Problemas de lenguaje
“Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar «Rabbí», pues vuestro maestro es uno solo y vosotros todos sois hermanos; y no os llamaréis «padre» unos a otros en la tierra, pues vuestro Padre es uno solo, el del cielo; tampoco dejaréis que os llamen «directores», porque vuestro director es uno solo, el Mesías. El más grande de vosotros será servidor vuestro”.
Un pasaje fenomenal que hubiese sido ideal para acabar el Sínodo.
¿Cómo seguir llamando al papa “sumo Pontífice”, con todos los atuendos, PODER, MONTAJE, títulos, dignidad, ropaje…?
Estamos en la Iglesia con títulos y cargos de cardenales, obispos, canónigos, párrocos. El poder no reside en la comunidad sino que unos pocos administran, deciden y organizan. Monseñor, mi señor…
A mí me han llegado cartas dirigidas al “rvdo, sr. cura párroco” (cuatro albardas para un burro). Y somos los párrocos los que organizamos, decidimos, hacemos la vida de la comunidad sin que los fieles decidan, elijan, organicen o planteen.
El texto citado me invita a contar con los cristianos desde la base. Es deseable que las personas ancianas de los pueblos y de la capital puedan decir sus opiniones y dar un paso para entender una fe adulta.
Entiendo que la inmensa parte (80%) de los fieles son eso, fieles, pero sin tener otra participación en la comunidad salvo cantar, rezar, seguir las posturas y unos pocos, leer, hacer la colecta y echar el óbolo.
Los mensajes nos vienen de los párrocos u obispos.
Sí que existen los consejos pastorales. Y en parroquias mayores, se hace la elección por representantes de los distintos ministerios. Pero ¿y los restantes cristianos?
Yo no veo ningún hecho concreto de sinodalidad. Se repite hasta la infinitud la palabra y la filosofía, pero no veo ningún cambio, ninguna alternativa en el funcionamiento. Veo que los grandes teólogos, que presentan teología de la buena, están lejos de las parroquias… no se les conoce y mucho menos animan a las comunidades cristianas. Seguimos con los rituales de los sacramentos realizados por los técnicos desde Roma. Y a lo sumo vienen nuevos decretos, pero el pueblo seguimos con el catecismo del P. Astete, las novenas el siglo XIX y las celebraciones según el ritual.
A VER SI EL ADVIENTO NOS LLEVA A RENOVARNOS y a descubrir a Jesús en su mensaje y su práctica. Y ensayamos un poco la sinodalidad, que ya se nos va olvidando.
Gerardo Villar
Fuente Fe Adulta
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