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Cristo entre los escombros…

Lunes, 25 de diciembre de 2023

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Niño Jesús entre escombros. Captura de pantalla del video: Navidad silenciosa en Belén: Solidaridad con los palestinos en Gaza del canal de Al Jazeera en inglés en YouTube.

Una liturgia de lamento

Servicio dado en la Iglesia Evangélica Luterana de la Natividad: Belén, 23 de diciembre de 2023

Este pesebre es nuestro mensaje al mundo de hoy y es simplemente este: El genocidio debe terminar YA. Repitamos al mundo: ¡DETENGAN este genocidio YA!

Belén: cerrado por Navidad. Las iglesias cristianas de Belén han cancelado oficialmente todo tipo de celebraciones.

Estamos enfadados…

Estamos quebrantados…

Este debería haber sido un momento de alegría; en cambio, estamos de luto. Tenemos miedo. Más de 20 mil asesinados. Miles de personas siguen bajo los escombros. Cerca de 9 mil niños y niñas asesinadas de las formas más brutales. Día tras día tras día. ¡Un millón novecientos mil desplazados! Cientos de miles de viviendas destruidas. Gaza, tal como la hemos conocido, ya no existe. Esto es una aniquilación. Es un genocidio. El mundo está mirando; las iglesias están mirando. Los habitantes de Gaza envían imágenes en directo de su propia ejecución. ¿Quizás al mundo le importe? Pero continúa… Nos preguntamos: ¿podría ser este nuestro destino en Belén? ¿En Ramallah? ¿En Yenín? ¿Es este también nuestro destino?

Estamos atormentados por el silencio del mundo. Los líderes de los llamados “libres” se alinearon uno tras otro para dar luz verde a este genocidio contra una población cautiva. Dieron su cobertura. No sólo se aseguraron de pagar la factura por adelantado, sino que ocultaron la verdad y el contexto, proporcionando el respaldo político. Y se ha añadido otra capa más: el respaldo teológico, donde la Iglesia occidental ocupa el centro de atención. Nuestros queridos amigos y amigas sudafricanas nos enseñaron el concepto de “la teología de estado”, definida como la justificación teológica del status quo con su racismo, capitalismo y totalitarismo”. Esto lo logra haciendo un mal uso de conceptos teológicos y textos bíblicos para sus propios fines políticos.

Aquí en Palestina, la Biblia es usada como un arma en contra nuestra. Nuestro propio texto sagrado. En nuestra terminología, en Palestina, hablamos del Imperio. Aquí nos enfrentamos a la teología del Imperio. Un disfraz para superioridad, supremacía, “elección” y el derecho propio. A veces se le pone una bonita portada usando palabras como misión y evangelización, cumplimiento de las profecías y la expansión de la libertad. La teología del Imperio se convierte en una poderosa herramienta para enmascarar la opresión bajo el manto de la sanción divina. Divide a las personas en “nosotros” y “ellos“. Deshumaniza y demoniza. Habla de una tierra sin gente, incluso cuando saben que la tierra tiene gente, y no cualquier gente. Pide vaciar Gaza, del mismo modo que calificó la limpieza étnica de 1948 como “un milagro divino”. Ahora nos pide a nosotros y nosotras, palestinos y palestinas que vayamos a Egipto, o quizá a Jordania, o ¿por qué no directo al mar? Pienso en las palabras que le dijeron a Jesús sus discípulos cuando iban a entrar en Samaria: “Señor, ¿quieres que mandemos que baje fuego del cielo y los consuma?”. Esto dijeron de los samaritanos. Esta es la teología del Imperio, es lo que están diciendo acerca de nosotros hoy.

Esta guerra nos ha confirmado que el mundo no nos ve como iguales. Quizás sea el color de nuestra piel. Tal vez sea porque estamos del lado equivocado de una ecuación política. Ni siquiera nuestro parentesco con Cristo nos protegió. Como han dicho, si es necesario matar a 100 palestinos para capturar a un solo “militante de Hamás“, ¡que así sea! A sus ojos no somos humanos (pero a los ojos de Dios… ¡nadie puede decirnos que no lo somos!). ¡La hipocresía y el racismo del mundo occidental son transparentes y atroces! Siempre toman las palabras de los palestinos con sospecha y reservas. No, no nos tratan por igual. Sin embargo, a la otra parte, a pesar del claro historial de desinformación, ¡casi siempre se considera su palabra como infalible!

A nuestros amigos europeos: ¡No quiero volver a oírlos darnos sermones sobre derechos humanos o derecho internacional! No somos blancos, supongo, por lo que no se aplica a nosotros según la lógica que usan. En esta guerra, las muchas personas cristianas del mundo occidental se aseguraron que el Imperio tuviera la teología necesaria. ¡Es defensa propia, nos dijeron! (Y pregunto nuevamente, ¿de qué manera el asesinato de 9 mil niños y niñas es defensa propia?). Bajo la sombra del Imperio, convirtieron al colonizador en víctima y al colonizado en agresor. ¿Hemos olvidado que ese Estado fue construido sobre las ruinas de las ciudades y pueblos de los mismos habitantes de Gaza?

Estamos indignados por la complicidad de la iglesia. Que quede claro: el silencio es complicidad, y los llamados vacíos a la paz sin un alto el fuego y el fin de la ocupación, y las palabras superficiales de empatía sin acción directa, están todos bajo la bandera de la complicidad. Así que este es mi mensaje: hoy Gaza se ha convertido en la brújula moral del mundo. Gaza era un infierno en la tierra inclusive antes del 7 de octubre y el mundo mantuvo silencio. ¿Nos debería sorprender su silencio hoy?

Si no están consternados por lo que está sucediendo; si no están conmocionados hasta lo más profundo, algo anda mal con su humanidad. Si nosotros, como cristianos y cristianas, no estamos indignados por este genocidio, por el uso de la Biblia como arma para justificarlo, ¡algo anda mal con nuestro testimonio cristiano y está comprometiendo la credibilidad del mensaje del Evangelio! Si dejan de llamar lo que está sucediendo un genocidio, que recaiga sobre ustedes. Es un pecado y una oscuridad lo que abrazan voluntariamente. Algunos ni siquiera han pedido un alto el fuego… Me refiero a las iglesias.

Siento pena por ustedes; estaremos bien. A pesar del inmenso golpe que hemos sufrido, los palestinos nos recuperaremos. Nos levantaremos de nuevo de la destrucción, como siempre lo hemos hecho como palestinos; aunque este es, con diferencia, el mayor golpe que hemos recibido en mucho tiempo. Pero nuevamente, por aquellos que son cómplices, lo siento por ustedes. ¿Podrán algún día recuperarse de esto? Su caridad, sus palabras de asombro DESPUÉS del genocidio, no harán ninguna diferencia. Y sé que estas palabras vendrán. Pero sus palabras de arrepentimiento no te bastarán. No aceptaremos sus disculpas después del genocidio. Lo hecho, hecho está. Quiero que se miren al espejo… y pregunten: ¿dónde estaba yo cuando Gaza estaba viviendo un genocidio?

A nuestros amigos y amigas que están aquí con nosotros: han dejado a sus familias e iglesias para estar con nosotros. Encarnan el término “acompañamiento“: una solidaridad costosa. Pensemos en las palabras de Jesús: “Estábamos en prisión y nos visitaron“. Qué marcada diferencia con el silencio y la complicidad de los demás. Su presencia aquí es lo que significa la solidaridad. Su visita ya ha dejado una impresión que nunca nos podrán quitar. A través de ustedes, Dios nos ha dicho “no están desamparados”. Como dijo esta mañana el padre Rami de la Iglesia Católica, han venido a Belén y, como los Reyes Magos, trajeron regalos, pero regalos que son más preciosos que el oro, el incienso y la mirra. Trajeron el don del amor y la solidaridad”.

Necesitábamos esto. Para esta temporada, tal vez más que nada, nos preocupaba el silencio de Dios. En estos dos últimos meses, los Salmos de lamento se han convertido en preciosos compañeros. Gritamos: Dios mío, Dios mío, ¿por qué has abandonado Gaza? ¿Por qué escondes tu rostro a Gaza? En nuestro dolor, angustia y lamento, hemos buscado a Dios y lo hemos encontrado bajo los escombros en Gaza. Jesús se convirtió en víctima de la misma violencia del Imperio. Cuando estuvo en nuestra tierra fue torturado. Crucificado. Se desangró mientras otros observaban. Lo mataron y gritó de dolor: Dios mío, ¿dónde estás?

Hoy en Gaza, Dios está bajo los escombros. Y en esta temporada navideña, mientras buscamos a Jesús, no lo encontraremos del lado de Roma, sino de nuestro lado del muro. Está en una cueva, con una familia sencilla, bajo ocupación. Vulnerable. Habiendo a duras penas sobrevivido una masacre. Con una familia de refugiados. Aquí es donde se encuentra Jesús.

Si Jesús naciera hoy, nacería bajo los escombros de Gaza.

Cuando glorificamos el orgullo y la riqueza, Jesús está bajo los escombros…

Cuando confiamos en el poder, la fuerza y las armas, Jesús está bajo los escombros…

Cuando justificamos, racionalizamos y teologizamos el bombardeo de niños y niñas, Jesús está bajo los escombros…

Jesús está bajo los escombros. Este es su pesebre. Se siente en casa con los marginados y las marginadas, quienes sufren, los oprimidos y los desplazados.Este es su pesebre. He estado mirando, contemplando esta imagen icónica… Dios está con nosotros, precisamente de esta manera. ESTA es la encarnación. Desmarañado. Ensangrentado. Empobrecido.

Este niño es nuestra esperanza e inspiración. Lo miramos y lo vemos en cada niño asesinado y sacado de debajo de los escombros. Mientras el mundo continúa rechazando a los niños y las niñas de Gaza, Jesús dice: “cuanto le hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron”. “Lo hicieron conmigo“. Jesús no sólo los llama suyos, ¡él es parte de ellos! Él es la niñez de Gaza. Miramos a la Sagrada Familia y la vemos en cada familia desplazada y errante, ahora sin hogar y desesperada. Mientras el mundo discute el destino del pueblo de Gaza, como si fueran cajas no deseadas en un garaje, Dios en la narrativa navideña comparte su destino. Él camina con ellos y los llama suyos.

Este pesebre trata sobre la resiliencia – صمود. La resiliencia de Jesús está en su mansedumbre; debilidad y vulnerabilidad. La majestuosidad de la encarnación reside en su solidaridad con los marginados. Resiliencia porque este mismo niño, se levantó en medio del dolor, la destrucción, la oscuridad y la muerte para desafiar a los Imperios; para decirle la verdad al poder y lograr una victoria eterna sobre la muerte y la oscuridad.

Hoy es Navidad en Palestina y este es el mensaje navideño. No se trata de Papá Noel, árboles, regalos, luces… etc. ¡Dios mío! ¿Cómo retorcimos el significado de la Navidad? ¿Cómo hemos comercializado la Navidad? Estuve en Estados Unidos el mes pasado, el primer lunes después del Día de Acción de Gracias, y me sorprendió la cantidad de adornos y luces navideñas, todos los productos comerciales. No pude evitar pensar: “Nos envían bombas, mientras celebran la Navidad en su tierra. Cantan sobre el príncipe de paz en su tierra, mientras tocan el tambor de la guerra en la nuestra”. Navidad en Belén, lugar del nacimiento de Jesús, es este pesebre. Este es nuestro mensaje al mundo de hoy. Es un mensaje evangélico, un mensaje de Navidad verdadero y auténtico, sobre el Dios que no se quedó callado, sino que dijo su palabra y su Palabra es Jesús. Nacido entre los que están bajo ocupación, las y los marginados, Él es solidario con nosotros en nuestro dolor y quebrantamiento.

Este pesebre es nuestro mensaje al mundo de hoy y es simplemente este: El genocidio debe terminar YA. Repitamos al mundo: ¡DETENGAN este genocidio YA!

Este es nuestro llamado. Esta es nuestra súplica. Esta es nuestra oración. ¡Escucha, oh Dios! Amén.

Sermón completo en inglés: (2) Vidéo | Facebook

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