¡Paz a todos los hombres de mala voluntad!
Hoy es el día en el que celebramos el Día Internacional del Orgullo Gay, en recuerdo del levantamiento dela comunidad LGTBI frente a la opresión social y el acoso policial en The Stonewal Inn ubicado en el barrio neoyorquino de Greenwich Village. Se cita a estos disturbios como la primera ocasión, en la historia de Estados Unidos, en que la comunidad LGBTI luchó contra un sistema que perseguía a los homosexuales con el beneplácito del gobierno, y son generalmente reconocidos como el catalizador del movimiento moderno pro-derechos LGBTI en Estados Unidos y en todo el mundo.
Jesús nos invita a despojarnos del miedo, a levantar la cabeza, a dejar las opresiones y decir alto y claro a los que detentan el poder en las distintas iglesias: ¡Somos creyentes, somos cristianos, somos personas LGTBI, somos Hijos e Hijas de Dios! ¡Nada ni nadie nos va a parar!
Y, a pesar de los avances, no podemos olvidar a quienes han caído en el camino victimas de la homofobia, de la Transfobia… Homofobia y Transfobia que hoy es jaleada por partidos de derecha y extrema derecha: Rusia, Hungría, Polonia… y hasta los Gobiernos de la Comunidad de Madrid o Castilla y León que, para asegurarse un puñado de votos no dudan en gobernar con la extrema derecha y eliminar las leyes LGTBI…
Por eso, gritamos fuerte con este texto que hemos recogido del blog de la Communion Béthanie:
¡ Paz a todos los hombres de mala voluntad!
Qué cese toda venganza y toda llamada al castigo.
Los crímenes sobrepasan toda medida,
hay demasiados mártires…
También, no midas sus sufrimientos al peso de tu justicia, Señor,
y no deja estos sufrimientos al cargo de los verdugos,
para hacerles pagar una factura terrible.
Qué todo sea pagado de otra manera.
Ponte a favor de los verdugos,
de los delatores,
de los traidores
y todo hombre de mala voluntad,
el coraje y la fuerza espiritual de los demás,
su humildad,
su dignidad,
su lucha interior constante y su indecible esperanza,
la sonrisa que estanca sus lágrimas,
Su amor,
sus corazones quebrantados que permanecen firmes y confiados a la misma muerte, sí,
hasta los momentos de la más extrema debilidad…
Qué todo esto sea depositado delante de Ti,
Oh, Señor,
para el perdón de los pecados,
como rescate para el triunfo de la justicia.
¡ Qué el bien sea contado, no el mal !
Y qué las víctimas se queden en la memoria de los que les persiguen,
no como una pesadilla,
no como de los espectros atados a sus pasos,
sino como apoyos en su propio esfuerzo
para reducir la furia de sus pasiones criminales.
No pedimos nada más.
Y cuando todo esto se acabe,
da a las víctimas el vivir,
Señor,
hombres entre los hombres,
y que la paz vuelva sobre nuestra pobre tierra,
paz para todos los hombres de buena voluntad
y para todos los demás.
Esta oración procede de los archivos de un campo de concentración en Alemania
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Mgr Antoine Bloom
« Prière vivante »
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