido otra tentación, la que sufrió Jesús en el desierto, que acabó en victoria, de la que podemos tomar ejemplo. En esta línea es muy fácil encontrar comentarios en la red. Por eso mismo quisiéramos nosotros hacer esta vez una aportación diferente, en sentido crítico. Obviamente, este aspecto no será apropiado en cualquier caso para convertirlo sin más en una homilía… pero creemos que tampoco sería bueno que una homilía olvide este aspecto crítico. En todo caso, cada agente de pastoral sabrá lo que su comunidad necesita, y sabrá encontrarlo en otros puntos de servicio bíblico-litúrgico de la red.

 La primera lectura de este domingo reúne, resumidamente, dos importantes relatos bíblicos: el de la creación y el del pecado original. Son muy significativos, muy importantes, y hoy día, también muy problemáticos.

 Es importante hacer recordar a los oyentes que estos textos, y todos los que forman el grupo de los once primeros capítulos del Génesis, que se refieren a los inicios de la «historia de la Salvación», han sido entendidos desde siempre de un modo literal. Todas las generaciones que nos precedieron en la fe los entendieron así. Seguramente que nuestros padres -y ciertamente nuestros abuelos- nunca pensaron otra cosa, y muchos cristianos mayores también lo piensan hoy día. Desde tiempo inmemorial, estos textos han fungido para muchísimas generaciones, como una fuente capital de su comprensión del mundo y de la historia. Las “coordenadas generales” que estos mitos trazan (Dios arriba, naturaleza abajo, un acto divino de creación que pone en marcha el cosmos, una creación del ser humano distinta a la creación de todos los demás seres, Dios que prohíbe comer el fruto del árbol, la desobediencia del ser humano que se convierte en el «pecado original» que transformará la suerte de toda la humanidad posterior –¡y del cosmos!–, el protagonismo principal de la mujer en este pecado, el enfado de Dios, su consecuente ruptura de relaciones con la Humanidad por haber comido ésta el fruto prohibido…), han sido para toda esa humanidad judeocristiana de los tres mil últimos años, el “paradigma” desde el que han entendido tanto el mundo, como a Dios, como a sí mismos, es decir, la realidad global. Estamos ante unos mitos religiosos ante los que hay que descalzarse, como quien pisa tierra sagrada.

 Hace apenas cien años, en 1906, la Pontificia Comisión Bíblica –respaldada obviamente por la Inquisición romana, la actual Congregación para la Doctrina de la Fe, que todavía no se llamaba Santo Oficio–, reafirmaba solemnemente, y bajo pena de excomunión a quien no lo aceptara, que el contenido de los once primeros capítulos del Génesis es histórico, no mitológico.

 Es importante recordar a los oyentes que hoy no creemos que estos relatos haya que entenderlos así, literalmente. Es decir: que hoy sabemos que la Biblia no puede decirnos cómo fue el origen del cosmos, ni el del ser humano. Que la Biblia no contiene mensajes de física, ni de química, ni de biología evolutiva, ni de geofísica o astrofísica… que nos informen sobre todos esos campos. Y que por tanto se puede ser cristiano y aceptar lo que la ciencia nos dice hoy, incluidas las opiniones contrarias a tantas afirmaciones y supuestos incluidos en estos relatos bíblicos.

 Es importante hacer caer en la cuenta de que esta nueva manera de entender los textos bíblicos no fue fruto de un descubrimiento fácil e ingenuo, sino una intuición laboriosamente trabajada por los biblistas y teólogos, que durante varios siglos han tenido que enfrentarse a la oposición y a la condena de las autoridades de sus respectivas Iglesias. Todavía hoy, en tiempo de Benedicto XVI, el biblista argentino Ariel Álvarez Valdés, doctor en teología bíblica por la universidad de Salamanca, fue públicamente adversado y perseguido por la Secretaría de Estado del Vaticano por no sostener de la historicidad de Adán y Eva y su pretendido pecado original (véase su propio testimonio en Youtube [http://www.youtube.com/watch?v=2Ys3kcwjbSY&list=PL84001F9AB27C6E32].

 Todo cristiano medianamente culto puede tener su opinión sobre el origen del mundo, igual que puede tener sus opiniones en medicina, en astronomía o en psicología, libremente, sin coacción, y sin que haya ninguna opinión «oficial» de la Iglesia en esos campos que pudiera ser «obligatoria». Los relatos bíblicos están en otro plano, un plano simbólico, que no afecta al campo autónomo de la ciencia. Esto es al menos lo que solemos decir hoy día, después del Vaticano II, pero sería más correcto reconocer que aquellos relatos no fueron concebidos, como decimos, meramente en un plano simbólico; para nuestros ancestros religiosos-y-culturales, esos relatos eran históricos, y con esa historia inventada, sin ningún fundamento científico, trataban de encontrar respuestas a problemas humanos y existenciales de muy diverso género (el mal, la felicidad, la vida, nuestro origen, nuestro fuuro…). Es ahora, sólo ahora, cuando nosotros, al ver que sus creencias expresadas en esos mitos estaba profundamente equivocadas –como hoy sabemos por la ciencia– sostenemos que esos mitos sólo podemos interpretarlos de un modo puramente simbólico. Nuestros antepasados –hasta nosotros mismos hace 50 años entre los católicos– los hemos considerado obligadamente históricos, literales, contados directamente por la misma boca reveladora de Dios.

 Hay que dar claramente al público cristiano la buena noticia de que hoy no sostenemos que el símbolo judeo-cristiano del llamado «pecado original» tenga un fundamento histórico. No hay por qué sostenerlo. Más bien resulta prácticamente imposible que lo tenga, por cuanto lo más probable es que no hubo un solo filum biológico evolutivo de surgimiento de nuestra especie, y el poligenismo es hoy la opinión más común de la ciencia. La proclamación que la Iglesia católica hizo del monogenismo en el siglo pasado se debió al espejismo (que todavía sufría) de pensar que el significado del símbolo del pecado original dependía efectivamente de un pecado histórico real que habría cometido una primera pareja de la que descendemos absolutamente todos los hombres y mujeres.

 Resulta especialmente importante aclarar que hoy día resulta del todo inverosímil -teológicamente hablando- todo el conjunto simbólico de la tentación y el pecado original: pensar que toda la humanidad esté en una situación de postración espiritual (que sea una massa damnata, una «muchedumbre condenada», como repetía san Agustín) a raíz de un supuesto primer pecado de una inexistente primera pareja, y pensar que debido a ello Dios habría roto sus relaciones con la Humanidad, y que esa ruptura no podría ser superada sino nada menos que con la sangre de la muerte en cruz del Hijo de Dios, tal y como ha sido presentado por la tradición más común y constante del cristianismo, resulta hoy absolutamente inaceptable. Deben por tanto sentirse aliviados todas las personas que se sienten incómodas ante las acostumbradas explicaciones homiléticas al respecto, tan parecidas a las catequesis infantiles que recibimos cuando fuimos niños, y como nosotros, todas las generaciones cristianas durante más de milenio y medio.

 Otras varias salvedades y comentarios críticos también muy importantes se podrían hacer entre los temas implicados en esos dos grandes relatos bíblicos que han sido juntados en la primera lectura de este domingo (por ejemplo sobre la «transcendencia» de Dios, que ahí se presenta como obvia, sobre la imagen misma de “theos”, la visión negativa de la realidad que conlleva la creencia en un primer «pecado primordial», la terrible inferiorización y culpabilización de la mujer causada por ese texto…). Ya hemos dicho que no pretendemos que esta lista de advertencias críticas sea el contenido de una homilía, sino simplemente el trasfondo crítico a tener en cuenta a la hora de hablar de las “tentaciones” y del “pecado”, para lo que sin duda se encontrará mucho material en los numerosos portales de servicio bíblico de la red.

 Es importante que digamos claramente, e insistamos, en que se puede ser cristiano y ser «persona de hoy» en las propias opiniones científicas. Y que hay otras formas de hablar del la realidad del mal y del pecado, que la de tomar como referencia unos mitos religiosos elaborados hace dos milenios y medio.

 Finalizamos diciendo que ya que tantas veces hemos insistido en el pecado original y en sus fatales consecuencias para toda la humanidad, sería bueno compensar esa actitud refiriéndonos a lo que hoy intuye la teología de frontera: que, más bien, lo original no fue un pecado, sino una bendición… Puede ayudar el libro de FOX, Mathew, “Original Blessing”, Bear & Company 1983; traducido como: La bendición original. Una nueva espiritualidad para el hombre del siglo XXI, Obelisco, Barcelona 2002, 410 pp Leer más…

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No llamarás a tu hermano “maricón, pinche, puto, joto…”

Martes, 24 de marzo de 2015
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Valerio-Gamez*

“Asimismo en el sermón de la montaña Jesús prohibió reírse de las minorías sexuales. Allí enseñó:

– “Todo el que diga a su hermano «raka» será condenado por el Sanedrín” (Mt 5,22).

Las Biblias suelen traducir esa palabra por “insensato, necio”. Pero no parece ser ése el sentido. Jesús llama insensatos y necios a los fariseos (Mt 23,17), y es absurdo que después prohíba usar esa palabra. En realidad raka deriva del arameo “reqa”, que significa “suave, blando, tierno” (Gn 18,7; 29,17; 33,13), y aludía a las personas afeminadas. Lo que Jesús dijo, entonces, fue:

“Todo el que le diga a su hermano «maricón» será condenado por el Sanedrín”.

*

Ariel Álvarez Valdés, 
Criterio Nº 2412, Marco 2015

(Fotografía: Pinche puto de Valerio Gamez)

jesus_jovenes

***

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” Jesús ayuna cuarenta días y es tentado”. Domingo 9 de marzo de 2014. Domingo 1º de Cuaresma, ciclo A.

Domingo, 9 de marzo de 2014
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20130418-jesus_tentacion_en_el_desierto_pinturaLeído en Koinonia:

Gn 2,7-9; 3,1-7: Creación y pecado de los primeros padres
Salmo responsorial 50: Misericordia, Señor: hemos pecado
Rom 5,12-19: Si creció el pecado, más abundante fue la gracia
Mt 4,1-11: Jesús ayuna cuarenta días y es tentado

 Los comentarios bíblico-litúrgicos para ayudar a la elaboración de las homilías dominicales de este típico “domingo de las tentaciones”, el primero de cuaresma, suelen presentar en esta ocasión un sencillo paralelismo antagónico: la primera tentación fue la que se le presentó a Eva, que acabó en el pecado; pero ha habido otra tentación, la que sufrió Jesús en el desierto, que acabó en victoria, de la que podemos tomar ejemplo. En esta línea es muy fácil encontrar comentarios en la red. Por eso mismo quisiéramos nosotros hacer esta vez una aportación diferente, en sentido crítico. Obviamente, este aspecto no será apropiado en cualquier caso para convertirlo sin más en una homilía… pero creemos que tampoco sería bueno que una homilía olvide este aspecto crítico. En todo caso, cada agente de pastoral sabrá lo que su comunidad necesita, y sabrá encontrarlo en otros puntos de servicio bíblico-litúrgico de la red.

 La primera lectura de este domingo reúne, resumidamente, dos importantes relatos bíblicos: el de la creación y el del pecado original. Son muy significativos, muy importantes, y hoy día, también muy problemáticos.

 Es importante hacer recordar a los oyentes que estos textos, y todos los que forman el grupo de los once primeros capítulos del Génesis, que se refieren a los inicios de la «historia de la Salvación», han sido entendidos desde siempre de un modo literal. Todas las generaciones que nos precedieron en la fe los entendieron así. Seguramente que nuestros padres -y ciertamente nuestros abuelos- nunca pensaron otra cosa, y muchos cristianos mayores también lo piensan hoy día. Desde tiempo inmemorial, estos textos han fungido para muchísimas generaciones, como una fuente capital de su comprensión del mundo y de la historia. Las “coordenadas generales” que estos mitos trazan (Dios arriba, naturaleza abajo, un acto divino de creación que pone en marcha el cosmos, una creación del ser humano distinta a la creación de todos los demás seres, Dios que prohíbe comer el fruto del árbol, la desobediencia del ser humano que se convierte en el «pecado original» que transformará la suerte de toda la humanidad posterior –¡y del cosmos!–, el protagonismo principal de la mujer en este pecado, el enfado de Dios, su consecuente ruptura de relaciones con la Humanidad por haber comido ésta el fruto prohibido…), han sido para toda esa humanidad judeocristiana de los tres mil últimos años, el “paradigma” desde el que han entendido tanto el mundo, como a Dios, como a sí mismos, es decir, la realidad global. Estamos ante unos mitos religiosos ante los que hay que descalzarse, como quien pisa tierra sagrada.

 Hace apenas cien años, en 1906, la Pontificia Comisión Bíblica –respaldada obviamente por la Inquisición romana, la actual Congregación para la Doctrina de la Fe, que todavía no se llamaba Santo Oficio–, reafirmaba solemnemente, y bajo pena de excomunión a quien no lo aceptara, que el contenido de los once primeros capítulos del Génesis es histórico, no mitológico.

 Es importante recordar a los oyentes que hoy no creemos que estos relatos haya que entenderlos así, literalmente. Es decir: que hoy sabemos que la Biblia no puede decirnos cómo fue el origen del cosmos, ni el del ser humano. Que la Biblia no contiene mensajes de física, ni de química, ni de biología evolutiva, ni de geofísica o astrofísica… que nos informen sobre todos esos campos. Y que por tanto se puede ser cristiano y aceptar lo que la ciencia nos dice hoy, incluidas las opiniones contrarias a tantas afirmaciones y supuestos incluidos en estos relatos bíblicos.

 Es importante hacer caer en la cuenta de que esta nueva manera de entender los textos bíblicos no fue fruto de un descubrimiento fácil e ingenuo, sino una intuición laboriosamente trabajada por los biblistas y teólogos, que durante varios siglos han tenido que enfrentarse a la oposición y a la condena de las autoridades de sus respectivas Iglesias. Todavía hoy, en tiempo de Benedicto XVI, el biblista argentino Ariel Álvarez Valdés, doctor en teología bíblica por la universidad de Salamanca, fue públicamente adversado y perseguido por la Secretaría de Estado del Vaticano por no sostener de la historicidad de Adán y Eva y su pretendido pecado original (véase su propio testimonio en Youtube [http://www.youtube.com/watch?v=2Ys3kcwjbSY&list=PL84001F9AB27C6E32].

 Todo cristiano medianamente culto puede tener su opinión sobre el origen del mundo, igual que puede tener sus opiniones en medicina, en astronomía o en psicología, libremente, sin coacción, y sin que haya ninguna opinión «oficial» de la Iglesia en esos campos que pudiera ser «obligatoria». Los relatos bíblicos están en otro plano, un plano simbólico, que no afecta al campo autónomo de la ciencia. Esto es al menos lo que solemos decir hoy día, después del Vaticano II, pero sería más correcto reconocer que aquellos relatos no fueron concebidos, como decimos, meramente en un plano simbólico; para nuestros ancestros religiosos-y-culturales, esos relatos eran históricos, y con esa historia inventada, sin ningún fundamento científico, trataban de encontrar respuestas a problemas humanos y existenciales de muy diverso género (el mal, la felicidad, la vida, nuestro origen, nuestro fuuro…). Es ahora, sólo ahora, cuando nosotros, al ver que sus creencias expresadas en esos mitos estaba profundamente equivocadas –como hoy sabemos por la ciencia– sostenemos que esos mitos sólo podemos interpretarlos de un modo puramente simbólico. Nuestros antepasados –hasta nosotros mismos hace 50 años entre los católicos– los hemos considerado obligadamente históricos, literales, contados directamente por la misma boca reveladora de Dios.

 Hay que dar claramente al público cristiano la buena noticia de que hoy no sostenemos que el símbolo judeo-cristiano del llamado «pecado original» tenga un fundamento histórico. No hay por qué sostenerlo. Más bien resulta prácticamente imposible que lo tenga, por cuanto lo más probable es que no hubo un solo filum biológico evolutivo de surgimiento de nuestra especie, y el poligenismo es hoy la opinión más común de la ciencia. La proclamación que la Iglesia católica hizo del monogenismo en el siglo pasado se debió al espejismo (que todavía sufría) de pensar que el significado del símbolo del pecado original dependía efectivamente de un pecado histórico real que habría cometido una primera pareja de la que descendemos absolutamente todos los hombres y mujeres.

 Resulta especialmente importante aclarar que hoy día resulta del todo inverosímil -teológicamente hablando- todo el conjunto simbólico de la tentación y el pecado original: pensar que toda la humanidad esté en una situación de postración espiritual (que sea una massa damnata, una «muchedumbre condenada», como repetía san Agustín) a raíz de un supuesto primer pecado de una inexistente primera pareja, y pensar que debido a ello Dios habría roto sus relaciones con la Humanidad, y que esa ruptura no podría ser superada sino nada menos que con la sangre de la muerte en cruz del Hijo de Dios, tal y como ha sido presentado por la tradición más común y constante del cristianismo, resulta hoy absolutamente inaceptable. Deben por tanto sentirse aliviados todas las personas que se sienten incómodas ante las acostumbradas explicaciones homiléticas al respecto, tan parecidas a las catequesis infantiles que recibimos cuando fuimos niños, y como nosotros, todas las generaciones cristianas durante más de milenio y medio.

 Otras varias salvedades y comentarios críticos también muy importantes se podrían hacer entre los temas implicados en esos dos grandes relatos bíblicos que han sido juntados en la primera lectura de este domingo (por ejemplo sobre la «transcendencia» de Dios, que ahí se presenta como obvia, sobre la imagen misma de “theos”, la visión negativa de la realidad que conlleva la creencia en un primer «pecado primordial», la terrible inferiorización y culpabilización de la mujer causada por ese texto…). Ya hemos dicho que no pretendemos que esta lista de advertencias críticas sea el contenido de una homilía, sino simplemente el trasfondo crítico a tener en cuenta a la hora de hablar de las “tentaciones” y del “pecado”, para lo que sin duda se encontrará mucho material en los numerosos portales de servicio bíblico de la red.

 Es importante que digamos claramente, e insistamos, en que se puede ser cristiano y ser «persona de hoy» en las propias opiniones científicas. Y que hay otras formas de hablar del la realidad del mal y del pecado, que la de tomar como referencia unos mitos religiosos elaborados hace dos milenios y medio.

 Finalizamos diciendo que ya que tantas veces hemos insistido en el pecado original y en sus fatales consecuencias para toda la humanidad, sería bueno compensar esa actitud refiriéndonos a lo que hoy intuye la teología de frontera: que, más bien, lo original no fue un pecado, sino una bendición… Puede ayudar el libro de FOX, Mathew, “Original Blessing”, Bear & Company 1983; traducido como: La bendición original. Una nueva espiritualidad para el hombre del siglo XXI, Obelisco, Barcelona 2002, 410 pp Leer más…

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