El Dios de Jesús es perdón
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
- Nota previa:
El evangelio de este domingo y de estas semanas está tomado de Juan. Un evangelio muy diferente a los sinópticos (Mt, Mc, Lc). El evangelio de Juan es el último que se escribió, (cercano ya al año 100). Un evangelio que refleja una reflexión y una elaboración teológica muy sofisticada, de difícil comprensión, con frecuencia.
El Jesús que en este evangelio se refleja, el Jesús que discute con “los judíos”, no es en absoluto el Jesús histórico. Todas esas frases lapidarias, solemnes, mayestáticas, autoritativas, “Yo soy”…, etc., no son de Jesús. Han sido puestas por el evangelista y las pone en boca de Jesús como un procedimiento literario-teológico para expresar la reflexión teológica que la comunidad joánica ha elaborado…
En la predicación, en la catequesis, en el comentario bíblico, no se suele “entrar en profundidades” y se comentan sin más las palabras de Jesús “como si” de hecho fueran palabras directas,
- Queremos ver a Jesús
Comienza el texto de hoy presentando a unos griegos que habían ido a Jerusalén a celebrar la fiesta. ¿Griegos convertidos al judaísmo? El hecho de que sean griegos quienes buscan a Jesús tal vez sea un símbolo de universalidad del evangelio, “incluso los extranjeros, quizás paganos buscan a Jesús”.
No se trata de un mero ver de curiosidad, tal vez de cortesía. Si volvemos a leer la primera lectura de hoy (Jeremías) Dios dice que en la “nueva alianza” me conocerán, todos me ´veréis, me conoceréis cuando en la nueva Alianza perdone sus crímenes y no recuerde sus pecados.
La nueva alianza, la nueva relación entre Dios y los hombres se sella con JesuCristo. Y esa nueva alianza de Dios con los hombres es perdón y amor.
¿Nosotros, vemos, conocemos a Jesús? ¿Conocemos y vivimos la nueva alianza del perdón y del amor de Dios para con nosotros, los seres humanos?
En el ámbito eclesial y, gracias a Francisco, estamos recuperando el sentido ´de la bondad de Dios, del perdón. Pero en el subconsciente eclesiástico permanece y sigue haciendo carrera el Dios de terror y del pánico. El Dios de muchos obispos y curas católicos es aquel que decía un cura rural con mucho realismo y algo de humor: “El Dios de los católicos es muy justo, porque condena a los malos y a los buenos en cuanto se descuidan”.
Ver a Jesús es conocer, vivir el perdón y el amor.
Ahondando un poco más, podríamos preguntarnos si la sociedad, la civilización occidental, sobre todo Europa “ve o quiere ver a Jesús”, la salvación y el perdón de Jesús, del Dios de Jesús.
Tres líneas de pensamiento han desviado la mirada de ver a Jesús y la han puesto en otros puntos:
- El siglo XVIII con la Ilustración (pongamos a Kant) se seculariza la salvación, la esperanza, los valores como el perdón y el amor. La Ilustración nos propone como salvación el progreso, el desarrollo, la tecnología, etc… Pero bien sabemos que ahí no está la salvación. No nos podemos dar a nosotros mismo la salvación, la felicidad plena.
- Ya en el siglo XIX con los maestros de la sospecha, la salvación y la ética pasan a ser la sociedad perfecta, la dictadura del proletariado (Marx, Feuerbach, etc.). Pero tampoco la sociedad perfecta parece que fuese el paraíso terrenal.
- A mediados – finales del siglo XIX- nos invade la “nada”. “Dios ha muerto” (Nietzsche, muere en 1900). Ya no hay valores y “una noche espesa nos invade”, así es que: vive, come, disfruta y muérete como has vivido, sin enterarte.
Estas tres líneas no se han dado en otras latitudes como África, Latinoamérica, el Lejano Oriente y ello hace que seamos culturas diferentes y tengamos diferentes modos de vivir las religiones.
La gente probablemente desconoce estas tres líneas, pero están ahí, en el “subconsciente” de nuestra cultura y sociedad.
Pero también hoy queremos ver a Jesús. El ser humano tiene unas “cuestiones y nostalgias últimas”, que brotan siempre.
Transmitamos, enseñemos que también nosotros tenemos necesidad y queremos ver a Jesús.
- Si el grano de trigo no muere.
- v 23. Ha llegado la hora.
La “hora” es uno de los temas centrales del evangelio de Juan: aparece al menos en veinticinco ocasiones.
María, la madre del Señor, aparece dos veces en el evangelio de San Juan: la primera al comienzo, en las bodas de Caná, cuando “todavía no ha llegado mi hora”, la hora de Jesús, (Jn 2,4). La segunda vez aparece María en la cruz, a la muerte de Jesús, “cuando ya ha llegado la hora” (Jn 19,25).
En ambos pasajes de María van unidos la “mujer y la hora”. En Caná Jesús le dice a María: “Mujer; todavía no ha llegado mi hora” (2,4). Junto a la cruz Jesús vuelve a llamarla a María: “mujer”‘ y añade que “desde aquella hora, el discípulo la recibió como suya”, (19,27), El misterio de la “mujer” tiene relación con el misterio de la “hora” y de la vida.
Jesús da una cierta explicación de este binomio: mujer-hora, mujer-vida cuando en un momento de la Cena. Jesús evoca y repite las palabras mujer y hora:
la mujer, cuando va a dar a luz, está triste porque ha llegado su hora” (16,21).
Se trata de un trance doloroso que hará que surja una nueva vida, hará que “nazca un ser en el mundo”.
Toda explicación de la “mujer” y de la “hora” en la tradición joánica hemos de interpretarla con los armónicos del misterio de la maternidad mesiánica: la vida.
¿Qué significa esta hora?
Esta expresión ha pasado al lenguaje y cultura de muchos pueblos: “le ha llegado la hora”.
La hora joánica tan repetida: “todavía no ha llegado la hora” resulta casi obsesiva, crea un suspense, una tensión que dinamiza todo el cuarto evangelio. A partir de un cierto momento del evangelio, todo se va a precipitar hasta que ya ha llegado la hora.
La hora es el momento de la plenitud, el cumplimiento de la esperanza humana.
- v 24. La semilla cae en tierra y da fruto de vida. El que se busca a sí mismo, se pierde, pierde la vida… El grano de trigo ha de morir para dar vida.
Es como la propuesta que Jesús les hace a aquellos griegos que se acercan a él: he de caer en el surco para dar vida.
A veces pensamos que Jesús fue como un extraterrestre que aterrizó entre nosotros, pero sin que lo humano de Jesús tenga demasiado importancia, porque total, como sabía que iba a resucitar, para que preocuparse.
Esto no fue así: Mi alma está agitada, hemos escuchado hoy. ´La víspera de su muerte Jesús dice: Mi alma está triste hasta la muerte, (Mt 26,38). Y en la cruz Jesús se siente abandonado por lo que grita con el salmo 21: Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?
Finalmente, Jesús muere -como ha vivido- con total confianza en Dios: En tus manos encomiendo mi espíritu, mi vida, (Lc 23,46).
En algunas misas de funeral me parece muy adecuado decir que los cristianos no enterramos, sembramos.
Jesús entregó su vida por los demás: El que se ama a sí mismo se pierde y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. Y entregando su vida, nos logró la vida a nosotros.
El triunfo de Jesús está en su “derrota”.
Algunas breves referencias de nuestro existir actual:
- o No es raro escuchar a jóvenes parejas -que se casan o se unen-, decir algo así como que: durante unos años vamos a vivir, luego ya tendremos hijos. ¿los hijos, la familia no son vida?
- o Decía una modelo: primero quiero realizarme como mujer, luego ya tendré hijos.
- o Cuidar de los padres enfermos para algunas personas es una desgracia que puede caer en una familia. Te rompen la
Vivir, lo que se dice vivir, no es el trabajar, ni crear vida, cultura, etc. sino que vivir es el mes de vacaciones… Basta que observemos cómo en la pandemia que estamos atravesando, se quiere vivir: lo más importante, la vida consiste en si podemos ir a la segunda vivienda, si podremos viajar en Semana Santa, ir al pueblo de al lado…
Me parece que es cierto aquello de que la gran preocupación del capitalismo es que la gente no se entere que se aburre, porque cuando la gente es consciente del aburrimiento, saltan chispas, cuando no depresión, soledad, tristezas, etc. ¿Vivir es divertirse?
¿Una familia no es vida? ¿Cuidar a un enfermo o a los padres ancianos, no es vivir? Pero vivir no consiste en pasárselo bien, vivir es transmitir vida, como la semilla de trigo.
Estar siempre dando vueltas a mi persona, mi salud, mi bienestar, mis vacaciones, mis derechos, es “perder” la vida, el tiempo y el humor.
Aunque tengamos poca salud, todo ser humano está lleno de vida, como el humilde grano de trigo, que está lleno de vida. Y los humanos tenemos vida por nuestra pequeña dosis de inteligencia y, sobre todo, de amor: el que ama crea vida: la pareja que se ama, crea vida, quien ama un ideal noble y se entrega a él, crea vida. Y creamos vida, porque nos entregamos, nos esforzamos, trabajamos por esas personas, por esos ideales. Vamos muriendo, como el trigo en tierra, para que brote la espiga, el trigo, el pan, la Eucaristía.
Dar la vida, dar nuestro tiempo, nuestras capacidades, mirar a los demás es crear vida.
Queremos ver a Jesús, que es fuente de perdón y de vida.
Comentarios recientes