¡Un corazón que no vive para servir, no sirve para vivir!
Del blog de de Alfonso J. Olaz El Rincón del Peregrino:
¡Un corazón que no vive para servir, no sirve para vivir!
¡De qué me vale vivir, sin ser corazón de carne!
Mi razón pretende
Lo que mi corazón no entiende
Y lo que no comprende es del mundo de la razón
Para hacerlo corazón partido
que ya no es corazón
Si no mal partido, por haberlo dividido y roto su corazón
¡Corazón verdadero, que de todos eres, de todos, de todos!
Eres el corazón original
Imposible de falsificar, ni con la inteligencia artificial
Corazón de carne
A imagen y semejanza de Dios: hecho, “El hombre”
Pues ya lo demostraste cuando por este mundo ya pasaste
Corazón, padre de Corazones
Que contigo todo es posible,
Si el hombre quiere.
Incluso Jesús, tanto quisiste, tanto, tanto
Que por ello te empeñaste en esto
Y para ello muy poco nos pediste, muy poco,
Que fuéramos a la casa de empeños para desempeñarte
y con una pequeña plegaria de amor,
el prestamista de nuestro corazón ya nos devolvió lo que era tuyo
Y así, tú hiciste lo más grande.
El ser un solo corazón contigo…
De ti nadie puede hacer copia
Pues eres verdadero
Y lo verdadero es irrepetible como toda tu vida
Y toda tu vida me llena cada día desde mi pequeñez
Para ser vasija, recipiente de tus esencias
que nunca se agotan, por confiar en tu confianza,
que cada día se renueva con mi mirada en tu presencia
Corazón de amor
Qué vueltas alto, muy alto
Y tan alto vuelas
Que las flechas de la razón no pueden darte alcance
¡Que pretendo con la razón, “de las verdades“,
que no son del corazón!
Porque él no necesita las verdades de la razón,
este da la vida a la razón
¡Un corazón que no vive para servir, no sirve para vivir!
¡Un corazón que no vive para servir, no sirve para vivir! Alfonso Olaz
¡Qué curioso es el hombre!
“Hacemos caridad con nuestros hermanos,
incluso una caridad larga
para satisfacer el estómago siempre lleno del ego“
Pero me llama la atención
que tengamos tan olvidado
al pequeño niño pobre y desnudo, enfermo,
sin ningún cuidado,
que habita en lo más profundo de nuestro interior
Niño nuestro, escondido, muy apartado,
tan anónimo, desconocido y lejano
como el leproso que tanto amó San Francisco de Asís
¡Qué duro que hayamos creado un corazón leproso
y lo tengamos tan apartado, tan lejano y olvidado!
“Comienza por hacer lo necesario;
luego haz lo que es posible;
y, de repente, estarás haciendo lo imposible” (San Francisco de Asís)
Del Evangelio a la Vida
De la vida al evangelio
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