Miedo y Paz
Domingo II de Pascua
24 abril 2022
Jn 20, 19-31
Como los niños, los humanos hemos tendido a pensar que nuestra “salvación” -como la paz, el gozo, la plenitud…- se hallaban “fuera”. Se trataba, por tanto, de conquistarla por la fuerza o esperar a recibirla de un dios gracias a nuestra sumisión a él.
Tal creencia se puede sostener durante un tiempo…, exactamente el mismo que dura nuestra adhesión a ella. Pero no ofrece ninguna base segura, más allá de nuestra propia idea. Por lo tanto, nos hace vivir “encerrados” y “con miedo”.
Creencias, encierro, miedo… hablan, sencillamente, de nuestra ignorancia radical, de aquella falta de comprensión básica que nos hace tomarnos por lo que no somos -la apariencia o la mera “personalidad”-, olvidando nuestra verdadera “identidad”, en cuanto plenitud de consciencia y de vida…, aun experimentándose en una forma sumamente frágil y vulnerable.
Así como el miedo nace de la ignorancia, la paz es fruto de la comprensión. Comprensión que, cuando es tal, nos permite vivirnos en conexión con lo que realmente somos o, al menos, volver a conectar con ello en cuanto cualquier señal de malestar nos muestra que nos hemos perdido una vez más en la ignorancia.
La comprensión hace ver que lo que realmente somos se halla siempre a salvo, al mismo tiempo que nos permite crecer en desidentificación del yo. Porque no cabe avanzar en aquella dirección sin hacerlo en esta. El motivo de la ignorancia -y, por tanto, del sufrimiento mental- es la identificación con el yo. La comprensión, al liberarnos de tal identificación, nos ayuda a no tomarnos las cosas tan “personalmente” y, sobre todo, a anclarnos en ese Fondo consciente que constituye nuestra verdadera identidad.
¿Dónde busco la paz?
Enrique Martínez Lozano
Fuente Boletín Semanal
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