1.10.23. Dijo Jesús a los sumos sacerdotes y senadores del pueblo: Los publicanos y prostitutas os preceden en el Reino de Dios (Mt 21, 23.28-32. Dom TO, 32)
Del blog de Xabier Pikaza;
Éste es un texto central del evangelio de Mateo y de todo el Nuevo Testamento y sólo se entiende vinculando Mt 21, 23:
Jesús no habla a todo el pueblo a sus autoridades religiosas (sacerdotes) y sociales (senadores, ancianos).
Jesús no establece aquí una “norma privada de piedad”, sino que fundamenta el nuevo derecho y organización de su iglesia.
El camino que lleva al Reino de Dios no lo trazan sacerdotes autoridades civiles, sino publicanos y prostitutas (es decir, los marginados, excluidos y humillados del pueblo).
| X. Pikaza
TEXTO
Dijo Jesús a los sumos sacerdotes y senadoras del pueblo… Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña.” Él le contestó: “No quiero.” Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, señor.” Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?” Contestaron: “El primero.” Jesús les dijo: “Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis. (Mt 21, 23. 28-32)
REFLEXIÓN GENERAL
Declaración suprema de Jesús desde el templo (21, 23), esto es, desde el lugar donde se juntas las autoridades. Es como si Jesús viniera y proclamara su palabra suprema en el Vaticano (en un sínodo, consistorio o concilio general) y en un tipo de ONU ampliada antes los gobernantes dirigentes económicos del mundo.
- Jesús habla ante una “cámara” (parlamento o senado) que está formado por dos poderes: El poder sacral (sacerdotes, cámara eclesiástica: obispos) y el poder social (representado por los senadores (seniores/señores, representanes de familias ricas, esto es la gerusía). Estos “senadores” (presbyteroi) son nobles/gobernantes. ministros del Estado) y son ricos. Pues el poder social/político y económico se identifican.
- Estos son en principio los miembros del Sanedrín, que es el “consejo de Estado” (con poder legislativo, ejecutivo económico) del pueblo. En tiempo de Jesús solía incluirse en esta “cámara de Estado”, con los sacerdotes, nobles y ricos a los “escribas”, doctores de la ley, y así aparece en varios lugares del NT. Pero este Jesús de Mateo, que es un “escriba) no quiere condenar a los escribas, pues piensa que hay muchos que son buenos…
- 4. Conclusión. Este no es un discurso para el pueblo llano, ni para los publicanos y prostitutas, sino para los gobernantes del pueblo, como si Jesús viniera a España y juntara a los obispos de la CEE, a los miembros del parlamento…. y a unos cien representantes del poder económicos (multimillonarios, dirigentes de empresas etc.
SENTIDO BÁSICO
Jesús junta en el templo a los poderes “reales” del pueblo (sacerdotes y gobernantes) para decirles que no van por el buen camino, que no dirigen ni encabezan al pueblo por el camino del reino de Dios, sino todo lo contrario… Que el camino del Reino de Dios pasa por los publicanos y las prostitutas… Ellos, los despreciados, los excluidos, son los que pueden dirigir a todos al reino de Dios, a la nueva humanidad,
Los representantes de Dios en el mundo no son obispos/sacerdotes y gobernantes/ricos como tales, sino los publicanos y prostitutas, es decir, los rechazados sociales.
Ciertamente, puede haber publicanos y prostitutas que son “pecadores” (poco honestos.), pero en sentido radical ellos no son pecadores sino víctimas.
Tal como Jesús formula esta palabra y la sitúa en el centro de su evangelio, el gran pecado no es de los publicanos y prostitutas, sino de la alta/buena/poderosa sociedad religiosa y civil que les utiliza, les expulsa y les condena. Publicanos y prostitutas son víctimas de una sociedad que les utiliza como chivo expiatorio, les explora social y sexualmente, para luego condenarles.
El pecado de fondo de unos y otras es el mismo, como he dicho: Tener que venderse o, mejor dicho, estar vendidos de antemano, ser objeto de venta de la “buena” sociedad de los que se llaman a sí mismos “hijos de Dios” (como dice Gen 6).En sentido general, en aquel contexto “patriarcal” a la mujer se la vende (y para vivir ella tiene que dejarse vender). De manera convergente, a un tipo de varones se les vende (y ellos tienen que venderse) para sobrevivir. Por eso, más que pecado de publicanos y prostitutas éste es el pecado de los poderes religiosos, políticos y económicos que fundan su poder sacerdotal, político y económico sobre la explotación de otros.
Jesús no comienza su camino de reino con los que se presentan como buenos (y condenan a otros a la prostitución del cuerpo o del dinero), sino con los publicanos y prostitutas, de los que no se dice que “os precederán al final”, sino que os están precediendo ya, ahora…
Jesús no dice “os precederán” (en el cielo futuro), sino que os están precediendo (en este mundo), ellos están abriendo con Jesús el camino del Reino. Ellos son los “guías” (pro‒agousin).
. Según la carta a los Hebreos, el “prodomos” (explorador y pionero) del reino de Dios es Jesús. Pues bien, según este pasaje, los pioneros o guías del reino son los publicanos y las prostitutas, no son los sacerdotes y gobernantesjudíos, ni los doce de Jesús, como Pedro (los Doce y Pedro vienen después).
Según esta palabra, los “sumos sacerdotes y ancianos/senadores(Mt 21, 23) son los que crean un mundo de prostitución y venta económica, creyéndose buenos y pensando que tienen la razón, no pueden “convertirse”, no pueden cambiar, en cambio los publicanos y prostitutas pueden cambiar, pueden iniciar un camino de reino. “hijos de Dios” que se apoderan de las mujeres, las violan, las prostituyen, poniendo así en riesgo la vida de la tierra (el signo del diluvio).
AMPLIACION, LOS DOS HIJOS, JUAN BAUTISTA
Uno dice “voy” y no va; otro dice “no voy”, pero va.
El evangelio de Mateo ha vinculado la gran palabra anterior (publicanos y prostitutas os preceden en el Reino) con la parábola, que, de alguna forma, mantiene el mismo argumento:
El primer hijo, que primero dice “no”, pero después se ·”convierte” y cambia, podría referirse a los gentiles, pero, en sentido más preciso representa a los publicanos y prostitutas, que han empezado rechazando la voluntad del padre, pero al final se arrepienten y van a la viña. Por el contexto, el segundo hijo representa a los sacerdotes y ancianos, que han dicho a Dios que “sí”, pero después no van. Desde ese fondo debemos unir este pasaje con 11, 19, donde a Jesús le acusaban de amigo de publicanos y pecadores.
Jesús vincula su mensaje y camino con el de Juan Bautista
Muchos habían tomado a Juan Bautista como un “loco”, pues no comía ni bebía, dando la impresión de que no le importaba la necesidad de los hombres concretos, sino sólo la protesta de los austeros penitentes, elitistas, separados del mundo. Jesús, en cambio, se mostraba como un comilón y bebedor, amigo de publicanos y pecadores/as esto es, como alguien que formaba parte del submundo de los excluidos (publicanos, prostitutas….) fuera del buen pueblo de la alianza (presidido por los sacerdotes, y ancianos).
Pues bien, a pesar de la austeridad de Juan, Jesús afirma que los publicanos y prostitutas (21, 32) creyeron en él, aceptando su camino de justicia, “mientras que vosotros (sacerdotes-ancianos) no creísteis en él”. Eso significa que, siendo tan distintos (11, 16-19), Juan y Jesús tenían una misma meta, de forma que el camino de penitencia para conversión de Juan Bautista había culminado en el mensaje de Reino de Jesús. De esa manera, los publicanos y los pecadores/prostitutas, que habían creído en Juan, aparecen vinculados al mismo tiempo con Jesús (aceptan su camino), en contra de los sacerdotes y ancianos importantes del pueblo.
Jesús contesta así a los sacerdotes y ancianos de 21, 23 diciéndoles, por un lado, que Juan y su Bautismo venían de Dios, y acusándoles por otro de no haber respondido a su llamada, a diferencia de publicanos y prostitutas, que aparecen así unidos en línea de conversión. De los primeros he tratado ya al ocuparme de 9, 9-12. De las prostitutas, en el comentario a 19, 9, de manera que ahora puedo retomar lo ya dicho en perspectiva de conjunto.
‒ Publicanos y prostitutas creyeron en Juan Bautista (21, 28.31). Ellos habían empezado diciendo al padre que “no”, pero después fueron. En esa línea se dice que han escuchado y acogido la palabra de Dios, convirtiéndose, como quería Juan Bautista, y/o aceptando el camino de la comunidad mesiánica de Jesús (cf. 11, 19). Publicanos y prostitutas “acudían” a la escuela de Juan, en la que estuvo Jesús, por lo menos hasta su bautismo (cf. Mt 3), de manera que cuando dice que creyeron en Juan podría estar evocando un recuerdo histórico.
En esa línea, al haber formado parte de la comunidad de Juan Bautista, Jesús debe haberse relacionado con esos “pecadores” (publicanos y prostitutas). Ciertamente, no todos los publicanos y prostitutas fueron donde Juan Bautista, pero algunos lo hicieron, los suficientes para descubrir que Dios les ofrecía un camino de salvación, y para que Jesús se relacionara con ellos.
‒ Os preceden en el Reino de Dios (21, 31).Han aceptado el camino de Juan y han buscado a Jesús, a diferencia de los sacerdotes y ancianos que no creen más que en sí mismos y sólo buscan el mantenimiento de su poder (cf. 21, 23-27), rechazando así el camino del Reino de Dios. Evidentemente, Jesús no habla de la conversión de todos los publicanos y prostitutas, sino de algunos, que asumieron el camino del Reino. ¿Qué ha significado para ellos creer e iniciar ese nuevo camino? ¿Cómo han empezado a comportarse? Mateo no lo dice. Pero es indudable que sabe que algunos han empezado portarse de un modo distinto, encontrando un espacio de vida y comunión en la Iglesia.
La palabra “os preceden” parece suponer que Jesús va delante de (con) ellos, abriendo camino, como un “pionero”, explorador del Reino, adelantado de la Nueva Humanidad (del Hijo del Hombre), mientras que sacerdotes y ancianos no le siguen. Esta palabra de seguimiento no habla de algo que sucederá en el futuro, sino de algo que está sucediendo ya (os preceden, en presente). En esa perspectiva se podría suponer que los que debían preceder a los demás con Jesús son los Doce. Pero este pasaje afirma que los adelantados (exploradores) del Reino de Dios son las prostitutas y publicanos, iniciando un camino abierto para otros. Donde ellos entren podrán entrar otros, pues ello no cierran la puerta, no se cierran en sí mismos.
ANEJO
La prostitución aparece en la Biblia desde los tiempos más antiguos tanto en Israel como en los países del entorno (Gen 28, 15), como en los países del entorno (Jc 16, 1; Prov 2, 16; 29, 3). En muchos casos, la prostitución se utiliza en su sentido literal. Pero, como suele suceder en otros pueblos, las palabras vinculadas con la prostitución han tomado pronto un carácter simbólico, de tipo casi siempre religioso y negativo…, echando la culpa a las mujeres, en contra de lo que hará Jesús.
En este contexto debemos poner de relieve el hecho de que, por contaminación patriarcalista, el Antiguo Testamento presenta como prostitutas a mujeres que no lo son en, sino que poseen y ejercen una independencia social que las hace autónomas ante la sociedad o ante su misma familia. Los casos más famosos son los de Rajab, la «hospedera» de Jericó, que recibe a los espías de Israel (Jos 2, 1-3; 6, 17-25), y la «concubina» del Levita de Jc 19, 1-3. Ellas no son prostitutas en el sentido normal del término, sino mujeres que gozan de una libertad especial, sea en contexto social, sea en contexto matrimonial.
Jesús no habla de oídas… Él conoce bien a los publicanos y prostituías, porque ha compartido con ellos la escuela de Juan Bautista. Ciertamente, no todos los publicanos y prostitutas fueron… pero fueron algunas, las suficientes para descubrir que Dios abre con ellas un camino de salvación. Ellas formaron parte de “la escuela” de Jesús, es decir, de la escuela donde Jesús escuchó la voz de Dios, con pecadores y prostitutas. Jesús no vino a aprender a un “seminario de santos” (para que le dieran un buen Master de Buen Reino) sino a una escuela donde se juntaban publicanos y prostitutas, para dejarse cambiar por la gracia de Dios, por el Reino.
Muchos constructores del Templo Oficial, que una religión de poder, sólo quieren construirse a sí mismos, construir su templo. No creen en Dios, no creen en la gracia, creen en sí mismos… Por el contrario, muchos publicanos y prostitutas “creyeron”, es decir, aceptaron la existencia de un misterio de gracia…No buscaban “su” salvación, se dejaron encontrar por “la salvación de Dios” (como dirá San Pablo, en el centro de todo su mensaje).
Pro-agusin: os llevan la delantera (=os preceden) en el reino de dios La palabra griega aquí empleada (proagousin) alude casi siempre a Jesús que precede a los suyos, que les abre camino, como un “pionero”, como un explorador del Reino, como un adelantado de la Nueva Humanidad (del Hijo del Hombre). Pues bien, oficialmente los que debían preceder a los demás con Jesús son los Doce, según todo el evangelio… y en algún sentido lo hacen… Pero estrictamente hablando, los verdaderos pioneros del Reino son las prostitutas y los publicanos… Ellos son los primeros… en el camino del Reino. Por eso, porque ellos inician el camino… los otros pueden seguir. Ellas no hacen un camino para ellas solas, lo hacen para todos…
Este pasaje no habla en principio de la salvación eterna (de lo que pasará después de la muerte), aunque en el fondo lo que se dice de “aquí” se aplica al cielo… El pasaje habla directamente de lo que ha pasado en el camino de Jesús, un camino que él hace con publicanos y prostitutas… El pasaje habla de lo que está sucediendo en este mundo: En la historia del Reino de Dios los primeros no son jerarcas y jefes, sino publicanos y prostitutas. Ellos, en especial las prostitutas, son los auténticos representantes de nuestra sociedad.
Qué significa que los publicanos y prostitutas os precedan…?
- 1. Significa que, según Jesús, la Iglesia se funda en ellos y ellas.Las prostitutas no reciben la caridad de la gran iglesia que las ama, sino que son ellas las que inician el camino de la Gran Iglesia, que es para todos… No están ahí para recibir lecciones de los sabios y grandes, sino que ofrecen su lección, lección de fe. Vino Juan, vino Jesús… y los primeros en creer han sido publicanos y prostitutas. Ellos abren un camino de fe, ellos y ellas son los “dirigentes/pastores” de la iglesia (los pre-ceptores, los adelantados)
- Las prostitutas han creído…El texto no dice que se han “convertido” en sentido penitencial, sino algo más grande: han “creído” (la iglesia es espacio de fe en el don de la vida, en el perdón y en la gracia…). Pues bien, en esa línea, el texto dice que los otros (los hermanos mayores) no han “re-capacitado” para creer. Lo diré en griego transcrito en letras latinas: oude metemelêthête hysteron tou pisteusai, ni habéis cambiado de forma de sentir para al fin creer”… Lo que busca Jesús (desde Juan Baautsta) es un cambio de sentimientos. Metemelêthête viene del griego “meta-meleomai”, cambiar de “sentimientos”, más que pensamientos (más en la línea de meta-noeô). Es como si los grandes no tuvieran sentimientos… y sólo prostitutas y publicanos pudieran tenerlos de verdad y creer de verdad, trasformando los sentimientos desde la llamada de gracia, en la gracia.
¿Quién convierte a quién? La tradición cristiana ha sentido casi siempre dificultades ante este pasaje. A las prostitutas en general se las ha seguido utilizando o, en el mejor de los casos, se las ha metido en casas de arrepentimiento y conversión. En muchos lugares de Castilla se recuerdan las “casas de arrecogías” para convertir a prostitutas… Pues bien, parece que Jesús no quiere convertirlas de esa forma, sino descubrir “su fe” (con la fe de los publicanos), para iniciar desde ahí (con ellas) su camino. No son los buenos “hijos mayores” los que tienen que convertir a las prostitutas, para “meterlas de nuevo en su sistema”. Son los hijos mayores los que deben descubrir la fe que hay en muchas prostituías y publicanos, para dejarse cambiar desde ellos y por ellos (desde ellas y por ellas). No es el buen sistema el que debe convertir (encerrar) a las prostitutas, sino que debe dejarse iluminar por ellas.
Excurso final:
El Reino de los cielos no lo empiezan construyendo sacerdotes y ancianos de Jerusalén (ni rabinos judíos, ni soldados del imperio), sino publicanos y las prostitutas, que parecían oponerse en principio a Dios (diciéndole que no), pero que después han creído, aceptando a Juan Bautista, en contra de sacerdotes y ancianos de Jerusalén.
Jesús alude a las prostitutas sin condenarlas de antemano (cf. Mt 21, 32; cf. Lc 7, 34), añadiendo que ellas y los publicanos preceden (proa,gousin) a sacerdotes y escribas en el Reino. Para entender mejor ese dato, debemos recordar que la prostitución aparece en la Biblia desde antiguos (cf. Gen 28, 15; Jc 16, 1; Prov 2, 16; 29, 3), a veces en sentido literal y otras simbólico, casi siempre de manera negativa. En esa línea, por contaminación patriarcalista, el Antiguo Testamento presenta como prostitutas a mujeres que, estrictamente hablando no lo son, sólo porque ellas rechazan o rompen el orden patriarcal de la sociedad establecida, como puede suceder con Rajab, la «hospedera» de Jericó (cf. Mt 1, 5), que recibe a los espías de Israel (Jos 2, 1-3; 6, 17-25), y con la «concubina» del Levita de Jc 19, 1-3. Por otra parte, un tipo de prostitución se ha vinculado de un modo especial con el culto a los ídolos que, al menos desde el tiempo del profeta Oseas, aparecen como amantes falsos (vinculados a veces con prácticas sexuales que Yahvé condena como inmorales). He desarrollado extensa ente el tema enLa familia en la Biblia, Verbo Divino, Estella 2017. Cf. también “Gran diccionario de la biblia”, Verbo Divino, Estella 2017. Desde ese fondo ha de entenderse el gesto de Jesús, que acoge en su camino de Reino a publicanos y prostitutas, diciendo que ellas preceden a sacerdotes y ancianos dirigentes del pueblo.
En otro contexto, Jesús mantiene la indisolubilidad del matrimonio, que no puede romperse, a no ser en caso de porneia, es decir, de prostitución (como he puesto de relieve en 5, 32 y 19, 9). Eso significa que la unión de porneia o prostitución puede romperse (¡está rota!), mientras que en sí mismo el matrimonio es indisoluble. En esa línea, parece evidente que Jesús no ha querido que las prostitutas se mantengan en aquello que son, sino que avancen en un camino de Reino (abierto a la comunión de cien madres, hermanas, hermanos e hijos: 19, 28-29), un camino en el que de hecho ellas están precediendo a sacerdotes y ancianos. Jesús sabe por experiencia que las prostitutas pueden hacer ese camino de Reino, igual que los publicanos, mientras que para sacerdotes y anciano del pueblo resulta prácticamente imposible.
Entendido así, este pasaje (prostitutas y publicanos os preceden…) no habla de aquello que vendrá tras la muerte, sino de aquello que ha pasado (está pasando) en el camino de Reino que Jesús recorre con publicanos y prostitutas, como hermanos mayores que preceden (=deben preceder) a los otros, a los que han dicho sí, pero luego no van. Publicanos y prostitutas no tienen necesidad de la caridad bondadosa de una iglesia que estaría por encima de ellos, sino que son ellos los que inician esa travesía de Dios que es la iglesia. El texto no dice que ellos se han “convertido” en un sentido penitencial, sino sólo que han “creído”, asumiendo de esa forma el camino de Juan y de Jesús. En contra de eso, el texto añade que los otros (sacerdotes y ancianos de Israel) no han “re-capacitaron” para creer (21,32), ni se han dejado transformar por el Reino.
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