No confudamos a JesuCristo mesías con un triunfador político-eclesiástico
Del blog de Tomás Muro, La Verdad es libre:
- ¿Quién es este?
Es una pregunta constante en el NT. ¿quién dice la gente que soy yo? ¿Quién es este que perdona pecados? ¿Quién es este que hasta el viento y las olas le obedecen? ¿Quién dice la gente que soy yo?
Seamos creyentes o no, Jesús ni fue, ni es alguien banal e insignificante. De ahí que provocara y provoque tantas opiniones, polémicas, adhesiones y contradicciones.
Cuando hoy en día, lo que dicen los eclesiásticos ya no es escuchado y casi no tiene relevancia, cabe que nos preguntemos: ¿No será que ya no nos preguntamos por Cristo, sino por unas cuantas cosillas de tipo religioso-eclesiástico?
¿Quién dice la gente que soy yo?
- Los contemporáneos de Jesús, sus discípulos experimentaron muchas dificultades para saber quién era Jesús. Nosotros no somos ni más listos, ni más santos que ellos.
Mejor un poco de humildad a la hora de acercarnos a JesuCristo y tratar de creer en él y de presentarlo.
- La pregunta por “la identidad” de Jesús hemos de situarla en los caminos y pedagogía hacia la fe que siguieron los primeros discípulos, y, por otra parte, todos los cristianos.
- ¿Quién es Cristo para mí, qué es Cristo para el ser humano?
- Juan bautista – Elías.
En tiempos de Jesús no había ya profetismo. El último profeta había sido Juan Bautista mandado ejecutar por Herodes, lo cual debió haber causado un fuerte impacto entre los discípulos de Juan B., entre los seguidores de Jesús y en la gente.
Por la desaparición de los profetas mucha gente del pueblo sentía el peso del silencio de Dios. También hoy nosotros, a veces sentimos y sufrimos el silencio de Dios. (El silencio de Dios es una palabra honda que cala en el corazón). ¿Dónde está Dios y qué hace?
- Pedro aprueba el examen.
Pedro responde exactamente lo que había que responder, pero ni se había enterado de quién era Jesús. Pedro había aprobado el examen con nota: Tú eres el Mesías, pero Pedro no se había encontrado con Cristo.
Las palabras, los lenguajes, las filosofías, las ciencias bíblicas, la teología, etc. son muy valiosos y hemos de continuar estudiando y trabajando, pero otra cosa es creer en Cristo.
Jesús es el sacramento de Dios. Cuando vemos a Jesús, estamos viendo a Dios. Quien me ve a mí, ve al Padre, (Jn 14,9).
Y, por otra parte, a Cristo le vemos a través o por medio del prójimo.
- El mesianismo de Jesús no es triunfalista.
Pedro ha dicho lo que tenía que decir: Tú eres el Mesías. Pedro está pensando en un Mesías triunfalista, poderoso y, probablemente, está pensando en un buen puesto político en el Reino que Jesús iba a instaurar.
Pero JesuCristo piensa y dice otras cosas de su mesianismo:
El Hijo del Hombre tiene que padecer, ser entregado, ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Lo hemos escuchado en la lectura de Isaías: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, no escondí el rostro a insultos y salivazos.
El mesianismo de Jesús no está en las grandes concentraciones y espléndidas celebraciones litúrgicas. Yo no sé si Cristo está en los dogmas, en el Catecismo, pero donde sin duda alguna está es en la vida, en la entrega por los demás:
El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá.
Pedro, -el poder, no entiende estas cosas- y pretende disuadirle a Jesús de ese hundimiento que se le avecina. Por eso Jesús le suelta un “réspice”: vade retro Satana. Tú piensas como los hombres, pero no eres cristiano.
Seguir a Jesús no va por las grandes masas, ni por ritos, ni actos religiosos, sino que ser cristiano es servir a los demás, entregarse, dar la vida por los demás. Probablemente no podremos hacer grandes cosas, pero las pequeñas tareas de todos los días, ir dando la vida, eso es seguir a Cristo y ganar la vida.
05 Algunas anotaciones finales
- La primera conclusión de hoy es que: creer en el Señor es algo que vale la pena, que configura nuestra existencia con sentido y esperanza. Vale la pena creer en Cristo
- No es que Jesús dijera verdades, una doctrina y un catecismo. Él es la verdad: Yo soy la verdad. La meta del ser humano es el mismo Cristo.
- La verdad no está tanto en la teoría cuanto en la vida. En castellano se dice: obras son amores, que no buenas razones, y también: no es lo mismo predicar que dar trigo, (lectura de Santiago). La fe se traduce en obras.
- La razón y teoría hacen falta porque somos seres racionales, pero el cristianismo se ventila en la vida: en el trabajo desinteresado y lo mejor posible hecho, en la ayuda a los pobres o a quienes pueden necesitar que les demos una mano. Y se ventila sobre todo en la bondad, en hacer el bien. Más que defender “la doctrina y disciplina del partido”: Tú eres el Mesías, el Cristo, se trata de seguir a Cristo entregando bondadosamente la vida.
- Creer en Cristo es entregar la vida por los demás. En esta sociedad tan hedonista y tan egoísta, ser cristiano es vivir para los demás.
Si no queremos y amamos a los débiles y trabajamos por ellos, incluso sufriendo por ellos, ¿qué clase de cristianos somos?
- Las grandes preguntas de la vida, -la pregunta por Jesús es siempre subversiva-, siempre está por debajo de la versión establecida, por eso son vistas y juzgadas como sospechosas: Mons Oscar Romero, Arrupe, el Obispo A. Labaka, los curas obreros, Ignacio Ellacuría y sus compañeros, Madre Teresa, etc.
La salida está en dar la vida por los demás, como Jesús, y así llegaremos a Cristo.
¿Vosotros quién decís que soy yo?
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