Pluralidad
Toda palabra del prolongado, y no siempre fácil, diálogo entre Dios y su pueblo, y “nosotros“, es preciosa. Aislar una palabra del prolongado discurso o diálogo significa no tomar en serio a aquel que habla. Quien escucha sólo la melodía del oboe no capta la sinfonía… Y el hecho de que el judaísmo haya canonizado un Tanaj a más voces, y la Iglesia una Biblia que consta del Antiguo y del Nuevo Testamento, significa que la pluralidad y el carácter multiforme del canon reflejan la riqueza gloriosa y dramática del obrar de Dios. Hay una pluralidad que nace aparecer la complejidad de la vida y que nos ofrece toda una serie de figuras de esperanza y de búsqueda de Dios. Hay momentos en el que Job y Qohélet expresan la “palabra que profiere Dios“, y otros en los que alguna parábola de Jesús o el testimonio de su resurrección nos trae la salvación, pero hay también otros en los que se unen muchas voces en una poderosa orquesta para dejar fascinada a toda la comunidad.
Y es precisamente este carácter multiforme de la Palabra de Dios, tal como resuena en el Antiguo Testamento, lo que hemos de preservar los cristianos del riesgo de caer en la miopía “cristológica” y en una eclesiología de corto aliento. Y es ese carácter multiforme el que nos invita a desconfiar de toda sistematización apresurada. No existe una llave capaz de abrir todas las dimensiones de la vida frente a Dios y con Dios, sino sólo las diferentes llaves de los diferentes testimonios bíblicos, mantenidos unidos por el anillo del canon y ofrecidos por la benevolencia divina.
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Erich Zenger
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