El sistema eclesiástico se ha quedado sin vino, sin amor
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
01.- v 1. BODA EN CANÁ DE GALILEA
El signo de las bodas de Caná es como el primer paso de la actividad de Jesús en su vida adulta.
Había una boda
Toda boda, el matrimonio hace referencia siempre al amor, a la vida. En toda boda, que sea tal, hay amor y vida.
Dios amaba a su pueblo, a la humanidad. La relación entre Dios y su pueblo era vivida como una comunicación de bondad y amor: boda.
La imagen de la boda, del amor está muy presente en los profetas y en el mundo bíblico a la hora de anunciar los tiempos del Mesías. A esta relación de amor en el lenguaje bíblico se le llamaba: “Alianza”.
Dios quiere, ama, y es siempre fiel al pueblo, al ser humano.
Dios no nos manda(ley), nos quiere.
02.- v 3 Faltó el vino
Vamos a convenir en que esto de que faltó el vino es una ficción literaria del evangelista, porque “no es posible” que en una boda judía falte el vino.
El vino es el símbolo del espíritu y del amor. El pueblo de Israel se quedó sin espíritu, sin amor, únicamente vivían de la ley. El judaísmo terminó por entender y vivir la religión como un entramado de normas y ritos sin alma, sin vida y sin espíritu, sin amor. Se quedaron solamente con las tinajas (las tinajas eran de piedra, porque el barro contamina el agua. Que las tinajas fuesen de piedra hace referencia a las piedras del Sinaí, al decálogo, la ley). La religión judía terminó siendo un “carrefour” de leyes y preceptos. ¿Como nosotros, como como nuestra Iglesia?
En muchas de las actitudes de nuestras parroquias e instituciones eclesiásticas no hay espíritu, hay estructuras, servilismo, leyes, miedo, ritos, cumplimiento, pero no hay alma ni amor.
Para ser católico no hace falta amar, basta con cumplir. El católico cumple, el cristiano ama.
Si usted no da una limosna en su vida, si no visita un enfermo, si no dedica tiempo y energías a los demás, moral y canónicamente nadie le podrá decir nada, nadie le dirá nada. Pero como no cumpla con la normativa, con la ley eclesiástica, como se desvíe un ápice de las rúbricas litúrgicas, o de las normas morales de natalidad, etc., probablemente le dirán que se está descarriando de la Iglesia, si no le amenazan con la condenación.
En Caná, en Israel faltó el amor, y hoy el entramado eclesiástico está carente de espíritu, de libertad, de audacia, de amor.
Menos mal que Francisco trata de corregir el rumbo eclesiástico hacia lo eclesial y hacia las bodas de Caná.
03.- vv 2.3 En la boda de Caná está presente la madre de Jesús y también los discípulos: la asamblea cristiana, la Iglesia
La familia se constituye en torno al amor. Se trata ahora de la nueva familia de Jesús: su madre y sus hermanos (discípulos).
Es curioso que el evangelio de Juan solamente mencione dos veces a María y Jesús no llama a María “madre”, sino “mujer”. (Ni tan siqueira aparece el nombre de María en el evangelio de Juan). Ahora en Caná: “Mujer, no ha llegado mi hora” y al pie de la cruz: “mujer ahí tienes a tu hijo” (Jn 19,26-27)
La mujer, la nueva Eva como creación de la nueva vida. Las bodas de Caná como “encuentro” de amor. (En la cruz está el discípulo al que Jesús tanto quería).
La nueva familia de Jesús se constituye no por las tinajas, por las piedras de la ley, sino por el amor.
Hay iglesia donde hay amor, lo demás es una agencia de servicios litúrgicos.
En algunas diócesis (iglesias locales) como la nuestra, esto se ve claramente. Se cuida toda la tramoya litúrgica, la adoración perpetua al santísimo, la normativa moral, pero no tenemos espíritu, vino, amor.
No tienen, no tenemos vino, tono vital.
04.- v 4. No ha llegado mi hora
El tema de la “hora” es en portante en Juan: aparece veintitantas veces en este evangelio y en un movimiento ascendente y un tanto dramático, porque la hora llega cuando Jesús va a morir: sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre… (Jn 13,1). Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su propia casa. (Jn 19,27).
En el evangelio de San Juan la comunidad cristiana, la Iglesia nace al pie de la cruz donde reciben la redención, el Espíritu, el bautismo (agua y sangre).
En tiempos de tristezas y desánimos eclesiásticos, volvamos la mirada personal y eclesial a la hora del Señor, a la redención y al amor.
05.- v 6 Había seis tinajas de piedra – las llenaron de agua.
El mundo religioso del AT se había quedado exhausto y sin vida, pues lo habían reducido todo a piedras (las tablas del la ley del Sinaí) y agua (ritos sin vida).
El número 6 (tinajas) significa la imperfección. El número perfecto es 7. [1] Aquel pueblo se había quedado con 6 piedras, que evocan imperfectamente las piedras de la ley del Sinaí.
La restauración del cristianismo (de la Iglesia) no vendrá por la ley más rígida, por la involución y castigo que ya lleva décadas navegando en la Iglesia (probablemente desde la muerte de Pablo VI hasta el papa Francisco).
La recuperación de la Iglesia vendrá por el amor.
06.- v 9 El mayordomo probó el agua convertida en vino.
JesuCristo transforma la religión en fe y vida. Ya no sirve la vieja Alianza, el viejo vino. La Alianza de Cristo es nueva. Es la sustitución de la vieja Alianza. JesuCristo cambia el cumplimiento por la confianza, la ley por la libertad, el agua en amor. Jesús cambia la dureza, el cilicio por el buen vino en el espíritu.
En el restauracionismo que se nos quiere imponer, no volvamos a la vieja Alianza, no volvamos a la esclavitud de Egipto. Cristo es la nueva alianza de amor y libertad.
07.- v 11-12 Con las bodas de Caná Jesús comienza sus signos. Creció la fe de sus discípulos.
Por este signo –por el amor- creció la fe de sus discípulos. El creyente y toda comunidad crece en la fe y como persona por el amor.
El signo (el milagro) no es magia. El signo es que Cristo cambia la ley (tinajas: piedra) y la el rito (agua) por un nuevo vino, es decir por el amor. El signo es que estamos llamados a la libertad y al amor, no a la ley. Uno no cree en un prestidigitador, sí creemos en el amor y en quien ama.
Los símbolos tienen valor por lo que apuntan, no por lo que son en sí. El estilo del evangelio de Juan es hermosamente simbólico. El evangelio de Juan está construido a partir de un hecho y un largo discurso o “catequesis” que explica el hecho simbólico:
Agua / samaritana (Jn 4),
Multiplicación de los panes / pan de Vida (Jn 6), Ceguera / luz: yo soy (Jn 9)
Cuando alguien te enseñe las estrellas, no te quedes mirando el dedo
08.- v 5 Haced lo que él os diga.
María, presente en el amor de aquellas bodas, les dice a los sirvientes: haced lo que Él os diga.
Solamente habrá espíritu, nuevo vino, amor en la Iglesia y en la sociedad si hacemos lo que Él nos dice y lo que Él nos dice es servicio y amor.
Haced lo que él os diga.
[1] El número 666 es la suprema imperfección, la bestia – el antiCristo (Ap 13,18): por tres veces -el 6- no llega a la perfección.
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