El pan de nuestros hijos y los inmigrantes.
«Los gentiles se convierten de perros en hijos gracias a la fe”
Ante el discurso de la extrema derecha
José Moreno Losada, sacerdote,
Badajoz
ECLESALIA, 04/09/23.- Algunos fieles entraron en la sacristía para comentar el texto del evangelio a partir de algún elemento que ofrecí en la homilía; entre ellos estaba una persona de acogida en Cáritas.
En la reflexión ofrecí algunos datos vivos de inmigrantes a los que acompañamos, que buscan nuestras migajas desde su dolor y hambre vital. Rafael que lleva meses en España y va haciendo su proceso de legalización, pero hasta ahora es ilegal, una situación grave familiar le urge para que pueda enviar algún dinero que aún no tiene, aunque trabaja cuidando a un anciano –todo negro e ilegal- mientras está en el centro hermano. Nos pide un préstamo y ahora cada semana viene a traer su cuota con lo que va ganando poco a poco, también viene a celebrar la eucaristía, hoy domingo posiblemente esté con nosotros en la mesa.
María, que está en la acogida, habla de cómo un joven africano que estuvimos ayudando encontró trabajo y vino a dar las gracias por la ayuda, contento por la nueva situación, aunque fuera ilegal. Ahora vuelve a quedarse sin trabajo y nos duele su situación.
Arturo quiere venirse a vivir ahora a Badajoz, llegó hace dos años, siendo menor de edad, espera ser legalizado en octubre para poder ya matricularse y estudiar, que es lo que busca. Lleva tres años en soledad, con la ayuda de amigos y conocidos, está en los grupos de la JEC, y ha participado en la asamblea reciente; pasó antes por Cáceres. Nos pide ayuda para poder alquilar una habitación para él y otro paisano que va a llegar. La ayuda no es sólo económica sino también para poder hacer el contrato del piso. Todo son dificultades, él es excelente luchado, estudia online, escribe novelas, reflexiona, vive esperanzado, pero sufre mucho por su situación. Su ilusión es ayudar a su familia que sigue en su país de origen y lo han enviado para que pueda tener futuro, el que no tiene en Nicaragua. Son tantos…
El evangelio hablaba de cómo una extranjera se acercaba a Jesús y le convencía para que le ayudara en el problema de una hija, logra que Jesús cambie de mentalidad y la atienda como a una hija de Dios. Al oír en boca de Jesús el dicho de que no se debe dar el pan de los hijos a los perritos, ella le dice con ternura que esos animalitos comen de las migajas que caen de la mesa. Un gran escritor cristiano, Epifanio, lo interpreta de esta manera: “Conociendo nuestro Señor la fe inoportuna, dijo: «Mujer, grande es tu fe. Que sea como tú quieres». La fe recibió lo que las obras no merecían. Los gentiles se convierten de perros en hijos gracias a la fe”.
Algunos han titulado este episodio como «la mujer que convirtió a Jesús» haciéndole cambiar de planes. El encuentro con el otro y el diferente nos transforma. ¿Cómo convertir los inconvenientes en oportunidades? Maestría de la mujer cananea de perseverancia y humildad, una difícil combinación. La mujer nos enseña que la fe no solo es creer, sino confiar, a pesar de las dificultades, y seguir para adelante. En este caso, la fe no solo mueve montañas, sino al propio Dios.
A la luz de lo textos y este comentario traigo a colación las declaraciones de la extrema derecha en Portugal donde su interpretación de la JMJ reciente, de los jóvenes con el Papa, es que ha sido un coladero de inmigrantes. Me recuerda que este mensaje es transversal en todas esas ideologías y que puede estar de fondo de algunos sentimientos generalizados, que los inmigrantes vienen a comerse el pan de nuestros hijos. También planteo una reflexión sencilla de cómo es nuestra actitud ante los inmigrantes que están en nuestras calles y ciudades.
El evangelio y su humanismo nos invita a una relación de diálogo donde su relato y su lucha pueda transformar nuestra mente y nuestro corazón, para salir de nuestros planteamiento muy organizados y cerrados, donde la persona deja de ser el centro y el otro es visto más como un problema que como una posibilidad, como una razón para la confianza en lugar de para la fraternidad. El Papa Francisco no desaprovecha ocasión para invitarnos a cambiar de mentalidad ante lo que está ocurriendo en el mundo con la inmigración y los extranjeros, basta releer los mensajes que ha dirigido a los jóvenes recientemente en Portugal, esos mismos que rechazan políticos radicales portugueses. Siento la necesidad de detenerme y contemplar mi relación con inmigrantes y extranjeros, aquellos que han ido pasando por la parroquia, centro hermano, movimientos, vecinos y orar desde lo que me han aportado como personas y como creyentes, como luchadores y sufrientes, arriesgados y comprometidos.
Recuerdo que Fernando Rivas, patrólogo y amigo, me hablaba hace unos días, de un proyecto que acompaña su compañero Jorge en Madrid, conviviendo con inmigrantes hasta que logran la legalización, a lo largo de unos años. Hacen comunidad de vida y seguimiento. Este año tendré posibilidad de conocerlo y compartir sus inquietudes. Tengo ganas de entrar en este texto evangélico desde esa realidad y dejar que sigan cambiando mi mentalidad.
Terminaba la reflexión con ese interrogante sencillo: ¿Qué mentalidad tengo con respecto a los inmigrantes y extranjeros? ¿Qué relación establezco con ellos? ¿Me dejo interpelar y transformar por ellos como hizo Jesús, el propio Dios?
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