¡Cambios ya!
Marisa Mauleón
Pamplona
ECLESALIA, 17/11/23.- Desde mi rincón casero, donde, como dijo Jesús: “cuando quieras orar, entra en tu habitación», reflexiono con las noticias que se van dando sobre la Iglesia, el sínodo y las declaraciones sobre la paz por parte del papa Francisco.
Por supuesto, muy buena voluntad, muy buenos deseos y una actitud positiva frente a la demanda de quienes pertenecemos a la institución. Una imagen que “parece” querer soltar las riendas y compartir un poco más con todos y “todas,” pero mucho me temo que acabará quedando como en el concilio Vaticano II, después del cual, nada fundamental cambió, incluso, se dejó a un lado y así se consiguió que todo siguiera igual.
La Iglesia abre sus puertas para que acudan a ella todos aquellos que quieran comulgar con su ideología, sus dogmas y su particular forma de funcionar, pero no es conscientes de que mientras no ofrezca algo diferente, algo que interese, sin ir más lejos, un reflejo de lo que Jesús aconsejaba, lo que debería ser habitual dentro de la institución, no se despojará del “estatus”, ni irá a la calle, ni dejará de dar consejos para estar codo a codo con el día a día de situaciones complicadas. Mientras no deje sus habituales ceremoniales vestidos de “gurús” celebrando eucaristías que nada tienen que ver con aquella despedida de Jesús con su amigos; mientras todo eso y muchas actitudes más no cambien, seguiremos viendo como en la fotografía que se ofrece en los medios sobre el sínodo, un público en su mayoría religioso, bastante entradito en años y que difícilmente tiene futuro.
No pretendo ser “sacerdotisa”, no me gusta el sacerdocio tal como está establecido y menos en una institución anquilosada que para cuando da un paso adelante deja en el camino demasiado sufrimiento psicológico con sus formas y condiciones que ya nadie podemos aceptar, pero no cesaré en reivindicar la igualdad de género en cualquiera de sus formas.
Hay cambios que podrían hacerse de la noche a la mañana si Francisco se impusiera. Soy de la opinión de que si no puede ser libre para actuar, lo acertado sería dimitir, pero mucho me temo que él, tampoco está dispuesto a reconocer a la mujer los mismos derechos y capacidades, y que el celibato opcional, por poner dos ejemplos muy candentes, tampoco tiene intención de dar su consentimiento a pesar de que todos sabemos que el noventa por cien de los sacerdotes viven una doble vida, incluidos los purpurados que le rodean. En fin, creo que no descubro nada nuevo, pero hay que decirlo.
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