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01.11 24. Todos los Santos: Todos en Cristo son santos (Tragóforo de Santa Priscila)

Viernes, 1 de noviembre de 2024

IMG_8388Del blog de Xabier Pikaza:

Según la tradición romana, Cristo ha redimido a todos los hombres, llevándolos sobre sus hombros del infierno al cielo, como muestra el Tragóforo  de la Catacumba de Santa Priscila, en la línea del “símbolo romano” o de los apóstoles.

Tragos es el “macho cabrío”, representado por mitos y fiestas, condenas desde la India al País Vasco. En Israel están los machos cabríos del Yom Kippur de los que hablé con el otro día en RD y FB, interpretando la guerra judía. En el Pais Vasco está el Akarra danzante de los aquelarres  (Akerra dantzan,astoa tamboliñe joten…). En Grecia está el Tragos de la tragedia, y pensamiento de occidente. En  Roma destaca el Cristo Tragóforo (portador de cabras, salvador universal ) de  la Catacumba de Priscilla.

Ésta es la mejor representación que conozco de la fiesta de Todos los Santos, representados por la cabra que Cristo lleva en hombros . Feliz fiesta a todos

Este Cristo Tragóforo

de un lóculo del Arenario, de la Catacumba de Priscila (Roma, siglo III dC) ofrece el testimonio más hondo de salvación universal que conozco: Cristo no salva a la oveja para condenar a las cabras   sino que acoge a ovejas y cabras, llevando a la “cabra” a cuestas, es decir, a toda la humanidad.

Cristo lleva en sus hombros a la “cabra perdida” (no a la oveja, cf. Lc 15, 4-7; cf. Mt 18, 12-14), esto es, a todos los seres humanos. Esta imagen transforma (en línea de salvación/religión universal) la sentencia de salvación/condena de Mt 25, 31-46.

Según esta imagen (que recoge la primera gran teología romana)  todos los hombres se salvan (=son vivificados en Cristo: 1 Cor 15, 22.28),  abriendo un camino de esperanza universal de cielo parala humanidad reconciliada. Esta imagen de tipo “gnóstico-ortodoxo” interpreta a la “cabra-caída” (perdida) como humanidad que Jesús ha tomado en sus hombros,  para resucitar con ella, como afirma la liturgia cristiana de Pascua, de forma que en vez de un Cristo con la cruz a cuestas tenemos a un Cristo de amor y perdón con la cabra a cuestas

Introducción

Este Tragóforo, que lleva en sus hombros y salva a la oveja/cabra perdida,en el centro del conjunto ornamental más importante del Arenario de Priscila, ofrece un testimonio clave para entender el cristianismo.

— no sacrifica al animal que lleva en sus hombros (como el moscóforo griego, que lleva a la oveja al templo para sacrificarla al dios de turno),

— no sacrifica ni expulsa y condena al chivo expiatorio ni emisario del judaísmo de Lev 16), — sino que vive (y muere) al servicio de la cabra-oveja,– abriendo así un espacio de salvación para todos, ovejas y cabras.

– Ese Tragóforo,  con su zurrón pastoril, tiene a su lado a las ovejas y  cabras de Mt 25, 31-46, todas buenas, a la derecha e izquierda: — Ovejas y cabras se inscriben en el círculo sagrado de la Vida (paraíso), con los árboles crecidos de mostaza (Reino de Dios), donde anidan las aves del cielo (Espíritu Santo),en signo de salvación universal.

Nunca, que yo sepa, había presentado la iconografía  una imagen más honda de salvación universal, una experiencia y tarea de liberación dirigida a todos; una tarea que deben   asumir  y realizar  todos los cristianos. Por eso, los seguidores de Jesús   han de ser igualmente “tragóforos”, portadores de la cabra, creando un espacio en el que puedan convivir (transformadas) ovejas y cabras, haciendo que este mundo sea un paraíso, es decir, un camino de transformación salvadora universal…

Éste es un signo cristiano, pero puede y debe presentarse, al mismo tiempo, como signo religioso universal (pues no tiene nada confesionalmente cristiano en sentido exclusivista, como mostré en mi tesis sobre los Hermanos de Jesús y servidores de los más pequeños. Mt 25, 31-46 (Sígueme, Salamanca 1985). 1. Jesús moskóforo y crióforo

Esta imagen del Cristo tragóforo  es una imitación y transformación del moskóforo griego que acude al templo de Atenea o de otro dios, llevando en sus hombros el novillo para el sacrificio (moskos). Ese signo se ha universalizado en la forma de crióforo, portador de una oveja (o de una cabra) para el mismo sacrificio.

Así aparece desde tiempo muy antiguo, en Mesopotamia y en otras culturas de oriente, para desembocar en Grecia y Roma: Un devoto del Dios lleva en sus hombres una oveja, para ofrecerla en sacrificio. El  animal (novillo, oveja)  tiene que morir, para que los beneficios de Dios (de la Vida) se concedan en el templo al oferente.

Parece un animal feliz, pero le llevan al matadero religioso, para derramar y ofrecer su sangre al Dios, para que los devotos coman de su carne y así reciban su fuerza. Esa una imagen del devoto que lleva en hombros a la víctima para el sacrificio se encuentra en el fondo de muchas representaciones antiguas, donde el animal recibe un carácter sagrado, para ser sacrificado. Es una imagen piadosa, pero de piedad sacrificial y de violencia.

Pues bien, en contra de la visión pagana, el Cristo de las catacumbas no lleva novillo o al cordero para la muerte, sino todo lo contrario: Paro salvarlo de la muerte, para introducirlo en la gloria de Dios, es decir, en la Vida.

2. Cristo Orfeo

Del chivo emisario/expiatorio de la guerra judía (Lev 16) hablé el otro. Del aquelarre vasco o pirineo de Goya hablaré quizá otro. Aquí puedo aludir al chivo sacrificial de  griegos o romanos, hasta la actualidad

 En contra de lo que he dicho (matar animales para Dios) en la religiosidad del helenismo tardío, y de un modo especial a partir de los bucólicos (como Teócrito), el oferente no lleva al animal para matarlo en sacrificio, sino para salvarlo. Estamos ante el signo del hombre que ayuda a los animales (recordemos el motivo de Orfeo que toca la lira reuniendo en torno a sí a todos los animales).

En nuestro caso cristiano, el Cristo tragóforo de Santa Priscia aparece   como Buen Orfeo, que no utiliza a los animales, no los mata para Dios (para sí mismo), sino que les libera de su mala animalidad, para integrarlos en la armonía cósmica de la Vida. Éste es el Cristo pastor bueno (de Jn 10) que da la vida por sus ovejas, que las lleva consigo, en sus hombros, a los pastos buenos, conforme al poderoso salmo del buen pastor (Sal 23 o 22).

3. Ni moskóforo, ni crióforo:

Jesús Tragóforo (bucóforo)lleva en sus hombros al macho cabrío La novedad de la Catacumba de Santa Priscila está en que Jesús, buen Pastor, vestido de patricio romano, no lleva en sus hombres un novillo (no es moscóforo), ni una oveja (no es crióforo), sino una cabra o, quizá mejor, un macho cabrío, de manera que podemos llamarle “bucóforo” o, quizá mejor, “tragóforo”, conforme a la imagen poderosa de Lev 16.

Lev 16 ha popularizado en el judaísmo y en la cultura moderna la imagen universal de los dos “chivos”. Uno es el “chivo expiatorio” al que el “buen” sacerdote debe matar, para limpiar con su sangre los pecados de todos los hombres y mujeres del pueblo. El otro es el “chivo emisario”, sobre cuya cabeza ha de cargar el sacerdote todos los pecados del pueblo, mandándolo al desierto de Azazel, en las “tinieblas exteriores”, condenándolo de así al exilio y a la muerte.

Pues bien, este Jesús de Santa Priscila no ha venido a matar a un chivo, ni a expulsar al otro, sino a cargar con todos los chivos (bucos, machos cabríos) del mundo, llevándolos en sus hombros, para salvarlos, porque su Dios es Dios de salvación, de transformación universal, de vida.

 Parábola del Buen Pastor (Lc 15, 4-7; cf. Jn 10)

Desde ese fondo se entiende la parábola del Buen Pastor de Lc 15, 4-7 (que aparece también en Mt 18, 12-14, desarrollada por Jn 10). Ésta es una primera “lectura” de la imagen de la Catacumba de Santa Priscila. El mismo Jesús, Noble Romano (de la buena Roma), representante de Dios, ha venido a mundo para tomar en sus hombros y salvar a la oveja perdida. Pero la imagen dice más. Este Jesús tragóforo no ha tomado y puesto en su  espalda  a una oveja cualquiera (un cordero), sino que ha venido a buscar a la “cabra perdida”, identificándose de algún modo con ella. Ésta es la imagen suprema del “Dios que desciende” (o sube), introduciéndose en el centro de una realidad (humanidad) que corre el riesgo de perderse, no simplemente por ignorancia, sino incluso por maldad.

Esta presencia “pastoril” (salvadora) de Jesús en el mundo perdido de las cabras (de los pecadores) es algo que Pablo ha puesto de relieve, es el centro radical de su mensaje de salvación, su kerigma preferido. Lo que Pablo ha dicho en lenguaje afilado, cortante… y a veces casi contradictorio  (Cristo ha venido a salvar a los pecadores) lo dice, en un cementerio cristiano, el pintor de este Jesús Tragóforo. No se podía haber dicho mejor.

5. Parábola del juicio final, ovejas y cabras (Mt 25, 31-46)

Pero el pintor no se limita a reinterpretar la parábola de Lc 15, 4-7, poniendo una cabra en lugar de la oveja, sino que hace algo mucho más audaz, que los exegetas no solemos atrevernos a realizar: Él recrea la imagen de Lc 15, 4-7 desde el argumento dramático de Mt 25, 31-46 (juicio de las ovejas y las cabras, que yo estudié en mi tesis de Biblia: ¡Al fin, las ovejas y las cabras, todas ellas, se salvan, porque Cristo ha venido a buscarlas).

Nos hallamos ante la más audaz transformación. El Pastor-Juez que separa ovejas y cabras (mandando a las cabras a las tinieblas exteriores: ¡Apartaos de mí…!) se convierte en Pastor crióforo y tragóforo, que toma en sus espaldas a ovejas y cabras… de manera que ellas aparecen a sus pies, a sus dos lados: A la derecha la oveja, a la izquierda la cabra…. Pero ahora tanto la derecha como la izquierda aparecen como lados buenos.

Ovejas y cabras están rodeando al Cristo, que las lleva en sus hombros… Ellas son el signo de la salvación universal, del Dios que en Cristo se ha hecho “todo en todos”, vida plena y abundante. Esto no se puede decir ni probar en lenguaje conceptual. Por eso la teología seguido hablando de un cielo (derecha) y un infierno (izquierda), de ovejas y cabras… Pero los supra-teólogos de la Iglesia (desde Orígenes hasta Santo Tomas, K, Barth, H. U. von Balthasar y J. Ratzinger) saben que más allá de la dualidad (salvación y condena) hay un tipo de unidad más alta, una apokatástasis, que es salvación de todos en Jesús.

6. Plantas y aves del paraíso

Las plantas aparecen a los lados de Jesús. Ellas pertenecen a la escena, con los animales… Pero todo nos permite suponer que, en este caso, evocan, de un modo especial, dos plantas que han crecido del pequeño grano de mostaza (símbolo del Reino), hasta convertirse en árboles grandes, del huerto de Dios, donde anidan los pájaros del cielo (que son ciertamente los gentiles, que son todos los pueblos…), siendo también ángeles de Dios (quizá signo del mismo Espíritu divino) (cf. comentarios a Mc 4, 32; Mt 8, 20; Lc 9, 58).

Aparecen en la parte superior del círculo sagrado, a los dos lados de Jesús Tragóforo, formando una cuaternidad “divina” con la oveja y la cabra de la parte inferior. Ellas aparecen como símbolo del cielo no sólo en el mundo helenista, sino en el judaísmo antiguo y en el primer cristianismo. Éste es el cielo de las aves sagradas que aparecen en muchas sinagogas helenistas, lo mismo que las catacumbas cristianas.

La imagen nos sitúa de esa forma ante el “cuadrado divino” (cuatro animales, todos los seres humanos) salvados por Jesús, pastor divino, que lleva en sus hombros a la humanidad perdida.

Al final, todo es “cielo”, por obra de Jesús, presencia de Dios, nueva humanidad reconciliada, con las cabras perdidas que aparecen ya como criaturas buenas, con Jesús Hijo entregando a Dios Padre su creación (cf. 1 Cor 15), presidida por el Espíritu Santo (las dos aves de la parte superior), en círculo cuadrado (la cuadratura final del círculo, o al circularidad del cuadrado, que han buscado gran parte de las religiones).

Éste es un cielo de animales y plantas, el nuevo paraíso (en la línea de Gen 1), la creación culminada de Dios, que ha sido capaz de reconciliar todas las cosas, todas las creaturas, a través de Cristo, su enviado, el Buen Pastor, salvador de las ovejas y las cabras.

7. Un signo cristiano, signo universal

Éste es un signo cristiano, y así lo hemos interpretado… Pero es al mismo tiempo un signo universal de creación y transformación, de manera que las diversas religiones pueden interpretar (asumir) sus rasgos principales. Como he destacado, los símbolos (moskóforo, pastor, ovejas y cabras, aves…, con el cuadrado y el círculo sagrado) están tomados de la religión y cultura greco-helenista (romana), pero pueden aplicarse a todas las religiones, que vinculan al hombre con la vida universal…

Jesús es para los cristianos el “hombre de Dios”, aquel que asume sobre sus espaldas su el destino sagrado de la salvación universal… Lleva en sus hombres al conjunto de la humanidad… Los cristianos saben que ese gesto lo ha realizado en la Cruz, llevado allí en sus hombres y destruyendo para siempre la condena de los hombres (como sabe la carta a los Efesios 2, 16), pero no lo dicen, prefieren dejarlo en la penumbra (para no imponer su visión particular a los demás); su visión de la Cruz (tomar en sus espaldas el peso de los otros) pertenece al misterio del camino de la salvación universal.

8. Éste es un signo de las víctimas, desde las “catacumbas”

Es quizá el signo más hondo de la Iglesia de Roma, que era entonces  una comunidad de perseguidos, amenazada a muerte…, pero que se eleva como capaz de expresar el signo de la vida, con su gran esperanza, desde el mismo cementerio donde descansan sus muertos. Éste es el signo de las víctimas, que no condenan a sus agresores, sino que les ofrecen la salvación. No descalifican a sus “agresores”, sino que ponen de relieve su “costado bueno”. Así identifican a Jesús (crucificado) con un noble romano (quizá con el mismo Emperador), que no tiene ya los signos del imperio militar, sino los de una humanidad compasiva y salvadora. El mismo Jesús crucificado aparece aquí abriendo los brazos para llevar sobre sus espaldas el peso de la humanidad, pero no como Atlante condenado, sino como un gozoso Pastor que salva a su Oveja perdida.

Éste no es un signo que se impone desde una gran basílica constantiniana posterior , en un Arco Sagrado, sobre un Ara Victoriosa, con signos poderosos de tipo político-social, sino el signo humilde de un grupo de amenazados-perseguidos, que se atreve a ofrecer ante el Imperio Romano, ante todo el mundo, la imagen de Jesús, aquel a quien aman, su Pastor, que no es ya Emperador de un mundo dominado por poderes de imposición, sino de una humanidad nueva, donde existe salvación para todos (ovejas y cabras).

9. Reflexión personal He vivido cinco años en el Viale Regina Margherita 41, a dos tiros de piedra de la Via Salaria… Muchas veces, en un momento de descanso, tomaba la Via Salaria y bajo los suaves pinos caminaba hasta Santa Priscila, para detenerme unas horas ante la visión de Jesús Tragófero, con su círculo y cuadrado de paraíso, con las plantas y los animales del cielo…

Las religiosas que custodian y enseñan estas catacumbas de santa Priscilla son benedictinas. Todavía recuerdo a una hermana, que me conocía bien por las veces que iba a visitarlas. Un día le pregunté qué es lo que más le gustaba… Me dijo: — Cuando puedo, con un poco tiempo, voy a visitar la Imagen del Cristo Pastor, que reúne a las ovejas y a las cabras… no sólo en el paraíso final, sino aquí, en este mundo. Para eso estamos nosotras le Suore Benedittine, rezando sobre este cementerio, que es la “regina catacumbarum”…

Queremos que este Jesús Pastor salga a la calle y reúna a todos los hombres y mujeres de Roma y del mundo, para que la tierra sea paraíso, con los árboles de la vida, con las aves del cielo… Victimae paschali laudes: Secuencia de Pascua Y la hermana me siguió cantandoel mejor comentario de esta imagen   que dice:

Victimae paschali laudes – immolent Christiani.Agnus redemit oves: — Christus innocens Patri — reconciliavit peccatores.

Mors et vita duello conflixere mirando– Dux vitae mortuus, regnat vivus. Dic nobis Maria, quid vidisti in via?

Sepulcrum Christi viventis, – et gloriam vidi resurgentis: Angelicos testes, — sudarium et vestes. Surrexit Christus spes mea: Praecedet vos in Galilaeam. Scimus Christum surrexisse – a mortuis vere: Tu nobis, victor Rex, miserere. Amen. Alleluia.

A la Víctima pascual consagren los cristianos las debidas alabanzas. El Cordero redimió a las ovejas: Cristo inocente reconcilió a los pecadores con su Padre. La muerte y la Vida se trabaron en imponente duelo: El Autor de la Vida, aunque murió, ahora reina vivo. Dinos, María, ¿qué has visto en el camino? Vi el sepulcro de Cristo viviente, y la gloria del que resucitó. Vi ángeles testigos; y vi su sudario y sus vestidos. Resucitó Cristo, mi esperanza; precederá en Galilea a los suyos. Sabemos que Cristo verdaderamente resucitó de entre los muertos: Y por lo tanto, Tú Rey victorioso, ten piedad de nosotros. Amen. Aleluya.

Bibliografía  SANDRO CARLETTI, Guía de la catacumba de Priscila, Pontificia Comisión de Arqueología Sacra, Ciudad del Vaticano 1985

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