Uno, real en el uno.
Estar vestido de este «yo» hecho de opiniones de personas indiferentes, de condecoraciones insignificantes, de «intervenciones » protocolarias. Oprimido en esta camisa de fuerza de lo inmediato.
Salir de todo esto, desnudo, sobre el abismo del alba, aceptado, invulnerable, libre: en la luz, con la luz, de luz. Uno, real en el uno. Salir fuera de mí mismo en cuanto obstáculo para mí mismo en esta consumación.
¿Por qué privarte de ello -dices-, si la cosa no hace mal a nadie y a ti te hace bien? ¿Por qué, si no está en contradicción con la decisión que has tomado? Tu misma reacción al olvidar esta promesa -como reacción a una traición y a una debilidad humillante- es una respuesta suficiente a tu pregunta.
Todo en el presente, nada para el presente. Nada para el futuro que tenga que ver con tu nombre o tu sosiego. Sólo si tu esfuerzo ha sido guiado por una entrega al deber en la que te hayas olvidado por completo de ti mismo podrás conservar la fe en todo su valor. Ahora bien, si ha sido así, tu esfuerzo hacia la meta te habrá enseñado a alegrarte cuando otros la alcancen .
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Dag Hammarskjöld
Secretario General de las Naciones Unidas
(7 de abril de 1953-18 de septiembre de 1961)
Premio Nobel de la Paz 1961
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