Cristo yacente
Oh Cristo yacente
Subes por mi calle
tu bello dolor
de golpeada carne de madera
Y cómo la oreas
de claveles
de alas de requiebros
de goterones de lágrimas
en ese íntimo escalofrío
de la emoción
profunda
de un barrio
Al pararse el paso
el arrebato
de una mano
vuela
a taponarte
un instante sólo
la herida abierta
del costado
como si aún te manase
sangre limpia
Oh Cristo yacente
Qué importa
que no crea
que anduvieras en la mar
que del lodo
de tu saliva
dieras la luz
a unos ojos ciegos
que sacaras
de un cesto
el ágape
de una multitud
Qué importa
Subes por mi calle
la lírica parábola
de la pureza
de una vida en un cuerpo
que me estremece
como si te viera
en el regazo de mirra
de tu madre
muerto
y ensangrentado
*
©Rubén Lapuente
***
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