Libérame
Señor,
te lo suplico,
llámame a tu juicio.
Que tu juicio me libere,
que tu luz separe la luz de la noche,
que tu espada separe la vida de la muerte,
que tu Palabra me diga lo que eres
y lo que no eres,
que tu mirada aleje de mí lo que no eres tú.
Que tu fuego destruya, funda y queme
el mal entretejido en mí, que me martiriza;
el mal reprimido en mí en la raíz y en las fibras
de tu vida crucificada.
Que tu amor llame, suscite
mi rostro en el que puedo reconocer tu vida.
Señor,
te lo suplico,
libérame
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M. Emmanuelle,
Caminos de lo invisible
Milán 1997, p. 95
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