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“La ‘agenda queer’ no existe, es el miedo a la diversidad”, por Mariano Beltrán

Jueves, 18 de agosto de 2022
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gtgoH1P2Orgullo 2022. Europa Press News via Getty Images

Un interesante y necesario artículo que publicamos con la autorización de su autor, al que agradecemos vivamente su generosidad

Desde un tiempo a esta parte, el feminismo cultural y la extrema derecha han acuñado un nuevo término.

“La pinza entre la extrema derecha y el feminismo cultural empieza a ser asfixiante”

El lenguaje configura los parámetros con los que interpretamos nuestro universo, nuestra realidad. Cuando pretendemos deformar o reformar la realidad, el lenguaje se convierte entonces en la principal herramienta para dicha empresa: el lenguaje penetra en nuestro proceder, modela nuestras atribuciones, limita o expande nuestras expectativas.

Desde un tiempo a esta parte, el feminismo cultural y la extrema derecha han acuñado un nuevo término: agenda queer. Un término que recuerda a la infamia de ‘ideología de género’: el primero pretende señalar al colectivo LGTBI (y no solo) como enemigo del feminismo, el segundo pretende señalar la lucha feminista como perniciosa para la sociedad. Ambos términos pretenden presentarnos una realidad quimérica y problemática que debemos combatir; por eso se hace necesario señalar estos intentos de deformación de la realidad como falaces y peligrosos para los cuerpos y las vidas de las personas a las que señala.

Para el feminismo cultural, la supuesta agenda queer defiende los siguientes postulados, sin matices y en bloque: trabajo sexual, gestación por sustitución, pornografía, identidades trans. La fascinación que tienen los dogmas por asumir que los de enfrente defienden otro dogma nunca dejará de sorprenderme. Conozco a personas que defienden la despenalización del trabajo sexual pero no apoyan la gestación por sustitución —y al contrario—; conozco a personas con diferentes puntos de vista sobre la hormonación en —menores— trans, y conozco a personas con diferentes enfoques sobre pornografía, BDSM y tantas otras cosas. Y todas ellas entrarían dentro del paraguas de personas queer —que diría el feminismo cultural—.

Agenda queer es un intento —poco elaborado— de señalar los cuerpos y las vidas de las personas LGTBI (y no solo) como enemigas del feminismo. El primer paso para deshumanizar esas vidas es insinuar que tienen un plan, una agenda oculta con la que pretenden reforzar, en este caso, al patriarcado. Teorías de la conspiración aparte, ¿alguien nota como la historia de la infamia a lo largo de los tiempos utiliza idénticas herramientas? Señalar como sospechosos y enemigos de ‘lo ético’ a uno —o varios— grupos humanos, homogeneizando su pensamiento o los repetidos intentos de ridiculización —¿nos acordamos de la frase de Alicia Miyares de “digo que las mujeres trans son tíos porque son tíos” y las risas subsiguientes en la Escuela Rosario Acuña?— son estrategias que la historia de la infamia aplica con diligencia para finalmente, ejercer sobre esos grupos violencia verbal y/o física explícita.

A veces, el feminismo cultural señala lo queer como un invento neoliberal que sirve a los intereses del patriarcado, otras veces dicen que lo queer es una identidad, otras que el queerismo es una ideología contraria al feminismo. No consiguen acertar en su diagnóstico: a veces es identidad, otras es ideología, otras es una pata accesoria del patriarcado, otras es el elemento que más desestabiliza la lucha feminista. Múltiples intentos para opacar el verdadero diagnóstico: les molesta el disenso, los cuerpos no normativos, las vidas que no encajan en su cosmovisión de ‘lo-que-debería-ser-el-sexo’. Y pretenden imponer esa ‘agenda del feminismo cultural’ utilizando las herramientas del amo: la violencia, el señalamiento y la ridiculización.

No me cansaré de repetir que todas las vidas importan y que las estrategias de señalamiento, ridiculización y censura en los debates no son estrategias feministas, más bien al contrario, son las herramientas clásicas que el androcentrismo ha utilizado para reforzarse a lo largo de la historia. Si para defender tus posiciones necesitas aplastar las vidas de otras y tus alianzas se tejen con la extrema derecha, revisa tu marco teórico.

A modo de conclusión, algunas píldoras sobre epistemología popular: Los Reyes (o Santa Claus) no existen, son los padres; la ideología de género no existe, es la ultraderecha y la ‘agenda queer’ no existe, es el miedo a la diversidad.

Mariano Beltrán es Doctorando en Psicología y activista por los Derechos Humanos.

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La exposición “Una voz para Erauso” recupera la figura de Catalina de Erauso “la monja alférez”

Martes, 26 de abril de 2022
Comentarios desactivados en La exposición “Una voz para Erauso” recupera la figura de Catalina de Erauso “la monja alférez”

635 1 La Monja Alférez-Fco Pacheco, 1630Retrato de Catalina de Erauso (Franciso Pacheco) © Social Kutxa

Azkuna Zentroa, Centro de Sociedad y Cultura Contemporánea del Ayuntamiento de Bilbao, presenta la producción de Una voz para Erauso. Epílogo para un tiempo trans del colectivo artístico Cabello/Carceller (Helena Cabello y Ana Carceller) y comisariado por Paul B. Preciado.

La nueva exposición del Centro se mostrará en la Sala de Exposiciones entre el 10 de marzo y el 25 de septiembre.

Una voz para Erauso pone en relación la construcción del relato histórico con las políticas queer y trans contemporáneas. A través de su trabajo interdisciplinar, Cabello/Carceller utiliza la instalación, la performance, el relato de ficción y el vídeo para cuestionar las representaciones hegemónicas en las prácticas visuales y proponer alternativas críticas.

El proyecto se inició con el encuentro de las artistas con un retrato tan fascinante como insólito: el que (probablemente) Juan van der Hamen realizó de Catalina de Erauso vestido de alférez de la marina colonial española en 1626, y que pertenece hoy a la colección Kutxa. Erauso, que nació en Donostia en 1592 y al que se asignó sexo femenino y se dio el nombre de Catalina, es a menudo más conocido comola monja alférez, en parte gracias a su autobiografía en la que narra las aventuras de una joven que se escapa del convento vestida de hombre y que recorre después como soldado y mercader (bajo los nombres de Francisco de Loyola, Juan Arriola, Alonso Díaz Ramírez de Guzmán… y Antonio Erauso, entre otros) las tierras colonizadas por el imperio español desde Chile hasta México.

Uno de los primeros retratos trans

Tal y como destaca Paul B. Preciado, comisario de la exposición, el retrato de Erauso en hombre podría considerarse como uno de los primeros retratos “trans” de la historia del arte renacentista, aunque esa noción resulte anacrónica puesto que no existe en hasta el siglo XVIII. Pero, matiza, Erauso es, como su retrato, una figura de sombras. En el fondo totalmente negro del óleo surge un rostro severo, pero de mirada inquietantemente dulce que nada permite calificar como de masculino o de femenino. Su implicación en el genocidio de los mapuches y su posición en el mercado colonial hacen de ella una figura incómoda en la historia trans”. Por eso, la estética de la exposición es, como la del retrato de Erauso, la del claroscuro.

El colectivo artístico Cabello/Carceller ha elaborado para este proyecto un nuevo “retrato” de Erauso, interpelado por una galería de nuevos personajes trans. Esta pieza audiovisual producida por Azkuna Zentroa, ha sido rodada con Doxa Produkzioak y cuenta con Alberto sin Patrón como diseñador de vestuario y Mursego en la música.

La exposición se construye a modo de galería analógico-digital de retratos donde Erauso (tanto los retratos históricos de 1626 y su copia, como el nuevo retrato de Cabello/Carceller) se encuentran con otras representaciones de la obra anterior de las artistas entre las que destacan Autorretrato como fuente (2001); Archivo: Drag Modelos (2007-en proceso), Movimientos para una manifestación en solitario (2020), o Lost in Transition_un poema performativo (2016).

El proyecto expositivo se completa con un programa público de actividades, el catálogo de la exposición y un programa educativo de visitas para todos los públicos.

Cabello / Carceller

Cabello/Carceller inician su colaboración a principios de los noventa con la intención de interrogar los modos hegemónicos de construcción del género en las prácticas visuales, proponiendo alternativas críticas desde posicionamientos queer. Compaginan el desarrollo de sus proyectos artísticos con la investigación, la escritura, el comisariado y la enseñanza. Su trabajo fue seleccionado en 2015 para el Pabellón Español de la 56 Bienal de Venecia.

También se ha mostrado en exposiciones individuales en el MUAC (Ciudad de México, 2019), CA2M de Madrid en 2017, MARCO de Vigo e IVAM de Valencia en 2016, o en centros de arte de Dinamarca, Filadelfia, Madrid, Buenos Aires, entre otros. Sus proyectos se han mostrado además en exposiciones colectivas en el Centre Pompidou de París (2017), MACBA de Barcelona (2020), Tranzit (Bratislava, 2018), Museo da Electricidade (Lisboa, 2015), MNCARS (Madrid, 2013), Casino Luxembourg o Brooklyn Museum de Nueva York en 2007. Forman parte del archivo re.act feminism. A performing archive y están presentes en publicaciones como Art and Queer Culture (Phaidon Press) o el libro de Jack Halberstam The Queer Art of Failure (Duke University Press), así como el prólogo de la versión española de Female Masculinity del mismo autor.

Paul B. Preciado

Paul B. Preciado es filósofo, comisario de arte y escritor. Internacionalmente conocido por su trabajo sobre las políticas del cuerpo, el género y la sexualidad. Fue becario Fulbright, estudió primero Filosofía y Teoría del Género en la New School for Social Research de Nueva York, donde fue alumno de Jacques Derrida y Agnes Heller, y se doctoró en Teoría de la arquitecura en Princeton University.

Ha sido Director de Programas Públicos y del Programa de Estudios Independientes en el Museu d’Art Contemporani de Barcelona, Comisario de Programas Públicos en documenta 14 Kassel y Atenas; y comisario del Pabellón de Taiwan en Venice con la artista Shu Lea Cheang entre otras tareas institucionales. Enseña Filosofía del cuerpo en la New York University, así como otras universidades europeas. Es autor de Manifesto Contra-sexual; Testo Yonqui, Sexo, drogas y biopolítica; Pornotopía; Un Apartamento en Urano; y Yo soy el monstruo que os habla, todos ellos publicados por Anagrama.

FICHA TÉCNICA EXPOSICIÓN

“Una voz para Erauso. Epílogo para un tiempo trans”
Cabello/Carceller
Comisario: Paul B. Preciado

  • Del 10 de marzo al 25 de septiembre
  • Sala de Exposiciones. Entrada libre

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Y muy interesante la entrevista que en Pikara Magazine se hace al comisario de la exposición, Paul B. Preciado:

“Me interesan las alianzas que no se generan por identidad sino por proyectos de transformación social”

16/03/2022

El filósofo queer Paul B. Preciado comisaría la exposición de Cabello/Carceller ‘Una voz para Erauso. Epílogo para un tiempo trans’. Preciado se apoya en el personaje histórico conocido como la Monja Alférez para reivindicar una compresión compleja, plástica y contradictoria de las disidencias sexuales y de género.

Paul B. Preciado, filósofo queer de referencia a escala internacional, recuerda con humor que nació en Burgos, “en lo profundo del fascismo”. Nieto de barakaldesa, en su familia se mencionaba a menudo la leyenda de la Monja Alférez, esa que se fugó del convento con ropas de hombre y participó en la colonización de Abya Yala. “Cuando te han asignado el género femenino en el nacimiento y tienes otra identificación, como es mi caso, de alguna manera sabes que ese viaje insólito que hizo Erauso tiene que ver con tu propia vida”, explica. Leer más…

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Protestan contra discursos de odio emitidos en la Universidad Autónoma de México

Miércoles, 13 de abril de 2022
Comentarios desactivados en Protestan contra discursos de odio emitidos en la Universidad Autónoma de México

protesta-UNAM-discursos-de-odio_5-1024x683En la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) hubo un panel de feministas trans-excluyentes donde se negó la existencia de las personas trans, intersex y no binarias.

Estudiantes, personas trans y disidencias de distintas facultades de de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) protestaron y exigieron que la Universidad se posicione en contra de los discursos de odio. Esto luego que el pasado 24 de marzo el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM difundiera un foro virtual titulado: “Aclaraciones necesarias sobre las categorías sexo y género” en el que sus participantes, mujeres feministas, emitieron discursos de odio contra personas trans, no binarias e intersexuales.

¿Qué pasó en ese foro?

El evento “Aclaraciones necesarias sobre las categorías sexo y género” fue organizado por la comunicóloga Aimee Vega y sus ponentes fueron Marcela Lagarde (antropóloga), Amelia Valcárcel (filósofa), las abogadas Alda Facio y Andrea Medina, y como moderadora Angélica de la Peña Gómez, ex senadora federal.

Una semana antes del día de la visibilidad trans y durante casi cuatro horas las académicas pusieron en duda la existencia de las personas trans, no binarias e intersexuales; de manera particular para referirse a las personas intersexuales la española Amelia Valcárcel usó palabras como “cosas”, “anomalías”.

Negaron las aportaciones feministas que incluyen a las personas trans así como las aportaciones teóricas a los estudios de género y feminismos hechas por personas trans.

Sostuvieron que la penalización del concepto ‘discurso de odio’ no debe existir. “Con el delito de odio hay que tener mucho cuidado, porque en la práctica es muy difícil de probar que, en efecto, exista delito de odio (…) Prefiero que el delito de odio no exista, que exista la libertad de expresión (…) los convencimientos razonables”, señaló Valcárcel. 

Dijeron que hay un movimiento que supuestamente busca borrar a las mujeres cis de toda figura jurídica y mecanismos de protección y por ello proponen abolir la categoría de ‘género’.

Alda Facio hizo un llamado a que la convención Belem do Pará, que establece el derecho de las mujeres a una vida libre de violencias, deje de proteger a las mujeres trans.

Para ello Facio mencionó de manera deshumanizante a Vicky Hernández, mujer trans asesinada por el Estado hondureño en 2009, y criticó la sanción, sin precedentes, que hizo la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) al responsabilizar por primera vez a un Estado por el asesinato de una mujer trans.

“Las agresiones estuvieron motivadas por lo que se llama identidad de género y no porque los perpetradores creyeran que era una mujer”, dijo la abogada.

Por su parte la abogada Andrea Medina se refirió a la identidad de género y el derecho humano a la libre autodeterminación como un “deseo”, “sentimiento” y un cambio “sin ton ni son”. Y agregó “el mundo jurídico no debe entrar en eso (…) la definición jurídica es completamente objetiva, se mide en derechos y libertades y ahí no hay un tema de sentimientos o sensibilidades”. 

Al día siguiente del foro, el CEIICH dijo en un comunicado que es un espacio que se distingue “por la libertad de expresión y el respeto a los derechos humanos” y que “las ideas expresadas son responsabilidad de quienes participaron en el debate”.

#UNAMSinTransfobia

Al finalizar el foro al menos 743 personas de la comunidad universitaria y ajenas a ésta firmaron un posicionamiento donde advierten la preocupación que implica que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) abra espacio a discursos de odio.

“Espacios como este contribuyen a la violencia de género en contra de las mujeres trans, hombres trans, personas no binaries, y travestis (…) Los señalamientos realizados por parte de las participantes de este foro no solamente niegan las vivencias e identidades trans sino que generan un retroceso en la conquista de derechos para las poblaciones trans. Además de que su discurso excluye a éstas del derecho a la autonomía corporal, el derecho a la identidad y el derecho a una vida libre de violencia”.

También exigieron que los programas, centros de investigación, institutos y el Comité de Género de la UNAM se posicione en contra “de las voces transfóbicas y dejen de dar espacios a discursos que deshumanicen las vivencias trans”. 

Además, en redes sociales se empezó a usar el hashtag #UNAMSinTransfobia para señalar los discursos de odio vertidos en el foro y exigir a las autoridades universitarias desde una disculpa pública, medidas de reparación hasta la renuncia de la organizadora de dicho foro.

Distintas organizaciones, colectivos y activistas emitieron comunicados reprobando el contenido del foro y la posición de la UNAM por difundirlo.

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La personas trans existen

Brújula Intersexual, un colectivo virtual para la comunidad intersexual que nació en 2013, expresó un comunicado tras las declaraciones emitidas en el foro “Aclaraciones necesarias sobre las categorías sexo y género”. 

“La intersexualidad sí existe (…) No es una patología o una anormalidad que deba ser “corregida” (…) Hay muchos cuerpos de mujer y muchas formas de ser mujer. Las mujeres intersexuales también somos mujeres, algunas mujeres intersexuales somos trans y algunas de nosotras también somos feministas (…) Existen otras realidades corporales y subjetivas distintas a las hegemónicas, y aceptarlo no anula otras existencias ni pone en riesgo los derechos conseguidos hasta este momento”. 

El comunicado fue firmado por colectivas intersex de México, Argentina, Chile y España.

“Las mujeres trans son mujeres”: Copred

El msimo día del foro, el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación (Copred) de la Ciudad de México, un organismo descentralizado, se pronunció en contra de los discursos de odio.

“Excluir del reconocimiento de derechos a determinadas poblaciones, en específico a las mujeres trans, no es un discurso protegido constitucionalmente porque niega derechos y lastima su dignidad (…) La diversidad construye; los discursos de odio destruyen. Las mujeres trans son mujeres. Dentro de los feminismos deben caber todas las mujeres”.

En su comunicado, el Copred no hace mención a la UNAM o al foro difundido por la universidad pero aclara que el organismo en ningún caso respalda discursos transodiantes, y los califica de “expresiones inaceptables que vulneran la dignidad de las personas y las colocan en riesgo pues legitiman, multiplican y fomentan las violencias”.

La protesta estudiantil: “¡Fuera Terfas de la UNAM!”

El lunes 28 de marzo en Ciudad Universitaria, el complejo más grande la UNAM, estudiantes de distintas facultades se manifestaron en contra del foro, de los discursos de odio y exigieron que se retire el video del foro difundido por el CEIICH.

“Estamos aquí alzando la voz porque en el foro se dijeron discursos abiertamente racistas y transfóbicos que atentan contra la identidad y autonomía de las personas trans. Es muy importante hacer presencia porque posibilitar discursos a través de un feminismo blanco posibilita el fascismo que atenta contra las personas trans”, comentó a Presentes, Malinalli, estudiante de sociología, durante la protesta.

La manifestación partió de distintos puntos de Ciudad Universitaria y les estudiantes se concentraron, en un primer momento, en la Torre II de Humanidades, complejo donde se encuentran las oficinas del CEIICH. Ahí leyeron varios pronunciamientos, gritaron consignas como “biología no es destino”; “Fuera terfas de la UNAM”; “los derechos humanos no se debaten”, protestaron bailando vogue y exigieron la renuncia de Aimeé Vega, organizadora de dicho foro.

La manifestación continuó hasta el edificio de Rectoría de la UNAM en donde el edificio permaneció con las puertas cerradas. Afuera, les estudiantes pegaron los carteles que traían para la protesta, y dejaron escrito con plumón el mensaje: “Condeno enérgicamente tu transfobia”, en alusión a la forma como la UNAM responde cuando a las denuncias de acoso o violencia de género ejercida por profesores o funcionarios universitarios.

Un tercer comunicado, firmado por más de mil cien personas, se leyó afuera de Rectoría y entregaron copias a funcionaries de la UNAM que les atendieron en la explanada. Les estudiantes les exigieron que retiraran de la web el video del foro, que se disculparan públicamente y que la UNAM emita una postura clara y efectiva contra la transfobia. Les funcionarios solo dijeron que van a “analizar” el documento entregado.

Fuente Agencia Presentes

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Los talibanes cortaron el cuerpo de un hombre afgano en pedazos para “mostrar lo que hacen con los homosexuales”

Lunes, 30 de agosto de 2021
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28gay-afghanistanLos afganos LGBT + se han quedado “sin opciones” después de la toma de poder de los talibanes

Un hombre gay en Afganistán ha descrito cómo los talibanes mataron a su novio y “cortaron su cuerpo en pedazos” para mostrar lo que hacen con los homosexuales.

El joven de 26 años, con el seudónimo de “Gabir” para proteger su identidad, le dijo a the i  que él y su novio estaban sentados juntos en un restaurante en la capital de Afganistán, Kabul, cuando los talibanes tomaron la ciudad el 15. Agosto.

Ambos se apresuraron a regresar a sus respectivas casas, y pronto Gabir no pudo localizar a su compañero cuando la señal de su teléfono y la conexión a Internet comenzaron a fallar.

Dijo: “A las 5 o 6 en punto, mi hermano me dijo que algo había pasado, que ‘deberías contactar a tus amigos’. Cuando llamo a mis amigos, el teléfono de todos está apagado “.

Trágicamente, Gabir finalmente descubrió por un amigo que su novio, que solo tenía 24 años, había sido rastreado por los talibanes y asesinado.

“Llegaron dos autos, con talibanes adentro”, dijo. “Dijeron: ‘¿Dónde está su casa?’ Y lo golpearon mucho. Se lo llevaron, nadie sabe dónde, y luego lo mataron. Después dijeron que trajeron el cuerpo [de regreso] y cortaron su cuerpo en pedazos para mostrarle a la gente que esto es lo que hacemos con los homosexuales”.

Gabir y su novio habían estado juntos durante ocho meses después de conocerse en la universidad y habían planeado salir de Afganistán para casarse.

Tras la horrible muerte del joven, Gabir ni siquiera ha tenido tiempo de llorar, ya que se esconde y teme por su propia vida.

Recientemente recibió una llamada anónima de alguien que le dijo: “Sé que eres gay, antes de capturar Kabul sabíamos todo sobre ti, tienes tres o cuatro amigos que son gays, tienes novio. Una vez que nos establezcamos aquí en Kabul, no les dejaremos vivir. Si te encontramos, te mataremos “.

Desde entonces, Gabir ha estado huyendo, pero dijo: “Estoy 100% seguro de que voy a morir. No hay esperanza para mí “.

En un desgarrador mensaje al gobierno británico, Gabir agregó: “Solo quiero irme de este país. No quiero morir. No quiero que me maten y me corten en pedazos como hicieron con mi novio. Merecemos vivir … Por favor, por favor, por favor, sálvanos”.

El autor gay afgano Nemat Sadat le dijo recientemente a PinkNews que los talibanes “eliminarán y exterminarán” a la comunidad LGBT + de Afganistán: “Pueden esperar una muerte lenta o rápida”.

Sadat, quien huyó de Kabul en 2013 después de que su vida fuera amenazada por su activismo por los derechos LGBT +, explicó que los afganos queer ya vivían con miedo y en secreto antes de la ofensiva de los talibanes de 2021.

La homosexualidad era ilegal en el país incluso bajo un gobierno elegido democráticamente. Ahora, según la ley de la Sharia, se castiga con la muerte.

“Los talibanes impondrán una política de ‘cebo, matar y tirar’”, dijo Sadat a PinkNews. “Es decir, nombrarán informantes para atraer a hombres homosexuales y bisexuales en línea y en espacios públicos y llevarlos a un lugar apartado, matarlos y deshacerse de sus cuerpos. Lo sé porque eso es lo que hicieron los elementos encubiertos de los talibanes dentro del gobierno afgano durante la era de Karzai y Ghani, y los que escaparon me contaron su historia”.

Añadió: “Los afganos LGBT + realmente no tienen opciones. Pueden esperar una muerte lenta o rápida. Cualquier pequeña alegría que tuvieran se evaporará sabiendo que los talibanes pueden quitarles la vida en cualquier momento “.

Pero en España, hemos tenido que leer este verano esta infamia de una filósofa española, Amelia Valcárcel y Bernaldo de Quirós, actualmente catedrática de Filosofía Moral y Política en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Es Vicepresidenta del Real Patronato del Museo del Prado desde 2004 y miembro del Consejo de Estado desde 2006. No caben matices. Pura Homofobia. Dimita ya, señora.

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Fuente Pink News

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El juez talibán afgano Gul Rahim, habla de los crueles castigos previstos por la ‘sharia’, que incluyen lapidar a los homosexuales

Miércoles, 18 de agosto de 2021
Comentarios desactivados en El juez talibán afgano Gul Rahim, habla de los crueles castigos previstos por la ‘sharia’, que incluyen lapidar a los homosexuales

3,w=993,q=high,c=0.bildEl juez talibán Gul Rahim (38) levanta el dedo índice, al estilo del ex partidario talibán Osama bin Laden. Rahim fue entrenado en Pakistán y luchó contra tropas internacionales. Pasó dos años en prisión antes de convertirse en juez (Foto: Giorgos Moutafis)

Un juez planea que entre los castigos de la ley ‘sharia’ esté el que los homosexuales sean apedreados hasta la muerte.

La comunidad internacional luchó contra los talibanes en Afganistán durante 20 años. Ahora, después de que las tropas internacionales se hayan retirado casi por completo, los islamistas están aumentando de nuevo, y con ellos su ideología cruel. Quieren introducir la forma radical de la ley Sharia en todas partes, reprimir a las mujeres, apedrear a los homosexuales. Gul Rahim está seguro de que los talibanes pronto introducirán sus reglas de la Sharia en todo el país. “Luchamos por esto durante veinte años y perdimos muchos amigos. Ese era nuestro objetivo y siempre lo será “.

El juez talibán Gul Rahim dijo en una conversación con un reportero del diario alemán Bild que su objetivo es introducir los crueles castigos previstos por la ley ‘sharia’ en todo Afganistán, después de que las tropas internacionales se hayan retirado casi por completo del país. Gul Rahim, quien luchó contra las fuerzas extranjeras, habló abiertamente sobre el nuevo control de los talibanes, que incluye que los homosexuales sean apedreados hasta la muerte. Este cruel castigo a homosexuales formaría parte de las sanciones previstas por la ley ‘sharia’ en cuanto las tropas internacionales se retiren por completo de Afganistán.

Tiene una mirada penetrante, una barba típica. Suele llevar turbante. Para pasar desapercibido, se cambió de ropa y ahora lleva un pakol (gorro de lana).

Los homosexuales serán apedreados hasta la muerte en Afganistán, La pena de muerte amenaza a los homosexuales atrapados teniendo sexo gay en las zonas de los talibanes. El juez talibán: “Solo hay dos penas para los homosexuales: o la lapidación o tiene que pararse detrás de un muro que cae sobre él. La pared debe tener entre 2,5 y 3 metros de altura “. Si bien Rahim habla de la cruel pena de muerte para los homosexuales, no cambia de rostro, una “ley” perfectamente normal para los talibanes.

¿Qué es la ley ‘sharia’ en Afganistán y cómo castiga a homosexuales?

La ley ‘sharia’ o ley islámica es la base del nuevo código penal de Brunéi, que castiga el adulterio y el sexo homosexual con muerte por lapidación.

Su aplicación es objeto de disputa entre musulmanes conservadores y liberales, aunque algunos aspectos son ampliamente aceptados. Los castigos a homosexuales son polémicos.

Esto, debido a su crueldad, pues incluso el juez Gul Rahim planea que los homosexuales sean apedreados hasta la muerte en Afganistán.

Cuando le preguntan cómo es la situación de las mujeres y si pueden salir solas de su casa, responde con naturalidad: “¡Sí, si tienes permiso!”. Esta aprobación podría ser que las mujeres vayan de compras, alimenten a los animales o, por ejemplo, tengan que acudir al médico.

Las mujeres que viven en áreas gubernamentales están aterrorizadas de que los talibanes las encarcelen como lo hicieron antes, privándolas de todas sus libertades. Las mujeres también se sientan en el parlamento en Kabul, algo inimaginable para los talibanes. “La asistencia a la escuela debe seguir las reglas islámicas. Si una mujer va a la escuela y el maestro es un hombre, eso no está permitido. Si van a la escuela y usan el hiyab, no tenemos ningún problema con eso “.

Gul Rahim también reveló durante una reciente entrevista que los homosexuales no son lo únicos reprendidos, pues mandó a que le cortaran la mano al hombre que robó un anillo. Hablando sobre un caso que resolvió recientemente, el juez dijo que ordenó que le cortaran la mano a un hombre que había robado un anillo de una casa: “Un hombre irrumpió en una casa y robó un anillo de oro. El castigo que impuse: ¡Córtate la mano! Luego le pregunté al dueño del anillo si también pediría que le cortaran la pierna al ladrón porque no solo robó el anillo, sino que entró por la fuerza, lo que significa que había cometido dos delitos. Pero el dueño de la casa estuvo de acuerdo en que solo le cortarían la mano “.

El juez talibán explica que las extremidades se cortan por etapas, según la gravedad de la culpa. Para ello se utiliza una especie de hacha, que de otro modo se utiliza para el sacrificio de animales. Un trozo de madera sirve de base, dice el juez. “Dependiendo del crimen, podemos comenzar con las yemas de los dedos o con las yemas de los dedos. Para las peores ofensas, cortamos la muñeca, el codo o la parte superior del brazo. La muerte por lapidación o ahorcamiento es la única opción para los mayores delitos “.

Otro caso reciente, según Rahim, fue un secuestro: “Hemos arrestado a un grupo que ha cometido tanto secuestro como contrabando. Tuvimos testigos presenciales, por lo que los ahorcaron “.

Kabul ya ha visto lo que sucede cuando los talibanes invaden. En 1996, cuando conquistaron la ciudad, causaron miedo y horror en todas partes. El Estadio Ghazi en el centro de la ciudad es un símbolo de esto…

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Pero en España, hemos tenido que leer esta infamia a una filósofa española, Amelia Valcárcel y Bernaldo de Quirós, actualmente catedrática de Filosofía Moral y Política en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Es Vicepresidenta del Real Patronato del Museo del Prado desde 2004 y miembro del Consejo de Estado desde 2006. No caben matices. Pura Homofobia. Dimita ya, señora.

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Fuente BILD

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Los seis sentidos: La compasión.

Miércoles, 4 de marzo de 2020
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6B347006-1E79-4775-B92C-F7BA90E4DF8CCuando la Modernidad alboreó, allá por los finales del siglo barroco, hubo que volver a hacerse las viejas preguntas y las respuestas cambiaron. Por ejemplo, esta: “¿Por qué debemos ser morales?”. La respuesta admitida había estado clara más de un milenio: porque así lo quiere Dios Nuestro Señor y serlo evita las penas del infierno. Dios ha dado su ley, de una vez para siempre. Se debe cumplir y no hay más que contar. Si alguien duda de las llamas infernales, tenemos previstas llamas terrenales para que pierda cuidado.

Pero ahora es distinto. Vamos a sacar del matraz a Dios, dada su enorme masa, y dejemos fuera también el temor a los fuegos infernales y quizás a los de aquí. Vamos a buscar otras respuestas. ¿Por qué debemos ser morales? Bueno… porque… ¿para evitar líos? ¿Porque somos seres racionales y la razón nos exige que lo seamos? Quizá somos morales para no contravenir a nuestra racionalidad. Descartes, el primer y mayor de los racionalistas, no lo apoyó. Fue más bien partidario de no buscarse problemas. Esto tardó su tiempo. Sin ir más lejos, un tipo tan evidentemente genial como Hume, un escocés, se permitió bromear de esta manera: del hecho de que yo prefiera que estalle el mundo siempre que a mí no se me estropee un dedo, no se sigue ninguna falta de lógica. Va a ser que el universalismo moral no depende de la calidad de nuestra razón.

Las mejores respuestas a una pregunta tan compleja vinieron de Inglaterra y de Escocia. Se macizaron así: debemos ser morales porque… no tenemos más remedio que serlo. Estamos diseñados para ello. Somos morales porque tenemos un sexto sentido. Cuando vemos una acción directamente contraria a lo que es bueno, se nos levanta un asco, un horror, se nos despierta algo en el fondo de nuestro cuerpo que nos dice que aquello no está bien. Es nuestro sexto sentido, el sentido moral. Si vemos cómo se golpea a un niño, a un animal indefenso, se viola, se calumnia con gusto…, sentimos algo parecido al vértigo. Eso es el “sentido moral”. Con tan buena guía es difícil equivocarse. Es tal que la vista o los oídos. Y, como ellos, puede muy bien suceder que alguien lo tenga flojo o carezca por completo de él. Pero eso no lo invalida. La mayoría lo poseemos en su modo corriente. A quien lo tenga deficiente difícilmente se lo podemos mejorar. Lo mejor es precaverse de ese tipo de gente… o gentuza.

Estas cosas, en filosofía, nunca se afirman sin que se desate una polémica, pero dejémosla ahora callada. Hutchinson lo bordó: los sentimientos benévolos son parte inalienable de la condición natural humana. Están ahí. Antes de hablar ya sonreímos. No somos buenos por naturaleza, pero somos morales por destino. Para hacer desaparecer a ese nuestro sexto sentido hay que trabajar bastante. Porque es más fuerte que la voz de la conciencia. Es terror y vómito a un tiempo.

¿Y qué pasa con la crueldad? Pues que resultaría ser un aprendizaje. Poco a poco, mediante sucesivas y al principio pequeñas crueldades, aprenderíamos a orillar y evitar ese sentimiento innato. Iríamos subiendo la dosis. Ensayaríamos a distanciarnos con los objetos, los animales, los débiles, subiendo y alargando la distancia hasta ensordecer a nuestra naturaleza. Practicaríamos la crueldad en gustos y espectáculos. Distancia, risa, chacota del dolor ajeno. Gusto por la crueldad o incluso el ensañamiento. Lo llevaríamos a término con ciertas excepciones… con cualquiera que no pudiera devolvérnosla. Porque esa precaución siempre, quien no fuera definitivamente idiota, la guardaría. Así que desde el siglo ilustrado la humanidad supo que tenía un sentido que añadir a los cinco corrientes. Cierto problema había en que nunca antes hubiéramos sabido nada de él. Pero no seamos gente puntillosa. Reconocemos lo que se nos quiere decir.

Ahora le solemos llamar “inteligencia emocional”, esto es, la capacidad de ponerse en el lugar de otro o de casi poder sentir lo que siente si a ello nos afanamos. Goleman, cuyos libros fueron tan visitados a principios de milenio, es lo que cuenta. Que hay gente más o menos lista en ver y captar la emoción base de los demás. Percibimos que en esas intuiciones brilla una chispa de verdad. Por lo mismo sabemos cómo se educa en la falta de compasión. Sabemos que muchas culturas definitivamente han hecho de esa senda cruel su fundamento de existencia. Nos basta con ver su pedagogía de presentación. Las reconocemos. Todavía las usamos.

Amelia Valcárcel, El País, (publicado en el boletín de Enrique Martínez Lozano).

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Feminismo radical, ideología de género y el Papa Francisco

Sábado, 20 de enero de 2018
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jesus“Lo que están en juego son las personas”

“El humo generado por críticos de la ‘ideología de género’ impide ver el sentido cristiano de la gracia”

(Alex Roig).- Suena siniestro leer que tras la ideología de género se encuentra el marxismo cultural y el feminismo radical, amén de otros agentes, empeñados en acabar con la familia tradicional y el mundo occidental tal como lo conocemos.

¿En relación a qué es “radical” el feminismo así calificado? Según sus críticos es “radical” en relación al feminismo moderado o tradicional de las primeras feministas, las cuales fueron buenas chicas que portaron el estandarte de la liberación femenina con justas reivindicaciones sociales como un salario digno o acceso a profesiones consideradas exclusivamente de hombres. Un feminismo al cual nada se puede objetar, sino todo lo contrario.

Pero a finales de los años sesenta surge en Estados Unidos un grupo de feministas radicales que empieza a desmarcarse de lo que hasta ese momento había sido el movimiento feminista reivindicativo en todo el mundo, dando lugar al feminismo agresivo contra el hombre y toda su cultura patriarcal, cuyo germen debe buscarse en la nueva izquierda surgida después de mayo del 68. “El corpus de esta ideología totalitaria incluye el sexo libre, el aborto, y la desaparición del matrimonio, la familia y la religión por ser instituciones opresoras”.

A juzgar por lo extremado de las afirmaciones de algunas de sus representados es fácil satanizar el feminismo radical, sin pararse a pensar en sus causas y razones reivindicativas, tras las que se esconden muchas experiencias de dolor, como la de, por ejemplo, la escritora estadounidense y activista Andrea Dworkin, cuya vida es todo un rosario de abusos.

Para empezar, abusos por parte de su padre, abusos de su primer marido. A los 18 años fue arrestada durante una protesta contra la guerra del Vietnam y estuvo en la cárcel de mujeres del Village, donde sufrió abusos de dos médicos. Todos estos factores dominaron sus batallas subsiguientes contra toda forma de violencia contra la mujer.

Tras licenciarse en Literatura en 1968 por el Bennington College, dedicó todas sus fuerzas a la lucha feminista. Básicamente, fueron batallas contra la pornografía, la pedofilia, la violencia contra la mujer y la conducta sexual del hombre como referente de la desigualdad imperante, ahondando en la utilización del sexo por el hombre como vehículo del poder patriarcal. En 1999, a los 53 años, fue drogada y violada en un hotel de París, un suceso que le hizo un daño enorme, agravado, además, porque hubo quien no creyó su historia.

Es evidente que muchas mujeres no han llegado al feminismo radical por pura teoría ni por promover caprichosamente una ideología de género, sino sencillamente como consecuencia de su propia experiencia de vejación y dolor. Se entiende perfectamente que sea una mujer, monja y teóloga católica, Ivone Gebara, la que pueda escribir una teodicea teológica hasta aquí no tratada por ningún teólogo o filósofo masculino, me refiero a El rostro oculto del mal. Una teología desde la experiencia de las mujeres (Trotta, Madrid, 2002).

Ciertamente, la experiencia de violencia sexual o machista no justifica necesariamente las posiciones extremas o radicales, pero ayuda a comprenderlas y obliga a buscar otras perspectivas y hermenéuticas más comprensivas, según el principio cristiano destacado por San Ignacio, de que antes de condenar la posición contraria, hay que intentar salvarla. Así es como se es fiel a aquel que dijo, “no he venido a condenar al mundo, sino a salvarlo” (Jn 12, 47).

Cuando cada día somos testigos del abuso de la mujer, que en estos últimos meses ha tenido por protagonista a la industria del espectáculo de Hollywood, pero que es una realidad cotidiana que muchas niñas -y niños- llevan sufriendo desde la más tierna infancia en el seno mismo de su familia. Es triste comprobar que la violencia contra la mujer está presente en tanto en ámbitos privados como públicos; en el hogar y en trabajo; en la economía canalla de la prostitución, la pornografía y la trata de blancas; en la violencia física directa; en los feminicidios, que muchas veces quedan impunes.

Los que señalan los años 60 como génesis de la ideología de género, deben recordar que aquellos fueron marcados no solo por el movimiento feminista radical, sino también por protestas internacionales contra la guerra en Vietnam y contra la aceptación y hasta el apoyo de brutales dictaduras en Latinoamérica. Parte de aquella juventud se radicalizó al no ver posibilidades de eliminar esta violencia institucional. Protestaba por igual contra la violencia política y todo tipo de violencias, entre ellas la violencia de género.

Dicho esto, hay que aclarar que este tipo feminismo radical de los años 60-70 ya apenas si existe, excepto en Estados Unidos, donde siempre ha contado con grandes representantes, cuyo pensamiento fluctuó entre lo radical y lo moderado. Hoy muchas feministas abogan más por la cooperación que por la confrontación. En la actualidad, se puede decir con María Blanco, que “nadie tiene el monopolio de lo que piensan las mujeres, ni del feminismo auténtico, ni de la feminidad” (Afrodita desenmascarada. Una defensa del feminismo liberal, Deusto Ediciones, Barcelona, 2017).

Cathy Young, escribiendo a mediados del 2016 para The Washington Post, afirmaba que casi nadie niega la realidad histórica de la dominación masculina, pero la solución al problema, que ha creado un gran fractura en nuestra cultura, pasa no sólo por la guerra entre sexos. “Para formar parte de la curación, el feminismo debe incluir a los hombres, no sólo como aliados sino como socios, con una misma voz y una misma humanidad”.

Después de una década complicada, la Conferencia Episcopal Española reconocía que el tiempo transcurrido desde la publicación Directorio de la Pastoral Familiar en España (2003), donde los obispos llamaban la atención sobre las nuevas circunstancias en las que se desarrollaba la vida familiar, y la presencia en la legislación española de presupuestos que devaluaban el matrimonio, en la actualidad “permite advertir que, desde entonces, no son pocos los motivos para la esperanza. Junto a otros factores se advierte, cada vez más extendida en amplios sectores de la sociedad, la valoración positiva del bien de la vida y de la familia; abundan los testimonios de entrega y santidad de muchos matrimonios y se constata el papel fundamental que están suponiendo las familias para el sostenimiento de tantas personas, y de la sociedad misma, en estos tiempos de crisis”.

Los múltiples desafíos al concepto cristiano de la sexualidad y la familia están ahí, pero para responder a esta problemática, amplia y compleja, a la Iglesia no le queda otra vía que volver a reflexionar las viejas creencias a la luz de las nuevas realidades. Su labor es la búsqueda de la paz y el bien en cada nuevo contexto y en cada nuevo momento de la historia, sanar el egoísmo visceral que nos lleva a preferir siempre nuestros intereses en detrimento de los demás.

El ser humano, debido a lo arraigado de su pecado, ha construido una sociedad injusta y discriminadora, donde las esclavitudes antiguas da lugar a nuevos tipos de esclavitud, donde en última instancia todo se reduzca a mantener la diferencia entre los de arriba y los de abajo, entre la élite y la no-élite; entre los nuestros y los otros.

“Establecemos”, como dice Ivone Gebara, “colores y etnias superiores unas a otras, sexos superiores a otros, orientaciones sexuales más normales que otras. Y quien está del lado del poder y de la normalidad no duda en mantener relaciones excluyentes y culpabilizar a ‘los diferentes’ por muchos males del mundo”.

La Iglesia no es inmune a estos combates históricos entre la igualdad y la desigualdad, lo que en la Biblia se describe como “acepción de personas”, intolerable para el creyente. La Iglesia tiene miedo de las feministas radicales y la feministas tienen miedo de la Iglesia. “Las feministas”, escribía Alicia Miyares, “sabemos que los valores, tanto morales como políticos, de la igualdad y la libertad son falazmente cuestionados por discursos religiosos que pretenden interrumpir de continuo la marcha de la humanidad hacia modelos de democracia más perfectos”.

Los últimos papas, comenzando por Juan Pablo II, pasando por Benedicto XVI y llegando a Francisco, se han pronunciado inequívocamente contra la “ideología de género; esto no se puede negar.

En la exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia sobre el amor a la familia, publicada en marzo de 2016, el Papa Francisco advierte: “Otro desafío surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada gender, que niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Esta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer. La identidad humana viene determinada por una opción individualista, que también cambia con el tiempo” (n. 86). Con ello no hace sino defender la enseñanza sustentada en la Escritura y la Tradición sobre las relaciones hombre-mujer y el matrimonio.

Pero, téngase en cuenta una nota importante. Para Francisco, denunciar la ideología de género no implica negar ayuda o compañía a los homosexuales; no cierra los ojos a la urgencia de una teología pastoral adecuada, sensible y atenta a la realidad.

En la habitual conferencia de prensa que concede en el retorno de sus viajes internacionales, específicamente en el vuelo de Azerbaiyán a Roma, el Papa señaló que “las personas se deben acompañar como las acompaña Jesús. Cuando una persona que tiene esta condición llega hasta Jesús, Jesús no le dirá seguramente vete porque eres homosexual. No. Lo que yo he dicho, es esa maldad que hoy se hace en el adoctrinamiento de la teoría del género”. “Antes que nada, yo he acompañado en mi vida como sacerdote, obispo y también como Papa, he acompañado personas con tendencia homosexual y también con prácticas homosexuales. He acompañado, los he acercado al Señor, algunos no podían, pero yo he acompañado y nunca he abandonado a nadie, esto que quede claro”.

Anteriormente, el 26 junio 2016, Francisco se había atrevido a decir que la Iglesia católica debería disculparse con las personas gays por la forma en que las ha tratado. Fue durante el vuelo de regreso al Vaticano tras su visita a Armenia. El Papa hizo estas declaraciones cuando le preguntaron si estaba de acuerdo con los comentarios del cardenal alemán Reinhard Marx, quien dijo que la Iglesia debía disculparse con los homosexuales por haberlos “marginado”. Leer más…

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“Yo no tengo miedo”, por Ramón Martínez

Viernes, 11 de noviembre de 2016
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zo8i5eyb_400x400Foto Twitter No tengo miedo

Interesante artículo que publica en Cáscara Amarga:

Suelo emplear muy a menudo una frase de Amelia Valcárcel, una de las feministas más importantes de España: «quien tiene miedo no tiene poder». Creo que resulta necesario -si no urgente- hablar sobre nuestros miedos como lesbianas, gais, bisexuales y transexuales; intuyo que ese ejercicio puede ser muy útil para nuestro trabajo en defensa de nuestros derechos.

Considero que reconocer que nuestras experiencias sobre el miedo son las mismas que han soportado otras personas servirá para establecer nuevos vínculos activistas, y que una vez podamos enfrentar nuestros temores cara a cara, y así superarlos, nuestras libertades comenzarán por fin a hacerse realidad más allá de los textos legales.

Hablé de esto hace ya tiempo: nos hemos acostumbrado a vivir con miedo. Cruzar un parque de noche, encontrarnos con un grupo de jóvenes que se jalean unos a otros en su fratría, nos resulta tremendamente violento: sentimos miedo.

Lo mismo les sucede a las mujeres, y así lo explicaba en 1984 Alessandra Bocchetti en un apasionante artículo llamado ¿Por qué tengo miedo a los hombres?, donde exponía que se trata, en su caso, del temor a la violación, una vez enculturada cualquier mujer en un contexto en que existe siempre la posibilidad de convertirse en víctima de la violencia sexual.

Las personas no heterosexuales sentimos de un modo similar, aunque rara vez hablemos de ello. Me resultó interesante descubrir, hace ya un año, que muchas de las respuestas que recibí sobre aquella columna mía, contando mi propia experiencia con el miedo, se basaban en la misma idea: le había pasado lo mismo a muchas personas. ¿Por qué no hablamos sobre el miedo?

No hace mucho tiempo, también, cuando empezaron a ser tristemente habituales las noticias sobre agresiones a lesbianas, gais, bisexuales y transexuales, hubo quien consideró inapropiado dar visibilidad a esos sucesos porque, decían, generaría un innecesario estado de alarma.

Cuanto más reflexiono sobre aquel debate tan estéril más seguro estoy de que era y es necesario hablar sobre agresiones: se trata de visibilizar una realidad que ha pasado olvidada demasiado tiempo. Desde finales de los años 70 hasta el cambio de milenio fueron habituales las noticias sobre sucesos violentos, que en varias ocasiones incluyeron asesinatos.

Incluso en 1995 Cogam denunciaba un incremento de la violencia homófoba. Pero desde que comenzamos el nuevo siglo y, con él, el Matrimonio Igualitario se convirtió en nuestro fundamental objetivo la denuncia de la violencia parece haber pasado a segundo plano, hasta fechas muy recientes.

Además, es imposible generar un estado de alarma en un grupo social, el nuestro, que se ha acostumbrado a vivir alarmado de manera continua: las cautelas para salvaguardar nuestros armarios, en su momento, o los aprendizajes sobre en qué momento podemos ser más o menos libres son los síntomas de que nuestra libertad está condicionada por una necesidad de sentirnos seguros, que a su vez desvela que si necesitamos eso es porque consideramos que algo compromete nuestra seguridad: tenemos miedo.

Pero, insisto, ¿por qué no hablamos de ello? ¿Los varones gais, bisexuales y trans seremos menos viriles si reconocemos que en ocasiones también tenemos miedo? Quizá la impronta de la cultura heterosexual, de la cultura de la homofobia, haya marcado tan duramente nuestra piel que incluso no nos permitamos confesarnos nuestros miedos, pues tenemos miedo a no parecer “verdaderos hombres”. Incluso es posible que hayamos dejado de percibir nuestros miedos. Decía Bochetti que «una mujer tiene que sufrir tantas sutiles humillaciones, por el solo hecho de ser mujer, que ha terminado practicando una cierta sordera, para así no darse cuenta».

Desde hace semanas algunos activistas estamos recibiendo amenazas de muerte en redes sociales. Primero fue la cuenta de Twitter @IgualdadLGBT, luego tuvieron que soportarlas Rubén López y Carla Antonelli.

El acoso es continuo, contra personas e incluso contra colectivos enteros, como ha sucedido con Arcópoli; y la semana pasada yo mismo recibí numerosos mensajes que, acompañados de imágenes de armas y personas empuñándolas, prometían matarme.

Ante las amenazas hemos de mostrarnos más firmes que nunca: denunciar sin demora, reconocer el temor lógico y superarlo cuanto antes, porque sobreponernos a esa experiencia del miedo puede unirnos como iguales mucho más que entretenernos en el eterno debate sobre nuestras etiquetas: nuestra primera etiqueta como movimiento que logra producir cambios sociales es nuestra misma oposición a la homofobia, la transfobia y la bifobia.

En nuestra infancia aprendimos a tener miedo de los monstruos que se escondían en el armario, y cuando crecimos aprendimos a vivir encerrados en armarios, creyéndonos monstruos, con miedo a salir a la luz, a dejarnos ver, por lo que pudiera llegar a sucedernos.

Ahora hemos de superar todos esos miedos, para estar más cerca de alcanzar nuestro poder, de nuestra capacidad de decidir libremente cómo comportarnos y por dónde caminar sin temor alguno. Por eso es importante empezar a confesárnoslo y tratar de dejarlo atrás: debemos empezar a no permitir a nadie sentirse capaz de atemorizarnos con amenazas, a decir en voz alta que yo no tengo miedo.

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“10 claves para detectar la homofobia”, por Ramón Martínez

Viernes, 16 de septiembre de 2016
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homofobia-rusa-vacunaExcelente artículo que publica en Cáscara amarga:

Si las personas heterosexuales tienen o disfrutan de algo que a ti te falta por no ser heterosexual es ahí donde está la homofobia.

Este año la homofobia no se ha ido de vacaciones. Desde la playa, la montaña, o desde nuestros trabajos, hemos ido leyendo una y otra vez noticias sobre agresiones y declaraciones que vulneran los derechos de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales.

El verano comenzó con la publicación del primer Informe del Observatorio Madrileño contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia y termina, ya comenzado septiembre, con la detención en Mataró de «Koji Kabuto», un youtuber que viene realizando vertidos homófobos y machistas en diferentes redes y llegó a amenazar con repetir en Barcelona una matanza como la de Orlando.

Pasó por comisaría el pasado sábado y fue rápidamente puesto en libertad, lo que aprovechó para reafirmarse en sus amenazas, que ha elevado hasta comparar al colectivo LGTB de referencia en la Comunidad de Madrid, Arcópoli, con la banda terrorista ETA. Si bien es cierto que el terror sigue muy presente en las calles, sus responsables son en realidad los de siempre: hace unos días conocíamos una nueva agresión homófoba en la Ciudad de Madrid, con la que ya son casi 170 las registradas en la región desde que comenzó el año. La homofobia sigue vigente en nuestra España de los derechos LGTB. Hemos avanzado a un ritmo increíble, somos un referente mundial en este ámbito… pero no debemos olvidar que los incidentes de violencia homófoba siguen aumentando y recrudeciéndose.

No obstante son muchas las personas no heterosexuales que siguen afirmando no haber sido nunca víctimas de la discriminación, del mismo modo en que algunas mujeres dicen lo mismo sobre el machismo.

Cuando hablo sobre el tema me gusta, siguiendo con la comparación, citar a Amelia Valcárcel, que al afrontar la cuestión de la violencia machista defiende con su incisivo sarcasmo que ese lujo que supone haberse librado de la dominación se debe, más que a la increíble suerte de la declarante o a los grandes avances legales conseguidos, a una relativa «insensibilidad» por parte de una persona oprimida que no acierta a reconocer cómo funciona la dominación de la que es víctima. Por eso creo muy conveniente, aprovechando el comienzo de curso, compartir algunas de las claves para reconocer la homofobia y, así, proceder a denunciarla:

1.- Que te maten no es normal. Siguen siendo constantes los asesinatos de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales. Aunque nos parezca algo propio de un pasado no tan lejano, de vez en cuando nos llegan noticias sobre personas a las que han asesinado por tener una sexualidad que no encaja con la normativa.

La homofobia mata, de forma institucional en ocho países del planeta, y de manera cotidiana en todas partes. La homofobia mata, y no está de más repetirlo una y otra vez, sobre todo cuando tras hacerse público cualquiera de estos casos es frecuente encontrar intentos de explicar que el asesinato se cometió por un motivo distinto a la orientación sexual o identidad de género de la víctima. Tenemos derecho a la vida: la homofobia está allí donde hay gente que opina que lesbianas, gais, bisexuales y transexuales merecemos morir.

2.- Que te peguen no es normal. Después de que cuatro jóvenes fueran agredidos hasta tres veces por la misma persona en la misma noche en Madrid hemos vuelto a ser conscientes de que toda persona no heterosexual, por el sencillo hecho de visibilizarse como tal, puede ser víctima de la violencia física.

Pasaron los años felices en que celebrábamos la consecución del Matrimonio Igualitario y la primera Ley de Identidad de Género, y por fin el movimiento LGTB parece volver a la denuncia de la violencia que lesbianas, gais, bisexuales y transexuales seguimos sufriendo en público y en privado.

Dado que buena parte de las víctimas generan sentimientos de culpa tras el incidente es preciso recordar que nunca somos culpables de la homofobia que padecemos, y que tenemos derecho a no ser agredidos físicamente: la homofobia está allí donde hay gente que opina que lesbianas, gais, bisexuales y transexuales merecemos ser golpeados.

3.- Que te insulten no es normal. Nadie tiene por qué aguantar que personas desconocidas le cuenten lo que piensan sobre su aspecto, su forma de andar, o acerca de las prácticas sexuales que les gustan o no realizar.

Hace unos meses un joven tuvo que escuchar a dos vigilantes de seguridad insultarlo por su aspecto, y escuchar “bollera”, “maricón”, “vicioso”, o “travelo” suponen una constante para lesbianas, gais, bisexuales y transexuales. Tenemos derecho a no recibir insultos por ser quienes somos: la homofobia está allí donde hay gente que cree que debemos escuchar sus opiniones y descalificaciones por nuestra forma de ser.

4.- Que te amenacen no es normal. No solo a través de la violencia directa la homofobia trata de erradicar la diversidad sexual y de género, también encuentra productiva la amenaza, advertir con futuras posibles muestras de violencia intentando así que nadie se aparte de la normativa sexual y de género establecida.

Esta semana han sido noticia las amenazas de muerte que han recibido la cuenta IgualdadLGBT, la diputada Carla Antonelli y el activista Rubén Lodi. Es necesario recordar que lesbianas, gais, bisexuales y transexuales tenemos derecho a no vivir con miedo: la homofobia está allí donde hay gente que opina que debemos vivir aterrorizados.

5.- Que alguien pida que te discriminen no es normal. La violencia homófoba puede ejercerse directamente o aparecer como forma de amenaza, pero también es posible la incitación a la violencia, que genera un discurso que anima a otras personas a practicarla.

Las denuncias contra las insistentes declaraciones de algunas personas de la jerarquía de la Iglesia Católica son habituales, y frente a ellas poco puede hacerse de momento -las denuncias suelen ser archivadas constantemente- más allá de afirmar que tenemos derecho a que no ser señalados como posibles víctimas de la discriminación: la homofobia está allí donde hay gente que invita a otras personas a ejercer la violencia contra lesbianas, gais, bisexuales y transexuales.

6.- «¡Maricón el último!» no es una frase popular. La violencia también se manifiesta a través de los símbolos. Todas las palabras representan conceptos y, aunque a veces una misma palabra sirve para hablar de dos cuestiones supuestamente diferentes, es inevitable que aun empleándose para hablar de una recuerden inmediatamente a la otra.

«Maricón», por ejemplo, suele emplearse como insulto hacia varones que desean, aman y practican sexo con otros varones, pero según la Academia también sirve como término para designar a  alguien «marica» porque parece «apocado, falto de coraje, pusilánime o medroso».

Pero cuando se usa con este último significado no deja de referirse al primero, y vincula además uno con otro, presentando una imagen estigmatizada de lo que significa ser un varón no heterosexuales.

Frente al uso supuestamente bien intencionado de palabras despectivas, de símbolos que colaboran con un discurso global que perpetúa nuestra discriminación, hemos de tener claro que tenemos derecho a no ser señalados por nuestra cultura: la homofobia está allí donde hay gente que opina que lesbianas, gais, bisexuales y transexuales merecemos ser ridiculizados.

7.- «Matarile al maricón» también es homofobia. Aunque la incitación a la violencia homófoba en esta frase parece evidente, este verano hemos descubierto que puede llegar a ser justificada.

En las madrileñas fiestas de San Lorenzo un joven de los que allí celebraban agosto, Mario Piedrafita, denunció que la conocida canción de Molotov sonó en la caseta del Ayuntamiento y empezaron a llover interpretaciones que defendían que no se trataba de homofobia.

Recurriendo a lo indicado en el punto anterior, la más habitual argumentaba que cuando se dice «maricón» se emplea el término con el significado que no se refiere a los varones no heterosexuales.

Aunque -supuestamente- no sea intencionada, la homofobia escondida en los símbolos puede aparecer como consecuencia de su uso con otros fines, y lesbianas, gais, bisexuales y transexuales tenemos derecho a que nuestra igualdad no sea vulnerada como daño colateral: la homofobia también está en esa incitación indirecta a la violencia que, aunque puede parecer no dirigida contra nosotros, acaba convirtiéndonos en víctimas.

8.- Sólo eres diferente si tú quieres serlo. Aunque buena parte del movimiento LGTB ha fundamentado su activismo en reclamar el derecho a la diferencia, lesbianas, gais, bisexuales y transexuales podemos demandar nuestro derecho a no ser heterosexuales y cisexuales, pero exigimos un trato igual al que cualquiera pudiera darles.

Cuando la diferenciación tiene un origen ajeno a nosotros y nosotras suele emplearse para discriminarnos: así son muchas las noticias sobre tiendas que se niegan a prestar sus servicios a personas LGTB.

Tenemos derecho a la igualdad: la homofobia está allí donde hay gente que por el mero hecho de que somos lesbianas, gais, bisexuales y transexuales considera que somos distintos y por ello debemos ser tratados de peor forma, es decir, de un modo diferente.

9.- «Ni tú ni nadie puede cambiarte». Hace unas semanas volvimos a enfrentarnos al fraude de las llamadas “terapias reparativas de la homosexualidad” que defiende en sus delirantes libros Richard Cohen y que algunas personas siguen aplicando en nuestro país.

La página web de la supuesta coach y autodenominada terapeuta Elena Lorenzo ha sido denunciada frente a la Comunidad de Madrid, región que dispone de una Ley LGTB que prohibe dichas terapias, por difundir esas prácticas acientíficas y asegurar que con ellas una persona homosexual puede convertirse en heterosexual.

Aunque nadie sabe el origen de la diversidad de nuestra orientación sexual e identidad de género -ni falta que hace- sí está suficientemente claro que el deseo y el género sentido no pueden modificarse con ningún tipo de ritual magufo. Tenemos derecho a que nadie pretenda hacernos creer que estamos equivocados por ser quienes somos: la homofobia está allí donde hay gente que opina que hemos elegido esta forma de existir y, por tanto, podemos abandonarla por otra que les satisface más, como si su tranquilidad dependiera de nuestra forma más o menos correcta de existir.

10.- «Ni homofobia ni homosexualismo: igualdad». La repetida frase «ni machismo, ni feminismo: igualdad», además de revelar un absoluto desconocimiento sobre a qué se refiere cada uno de esos conceptos, se emplea de manera más o menos interesada con el fin de desactivar todo un movimiento que, precisamente, persigue la igualdad entre mujeres y varones.

Del mismo modo, y desde hace relativamente poco tiempo, empieza a ponerse de moda un discurso neohomófobo que pregona que los avances del movimiento LGTB son excesivos, que «nos estamos pasando», que «no toleramos otras formas de pensar» -las mismas que nos matan, agreden e insultan- y que atacamos a las personas con nuestra «heterofobia».

Nos llaman «homofascistas» o «mariconazis» como llaman «feminazis» a las mujeres que defienden sus derechos. Son burdos argumentos que no hacen sino perpetuar la cultura de la homofobia. El Feminismo, que debería ser el pensamiento LGTB de referencia, ha sabido defenderse del argumentario poco ilustrado del neomachismo con humor, con parodias como la conocida «ni machismo, ni feminismo: cubismo».

Quiza deberíamos empezar a hacer lo mismo, porque tenemos derecho a que el movimiento social que se preocupa de garantizar nuestros derechos no sea ridiculizado, y a que no se relativice sobre la violencia que padecemos intentando hacernos parecer violentos: la homofobia está allí donde hay gente que opina que lesbianas, gais, bisexuales y transexuales ya tenemos demasiados derechos, porque lo que realmente quieren es que no tengamos ninguno.

La homofobia es pensar que existe un malvado Imperio Gay que construye una estrella de la muerte contra la heterosexualidad, cuando nuestro movimiento es una alianza rebelde que reivindica los derechos que nos son negados.

Estas diez claves pueden resumirse en una sola frase. Mi amigo Yago Blando dice siempre que para saber si cualquier cosa resulta homófoba o no sólo es preciso preguntarse cómo se enfrentaría a ella una persona heterosexual: si quienes son heterosexuales y quienes no lo son tienen los mismos derechos o pueden experimentar las mismas cosas no hay homofobia; pero si las personas heterosexuales tienen o disfrutan de algo que te falta por el hecho de no ser heterosexual es ahí donde está la homofobia.

La discriminación motivada por la orientación sexual o la identidad de género puede llegar a ser sumamente visible, pero también puede resultar lo suficiente invisibilizada como para que sea complicado percibirla con claridad.

Por suerte solo es preciso afinar la mirada para detectarla: la homofobia está donde nos faltan derechos y libertades por ser quienes somos. Abramos bien los ojos, porque cuanto más fácil nos sea descubrir dónde se esconde el monstruo menos daño podrá hacernos.

Fuente Cáscara amarga

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Neoliberalismo y patriarcado: Del intercambio de mujeres a la mercantilización de sus cuerpos

Jueves, 9 de septiembre de 2021
Comentarios desactivados en Neoliberalismo y patriarcado: Del intercambio de mujeres a la mercantilización de sus cuerpos

ana-de-miguel-635x480Segunda jornada del 40 congreso de Teología de la Juan XXIII

En palabras de Michael J. Sandel, habríamos pasado de una “economía de mercado” a una “sociedad de mercado”. El cuerpo de las mujeres no ha quedado al margen de esta lógica de intercambio monetario

Negociar su “capital erótico” se entiende como una forma de comportamiento que empodera a las mujeres

El dinero se ha ido convirtiendo en un fin que todo lo justifica. Eso sí, bajo el mantra del consentimiento. En este sentido, la ideología neoliberal está encontrando un valioso aliado en la ideología patriarcal propia de las sociedades formalmente igualitarias

La mercantilización de los cuidados nos sitúa ante unos problemas irresolubles mientras no se avance a un cambio de la organización social patriarcal y la construcción de la masculinidad

Sexo y mercado están deviniendo más compañeros que nunca. Y por el camino se convierten en el modelo para legitimar cualquier uso del cuerpo si hay dinero por el medio

En las últimas décadas se ha producido un avance significativo de los valores neoliberales, inscritos en la lógica del mercado, de tal manera que casi todo se convierte en mercancía, objeto o servicio susceptible de compra y venta. El mundo toma la apariencia de un gran centro comercial en que se ofrece la satisfacción de los deseos a través del consumo. En palabras de Michael J. Sandel, habríamos pasado de una “economía de mercado” a una “sociedad de mercado”. El cuerpo de las mujeres no ha quedado al margen de esta lógica de intercambio monetario. Bajo la justificación de la nueva libertad de la que ahora disfrutan las mujeres y la lógica contractual del consentimiento, hay una extensa bibliografía y un “estado de opinión” que entiende la libertad de las mujeres como una libertad extensible a vivir de negociar con sus cuerpos.

Negociar su “capital erótico” se entiende como una forma de comportamiento que empodera a las mujeres. Mujeres que vienen a convertirse en una suerte de emprendedoras o empresarias autónomas de un producto que es su cuerpo. Sin embargo, en los últimos años, también están apareciendo cada vez más voces críticas con este invasivo mercantilismo, muy especialmente desde un feminismo humanista y socialista, con una aspiración a un dialogo intercultural y universalista. La intervención mantiene una serie de interrogantes críticos a este respecto y plantea la hipótesis de que la mercantilización del cuerpo de las mujeres, tan legitimada a lo largo de la historia, refuerza los valores del neoliberalismo económico más radical.

La libertad de las mujeres… para venderse

El neoliberalismo mantiene que todo se puede comprar y vender, nada tiene por qué quedar fuera del mercado y la ley de la oferta y la demanda. ¿Por qué habría de hacerlo si hay dinero por el medio? En palabras del filósofo Michael J. Sandel hemos pasado de economías de mercado a sociedades de mercado. El dinero se ha ido convirtiendo en un fin que todo lo justifica. Eso sí, bajo el mantra del consentimiento. En este sentido, la ideología neoliberal está encontrando un valioso aliado en la ideología patriarcal propia de las sociedades formalmente igualitarias y basadas en el consentimiento y el mito de la “libre elección”. Las mujeres ya no actúan determinadas por la naturaleza o las leyes, ahora la sociedad les encamina a que elijan “libremente” lo de siempre. Los post feminismos, bajo un nuevo ropaje aparentemente transgresor y posmoderno, invitan a las mujeres a utilizar sus cuerpos en el mercado, a vivir de ellos, como si esto fuera algo nuevo y moderno, un producto refinado de la nueva libertad de la que, al fin, disfrutan las mujeres.

La sociedad globalizada del siglo XXI trae una buena nueva a las mujeres. Ahora que ya sois libres, ya podéis de forma libre y voluntaria vender, alquilar, permutar vuestros cuerpos o trozos de vuestros cuerpos en el mercado. Que también es libre. A lo largo de todo el planeta encontramos sociedades que limitan severamente la libertad de las mujeres en muchos aspectos salvo uno: casi todos apoyan la libertad de las mujeres para venderse, “si ellas quieren”.

Frente a la creencia post moderna de que las mujeres pueden venderse y mercadear con su “capital erótico” como si de una novedad antropológica se tratara, en este texto vamos a desarrollar la idea de que esto no es más que una nueva versión de la firme creencia patriarcal de que las mujeres forman parte de “los bienes” intercambiables de una sociedad, las mujeres son “objetos”; divinos o muy apreciados, pero objetos. Un ejemplo: no es fácil llevar la cuenta de la ingente cantidad de intelectuales y artistas consagrados que son descritos de la siguiente manera: fulanito, genio singular, se declara amante de “la ópera, los facsímiles del bajo medievo en la baja Sajonia y de las mujeres”. No es sólo Julio Iglesias con “me gustan las mujeres, me gusta el vino”, similares declaraciones están en la boca de un abanico de señores que va de premios nobel a poetas malditos: a todos les gustan “las mujeres” y otros bienes culturales.

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Las mujeres, desde que hay memoria escrita, han sido conceptualizadas como cuerpos sin mucha cabeza, a veces ni eso, como trozos de cuerpos. Cuerpos al servicio del placer sexual de los varones, cuerpos al servicio de la reproducción de algunos varones en particular y de la especie en general. Cuerpos valorados como objetos transaccionales de los pactos entre varones. Unas veces definidas como “el bien más preciado”, otras no. Cuando hay demasiadas pierden el valor de cambio, sobran, se convierten en esa rémora que hoy como ayer ha propiciado el infanticidio o feticidio femenino.

Con esta introducción al tema queremos señalar que la mayoría de nuestras afirmaciones sobre la sociedad no se pueden aplicar de manera similar a hombres y mujeres. Y no porque pensemos que hombres y mujeres tenemos “naturalezas distintas y complementarias” sino por todo lo contrario. Porque pensamos firmemente que mujeres y hombres comparten una misma condición humana es por lo que hay que tener presente que la sociedad nunca ha actuado y pensado como si así fuera. Si no lo tenemos presente lo más probable es que caigamos en el llamado “androcentrismo” es decir, en el solapamiento de los varones con el “ser humano neutral”. Y que creyendo que analizamos la condición humana estemos, en realidad, hablando de la varonil parte de ésta. El androcentrismo es un grave obstáculo para el conocimiento. Tiene la consecuencia de que nuestra realidad quede sesgada y pierda objetividad (Amorós, 1985 y Valcárcel, 1991, 2019).

Partimos entonces de la perspectiva feminista. Y no tanto para explicar que las mujeres han sido mercantilizadas de forma específica, que venimos de una historia de opresión y que aún queda mucho por hacer en temas de igualdad, sino, sobre todo, para explicar que el androcentrismo deforma nuestro conocimiento y nuestra visión de la realidad. De lo que es y lo que ha sido el ser humano y la historia y el presente de la comunidad humana.

En esta cofnerencia vamos a trazar un esquema de los temas en que la mercantilización del ser humano tiene connotaciones muy distintas si hablamos de hombres o mujeres. Es decir, hombres y mujeres han compartido formas de esclavitud y compraventa varias. Pero las mujeres siempre han disfrutado de formas específicas de mercantilización. Las mujeres como objetos transaccionales de los pactos entre varones. Y más de las que antes de pensar en ello se puede pensar. Esto ha sido así en las más diversas culturas: no parece que haya habido mucho choque de civilizaciones a la hora de permutar, intercambiar, raptar, comprar, alquilar o vender mujeres. Hoy, siglo veintiuno, sus cuerpos se ofertan también en mercados al alza como el de la prostitución y los vientres de alquiler.

En este capítulo no vamos a tratar un tema generalmente asociado a la perspectiva de género como es el de la mercantilización de los cuidados. Es un tema muy relacionado pero que desborda los límites de nuestro planteamiento. Aunque el mercado de los cuidados está muy feminizado -y esto es causa y consecuencia del punto muerto en que se halla la revolución que ha supuesto la incorporación de las mujeres al espacio público y que no ha sido seguida por la incorporación masiva de los hombres a los cuidados- las tareas que realizan las cuidadoras pueden o podrían ser realizadas por los hombres. No hay nada que impida que un hombre cuide a otros pero si muchas razones impiden que los hombres sean las putas de otros hombres.

Es cierto que la mercantilización de los cuidados nos sitúa ante unos problemas irresolubles mientras no se avance a un cambio de la organización social patriarcal y la construcción de la masculinidad. Como mantienen diversas autoras, o se coloca en el centro de la vida pública el tema de la vulnerabilidad del ser humano y los cuidados y se desplaza la preminencia del mercado como solucionador “justo” y “universal” o seguiremos alimentando un mundo tan irracional como injusto y depredador (Gálvez, Nuño, Orozco). Sin embargo, la mercantilización actual de los cuidados no se puede identificar exactamente con la mercantilización de los cuerpos. Es distinto que se venda la capacidad para cuidar a que se venda el uso del propio cuerpo, el acceso a sus agujeros, sus partes, el control de sus procesos internos. Porque es esta última situación no vale igual el cuerpo de una mujer que el de un hombre. Tal y como sucede en los mercados de la prostitución y los vientres de alquiler.

El intercambio de mujeres como origen de la civilización, ni más ni menos

Las mujeres, de una u otra forma, siempre han sido intercambiadas o mercantilizadas de forma general, junto con los hombres de su clase y etnia y siempre también de una forma específica. Este sentido específico reside, en parte, en su condición de “objetos transaccionales” objetos de intercambio entre los pactos entre varones. En este apartado veremos que incluso se ha considerado el intercambio de mujeres como la puerta a la civilización.

La teoría de Lévi- Strauss acerca de los orígenes de las civilizaciones o el paso de la naturaleza a la sociedad es un magnífico ejemplo de ello. Para este influyente antropólogo el intercambio de mujeres entre distintas poblaciones supone el principio de las reglas sociales que rigen la exogamia y el parentesco y que pone fin al natural derecho sexual de los padres sobre las hijas. El tabú del incesto es crucial en este paso a la cultura porque impone una restricción a cambio de crear una situación más ventajosa: la posibilidad de que todos los hombres puedan acceder a todas las demás mujeres. Las mujeres constituyen un valor esencial para el grupo. De ahí que sea éste el que determine que la relación matrimonial sea un asunto social y no individual. La prohibición del incesto inicia la organización social de las relaciones sexuales, pero su regulación final dependerá del grupo y la cultura.

Los sistemas de parentesco cumplen la función de regular el intercambio de mujeres y mantener la continuidad del grupo. El intercambio de mujeres entre grupos familiares se puede realizar de distintas formas. Puede ser una reciprocidad inmediata; dos hombres intercambian sus hermanas y sus hijos varones vuelven a hacer lo mismo. Puede ser una reciprocidad diferida o aplazada y en este caso un hombre casa a su hermana con otro a cambio recibir una de las hijas de ese matrimonio para casar a su hijo.

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