Navidad 2022. La gloria de Dios es la Paz entre los hombres
Del blog de Xabier Pikaza:
Este es el canto (villancico) principal de Navidad, la teología. experiencia y tarea principal honda de la Biblia.
No hay primero Gloria de Dios y después, además, Paz entre los hombres, como si fueran cosas distintas (separables), sino que según el canto de los ángeles de Navidad (Lc 2,14), la gloria de Dios se identifica con la paz entre los hombres, de manera que la Gloria divina (Kabod, Doxa) se identifica con la Paz (Shalom, Eirênê) entre los hombres.
Esto lo sabían de algún modo los judíos anteriores, pero sólo lo ha mostrado el Judío Jesucristo, que es encarnación de la gloria/paz de Dios(como he mostrado en Dios “se hizo carne, teología de la Biblia”).
Esto es algo que a veces se ha olvidado, como ha mostrado una mala traducción o interpretación de Lc 2,14, que tiende a separar gloria de Dios y paz humano, hablando además de la paz como efecto del puro esfuerzo humano (expresión de su buena voluntad), y no como revelación de la “buena voluntad de Dios”, esto es, de su amor, hecho Vida en la vida de los hombres y mujeres de la tierra.
| X.Pikaza
Introducción, un tema clave. La gloria de Dios es la paz entre los hombres.
Tenemos que empezar traduciendo bien el texto que dice Gloria a Dios en las alturas “y” paz en la tierra a los hombres que ama el Señor (=de la buena voluntad del Señor). La gloria de Dios y la paz entre (en) los hombres no son dos cosas, de manera que una se pueda sumar a la otra, sino que son lo mismo:
La gloria de Dios es la paz entre los hombres, pues el “y/kai” que une los dos “esticos” o elementos del verso es un “y/kai” epexegético”, que no separa y suma ambas expresiones, sino que las identifica, como sabe cualquier alumno de poesía hebrea de los salmos o textos semejantes.
El ejemplo teológico más conocido y famoso es el adagio de Ireneo de Lyon, cuando dice gloria dei / vivens homo, la gloria de Dios es el hombre viviente, traduciendo así el sentido y alcance de la encarnación de Dios (en contra de una gnosis que termina separando a Dios del hombre). Pues bien, en esa línea, el canto de los ángeles de Lc 2, 14 puede traducirse gloria dei / pax in/inter hominibus,es decir, la gloria de Dios en el cielo es la paz en la tierra enre los hombres, no porque los hombres sean Dios y construyan por sí mismos la paz, sino porque en ellos se expresa y encarna, por Cristo la buena voluntad, la eudokía de los hombres.
Ésta es la expresión más honda de la Navidad, la teología de la encarnación, que Jn 1, 14 ha expresado de una forma, diciendo (y el Verbo se hizo Carne) y que Lc 2, 14 expresa de otra, pero que en el fondo es idéntica: La gloria (doxa) de Dios se encarna en la paz (eirênê) entre los hombres.
No se podía haber dicho de un modo mejor, ni en un momento más oportuno, por boca del canto de los ángeles que son los mensajeros de la verdad de Dios, tal como se revela en la encarnación de Dios que es gloria en la paz entre los hombres (que son depositarios de la buena voluntad de Dios.
Éste es el himno supremo de la Navidad, el himno/canto emocionado de los ángeles que identifica la gloria de Dios con la paz entre los hombres. Una palabra como esa está latente en todo el AT, pero sólo se revela y despliega, se canta y acoge plenamente ahora. Hay muchos que no se han enterado todavía, incluso dentro de los órdenes más altos de la iglesia, pensando que hay un tipo de “piedad/religión” que se expresa como gloria de Dios (en forma litúrgica o pietista), fuera del camino de paz entre los hombres. En contra deeso, según este canto de Navidad, la gloria de Dios (religión, piedad) se identifica con la paz/amor entre los hombres. No hay religión, no hay culto, no hay misa, no hay santidad… a no ser que se exprese en forma de paz entre los hombres
El Dios de Navidad no es obligación, imposición, ni miedo; no es amenaza ni castigo… sino gloria divina y principio de paz para cada familia, para todos los hombres y pueblos, que son familia de Dios sobre la tierra. La gloria/culto de Dios consiste en que los hombres se amen, es decir, reciban y desplieguen en su vida la paz de la vida de Dios. Este es el lenguaje, éste es el canto y el “dogma” glorioso de la Navidad.
Será bueno crear un momento de silencio, para que cada uno y todos podamos escuchar, la palabra del canto de paz que nos llega a todos, desde la noche de Belén, con los ángeles del cielo y los pastores de la tierra, acompañándonos unos a otros, acogiéndonos en amor, de manera que no quede nadie expulsado, condenado y rechazado sobre el mundo.
No dijeron más los ángeles en la noche de Belén, ni más se necesitaba; pero tampoco dijeron menos. Sólo acogiendo, viviendo y comunicando la paz del Cristo de Belén podemos celebrar la Navidad. Todo lo demás son consecuencias…A no ser que acojamos y expresemos nuestra vida como paz no podremos celebrar la Navidad Cristiana, por muchos cultos religiosos que podamos organizar. Con esto ha terminado mi “pregón de Navidad 2022. Los que piensen que esto es suficiente, o no tengan más tiempo o más ganas de leer/meditar que queden aquí. Si alguno tiene más tiempo o ganas siga leuendo Para unos y para otros. Shalam aleikum,Eirêê hymin, Paz a vosotros, “feliz navidad Gabon, Egun barri: Noche Buena noche, feliz día nuevo… y así en todas las lenguas
- PRINCIPIO BÍBLICO
Esta una de las palabras y experiencias centrales del judaísmo y del conjunto de la Biblia, en Navidad y siempre. El hombre se halla en guerra, dominado por diversos tipos de violencia, en un proceso que puede llevar a la destrucción total de la vida humana, es decir, a la muerte que anuncia Gen 2, 27 (para el día en que los hombres quieran hacerse dueños del bien y del mal), a la muerte que propone el gran texto del pacto: hoy pongo ante ti bien y mal, vida y muerte (cf. Dt 30, 15). Pues bien, en ese contexto, la experiencia de Israel, su religión, viene a mostrarse como una llamada y camino de paz, que se dirige hacia la vida.
La religión no es una experiencia puramente interior (de pura quietud del alma), sino que, siendo luz del alma, puede y debe ser principio y camino de paz del hombre entero, para todos los hombres, reconciliación entre los pueblos, como ha puesto de relieve el mensaje fundamental de los profetas, desde Is 9, 6 (¡Príncipe de la paz!) hasta Is 66, 12 (¡yo extiendo sobre ella la paz como un río…!). Esa paz se expresa y despliega en diversos niveles.
Es una paz histórica, vinculada a la presencia del Dios soberano que “truena y cabalga” sobre las nubes de la tormenta, conforme a la palabra solemne deSal 29: desde el alto cielo, sentado sobre el trono, al final del huracán, Dios extiende su mano y bendice a su pueblo con la paz (cf. Sal 29, 11). Ésta es la paz del reino mesiánico, cuya venida se espera y se canta en el templo:
«Oh Dios, da tu juicio al rey, y tu justicia al hijo del rey. Él juzgará a tu pueblo con justicia, y a tus pobres con rectitud. Los montes producirán paz para el pueblo; y las colinas, justicia. Juzgará a los pobres del pueblo; salvará a los hijos del necesitado y quebrantará al opresor. Durará con el sol y la luna, generación tras generación… En sus días florecerá el justo; habrá abundancia de paz, hasta que no haya más luna» (Sal 77, 1-7; cf. 86, 8-10). Ésta es la paz de una vida que puede extenderse gozosa, abundante, por toda la tierra, desde el centro de Jerusalén.
Es una paz para el mundo entero. Arco iris, paloma tras el diluvio
Muchos decían que el mismo mundo se encuentra pervertido, que llega un diluvio que va a matar a todos, una guerra universal… Pero el “Dios de la guerra” y de la maldición del diluvio ha sido superado por el Dios de la paz de Jesucristo. Así lo empieza dicie3ndo la misma Biblia, cuando Dios se “arrepiente” de haber querido juzgar y destruir el mundo, y dice, de verdad y para siempre:
«No volveré jamás a maldecir la tierra por causa del hombre… Tampoco volveré a destruir todo ser viviente… Mientras exista la tierra, no cesarán la siembra y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche» (Gen 8, 21-22). «Ésta será la señal del pacto que establezco entre yo y vosotros…: Yo pongo mi arco en las nubes como señal del pacto que hago entre yo y la tierra. Y sucederá que cuando yo haga aparecer nubes sobre la tierra, entonces el arco se dejará ver en las nubes…» (Gen 9, 12-14).
Éste es el pacto de la paz del arco iris, expresada en la estabilidad básica del mundo la paz cuando parece que estalla la tormenta La paz de la liturgia del templo, con los sacrificios pacíficos o de la paz (shelamim), que se expresaba en la comida compartida, el cordero de paz de la pascua… Ésta es sore todo la paz de la gran bendición de los sacerdotes y fieles del templo, que decían: , la carne de las que vinculaban a los oferentes entre sí y con Dios y servían para ratificar las alianza de paz:
- «El Señor te bendiga y te guarde.
- El Señor resplandezca sobre ti y tenga misericordia de ti.
- El Señor levante hacia ti su rostro y te conceda la paz» (Num 6, 24-26).
Ésta es una paz mesiánica, para todos los hombres, desde Jerusalén.
Es la paz del mensajero de Dios (evangelista) que llega a su ciudad, para anunciar la concordia. Es la paz de los que vienen a Sión, para aprender el oficio de la concordia, destruyendo sus armas, haciendo de las espadas arados y de las lanzas podaderas, conforme a la visión y esperanza final de Is 2, 2-4. En el fondo, el mesianismo israelita se identifica con la paz, entendida como plenitud y justicia, como reconciliación y alabanza. Por eso se dice ante el Mesías, portador de paz:
«Alégrate mucho, hija de Sion! ¡Da voces de júbilo, oh hija de Jerusalén! He aquí, tu rey viene a ti, justo y victorioso, humilde y montado sobre un asno, sobre un borriquillo, hijo de asna. Destruiré los carros de Efraín y los caballos de Jerusalén. También serán destruidos los arcos de guerra, y él hablará de paz a las naciones. Su dominio será de mar a mar y desde el Río hasta los confines de la tierra». Éste es el rey de la paz mesiánica que Jerusalén ha esperado, como sabía Jesús de Nazaret, cuando subió de esa manera a la ciudad, aunque (evidentemente) no todos los judíos hayan aceptado su signo ni todos los cristianos lo hayan seguido (Zac 9, 9-10; cf. Mt 21, 4-7).
LA PAZ DE DOS GRANDES “CREYENTES” JUDÌOS
E. Lévinas(1906-1995).
La paz exige que rompamos el estado de lucha de todos contra todos. Al comienzo de su libro Totalidad e infinito, Lévinas decía que la historia ha sido en su conjunto una lucha sobre Todo, de todos contra todos, pueblos, partidos políticos, estados y naciones… mientras sufre y mueren los pobres y hambrientos, a los “huérfanos, viudas y extranjeros”, incapaces de defenderse según ley, en la batalla de la vida. Eso significa que la guerra, que muchos (de Heráclito a Heidegger) han cantado como condición del hombre y temple de virtudes, constituye una (la) perversión suprema:
«El estado de guerra suspende la moral; despoja a las instituciones y obligaciones eternas de su eternidad y, por lo tanto, anula, en lo provisorio, los imperativos incondicionales. Proyecta su sombra por anticipado sobre los actos de los hombres. La guerra no se sitúa solamente como la más grande entre las pruebas que vive la moral. La convierte en irrisoria. El arte de prever y ganar por todos los medios la guerra –la política– se impone, en virtud de ello, como el ejercicio mismo de la razón».
La guerra nos sitúa así en aquel momento en que la lucha desorganizada de todos contra todos se convierte en organización violenta de algunos para imponerse a los demás y derrotarles, conforme a la “razón” del sacrificio y de la esclavitud. Ella es una expresión y consecuencia de la violencia ontológica, que identifica el ser con el poder y la razón con el pensamiento triunfante.
Tenemos que superar la guerra no por la gloria de las naciones, de los rojos o los verdad, no por el triunfo de estados o de imperios… sino por el bien de los pobres, de los enfermos y excluidos de la tierra, a los que quiso ayudar y acompañar Jesús, el judío unoversal, cuyo nacimiento hoy celebramos.
H. Arendt(1906-1975).
Ésta es quizá la mayor antropóloga judía del siglo XX. Conoció y estudió todas las guerras, todas las matanzas de nuestro pasado inmediato, desde Alemania y Rusia, desde USA hasta Israel . Hoy la quiero recordar como judía, “amiga” intensa de Jesús. Éstos son, según ella, los principios judíos y cristianos de la paz.
(1) El primer principio es el Perdón. Ella ha sabido que sin perdón no es posible la paz. .Sólo el perdón rompe la “lógica” de la venganza (del talión que siempre se repite: ojo por ojo, diente por diente) y libera al hombre del automatismo de la violencia, permitiendo que su vida trascienda el nivel de una ley de lucha, donde nada se crea ni destruye, sino que sólo se destruye, en una guerra sin fin. Sólo el perdón nos sitúa en un nivel de gracia creadora y supera el pasado y abre un comienzo allí donde la vida se cerraba en sus contradicciones y luchas de poder
(2) Promesa, compromiso de paz. La paz sólo es posible allí donde los hombres se “prometen” paz, en un ámbito de alianza. La paz es un pacto al servicio de la vida, un compromiso a favor de la concordia entre todos, al servicio de la paz. Que no se fabriquen más armas, ni para Rusia ni para USA, ni para Ucrania ni chinas… Dejar las armas, producir comida para todos, y hablar, hablar en amor, abrazare y llorar abrazados, aprendiendo los camino de la paz, que propuso hace más de tres milenios Isaías 2, 2-4 (de las espadas forjarán arados, comerán juntos el lobo y el cordero).
(3) Nacer de nuevo…Nacimiento de paz. La promesa de la paz sólo es posible allí donde los hombres no se encuentran atados al pasado (que ha sido pasado de violencia), sino que pueden y quieren nacer de una forma distinta. «Sin la articulación de la natalidad estaríamos condenados a girar para siempre en el repetido ciclo del llegar a ser, sin la facultad para deshacer lo que hemos hechos y controlar parcialmente los procesos que hemos desencadenado» (La condición humana, Paidós, Barcelona 1993,265). Sobre esa base, puedo evocar algunos momentos o rasgos esenciales de la paz según el judaísmo.
Éstos siguen siendo según H. Arendt los elementos fundantes de la paz judía, tal como desembocan en el cristianismo, entendido como un judaísmo consecuente, en la línea de Jesús.
(1) La paz sólo puede venir del Infinito (es decir, de un Dios de gracia). No es un producto del Todo, no se identifica con el orden del Sistema, porque en ese caso seguiría vinculada a las leyes del talión, donde cada parte se somete al Todo. Pero Dios no es un Todo a cuyo servicio han de ponerse los hombres y mujeres, como si fueran subordinados suyos, sino el Infinito. De manera consecuente, la paz nunca se impone, porque ella es esencialmente gracia, un regalo de trascendencia, es decir, creación. Por eso, siempre que queremos imponerla o la manipulamos, deja de ser paz infinita, para convertirse en un momento particular del orden del sistema.
(2) En este mundo de violencia, la paz es un regalo de las víctimas, de los crucificados, de aquellos que mueren como Jesús siendo portadores de paz. La paz no puede fundarse en el poder que algunos utilizan para imponerse, según los intereses del sistema, la paz no es resultado de las armas (de la victoria militar) sino regado y don de los perdedores, de las víctima.. Una paz que se consigue con armas no es paz, sino dictadura de los triunfadores; un orden que se logra sometiendo y acallando con violencia a los posibles disidentes no es signo de Dios, sino imposición del sistema. La paz no se impone ni negocia, sino que brota allí donde hoy hombres y mujeres que perdonan, gratuitamente; por eso decimos que ella sólo puede ser un regalo de las víctimas.
(3) La paz sólo es posible como natalidad. Según eso, paz es navidad, como saben y dicen los ángeles del nacimiento (Lc 2,14). Vivir en la paz es nacer de nuevo. Sin nuevo nacimiento no es posible la paz. Cada hombre que nace (cada hijo) es portador de la paz de Dios, como han sabido judaísmo y cristianismo (cf. Is 7, 14 y Mt 1, 23). (4). En otro sentido, la paz está vinculada a la mortalidad, es decir, a la capacidad de morir a favor de los demás, invirtiendo y superando el signo del chivo emisario de Lev 16. Si unos no pudieran morir (sacrificarse) a favor de los otros no podría haber paz.
SHALOM- EIRENE, LA PAZ CRISTIANA DE LA NAVIDAD (LC 2, 14)
La paz, en el cristianismo, sigue en la misma línea de la paz judía, aunque con una novedad: los cristianos creen que Jesús ha explorado y recorrido el camino israelita de la paz, proponiéndolo ya, de un modo directo para todas las naciones. Es aquí donde se ha mantenido y se sigue manteniendo, de algún modo, la relación y diferencia entre la paz judía y la cristiana.
Los judíosafirman que, de hecho, Jesús no ha traído la paz mesiánica, aunque puede ser un buen iniciador en ese camino. No ha traído la paz, porque sigue habiendo enfermedades e injusticias y porque, sobre todo, los cristianos (que se llaman hombres de paz) han utilizado pronto la guerra no solo en la lucha de unos estados contra otros, sino como medio de oponerse a los judíos (de perseguirlos) y de imponer su religión por fuerza.
Los cristianosresponden que, a pesar de sus errores, el cristianismo es religión de paz, pues Jesús vino a cumplir la esperanza profética y mesiánica de Israel. Lo que pasa es que algunos cristianos han respondido y dicho que la paz cristiana es del corazón (paz espiritual, interior, religiosa), mientras que la paz judía era exterior (material). Evidentemente, esta respuesta no nos convence del todo a muchos otros cristianos, pues pensamos que la paz de Jesús tiene que ser “israelita”, siendo universal, interior y exterior.
Punto de partida.El cristianismo es en principio pacifista y toda guerra santa es contraria a su verdad y a su historia más antigua: quien cree en Jesús no puede expandir la fe por fuerza, pues la fuerza militar es negación de fe cristiana. Por eso, tenemos que añadir que la iglesia cristiana es una comunidad de creyentes que se unen y expanden a través de la palabra, sin emplear medios de guerra o lucha fratricida. Por eso se configura como iglesia pacífica, no como estado o pueblo (comunidad civil). Sin embargo, muchas veces, los cristianos han tomado el poder y han apelado a la violencia para mantenerlo y defenderse. Entre los gestos distintivos de la paz cristiana podrían citarse los siguientes:
Es la paz de Jesús,es decir, una paz de tipo judío, asumida y desplegada por un pretendiente mesiánico, llamado Jesús de Galilea, que subió a Jerusalén, de un modo pacífico, para anunciar y proponer la llegada de la paz final de los profetas. Las autoridades del lugar (sacerdotes del templo, soldados de Roma) le mataron, porque no querían aceptar su proyecto mesiánico, que les parecía peligroso. Éstos eran algunos de sus rasgos principales: (1) Ofrecer ayuda a los más pobres, excluidos de los proyectos sociales de aquel tiempo. (2) Promover y extender un proyecto de perdón universal, empezando por los más pequeños que perdonan a los grandes. (3) Amar al enemigo y no responder a su violencia con violencia. Estos rasgos conforman el programa de paz de Jesús, asesinado precisamente por promoverlos.
Los discípulos de Jesúscreyeron que su muerte había sido precisamente la prueba de la verdad de su proyecto de paz y así empezaron a crear comunidades “mesiánicas”, es decir, comunidades que creían que había llegado la paz escatológica, anunciada por los profetas y que se comprometían a extenderla por el mundo, no sólo con su vida, sino con su mensaje. De un modo consecuente, los primeros cristianos renunciaron a defenderse con violencia ante lo ataques de otros grupos sociales y, llegado el momento culminante del sitio de Jerusalén (67-70 d. C.), no apoyaron la defensa armada, sino que decidieron desertar, pues pensaban que había otros caminos de extensión del mensaje y del proyecto de Jesús (cf. Mc 13, 14). Pero esta renuncia a la defensa armada de Jerusalén no fue exclusiva de los cristianos, sino que hubo otros grupos judíos (los más significativos para el rabinismo posterior) que renunciaron también a la lucha armada contra Roma, como muestra el ejemplo de Yohanan Ben Zakai, de quien se dice que escapó de la Jerusalén sitiada haciéndose el muerto, en un ataúd.
El saludo cristiano es “que la paz sea contigo (con vosotros),y de esa forma mantiene el Shalom judío. Así pide Jesús a sus discípulos que saluden cuando van de camino, ofreciendo evangelio, es decir, paz (cf. Lc 10, 5). Así quiere Jesús que sus discípulos tengan siempre paz, una paz que se conserva, no se pierde (cf. Mc 9, 50). De todas formas, los cristianos han “inventado” un saludo característico, uniendo la paz israelita con la “gracia” helenista, pero entendida en forma cristiana, es decir, en claves de gratuidad amorosa. Así saludan “que la gracia y la paz…” (cf. Rom 1, 7; 1 Cor 1, 3; 2 Cor 1, 2; Gal 1, 3 etc). Ésta es la paz que brota de la gracia, la paz del amor que tiene que extenderse en todo el mundo.
La paz es una Bienaventuranza. En este contexto se entiende, por citar sólo un caso, la bienaventuranza de los constructores de paz (Mt 5, 9). Otros grupos podían tener sus propios bienaventurados: guerreros de Dios que conquistan un reino (celotas), buenos sacerdotes con su ritual de sacrificios, cumplidores de la ley… (en línea farisea). Pues bien, para Jesús, judío mesiánico, la bienaventuranza verdadera culmina allí donde los hombres son capaces de “hacer” (poiein) la paz del Reino, regalando generosamente la vida a los demás. De los pobres de la primera a los pacificadores de la séptima bienaventuranza discurre así un camino especial, la Via Pacis de la plenitud mesiánica, que se opone no sólo a otras formas particulares de judaísmo, sino al ideal de victoria del imperio romano. Aquí culmina el mensaje de Jesús, aquí se condensa su proyecto, centrado en el surgimiento de unos hombres y mujeres que sean hacedores de paz (eirenopoioi), término que, como es costumbre, hemos traducido por constructores de paz. Estos hacedores de paz de Mt 5, 9 son los “portadores” de la victoria de Jesús, que no es victoria contra nadie, ni imposición sobre ninguno (como en el imperio romano), sino victoria de la paz para todos, empezando por los pobres, los hambrientos, los mansos.
APLICACIÒN ACTUAL, UNAS CONCLUSIONES DE NAVIDAD
Los ángeles empezaron cantando… Ese fue el Concierto de Navidad en Belén, no el concierto de Viena, ni de la ONU ni de otras organizaciones… la paz de Navidad, empezando por unos pastores de campo, siguiendo por María y José, pobres expulsados del campo, entre ovejas en la gruta, pues ni Belén quiso recibirles…
Jesús nació entre cantos de paz, a cielo raso, a puro campos, entre pastores expulsados de la ciudad por sucios y pobres…. Nació mientras los ángeles cantaban paz, la paz de la buena voluntad de Dios, aunque pueda haber hombres de mala voluntad. Muchos que se han creído buenos e importantes, llamándose cristianos, en contra de Jesús el Cristo, han hecho y siguen haciendo guerras, pueblos contra pueblos, todos en el fondo contra los más pobres, los indefensos, las mujeres sin protección, los niños sin seguridad, los extranjeros sin ninguna patria que les acoja (estos son los tres “colectivos” que pone de relieve la Biblia, como amenazados de todas las guerras,
- Pues bien, esta Navidad 2022 ha llegado el momento de escuchar y cumplir al canto de los ángeles de la Navidad de Belén, insistiendo en la no-violencia de todos, en la buena voluntad de paz la voluntad de Dios. Ha llegado el momento de volver a la no-violencia radical del evangelio. Para eso, hay que empezar creando una cultura de paz, donde el ejército no sea necesario
- Esta paz es el primer dogma de la Iglesia cristiana, el canto-dogma de los ángeles de Belén. Éste es el “dogma” fundante de la Iglesia, un dogma “práctico”, de no violencia mesiánica, al servicio de la vida, en seguimiento de Jesús, como gesto de amor activo, a favor de los demás. En este campo se decide el futuro del cristianismo (y de la humanidad). Si las propuestas no resultan aquí claras y las exigencias cristianas no son radicales, en línea de paz, todo el edificio cristiano terminará diluyéndose en hermosas palabras, sin eficacia alguna.
Sólo puede ser de verdad cristiano el que renuncia a conquistar y defender su vida (la vida que es para todos) empleando para ellos guerra: el que inicia y recorre el camino que lleva hacia Jerusalén (la nueva humanidad mesiánica) con Jesús (como Jesús), con las manos abiertas, sin armas ni opresiones, asumiendo así el camino de los primeros cristianos.
Una propuesta del Vaticano II,Gaudium et Spes 77-90.
No quiero citar al Papa Francisco, como seria bueno hacerlo. Pero hay muchos que piensan que el Papa Francisco se está pasando. Por eso quiero terminar citando el Vaticano II, que es concilio de todos los católicos, con su propuesta navideña de paz universal:
«La paz sobre la tierra, nacida del amor al prójimo, es imagen y efecto de la paz de Cristo…Por lo cual, se llama insistentemente la atención de todos los cristianos para que, viviendo con sinceridad en la caridad (Ef 4,15), se unan con los hombres realmente pacíficos para implorar y establecer la paz.
Movidos por el mismo Espíritu, no podemos dejar de alabar a aquellos que, renunciando a la violencia en la exigencia de sus derechos, recurren a los medios de defensa, que, por otra parte, están al alcance incluso de los más débiles, con tal que esto sea posible, sin lesión de los derechos y obligaciones de otros o de la sociedad… En la medida en que los hombres, unidos por la caridad, triunfen del pecado, pueden también reportar la victoria sobre la violencia hasta la realización de aquella palabra: «De sus espadas forjarán arados, y de sus lanzas hoces. Las naciones no levantarán ya más la espada una contra otra y jamás se llevará a cabo la guerra» (Is 2,4) (Gaudium et Spes 78).
Ésta es mi interpretación final del canto de paz que los ángeles cantaron en coro solemnísimo para el niño que andaba a lo suyo (ser niño), para unos pastores que olían oveja y para José y María, que estaban en pasmo, sin saber del todo lo que deberían seguir haciendo. Podían ser unos ocho (quizá hasta quince). No era muchos, pero eran los jundamentales, con ellos queremos estar nosotros esta Navidad 2022
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