“Dar el Like”, por Dolores Aleixandre
De su blog Un grano de mostaza:
Existe un “like del amor” que le das a la persona que quieres en cualquier cosa que publique
15.03.2023
Después de leer este año el texto evangélico de la Transfiguración, me entró mucho agradecimiento al Padre por dar tan rotundamente su like a Jesús y luego me puse a repetir esta jaculatoria/letanía: “Me too, me too… También yo quiero tener en él mi complacencia…” Esta modalidad orante me hizo sentirme supermoderna, me animó a seguir buscando y me informé de que dar like no es tan simple como decir “me gusta”. Entre sus muchas variantes está el “ like del amor”: “Se lo das a la persona que quieres en cualquier cosa que publique, más allá de que sea interesante, buena, relevante o no: está garantizado que va a llevar tu like y, al dárselo, le estás declarando tu amor”. [1]
Qué explicación tan interesante y qué reconocimiento inesperado en jerga youtuber de la existencia de un sentimiento (¿solo sentimiento?) llamado amor que posee el misterioso poder de trasladarnos a una zona-cero situada más allá del me gusta/no me gusta, me apetece/no me apetece, me va/no me va. Y esa es precisamente una de las convicciones que con más tozuda insistencia sostienen los místicos.
Pertenezco a una generación para la que ese lenguaje del megusta/nomegusta sonaba a chino: si aborrecías por ejemplo la coliflor, no se te ocurría decirlo, ni dejar de comerla, ni pedir otra cosa (me da risa solo de imaginarlo…): te la comías sí o sí, tragándola como podías. Esa cultura del san-aguantarse resulta hoy obsoleta y aceptamos sin problemas que los miembros del club anticoliflor la esquiven públicamente y no intenten disimular su desagrado. Es un cambio hacia la anchura muy benéfico y que nos evita ver el ceño fruncido de Sor Virtudes ante nuestras faltas de mortificación, aunque hay que cuidar que no nos lleve a la tierra de arenas movedizas de las “ganas”, el “me apetece/no me apetece”, el “conmigo que no cuenten” o el “pídeselo a otra” porque si nos instalamos ahí, lo que empieza a sonarnos a chino son las propuestas tan a contracorriente del Evangelio.
Y de ahí solo escapamos cuando – oh maravilla- emerge el “like declaración de amor” que va incluido en nuestro ADN vocacional: los murmullos del “megusta/nomegusta” bajan de volumen, hacemos poco caso de sus reclamaciones porque se va imponiendo ese poderoso rumor que hacía decir a Pablo: “Lo que para mí eran ventajas lo he considerado pérdida en comparación con el sublime conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por el cual doy todo por perdido…”
Y, de repente, ya ni nos acordamos de si nos gustaba o no la coliflor.
Fuente Vida Religiosa, Marzo 2023
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